¡Hoola a todos!

Lo primero, ¡bienvenidos a mi fic! Se me ha ocurrido esta parida mientras jugaba el episodio 13, el más amargo...así que no he podido resistirme a escribir esta parida en base a unas bromas que hice con una amiga para aliviarme un poco.

Espero que os guste, y cualquier crítica, comentario, sugerencia...no dudéis en dejarla.

AVISO: Gardienne tomará algunas decisiones un tanto OOC, quiero decir con esto, que, en realidad, si en el juego escoges las decisiones más bordes, seguramente obtendrías una Gardienne bastante parecida a la del fic xD. Sin embargo, no creo que la gran mayoría se decante por esas opciones, así que por tanto la señalo como OOC.

¡Espero que os guste!

Aclaraciones

Eldarya no me pertenece, ni sus personajes, es todo propiedad de ChinoMiko.

Yo solo los he adaptado para esta historia, la cual es una parodia, los personajes se alejan de la realidad de la historia. Espero no ofender a nadie xD.

Pensamientos: Bla, bla, bla,

Diálogo normal:—Entre guiones —

Negrita, aclaraciones de forma de narración o cambios de escena

Y, sin más dilación, os dejo con la lectura.

Gardienne

Me levanté especialmente contenta aquella mañana. Llevaba ya casi dos meses realizando mis labores de apoyo y formación junto a Eweleïn en la enfermería, y puedo decir con orgullo que estoy avanzando exitosamente.

Con la llegada del frío, los casos de resfriados y gripe se habían incrementado en el C.G., por lo que debía incrementar mis esfuerzos. Esto fue un arma de doble filo. Si bien me permitió aprender rápidamente como auxiliar a pacientes con gripe, acababa exhausta todos los días por el exceso de trabajo.

Tarareando, me dirigí hacia la enfermería. Abrí los ojos con sorpresa al encontrarme allí a Ezarel, recostado sobre una camila, con la cara sonrojada y una preocupante palidez.

Noté como mi corazón daba un vuelvo.

-¡Ezarel! ¿Qué te ha ocurrido?-

-Tranquila, chica-escuché una suave voz a mis espaldas-Sólo ha contraído la gripe. Sin embargo, me temo que ha cogido la peor cepa...está fuera de peligro, pero este virus le producirá delirios y fiebres.

Al girarme, vi a Eweleïn, que mostraba un semblante tranquilo, por lo que me calmé de inmediato.

—Está bien, si tú no estas asustada, es porque todo está bajo control...

—¿Te gustaría cuidar de él, verdad?—inquirió guiñándome el ojo.

—Esto..yo...—tartamudeé colorada.

—Pues fíjate qué casualidad, los miembros de Obsidiana requieren su chequeo mensual. Cómo están tan mazados que no caben aquí, será mejor que vaya a buscarlos por el cuartel, así que te toca quedarte sola con Ezarel...

Sonreí. Vaya con la elfa, qué caladita me tenía. Y yo que en ocasiones seguía pensando que podía odiarme por ser cercana a Ezarel...qué tontería.

Le dediqué una mirada de agradecimiento, ella se limitó a asentir con picardía mientras me señalaba con el dedo un papel con la receta de la poción para el virus de Ezarel. Con un elegante gesto, se despidió amablemente y me dejó a solas con él.

Pese a sus palabras, me acerqué preocupada al elfo y traté de tocarle la frente. Apenas había levantado el brazo, cuando comenzó a farfullar:

—Ugh..ni se...te ocurra...no...toques...

—...

Maldito fóbico al tacto.

—¿Y cómo te mido la temperatura sino?—protesté.

—Termómetro...allí...segundo cajón...

Me dirigí indignada hacia el lugar que me indicaba. Hasta en agudo estado febril, tenía que mostrarse exquisito al contacto físico.

