No prestaba mucha atención. Desde que entró, nada le había parecido nuevo. El ambiente estaba lleno de los mismos chavales inmaduros que en su anterior centro escolar.

"La misma mierda de siempre" pensó el puercoespín azabache mientras se sentaba en un pupitre vacío. Ya hacía una semana que se había mudado a aquella ciudad debido a que su madre, gerente de una de las más grandes empresas del país, había aceptado una oferta en aquella modesta urbanización, permitiendo así expandir su negocio.

Aquel era el primer día en su nuevo instituto. No le costó mucho encontrar su clase, ya que se trataba de un instituto privado y, al igual que los alumnos, las aulas no eran numerosas. El poder permitirse pagar una matrícula para estudiar en aquella escuela suponía un excelente estado económico, algo que se reflejaba en el prestigio que el apellido de Shadow poseía. Al ser hijo de una mujer de negocios, no era la primera vez que tenía que abandonar una ciudad para mudarse a otra, dejando tras de sí todo lo que conocía.

Dada su actitud fría y calculadora, Shadow no era muy dado a entablar relaciones amistosas, mas no era algo que le preocupara, pues sabía que en cualquier momento podría abandonar la tierra en la que se encontraba y partir hacia un nuevo hogar.

Sin levantarse de su pupitre, pasó la vista por la jauría de niñatos de la cual se componía su clase. Los que no hablaban estaban enfrascados en alguna red social o aplicación de su móvil, por lo que Shadow se permitió el lujo de mirarles a todos por encima del hombro. No es que fuera huraño ni nada parecido, pero el erizo había visto tantos chavales tan sumamente idénticos a lo largo de sus viajes que se había auto convencido de que el mundo estaba podrido.

Fue entonces cuando se percató de que una eriza de pelo rosa, la cual fingía charlar con un zorro de dos colas, le estaba mirando de reojo. Shadow le dedicó una mirada indiferente y contempló cómo la chica se levantaba de su sitio y, seguida de su amiguito, se dirigía hacia donde el puercoespín negro se encontraba. Mientras la eriza caminaba, Shadow observó sin discreción sus largas piernas cubiertas por la falda de su uniforme exageradamente remangada.

- Hola - saludó una vez hubo llegado a su destino - Tú eres nuevo, no?

"Y tú quién eres, ¿la controladora?" pensó Shadow, mas se limitó a responder afirmativamente.

- Encantada, yo soy Amy y éste es Tails - dijo, posando una mano sobre el hombro del zorrito.

- Hola - saludó éste.

Shadow supuso que había llegado el momento de presentarse a esos individuos, así que habló:

- Me llamo Shadow the Hedgehog.

Tanto el rostro de Amy como el de Tails se tornaron en shock.

- ¿Hedgehog? ¿Tu madre es ésa tan famosa que tiene una cadena de empresas? - inquirió Amy.

- Sí - respondió el puercoespín azabache secamente.

- Qué fuerte... - comentó la eriza sin salir de su asombro.

Amy no rompió la mirada con Shadow hasta que Tails le tocó el hombro - Amy, deberíamos sentarnos ya - dijo, señalando con la cabeza la puerta de la clase por la cual entraba el profesor.

- Ah, claro. Hablamos luego, Shadow - comentó mientras se dirigía de nuevo a su asiento.

"¿Hablamos luego? ¿Me ha cogido tanta confianza de pronto?" pensó el erizo con fastidio.

- A ver, chicos, un poco de silencio - pidió el profesor una vez se hubo sentado en su mesa.

Cuando la clase se hubo silenciado, el hombre sacó un par de folios de una carpeta y comenzó a pasar lista. Al escuchar su nombre, Shadow levantó la mano, provocando el asombro por parte de sus compañeros, pues su apellido parecía ser más que conocido.

- Bienvenido, Shadow - se limitó a comentar el profesor - Espero que te encuentres a gusto en este instituto.

Iba a proseguir a pasar lista cuando, de pronto, la puerta de la clase se abrió repentinamente, dejando a vista de todos un tembloroso puercoespín azul.

- Perdón... - se limitó a decir, desatando las risas de sus compañeros.

- ¡Chicos, silencio ya! Y tú, Sonic, ya es la tercera vez esta semana que se te enredan las sábanas - sermoneó el profesor, provocando que el puercoespín azul bajara la cabeza avergonzado - Anda, ve a sentarte.

Sonic se dirigió a su sitio con paso ligero, evitando las miradas acusadoras del resto de los chavales. Mientras el profesor seguía pasando lista, Shadow se permitió la libertad de observar al desconocido erizo que calificó como patético. El puercoespín azul se sentó en la última mesa, lo más alejado posible de Shadow.

Éste, por su parte, no le dio más importancia y decidió ignorarle por el momento.


