Declaimer: Los personajes de Card Captor Sakura no me pertenecen (aunque no me molestaría que me regalen a Shaoran y Eriol ), lamentablemente el Estudio Clamp me gano de mano y se los quedaron ellas.

Novia Fugitiva

(by Lady Verónica Black of Avalon)

Xiao Lang Li sospechaba que Sakura estaba huyendo de algo, y tenia razón. Volar al otro extremo del mundo para evitar su futuro marido era un comportamiento de lo más extraño para cualquier novia. Ella queria pensar las cosas con calma, pero Xiao Lang no le estaba facilitando la tarea. De entre todas las razones por las que ella no debería casarse con su novio, Xiao Lang se estaba convirtiéndose en la principal...

- Capitulo Uno -

"Presentaciones... ¿Shaoran Li?"

El hombre detrás de la barra la miro con asombro y repitió incredulo:

-¿Quiere ir a casa de Li Xiao Lang?

-Por supuesto que quiero ir –afirmo Sakura con rigidez- Se lo acabo de decir ¿no? -el vuelo desde Tokio, más las dos horas de autobús habían sido agotadoras y la mirada de asombro y leve aprecio del hombre era suficiente como para acabar con la paciencia de cualquiera-. Me han dicho que usted tenía un servicio de taxis. ¿Me llevara?

El hombre parpadeó.

-¿Yo?¿Ahora?

-¿Hay alguien más que me pueda llevar? -pregunto Sakura con la mayor paciencia que pudo.

"¿Qué le pasa a este hombre?"

Él se encogió de hombros.

-Supongo que creí que usted tendría coche. Es bastante tarde como para ir de visitas a estas horas de la noche.

-No voy a hacer una visita social. Es un asunto de negocios -replicó Sakura con todo el sarcasmo que pudo- Sí le parece bien, claro está.

El hombre levanto las manos en gesto aplacador.

-No se ofenda, ¿Ok? Sólo me ha sorprendido, eso es todo. No creo que Li agradezca las vistas en este momento. Pero si es un asunto de negocios...

Se quedo en silencio mirando su maletín.

Sakura se sintió invadida por una ola de agotamiento. El viaje que había hecho durante las pasadas veinte horas la habían dejado casi exhausta. Y su plan de última hora de ir hasta allí le parecía ahora desorbitado.

Lo único que deseaba era echarse en cualquier lugar a dormir en vez de tener que tratar con aquel camarero, que parecía drogado, en medio de un pueblo a las afueras de Hong Kong.

-¿Le pasa algo malo al señor Li? -pregunto con la mayor frialdad posible.

-¿Pasarle algo malo? -el camarero salió de detrás del mostrador-. No le pasa nada malo -añadió con sorpresa -. Es el mejor artista marcial y jockey que se ha visto nunca en esta ciudad. Es solo que...

-No me lo cuente -interrumpió apresurada Sakura- Es solo que no le gustan mucho las visitas ¿verdad?

-Bueno...

Sakura suspiro. Sí seguía así, se pasaría allí el resto de la noche.

Se paso una mano por su largo cabello con aire ausente. No debería haber salido de Tokio de aquella manera. A decir verdad, apenas si tenia idea de lo que se trataba todo aquel asunto con Li Shaoran. Era tan poco profesional ir tan poco preparada, y no era su estilo.

-Bien -dijo haciendo un esfuerzo para sonar animada y eficiente-. Creo que debemos aclarar algunas cosas ¿no le parece? Siento que piensa que el señor Li sea demasiado tímido como para recibirme, pero mi negocio es de lo más urgente. Probablemente el pobre viejo se acueste temprano y a mí no me gustaría llegar tan tarde. Además no deseo despertarlo.

El camarero la miraba como sí fuera de otro planeta. Quizá aquel sitio estuviera aislado de la ciudad porque sus habitantes se habían vuelto un poco locos. Sakura lo miro con exasperación.

-¿Cree qué podemos irnos? -repitió.

El hombre pareció volver a la tierra.

-Sí, señorita. Ahora mismo –el joven pensó en lo que se encontrarían allí arriba en las montañas y no le hubiese gustado perdérselo por nada del mundo-. ¿Tiene equipaje?