Tras ponerle el termómetro, observé preocupada que su temperatura era bastante alta. Decidí no perder el tiempo y ponerme manos a la obra con la poción. Media hora después, durante la que pude escuchar algunas delicias del querido elfo tales como "Manos...sucias..." "Yo...superior...no tocar", logré finalizar el líquido sanador. Le di un sorbito para probar su sabor. Lo escupí apenas me lo metí en la boca. Sabía asquerosamente mal, agrio como chupar treinta limones. Aunque mi lado sádico deseaba hacerle beber a Ezarel aquella pócima intragable por embudo, mi lado tierno prevaleció y decidí bajar a la cantina en busca de algo de miel para mitigar la terrible degustación.

Karuto no estaba, así que cogí el primer frasco de líquido pegajoso anaranjado que encontré y serví una generosa cucharada en el brebaje.

Tras mezclarlo todo cuidadosamente, me giré hacia mi paciente, satisfecha. Aproximé una cucharadita a sus labios, la cual bebió obedientemente. Según las instrucciones de Eweleïn, debía tomarse tres más. No había terminado de darme la vuelta para preparar otra cucharada, cuando una risa desquiciada me hizo girarme asustada.

— JÍA, JÚA, JÚA, JA,JIÚ,JIÚ— Ezarel reía como un auténtico loco, con las pupilas dilatadas y la mirada desenfocada. Una sonrisa perturbadora, con grumos de babas saliendo a borbotones, coronaba la espeluznante escena.

— Esto...Ezarel..¿te encuent...?

— JIAAA JUJU JOII JÁ JÁ JÁ—su cara y sus gritos me hicieron sudar frío. Empezaba a preguntarme sino lo habría dejado lelo de por vida.

Me senté, más pálida que un muerto, totalmente asustada por si le había destrozado el cerebro, parte de su cuerpo que, para colmo, el pretencioso elfo amaba más que a nada en el mundo.

—En fin—declaró de pronto con total naturalidad, trayéndome de nuevo a la tierra. Se incorporó de un vigoroso salto y me miró a los ojos. Yo me limité a contemplarlo, alucinada—¡Unas flexiones para celebrar este maravilloso regalo que es la vida!

¿Qué demonios dice?

—Esto..Ezarel...¿te encuentras bien? Quiero decir... quizá he metido algo que no tocaba en la poción ...pero yo solo quería ayudarte ¡lo juro!

—¡POR SUPUESTO QUE SÍ! JAMÁS HE ESTADO MEJOR!— casi me deja sorda del pedazo chillido. Rezaba porque nadie lo hubiese oído.

Antes de que pudiera preguntarle nada, se tiró al suelo de un salto y comenzó a hacer flexiones enérgicamente, sin respirar entre ejercicio y ejercicio.

Lo observé con una mezcla de asombro y temor. Estaba claro que fuese lo que fuese aquello que le había echado a la poción, era de todo menos simple miel. Al menos, la fiebre y la palidez se han ido, así que en ese sentido se podría decir que lo había clavado. No, no, no. No era tiempo de regocijarme en mis propios logros, y más teniendo en cuenta que mi temeridad, por definirlo de alguna manera, puede haber dejado al líder de Absenta daños cerebrales irreparables.

Me levanté. Más me valía pedirle ayuda a alguien sino quería que Ezarel se volviese un vigoréxico por el resto de su vida.

Me detuve justo antes de alcanzar la puerta, cavilando si aquella era realmente mi única alternativa. En realidad, no quería que me echaran una bronca...Total, que se hubiese vuelto medio loco unos segundos y ahora le diese por hacer ejercicio desenfrenadamente tampoco tenía por qué ser síntoma de nada mortal. Decidí tratar de solucionar aquello por mis propios medios. O al menos intentarlo.

En primer lugar, tenía que sacar a Ezarel de allí... se acababa de poner a hacer sentadillas con salto.

—Ezarel, tenemos que irnos de aquí. ¿Te apetece hacer un poco de footing?

—¡VIGOR! ¡FORTALEZA!-gritó con entusiasmo, mientras se ponía de pie de un brinco- ¡Por supuestísimo que sí! ¡Soy capaz de recorrer todos y cada uno de los recónditos lugares de este mundo en apenas dos días solo con mis piernas, atravesando los más calurosos desiertos, los más embravecidos mares, los bosques con molestas raíces que se te enredan en el pie y te hacen tropezar...! ¡Porque correr significa que estas vivo! ¡Y yo estoy más vivo que nadie!