- ¡Shadow, ven! ¡Aquí hay sitio! - gritó Amy desde una de las mesas del comedor.

El puercoespín azabache no tuvo más remedio que obedecer y se dirigió hacia donde se encontraba su repelente compañera, quedando así entre Amy y Tails. Mientras comían, Shadow logró visualizar al erizo azul, que, tras adivinar que tenía una actitud marginal, se sentó sin vacilación en la última mesa del final del comedor, que permanecía completamente vacía. Sin darse cuenta, Shadow había estado siguiéndole con la mirada sin siquiera parpadear.

- ¿Y ése quién es? - preguntó Shadow casi inconscientemente.

- Es Sonic - respondió Amy sin volverse para verle.

- ¿Qué le pasa? ¿No tiene amigos?

- Está loco - dijo el zorrito de manera cortante - Es mejor que no te acerques a él.

El rostro de Shadow reflejó un completo fastidio al interpretar aquel comentario como una tomadura de pelo.

- ¿Qué gilipollez es esa?

- El último que se acercó a él tuvo que mudarse y desde entonces nadie ha vuelto a verle - explicó Amy.

- Me parece muy inmaduro evitar a alguien porque esté enfermo - opinó Shadow tras reflexionar la información recibida de Amy, levantándose de la mesa con su bandeja en las manos.

- ¿Adónde vas? - inquirió la eriza, mas no obtuvo respuesta.

Ignorando las miradas de algunos curiosos, Shadow se dirigió con paso decidido a la mesa de Sonic y se sentó a su lado sin mediar palabra.

- Eh... ¿qué haces? - interrogó el puercoespín azul visiblemente confundido.

- Quiero sentarme aquí - soltó Shadow sin dirigirle la mirada - ¿Algún problema?

- No, ninguno... Perdón...

Entonces Sonic se levantó de la mesa con la intención de marcharse de allí, pues había malinterpretado el comentario de Shadow, tomándolo como una exigencia a que se fuera de su lado.

Shadow, que había comprendido las intenciones del erizo azul, rectificó:

- Espera, siéntate. No me refería a eso.

Y, tras unos segundos de vacile, Sonic regresó a su sitio. Además, no había ninguna otra mesa libre.

- Tú eres Sonic, ¿no? - preguntó el puercoespín azabache.

- Sí.

- Sonic qué más.

- Ya está.

- ¿No tienes apellido?

El erizo azul negó con la cabeza.

- ¿Y tú quién eres?

- Shadow the Hedgehog.

- Ah... - dijo, de manera distraída.

Fue en ese momento cuando Sonic cautivó el interés de Shadow; era la primera persona que conocía que no le atosigaba con el rollo del prestigio de su apellido.

- Sonic, ¿te has dado cuenta de que la gente te evita?

- Ah, ya - respondió sonriendo, como si se tratara de una broma de la que él formaba parte - No les gusta estar cerca de mí.

- ¿Y eso?

- Me tienen miedo - confesó Sonic con voz monótona, restándole importancia al no tan corriente asunto.

Shadow se concentró en terminar su comida antes del comienzo de la próxima la clase, pues no estaba dispuesto a seguir sacándole las palabras a Sonic con sacacorchos. Éste tampoco se mostró interesado en seguir hablando, por lo que terminaron de comer en silencio.

El transcurso de la comida fue tranquilo, algo que Shadow agradeció, pues ya se había imaginado a la bocazas de Amy preguntándole mil y una estupideces sobre el trabajo de su madre.

- Yo me voy ya - dijo Sonic mientras se levantaba con la bandeja vacía en sus manos - Nos vemos.

Y se marchó sin esperar una respuesta de despedida por parte de Shadow.

"Qué tío más raro" pensó el puercoespín azabache.

En ese instante, las palabras que había escuchado anteriormente revolotearon en su cabeza: "Está loco" "El último que se acercó a él tuvo que mudarse y desde entonces nadie ha vuelto a verle" "Me tienen miedo".

Shadow chasqueó la lengua con fastidio. Por lo que había podido comprobar, Sonic era un chico despistado, puede que un tanto extraño y fuera de lo normal... pero de ahí a identificarlo como un loco... El erizo negro pensó que su comportamiento quizá se debiera a que tenía una naturaleza tímida, y por eso no era capaz de acercarse a la gente. Además, en lo poco que había podido observarle, se había dado cuenta de que Sonic no hacía ningún esfuerzo por integrarse. Era como si ya conociera su puesto en la sociedad. Y luego estaba el ridículo aviso de Amy: "El último que se acercó a él... " ¿Cómo puede inventar tanto la gente?

El sonido del timbre le alertó de que la próxima clase estaba a punto de empezar. Shadow se levantó y se dirigió a su respectiva aula, ignorando una vez más el pensamiento de aquel muchacho impresentable.


