Prologo
Un grito desgarrador destrozó la mente de Natsu.
-¡ERZA! - gritó corriendo hacía ella, viendo como la batalla de los dragones no les iba favorable. Eran tan pocos los dragones con los que estaban aliados que la victoria parecía impensable.
Natsu se maldijo a si mismo por haber insistido tanto en participar en el Festival del Rey Dragon. Iluso de el, creyó que podría ser capaz de superar a Acnología. Y no podía.
Natsu era debíl.
Y lo que destrozó la mente de Natsu fue que Erza había sido herida por eso.
-Iros de aquí, Natsu. - le gritó Igneel. Su padre adoptivo luchaba contra dos dragones a la vez, mientras que Acnologia le miraba con algo parecido al sarcasmo. Como un cazador acecha a su presa.
La mente de Natsu registró el campo de batalla. Los gremios mas poderosos estaban allí, junto con quince dragones, liderados por Igneel, Metalicana y Grandine. Pero enfrente de ellos había una horda terrible.
Mas de cien dragones componian el ejercito de Acnologia, junto con una incontable cantidad de demonios, debiles, aunque mas poderosos que un humano normal.
Y en la mente de Natsu apareció una aterradora posibilidad.
Iban a perder.
Y Erza iba a morir. Todos sus nakamas iban a morir.
Y la mente de Natsu se sumió en la oscuridad, mientras el odio recorría su cuerpo. En su interior, el fuego despertó mientras una imagen apareció en su cabeza.
Acnologia.
Y Natsu gritó.
Gritó de rabia, de odio. De todo aquello que mas detestaba. E Igneel y los dragones se dieron cuenta.
-¡Natsu! - gritó desesperado Igneel al saber lo que iba a pasar.
Natsu conservó la cordura suficiente como para ver a Gajeel acercarse a el con miedo, pero con decisión. Le agarró con fuerza del brazo y le gruñó en voz baja:
-Saca a Erza de aquí. Y huid lo mas lejos que podais.
Gajeel iba a protestar, pero vio como los ojos de Salamander se volvían negros, con un toque rojo.
-¡Salamander!¿Acaso tú...?
-¡HAZ LO QUE TE DIGO! - rugió Natsu, con una voz mucho mas grave de lo normal.
Gajeel cogió a Erza rápidamente, mientras Igneel intentaba llegar a su hijo desesperadamente. Logró hincar los dientes en el dragon marron que le cortaba el paso, acabando con su vida. Al llegar, vió a su hijo en el suelo, retorciendose de dolor.
Era demasiado tarde.
Su hijo levantó sus ojos y Igneel apoyó la cabeza contra el, dejando escapar una lagrima.
-Sal...de aqui...padre. Y...preparaos. Yo...os daré...tiempo.
Las lagrimas fluían por el rostro de Igneel, mientras veía como su hijo adoptivo iba adquiriendo escamas de un color dorado. Igneel asintió y emprendió la retirada con los dragones que le apoyaban, cubriendo la retirada de los gremios.
Mientras, Erza veía como dejaban atrás a Natsu. Intento gritarles, pero ellos siguieron impasibles las ordenes de Gajeel, que iba mortalmente asustado y Erza juraba que con una lagrima en los ojos. Se giró para ver a Natsu una última vez, pero no lo pudo distinguir. Solo una sombra enorme y un grado de poder mágico que jamas había sentido.
A lo lejos, en otro extremo del campo de batalla, Acnología se reía, mientras a su alrededor sus dragones murmuraban excitados.
-El Rey Dragón ha llegado a la batalla.