Le miré pasmada.

—Lo que digas. Venga, ven—lo jalé del brazo, sudando frío.

Ahora sí que la había liado pero bien...

Entorné con recelo la puerta de la enfermería. Por suerte para mí, no había nadie por los alrededores... La estaba abriendo con extremo cuidado, cuando Ezarel la empujó sin miramientos fuertemente de una patada, abriéndola de par en par. No la arrancó de las bisagras de puro milagro.

Antes de que pudiese detenerlo, salió corriendo hacia el mercado de Eel.

—¡Ezarel! ¡Espera!

Corrí detrás de él lo más veloz que pude, pero era prácticamente imposible alcanzarlo. ¿Cómo narices un apasionado de las plantitas, que se pasaba el día entre libros, podía moverse tan rápido? Jadeando, lo perdí de vista en las puertas del C.G.

Oh no.

Se había ido fuera...como se perdiese por ahí y le pasase algo sí que iba a encontrarme en un aprieto. Y de los gordos.

Me dirigí hacia los exteriores, tratando de buscarlo. Después de más de media hora dando vueltas inútiles por pasajes innecesarios del bosque que casi me dejan sin maana, lo divisé de regreso al cruce de la playa haciendo abdominales sin camiseta.

Uf...vaya cuerpazo que tiene...,pensé, desviando mi mente a pensamientos más impuros.

Cuando estaba a tan solo una escalera de arenisca de mi objetivo, observé alarmada como aparecía el cartel que más temía en mi vida.

"¡No te quedan suficientes maanas!"

Maldita sea. Siempre me quedaba sin maanas justo antes de los momentos más candentes. Y mira que llevaba días enteros sin salir de mi habitación y sin ejecutar movimiento alguno, con barritas energéticas como único sustento vital, para tener la suficiente cantidad para deambular por ahí como una persona normal. No era la primera vez me quedaba sin ellos en medio de alguna sala pública, sin poder reaccionar o echar a correr, a merced de cualquier vándalo que quisiera robarme algo.

Rebusqué durante un largo rato en mi inventario, hasta dar con el objeto que quería: Una Bathory blanca con degradado.Esto servirá.

La puse en el mercado a un precio ridículamente alto. Pero, tal y como predije, apenas unos minutos después ya me la habían comprado. Sonreí satisfecha. Tenía margen para, por lo menos, cuatro vueltas enteras por la asquerosa cueva de Balenvia.

Me aproximé a la playa. Ezarel, por su parte, ignorando la lógica del juego de que no puedes llegar a ningún lado que no esté señalado con una flecha, tenga título y cueste maanas, se había sumergido en el agua y se había puesto a nadar.

—¡Ezarel!

Me quedé embelesada contemplándolo cuando salió del agua. No lo pude evitar. Estaba especialmente guapo con la cara sonrojada por el ejercicio, el pelo húmedo y alborotado marcando sus delicados rasgos élficos, y su atlético cuerpo perfectamente definido.

—Escúchame por favor—le pedí, tratando de captar su atención mientras apartaba de mi cabeza ideas sucias-Te prometo que si me esperas aquí...estirando...—sugerí, creyendo que era la opción menos dañina si se hacía en exceso—te...¡inscribiré en el próximo Iron Man!

—¿Iron Man? ¿Qué es eso?

—Es un concurso divertidísimo para la gente obsesio...¡para los amantes del deporte!— me corregí—Pero tengo los formularios en mi habitación. Si me esperas aquí, te los traeré y podrás correr, nada, montar en bici...¡Podrás quemar calorías como el que más, y llevándote maravillosos premios!

—No me suena de nada...¿dónde se organiza ese evento?-quiso saber mientras empezaba a estirar el tríceps derecho.

—Esto..pues...¡en el norte de la Costa de Jade!—improvisé.