Por suerte, consiguió llegar antes que Amy. Aquella eriza charlatana no había dejado de incomodarle desde que puso un pie en el instituto. Al entrar en el aula, Shadow logró identificar a un conocido puercoespín azul sentado cabizbajo en la última mesa. Tras soltar un amargo suspiro (pues odiaba situarse en la última fila), decidió sentarse a su lado una vez más, pues sabía que era la única manera de mantener a Amy lejos de él.

El puercoespín azabache colocó sus libros encima de la mesa con un estruendoso golpe haciendo que Sonic pegara un pequeño brinco de la silla, como si su mente hubiera estado ausente segundos antes del golpe.

- Shadow the Hedgehog... - murmuró el puercoespín azul.

- Veo que por lo menos tienes memoria para recordar mi nombre - comentó Shadow, a lo que Sonic no tuvo más remedio que ofrecerle una mirada confundida.

- Olvídalo - concluyó el erizo negro.

Según el profesor hizo acto de presencia, la clase comenzó. Por alguna razón, a Shadow le incomodaba estar cerca de ese muchacho marginado, incluso aun estando convencido de que lo que había escuchado de él eran patéticos rumores.

Le observó por el rabillo del ojo y pudo ver al erizo azul garabateando en la mesa, como si se tratara de un chiquillo de cinco años. Shadow no lograba adivinar qué narices estaba dibujando, si es que el muchacho tenía alguna idea en mente, cosa que dudaba. Pasaba su lápiz repetidas veces por la misma línea, que resultaba ser curva, hasta crear un trazo grueso y oscuro.

- ¿Qué haces? - preguntó Shadow inconscientemente de manera desinteresada.

El erizo azul detuvo su actividad, dejando ver en su mesa lo que parecía ser una letra: "C".

- Dibujar - respondió Sonic como si la respuesta fuera evidente.

- Me refiero a qué dibujas.

- ¿Es que no lo ves?

Ese mocoso no estaba loco, simplemente tenía la mente de un niño pequeño.

- Déjalo - dijo Shadow, dándose por vencido.

De pronto, Sonic soltó su lápiz y le dirigió al puercoespín azabache una mirada de amargura. Fue entonces cuando Shadow vio por primera vez los ojos de Sonic: eran dos pupilas verdes hermosas, frágiles y un tanto vidriosas.

- ¿Por qué haces esto? - preguntó Sonic con la voz rasgada.

- ¿Qué? - Shadow respondió completamente confuso ante tal pregunta.

- Dejas de hablarme. Tiras la toalla conmigo, como si fuera estúpido y no fuera a entender nada.

- No... Sonic, yo... lo siento, no pretendía ofenderte.

- ¿Te diviertes jugando conmigo? - el erizo azul formuló esta última pregunta alzando ligeramente la voz, destrozado y fuera de sí, lo que atrajo la atención de algunos curiosos que habían encontrado algo más interesante que hacer que atender a la presente clase, los cuales se giraron en sus pupitres.

- Sonic, baja la voz, joder...

En un impulso de descontrol, el erizo azul agarró la muñeca derecha de Shadow y, recogiendo el lápiz que había dejado antes sobre su mesa, lo dirigió hacia sus venas como si de un arma blanca se tratara. Como era de esperarse, el puercoespín azabache se levantó de la silla en un acto reflejo haciendo ruido, lo que alertó al profesor.

- ¿Hay algún problema, caballeros? - preguntó.

Shadow, con la respiración todavía agitada por el susto, dirigió la mirada a Sonic, el cual había vuelto a su pequeño dibujo infantil como si nada hubiera pasado.

- No, nada... Perdón - dijo, volviendo a sentarse.

El profesor retomó sus explicaciones, restándole importancia a la intervención de Shadow.

- Ésta te la guardo, gilipollas - amenazó Shadow, pues estaba dispuesto a demostrarle a ese erizo que su incomprensible comportamiento no iba a asustarle.

Sonic, por su parte, había hecho oídos sordos a las palabras poco amables de Shadow y seguía centrado en su dibujo.

En ese momento, el puercoespín azabache fue invadido por unos deseos de colocarle las manos en el cuello a aquel insolente erizo, pues si había algo que no soportaba era que pasaran de él. Sin embargo, desechó la idea inmediatamente, ya que se convenció a sí mismo de que no valía la pena. Lo mejor sería pasar de él y atender a la clase.


Desde aquel extraño incidente, Shadow había intentado evitar a Sonic todo lo posible, pues lo último que deseaba era que volviera a repetirse algo similar. Quizá era pronto para afirmar que ese chaval tenía un desorden mental considerable. Era posible que simplemente se tratara de alguna pose del erizo. La tele y los nuevos ídolos de las redes sociales hacen mucho daño. Por otra parte, sabía de sobra que todos sus intentos por ignorarle acabarían siendo en vano, ya que acabaría encontrándoselo tarde o temprano. Al fin y al cabo, iban al mismo instituto.