-Un bolso pequeño. Esta afuera.

El hombre asintió.

-De acuerdo. Solo una cosa -vaciló- Usted no ha visto nunca al Señor Li, ¿verdad?

-No -admitió Sakura- ¿y que? No creo que valla a morderme, ¿verdad?

El hombre sonrió con gesto de disculpa.

-No señora. Supongo que no, es sólo que...

-¿Bien?¿Qué es?

El hombre se encogió de hombros y la miro con timidez.

-Yo tengo habitaciones aquí por si la manda al infierno.

El viaje en taxi fue el más difícil de los que Sakura había echo en horas anteriores. La calefacción la adormecía tentándola a abandonarse a un sueño profundo.

Por desgracia, la suspensión no funcionaba igual que la calefacción. Era infernal, iban dando saltos sin para en esa carretera sin asfaltar y con un conductor que era poco sórdido, por decirlo con suavidad.

Probablemente estuviera llevándolos en circulo, pensó sombría mientras que el pobre señor Li estaría sin duda levantando bien pasada su hora de dormir y preocupadísimo por lo que le hubiera pasado a ella.

Sin embargo, pronto notó que el camarero, a pesar de todas sus peculiaridades, no la estaba llevando en círculos. Poco a poco, fueron subiendo la montaña que rodeaba al pueblo hasta que la carretera casi desapareció en un camino de tierra que sé infrintaba en el bosque.

-Es por aquí, creo... -murmuro el hombre al girar en un camino que Sakura no había notado y ascendía hasta un edificio bajo que parecía, bajo la luz del ocaso, estar emplazado en las montañas.

El coche se detuvo y el conductor la miró de reojo. ¿Porque parecía tan nervioso?

-Bien, ya hemos llegado -dijo apresurado- Bajare sus cosas.

-No parece haber nadie en los alrededores -dijo Sakura dudosa mientras le pagaba la tarifa del viaje- ¿esta seguro de que estamos en el sitió correcto?

-Por completo -asintió el hombre- ¿Por qué no llama a la puerta? Tal vez el Señor Li no oiga bien a su edad.

Sakura lo miro sospechosa. ¿Qué le pasaba a aquel hombre? Hubiera jurado que se estaba riendo de ella, pero estaba demasiada cansada como para molestarse por preguntarle.

-De acuerdo -respondió-. Lo haré. Gracias por sacar el bolso.

Abrió la puerta del ruinoso automóvil y avanzo hacia el rancho con mucho esfuerzo. El aire frío de la noche era maravilloso después del ambiente cargado del taxi y se sintió reanimada. Aquello era exactamente como se lo había imaginado.

La casa estaba solidamente construida en piedra con una terraza de madera alrededor de toda la parte frontal. Sus pasos retumbaron en las maderas y empezó a sentir las primeras dudas serias sobre lo que había hecho. ¿Por qué no salía nadie a recibirla? Seguramente el Señor Li no se había acostado tan temprano.

La puerta se abrió justo cuando toco el pomo y asombrada, por el hombre que esperaba de pie en el recibidor, dejo caer la mano.

Aquel no podia ser Xiao Lang Li. El hombre que se había imaginado era un anciano frágil que se iba a alegrar mucho de su visita. Pero el hombre que tenia enfrente, rondaba los veinticinco años, media como uno noventa, era delgado y fuerte. Y sus ojos de un ámbar tan profundo que la miraban con fijeza expresaban cualquier cosa menos amabilidad.

La mirada del hombre descendió por sus zapatos de taco, la estrecha falda y el fino traje ejecutivo que llevaba. Asombrada, Sakura comprendió que ella lo estaba mirando con la misma fijeza y, cuando sus miradas se encontraron de nuevo, sintió la necesidad de romper el silencio entre ellos, de decir algo, lo que fuera con tal de romper la incomoda tensión que había entre ellos.

Pero antes de que pudiera hablar, lo hizo él.

-¿Tiene alguna pregunta?- dijo él de forma lacónica con un destello de humor en sus ojos ante su brazo alzado.