A pesar de que no parecía muy convencido, aceptó mis condiciones. Casi me da algo cuando lo vi tirándose al suelo abierto de piernas. Espero que fuese capaz de hacer eso antes, sino van a estar doliéndole las ingles por lo menos un año...

Con la idea de ganar tiempo para encontrar lo que fuese que hubiese hecho que Ezarel se hubiera vuelto un chiflado del deporte, me dirigí rápidamente de vuelta al C.G., por suerte para mí, no tuve que esperar mucho para hallar una respuesta.

—Hola, Gardienne.

Un enorme y musculoso hombretón me sonreía calurosamente. Su cuerpo bronceado y sus cabellos blancos me hicieron pensar la primera vez que lo vi que era un surfero. Pero no.

—¡Hola Valkyon! Lo siento pero ahora mismo tengo un poco de prisa...

-Perdona que te interrumpa, entonces. Pero es importante. ¿No habrás visto un tarro con líquido naranja por ahí? Es una bebida energética muy valiosa para los miembros de mi guardia...apenas una gota nos brinda el ímpetu necesario para una buena sesión de entrenamiento...uno de los nuevos lo dejó en la cantina mientras iba al baño y cuando volvió ya no estaba...

Asustada y sorprendida, lo primero por saber que era lo que le había hecho tragar a Ezarel en cantidades demasiados altas, y lo segundo porque Valkyon me hubiese soltado un párrafo tan largo todo seguido, me despedí del peliblanco:

—¡No tengo ni idea! ¡JAMÁS en mi vida he visto nada que se le parezca! Espero que tengas suerte encontrándolo. ¡Bye bye!

Como alma que lleva el diablo, inicié mi segunda gran carrera rumbo al interior del C.G.

Más me valía averiguar cómo contrarrestar los efectos de ese estúpido brebaje antes de que alguien descubriese mi metedura de pata...

Al entrar al C.G., un grupo de siluetas moradas oscuras sin cara me asaltaron con un diálogo.

—Estas siendo tiempos difíciles para al C.Q...

—Sí...Debe ser cosa de la nueva líder de guardia, Miiko...

—Yo creo que asumió el mando demasiado pront...

—¡Apartad, sombras anodinas!—grité, apartándolas a empujones. Era consciente de que si ChinoMiko no se había molestado en ponerles cara no representarían ningún papel importante en la trama principal, así que las deseché sin piedad.

Tengo que encontrar algún elemento que contrarreste los efectos de la dichosa bebida energética...Ya les vale a los de Obsidiana...No podían beberse un Red Bull..., pensé mientras rebuscaba en la biblioteca, la cual se hallaba desierta, para mi suerte.

Mientras tanto, en la playa... (Narrado en tercera persona)

Ezarel comenzaba a aburrirse. Acababa de estirar por vigesimoséptima vez todos los músculos de su cuerpo. Tenía unas ganas enormes de seguir haciendo deporte. Recordaba vagamente lo que le había comentado Gardienne, pero se acordaba de lo fundamental: algo de quemar calorías.

Al acabar su último estiramiento, pensó que sería una buena idea echarle un cable a la castaña ayudándole a buscar los formularios para la competencia aquella, man...algo...

Tan emocionado estaba con su brillante idea, que puso rumbo al C.G., dejándose la camiseta olvidada en la playa. Subió las escaleras de areniscas de cuatro en cuatro, las cuales no se derrumbaron pese al ímpetu con el que las pisó.

Mientras corría eufórico por los grandes arcos, se topó con Ykhar y Alajea.

—¡Uau!— se maravilló esta última al contemplar el torso desnudo de su jefe por primera vez en su vida.

—¡Hola, Ezarel! ¿Adónde vas corriendo y sin camiseta?—saludó Ykhar con naturalidad.

—¿Eh? ¿Sin camiseta? —abrió los ojos con sorpresa al percatarse del pequeño detalle—Me la habré dejado en la playa...

—Por cierto, ¿habéis visto a Gardienne?—preguntó—. Estaba en la playa con ella...la necesito para seguir quemando calorías.

Sus compañeras de guardia abrieron los ojos con sorpresa, preguntándose si Ezarel estaba refiriéndose a lo que sus pervertidas mentes estaban interpretando.

