Muy buenas noches, amigos del mundo mundial.

Hoy vengo a dejarles con una historia nueva, de un universo completamente diferente del que suelo escribir; se desarrolla en el mundo de SoIF, básicamente se trata sobre una sola pregunta, qué hubiese pasado si Sansa hubiese aceptado la ayuda del Perro cuando huyó de King´s Landing, la noche de la batalla en Aguasnegras.

Categoría M por situaciones futuras un poco subidas de tono, y debo advertir que es un femslash Sansaery, entonces si no te gusta, no leas.

Espero que lo disfruten y les pido de favor que si encuentran algún error o una queja me lo hagan saber vía review, ayúdenme a mejorar.

Sin más por mencionar, disfruten de la lectura.

Disclaimer: Ni los personajes ni el mundo de Westeros me pertenecen, solo los utilizo para crear bellas historias, todos los derechos son de su creador George R. R. Martin.


Prólogo

Estar en el campo de batalla en la vanguardia era un verdadero honor, mucho más cuando quien guiaba era el famoso Caballero de las Flores, ser Loras Tyrell. Henry, que no era más que un pobre soldado de bajo perfil perteneciente a Altojardín, pero se sentía entusiasmado por al fin participar en su primera batalla verdadera; los años de formación como soldado por fin podrían dar sus frutos.

- ¡Qué la muerte del Rey Renly no quede impune! – Ser Loras se paseaba por delante de las filas montado en su hermosa yegua blanca de combate, iba ataviado en la imponente armadura que fuera en su momento del finado Rey Renly Baratheon. Una armadura de un verde tan intenso que parecía tragarse la luz proveniente de los rayos del sol naciente, volviéndolo de un verde más intenso y oscuro, y el yelmo, coronado por unas astas doradas que se elevaban tres palmos sobre su cabeza, ocultaba su espesa melena castaña; aún conservaba su capa de seda perteneciente a la Guardia Arcoiris manchada con la sangre del último heredero de la casa Baratheon, sujetada a su cuello por un broche en forma de una rosa perfecta. - ¡Qué la muerte del esposo de mi hermana sea vengada! ¡Que Stannis sea castigado con lo que se merece! ¡Por Altojardín! ¡Por Bastion de Tormentas! - La voz de ser Loras sonaba atronadora aún a la distancia, llena de dolor y de una ira casi palpable; y como respuesta hubo varios gritos vitoreando a Bastión de Tormentas y Altojardín por igual.

La mañana anterior El Rey Renly había sido asesinado por su propio hermano mayor, y como si fuera poco, para vergüenza de todo su ejército y de su Guardia Arcoiris, había sido en sus plenas narices; en la carpa del Rey, en el corazón de su caravana.

Todos los que habían conocido a ser Loras y a Lord Renly se habían dado cuenta de la fuerte amistad que los jóvenes lores habían tenido, hasta se habían unido como hermanos políticos, por lo que no les fue extraño el comportamiento de su ahora líder. Ser Loras había pasado toda la mañana del día anterior en la carpa del Rey, velando el cuerpo de Renly junto con su hermana; no había aceptado comida ni bebida y cuando se le fue informado de la cantidad de desertores y traidores él no hizo nada más que asentir. El ejército restante, tan solo la mitad de los que habían sido unas horas antes, se sentía nervioso ante la ausencia de un líder; pero justo cuando todos pensaban que era un asunto perdido la Reina Margaery y ser Loras salieron por fin de la carpa del difunto Rey, con la barbilla en alto y sed de venganza pura, no hubo alguno que se opusiera a la idea de atacar al día siguiente al campamento de lord Stannis.

"Los bardos cantaran canciones de éste día - pensó el soldado viendo cómo el campamento de Stannis cobraba vida a lo lejos –; todos los implicados seremos conocidos como los valientes que lloraron y vengaron la muerte de su verdadero Rey, acabaremos con todos los cambiacapas y cobardes."

Ser Loras hizo una seña con su espada y al grito de "!Altojardín!" salió al galope en su yegua, haciendo ondear tras de él su capa arcoíris. Todos fueron en pos de él y la batalla dio inicio.

Henry había matado ya a varios soldados que llevaban por emblema un corazón en llamas con un minúsculo venado en el centro, no era de sorprenderse que los vasallos de Bastión de Tormentas, fieles a Renly, se sintieran ofendidos al ver aquella mofa de su emblema, ni siquiera Lord Stannis le daba la importancia que debía a su escudo, cómo podrían respetarlo los demás.

Ahora se hallaba luchando a solo unas cuantas varas de donde combatía ser Loras, verlo combatir en torneos era un verdadero gozo pero verlo en el campo de batalla era un privilegio, Henry nunca había visto a un hombre moverse con esa soltura y agilidad dentro de una armadura tan ornamentada como esa, ser Loras hacía parecer aquello como un baile, un muy mortífero baile.

Ser Loras se seguía abriendo paso a través de varios hombres para poder al fin enfrentarse a Lord Stannis quien llevaba en la cabeza una corona en forma de flamas y una armadura de lo más simple y tosca, sin duda se veía como un soldado más, nada que ver con la elegancia y presencia de su hermano menor, ni mucho menos del caballero de las flores. Chocaron sus espadas ferozmente y la batalla principal inició, Stannis se veía sufrir ante las insistentes estocadas de su oponente, no tenía ni la fuerza ni la destreza equivalente; era un hecho, sir Loras ganaría ese combate, el resultado estaba decidido.

Y de pronto ser Loras dejó de atacar y dejó la espada quieta en el aire. El campo de batalla pareció quedarse sumido en el total silencio y de pronto fue interrumpido por un grito fuerte y lastimero; ser Loras soltó la espada y se llevó las manos enguantadas hasta su yelmo mientras seguía gritando.

Henry no supo en qué momento había aparecido una mujer vestida completamente de rojo, pero ahora estaba tranquilamente parada al lado de lord Stannis como si en ese momento estuviera celebrándose un evento social en vez de librarse una batalla.

La mujer roja movió los labios y Stannis se acercó a paso lento hasta ser Loras, tomó su espada en mano y la blandió en el aire.

Pronto el grito agónico del caballero de las flores fue silenciado, y en su lugar se escuchó el metal del yelmo coronado golpear contra una piedra en el piso. Henry todavía pudo ver cómo rebotó en el piso delante de la mujer roja antes de que el cuerpo inerte de ser Loras cayera en un estruendo.

No puede ser… - Henry estaba horrorizado, ahora debía correr para salvar su vida. – No puede ser…

Solo salió de su estupor cuando notó una mirada sobre él, la mujer roja lo observaba detenidamente y justo en ese momento le sonrió.