-¿ Li Xiao Lang?- se aventuro ella dejando caer la mano del todo.

El joven miró por encima de ella hacia el taxi y después volvió a mirarla.

-Yo soy -dijo- ¿puedo ayudarla en algo?

Su expresión era de cautela, pero Sakura hizo acopio de valor ante la educación de su tono.

-Soy Kinomoto Sakura -dijo sin aliento-. Perdone que halla llegado tan tarde.

Él arqueo una ceja y siguió observándola con atención esperando que ella hiciera el siguiente movimiento.

Sakura lo miro con exasperación. No podia decirle que la dejase pasar, pero que la ahorcaran si pensaban quedarse ahí toda la noche.

-Hace bastante frío aquí fuera -señalo.

Xiao Lang asintió.

-Y cuanto más alto, más frío hace en esta época del año.

Sakura sintió crecer su ira. Algo en los ojos de aquel hombre le decía que era de los que no se dejaban empujar a nada y por nadie.

Shaoran se cruzo de brazos y se apoyo con tranquilidad contra el marco de la puerta.

-Estará mucho más caliente en el taxi -dijo con un destello de burla en los ojos.

-¿¡No sabe quien soy!?

-No -respondió sin rodeos. Volvió a mirar hacia el taxi con una leve sonrisa-. Pero sí es una vendedora, ha venido en la dirección equivocada. No pienso comprar nada esta noche.

-¿Vendedora? -repitió Sakura- Señor Li, yo...

Él alzo la mano.

-En otra ocasión me encantaría escuchar su discurso de venta, pero no esta noche. Sin embargo, debe ser algo importante, para poderse permitirse ir en taxi a sus visitas.

El tono era más ligero y burlón, pero antes de que Sakura pudiera buscar una respuesta adecuada, el continuo:

-¿Enciclopedias, aspiradoras, seguros o...? -Se detuvo y deslizó de nuevo sus ojos por su cuerpo- ¿O vende algo completamente diferente?

Sakura se sonrojo de rabia ante la indirecta tan evidente.

-¿Es usted tan insultante con todo el que se le cruza? -Pregunto con ardor.

Él asintió despacio.

-La mayoría de las veces -asintió antes de sonreír-. Pero puedo ser mucho peor si lo intento. Depende de lo creativo que me sienta.

Sakura trago saliva.

-Señor Li -empezó-. Yo...

Pero él ya estaba pasando por delante de ella como si no existiera en dirección al taxista, que seguía apoyado contra la puerta del auto.

-No sé, porque había creído que me conocías mejor, Tao... Me gustan las rubias no las castañas -le comento-. Ahora puedes llevarla de vuelta a la ciudad. Si esto es una broma pesada de los muchachos, puedes decirles que estoy verdaderamente agradecido y que les invitare toda la cerveza que quieran la próxima vez que baje al pueblo.

Tao abrió la boca pero la cerro de vuelta al instante, Xiao Lang dio dos pasos hacia la casa y se detuvo cuando Sakura se dio la vuelta para mirarlo con furia.

-Puedes entrar a tu taxi, por el momento, gracias Tao -dijo con tono glacial Sakura-. Tengo un asunto que discutir con el Señor Li.

Se volvió hacia Xiao Lang e intento regular la voz mientras se perdía en los fantasmales ojos ámbar de él.

-Puedo aclararle que no soy una broma ni una vendedora, Señor Li. No dudo que habrá recibido mi carta explicándole el motivo de mi presencia aquí. Me disculpo por llegar tarde, pero mi avión se retraso. Soy Kinomoto Sakura, la abogada.

Sakura le extendió la mano y él bajo la vista para verla con gravedad un segundo antes de cerrar sus dedos alrededor de los de ella.

-Sakura Kinomoto, la abogada ¿eh? Bien señorita, tengo que admitir que nunca he oído hablar de usted, aunque parece haber venido de muy lejos.

-De Japón... Tokio exactamente -replico ella más suavizada ante el trato de señorita para quedarse helada en el acto-. ¿Qué nunca ha oído hablar de mí?- repitió despacio.