—¿Quemar...calorías?—repitió la brownie— ¿A qué te refieres exactamente con quemar calorías?

—Pues...—respondió el peliazul pensativo, tratando de recordar las palabras que le había dicho Gardienne—Tenemos que...montar...y..ya sabes...correr...

—¡Por dios, Ezarel!— lo interrumpió Ykhar, exaltada— ¿¡Montaros!? ¿¡Cómo puedes ser tan descarado!? ¿¡Te ha mordido Nevra o algo!?

Ezarel se limitó a mirarla, sin entender muy bien que pretendía decir con aquello.

—Como sea, yo quiero seguir quemando calorías. Apenas estoy empezando, puedo aguantar mucho más que esto. Si la veis decidle que la estoy buscando—sentenció antes de retomar su alocada marcha.

Ykhar y Alajea se quedaron mirándolo estupefactas.

—¿Qué narices acaba de pasar'? Eso ha sido rarísimo...

—Y qué lo digas. Yo juraría que las túnicas esas que se pone eran de una sola pieza...—confesó Alajea.

—¡No hablaba de su vestimenta, Alajea! Que también...sino de cómo ha soltado que se acuesta con Gardienne...

—¡Oh! Bueno, eso era algo que se veía venir...

Ykhar estaba a punto de replicar cuando fue interrumpida por Leiftan:

—Ykhar, Miiko te necesita en la sala del cristal. Tenéis que ultimar los detalles de la próxima misión Dice que es bastante urgente.

—¡De acuerdo, ya mismo voy!— respondió la pelirroja echando a ya había avanzando unos cuantos metros, se volteó con la cara más roja que un tomate y volvió hacia donde estaba la joven sirena.

—¡Alajea!—dijo respirando entrecortadamente—¡Tú busca a Gardienne y aclara que pasa con todo esto!

—¡A la orden, comandante!—bromeó la peliazul, pero Ykhar ya había vuelto a salir corriendo.

Alajea estaba a punto de llegar al C.G. cuando se encontró con un adorable Cryslam. Olvidándose rápidamente de sus misiones, comenzó a jugar con él, hasta que una voz masculina la sobresaltó:

—¡Buenos días, Alajea!

Esta se giró, sonriendo:

—¡Hola, Kero! ¿Cómo estás?— lo saludó con la mano, sin dejar de juguetear con el familiar—. ¿Vas al C.G.?

—Pues sí, justamente iba a reunirme con Miiko...

—¡Genial! Si ves a Gardienne, ¿puedes decirle que Ezarel la busca con ganas para retozar con ella?

Kero se quedo pasmado, incapaz de articular palabra. Estaba a punto de preguntarle a Alajea si había oído bien cuando el Cryslam salió corriendo en dirección contraria y la sirena se precipitó tras él para seguir jugando. Le hizo un pequeño gesto de despedida con la mano.

—¿Q-q-qué demonios...?

De vuelta con Gardienne, en la biblioteca...

—De acuerdo. Un poco de néctar dorado y conseguiré neutralizar los efectos del Red Bull Eldaryano—mascullé cerrando un libro.

Miré a mi alrededor, lo había dejado todo hecho un desastre, pero no tenía tiempo ni ganas para ordenar. Total, dudaba mucho que ChinoMiko se hubiese preocupado de hacer un escenario con la biblioteca desordenada. Después de rebuscar en mi inventario el ingrediente principal del "antídoto", me puse manos a la obra y en pocos minutos obtuve la poción deseada. Suerte que no era especialmente difícil de preparar.

Me la guardé en un bolsillo imaginario y salí de la biblioteca, con el objetivo de encontrar a Ezarel bien fijado en mi mente.

Mientras tanto, en la la sala del cristal…. (Narrado en tercera persona)

—¡Hombre, Kero!—saludó una atractiva kitsune—. Estábamos esperándote.

—Miiko….

Kero se aproximó al centro de la estancia, pálido como el papel. Cerca de él, Ykhar, Leiftan y la líder de la Guardia Brillante lo observaban con curiosidad.