Miró su reloj: las seis de la tarde. Hora en la que las clases finalizaban. En aquel momento, Shadow se dirigía a su casa, intentando dejar atrás un fatídico e inusual día.

Caminaba por la acera sin prisas, sintiendo la brisa otoñal en su rostro cuando escuchó a sus espaldas una voz que le llamaba. Se dio la vuelta y se esperó lo peor.

- ¡Shadow, espera!

- Ah, eres tú. Tails, ¿verdad?

- Sí - respondió el susodicho, respirando con dificultad debido a la carrera que se había echado para alcanzarle - Oye, he pensado que, si no te importa, podríamos quedar algún día. No sé, para estudiar juntos. He oído que eres un estudiante muy aplicado.

Shadow reaccionó ante tal comentario con un pequeño tic en el ojo. ¿Tan rápido corren los chismorreos en un instituto?

- No - respondió tajante - Prefiero estudiar solo.

Y así, prosiguió su caminata, pues Tails le había interrumpido.

- Bueno, pues sino, podríamos quedar para tomar algo - insistió el zorrito, siguiendo su paso.

Shadow suspiró.

- Algún día.

Aquellas simples palabras bastaron para dibujar una amplia sonrisa en el rostro de Tails.

- ¿Por aquí también se va a tu casa? - preguntó Shadow, visiblemente molesto por la compañía.

- Sí, vivo por aquí cerca.

- Entiendo.

Continuaron caminando sin mediar palabra, pues no había mucho más que decir. Pasaron por delante de una parada de autobús, en la cual Shadow halló sentado a la última persona a la quería ver.

- Sonic... - murmuró de manera espontánea.

El erizo azul descansaba sentado en aquella parada mientras movía sus piernas adelante y atrás desde el asiento con gesto infantil. Al sentir que su nombre había sido dicho, levantó la vista. Primero se fijó en Shadow y, posteriormente, su mirada se clavó en el zorrito de dos colas y no se volvió a mover de allí.

- ¿Adónde vais? - preguntó el erizo azul con voz monótona.

- A casa - respondió el puercoespín azabache secamente, pues no quería volver a tener problemas con aquel individuo.

Desgraciadamente, Sonic malinterpretó su respuesta, creyendo que ambos se dirigían al mismo destino. Sin dar tiempo a Shadow a reaccionar, el erizo azul se levantó de su sitio, sujetó a Tails por la camisa y le clavó la rodilla en el centro del estómago. Éste cayó de rodillas al suelo irremediablemente y comenzó a toser de manera violenta.

Al ver a su inocente compañero luchando por respirar, Shadow no se contuvo y sujetó a Sonic del cuello de la camisa con la firme intención de ahogarle y que así pagara el daño causado, pues en ese momento no había nadie para llamarle la atención.

- ¿¡Tú de qué vas, tío!? - gritó Shadow.

De pronto y, como si fuera la víctima, Sonic sujetó las manos del erizo negro que le aprisionaban y cerró los ojos mientras permitía que las lágrimas inundaran su rostro.

- Basta, por favor... - suplicó.

Shadow se permitió sorprenderse ante la reacción de Sonic. No sólo estuvo a punto de dejar a Tails inconsciente, sino que ahora encima actuaba como si él estuviera libre de culpa, como si el auténtico agresor fuera Shadow. Aun así, no suavizó su agarre, ya que su inestable comportamiento lo único que hacía era enfurecerle más.

Por su parte y a pesar del duro golpe, Tails consiguió levantarse con dificultad y huir asustado de la escena. Al ver a su compañero alejarse hasta desaparecer, Shadow decidió soltar al erizo azul y lo dejó caer al suelo bruscamente.

- ¿Por qué lo has hecho? - inquirió Shadow con el enfado a flor de piel.

Había conocido a chusma repelente a lo largo de su vida, pero, desde luego, Sonic se llevaba la palma.

El erizo azul alzó la vista hasta encontrarse con la mirada de Shadow. Entonces el puercoespín azabache lo vio: los ojos frágiles y vidriosos que recordaba que Sonic poseía, habían dejado paso a unas pupilas secas y sin vida, ausentes de color y brillo.

- Te pareces a él - dijo.

Ante semejante confesión, Shadow se enervó completamente, viéndose invadido por la confusión y la ira. Y, sin más, se marchó, dejándole tirado en el suelo.

- Ese niñato es un... un...

"Loco" "Es la palabra que estás buscando" declaró la mente del puercoespín azabache.