Ahora había algo más que un destello de burla en sus ojos.

-Debe ser un golpe duro para su ego ¿verdad? Tantos años estudiando y un tipo como yo ni siquiera a oído hablar de usted.

Sakura aparto la mano de él y sacudió la cabeza enfadada.

-No se haga el tonto -dijo-. Por supuesto que ha oído hablar de mí. Sé que mi bufete ya le ha escrito y ha organizado mi visita. Por desgracia, el hombre que iba a venir, mi padre Fujitaka Kinomoto, ha tenido un infarto por lo que he tenido que venir yo en su lugar. Sé que le pidieron que reservara una habitación en el hotel para que él arreglara lo de su herencia, así que me he encargado yo del caso, si le parece bien. Ha sido todo tan apresurado, que, como le he explicado, no esperaba que su respuesta llegara a tiempo.

Shaoran sacudió la cabeza conteniendo a duras penas la impaciencia.

-No me ha llegado ninguna carta.. Y nadie de mi familia se ha muerto recientemente.

Sakura se estremeció ante su tono despectivo. Quizá aquello no había sido tan buena idea después de todo.

-Pero... -empezó a decir.

-Señorita -interrumpió él-. Esta usted empezando a agotar mi paciencia. Ahora dígame, ¿Cuánto le pagaron?

-¿Pagarme? ¿Quién?

-Tao y el resto de los muchachos -replicó Xiao Lang- Supongo que usted debe ser una de esas chicas de streptease. Desde luego tiene el tipo para hacerlo, pero le pagaran lo que le pagaran, yo le daré el doble para que se valla. Es mi primera noche en casa y no tengo necesidad de aguantar esto.

Xiao Lang se dio la vuelta para irse, pero ella lo asió del codo.

-Lo que usted necesita en este momento es un buen puñetazo en la nariz. Incluso aunque yo fuera una... una chica de streptease como usted dice, tendría que estar loca para quitarme la ropa con esta temperatura.

El arqueo las cejas en gesto de burla.

-¿Quiere decir que lo haría gratis?

Sakura aparto la mano de su brazo como si le quemara.

-No he querido decir nada de eso.

-Miré -dijo él con más delicadeza-. Siento haberla juzgado mal, pero si cree que voy a tragarme esa historia de la herencia, esta muy equivocada. Ahora, se me esta haciendo tarde y me veré obligado a meterla en ese taxi para que vuelva a la ciudad si no lo hace usted sola.

Se miraron uno al otro por un largo momento y entonces Sakura, con los ojos brillantes, abrió el bolso y saco una hoja de papel para ponérsela delante de los ojos.

-Tome, lea esto. Es una copia de la carta que le he enviado informándole de los cambios de planes. Sí duda usted de mis credenciales, le ruego que llame usted a mis oficinas de Tokio para que se cerciore que no estoy inventando nada de esto.

Con los labios apretados ante su obstinación, Xiao Lang desdoblo la carta y la leyó bajo el pequeño farol del porche. Cuando llego al final tenia el ceño fruncido. Deslizo la mirada sobre Sakura y luego sobre Tao, que estaba haciendo un gran esfuerzo aparentando que no escuchaba nada de lo que decían.

-¿Tao? -lo llamo Xiao Lang.

-¿Sí?

-No creo que la señorita precise de tus servicios de nuevo esta noche.

-¡Eyy! Espere un momento -lo interrumpió Sakura- tengo que volver a la ciudad.

Xiao Lang la miro de arriba a bajo.

-Cuando lo haga, la llevare yo. Pero por ahora, será mejor que entre.

Recogió el bolso de la muchacha y espero a que ella entrara a su casa para cerrar la puerta con el pie tras ellos.

Tao, que se quedo rascándose la cabeza en mitad del jardín, se encogió de hombros con resignación y al cabo de unos minutos, al ver que no sucedía nada nuevo, se metió en el coche y arrancó. Hacia mucho tiempo que se había prometido no sorprenderse más de lo que Xiao Lang Li hiciera. Y una vez más había roto esa promesa, pensó mientras se alejaba y bajaba la montaña en dirección al pueblo.

Continuara...