—¿Te ocurre algo? No tienes buena cara…

—Esto…—empezó a decir mientras se rascaba la cabeza, dudando si era buena idea cotillear con su superior de los affairs de la guardia. Finalmente, su vena maruja prevaleció—: ¿Tú sabías lo de Ezarel y Gardienne?

—¿Saber qué?— el rostro de Miiko se ensombreció. Ykhar miraba hacia otro lado, sudando a chorros, mientras que Leiftan permanecía tan sonriente como siempre, indiferente a todo. No porque no le interesase el asunto, sino porque se consideraba demasiado guapo y atractivo como para que cualquier elfo de tres al cuarto le hiciese sombra en algo. Y si se la hacía, pues le clavaba un cuchillo en el cuello y listo.

—Bueno…ellos…—Kero comenzó a sudar casi tanto como la brownie.

—¿Ellos qué?—los ojos de Miiko estaban cada vez más entrecerrados. Sus años de experiencia sirviendo en la Brillante le habían enseñado a identificar el grado de furia de su líder, así que decidió dejar de irse por las ramas e ir al grano—: ¡Ellos se acuestan!

Miiko se quedó muda durante unos segundos, antes de preguntar:

—¿Y? Siempre he pensado que había algo entre ellos….

—Bueno…la cuestión es que…no son muy discretos….—participó Ykhar.

—Explícate.

—A mi Alajea me ha dicho que Ezarel iba buscando a Gardienne con ganas de…retozar con ella.

—Tampoco hay porque fiarse de lo que dice Alajea, ya sabéis como es…

—No, Miiko. Yo estaba con ella cuando sucedió. Ezarel no se cortó un pelo. Lo gritaba a los cuatro vientos—la pelirroja no pudo evitar sonrojarse al evocar la escena de Ezarel medio desnudo buscando a Gardienne.

Por un instante, la sonrisa de Leiftan se esfumó. Él, y nadie más que él, debía ser el que robase el corazón de la humana. Después de todo, era el rubio sexy de la guardia. Todas las jovenzuelas de Eel suspiraban por sus huesos. Y, a diferencia de Nevra, él no necesitaba cortejarlas. Le bastaba con matarse a abdominales todas las mañanas, someterse a un estricto régimen para prevenir cualquier miligramo de grasa y fingir preocuparse por problemas que en realidad le importaban un pimiento para que le consideraran un hombre compasivo y fornido por naturaleza, en vez del manipulador, presumido y asesino sin escrúpulos que era en realidad. Por esa razón, no podía permitir que un estúpido elfo tsundere empezase a propagar por las buenas que se acostaba con uno de sus objetivos. Eso significaba derrota, y esa palabra no estaba en su vocabulario.

—¡De verdad!—chilló Miiko, sobresaltando al resto—¿Se les ha olvidado que por aquí hay niños? ¡Voy a tener que enseñarles a tener un poco de decoro!

Hecha una furia, abandonó la sala del cristal, dejando a Ykhar y Kero intercambiando miradas cupables y a Leiftan trazando un plan para librarse de Ezarel y reconquistar a la humana

De vuelta con Gardienne, en la sala de puertas….

— Hombre la reina del C.G…—me sobresalté al oír la fría voz de Miiko a mis espaldas. Al voltearme, vi cómo me taladraba con la mirada con cara de pocos amigos.

«Esta mujer necesita un buen novio que le quite la cara de amargada que trae de serie»

Meneé la cabeza, tratando de apartar esos pensamientos. Necesitaba recuperar al verdadero Ezarel lo antes posible.

—¡Miiko! ¡Es urgente, estoy buscando a Eza…!

—¡Ya se a quién estas buscando, yo y medio C.G.!

Tragué saliva. ¿Eso significa que me habían descubierto? Maldita sea….ahora sí que me iba a caer una buena. Y yo no tengo el encanto de Karenn para librarme de los problemas.

—Yo…iba a decirlo…pero….

Callé al ver que Miiko empezaban a soltar llamas por su inseparable bastón, roja de furia.

