Disclaimer: Nada de esto me pertenece...
Él actuaba como un viejo; siempre se lo decía Stark, siempre tan sutil.
Tal vez porque así se había vuelto su corazón bajo el hielo. Ahogado bajo los escombros de aquel paisaje de blanco infinito, donde una guerra estúpidamente cruel había terminado por arrebatarle los sueños, y las esperanzas.
Las cosas podían haber terminado ahí, pero el Capitán América es un hombre de honor. Un héroe.
Y de pronto al despertar, habían pasado 70 años, y todos estaban locos.
Nadie lo decía, no era necesario, él se daba cuenta; a las personas les costaba concretar una conversación con el héroe legendario de los cromos azul y rojo, de las banderas y las estrellas, porque ya no era más que un recuerdo. Una anécdota de abuelos.
Que, sin embargo, estaba ahí.
Era más fácil hablar entre ellos, los de su tiempo; o fingir que había mucho trabajo.
Steve Rogers pensaba que era lo mejor para todos. Era más fácil ser ignorado. Cuando era invisible, desaparecía (aun así) con cortés discreción. Una vez alejado, miraba por horas el caer de la tarde, de luz grácil, colándose por los cristales de los modernos y altos edificios. Como un intruso primitivo; como él. No se daba cuenta de cuánto tiempo pasaba mientras estaba ahí.
Entonces respiraba el silencio, dejaba gotear sus recuerdos, como una vieja herida que todavía no sana. Solía llevarse una mano hacia los labios.
Todavía guardaban el tacto suave de su beso.