—¿¡Qué más pensabas decir!?—me escupió cada palabra.

Presa del pánico, empecé a farfullar atropelladamente todo lo que pasaba por mi mente:

—Yo…iba a contarlo,pero…¡no me ha dejado tiempo ni para respirar! ¡Lo juro! Ezarel es insaciable…no se cansaba…no paraba de ir de un lado a otro para….

—¡Vale, ya me ha quedado claro, no hace falta que entres en detalles!

—Y-yo…yo solo quería…—dejé escapar un sollozo. No sentía ningunas ganas de llorar en realidad, pero confiaba en que unas cuantas lagrimillas aplacasen la ira descontrolada de la kitsune—, solo quería que supiese mejor…por eso…cogí el líquido pegajoso…y….

—¡CÁLLATE, POR DIOS!

Miiko respiró hondo, tratando de calmarse. Casi me quedo sorda del grito, por lo que decidí permanecer en silencio, prudente y sabiamente.

—¡Ya me ha quedado claro, no hace falta que me cuentes todas tus perversiones!—continuó— Lo que no entiendo es, ¿¡por qué narices se lo vais contando a todo el mundo!? ¿¡Nadie os ha enseñado a dejar ese tipo de cosas para….uhm…la intimidad!?

Hice un mohín de sorpresa, sin entender muy bien a que se refería.

—Como sea, Miiko, lo hecho, hecho está. Ahora necesito que me ayudes…

—¿¡Qué te ayude!? ¡Tú estás loca, a mí no me metas!

—¿¡Cómo!? ¿¡Vas a darle la espalda a Ezarel!?

—¡No pienso involucrarme con Ezarel y contigo de esa forma! ¡Por dios, soy la líder de la Guardia Brillante! ¿¡Piensas que puedes proponerme algo así con tanta naturalidad!?

Noté como la ira se apoderaba de mí. No solo me pedía que ocultase el problema al resto de miembros de la guardia, sino que encima pensaba lavarse las manos y dejarme sola con todo el cotarro, indiferente al destino de su propio compañero. Y todo porque era la gran líder de Eel.

—¡Ya veo! ¡Así que así es como te las vas a seguir gastando! ¡Dándole la espalda a tus propios amigos cuando más te necesitan!

Miiko me miró perpleja. Parecía haberla aplacado.

—Hombre, tanto como necesitar….nunca pensé que Ezarel me veía de esa forma…además yo…no lo he hecho nunca….y….

—No tengo más tiempo para perder contigo, Miiko. Tengo miedo de que, sino hago algo pronto, Ezarel se quede así para siempre. Si cambias de idea, estaré por el cuartel.

Sin añadir ni media, me di la vuelta, dejando a Miiko con la boca abierta de par en par. Retomé mi búsqueda inicial.

Y yo que pensaba que Ezarel era lo peor cuando lo conocí…cada vez me doy más cuenta de que en realidad no es mala gente, sobre todo si lo comparamos con la gentuza que hay por aquí… Una extraña descarga eléctrica recorrió mi espina dorsal al pensar en él.

Últimamente pasábamos mucho tiempo juntos. Tuve la desgracia (o al menos eso creía al principio) de caer en su guardia. Como tengo memoria de pez, me costaba la vida memorizar los nombres de todas las plantas y elementos químicos existentes de Eldarya. Era un auténtico desastre preparando pociones, y solía rendirme con facilidad. Sin embargo, hacia cosa de un par de meses, coincidí con el elfo en la sala de alquimia. Yo acababa de preparar erróneamente una pócima, por lo que me explotó en toda la cara. Ezarel, después de partirse de risa durante media hora a mi costa, me ayudó a ejecutarla correctamente. Me explicó las cosas con calma, enseñándome varios trucos para memorizar ciertas sustancias y cómo mezclarlas para que los resultados fuesen más satisfactorios. Al final, fue una buena velada, especialmente por la sorpresa de descubrir el lado maestro dedicado y cálido del elfo. Desde entonces, procuraba coincidir con él cada vez que podía para preparar pociones junto a él. Decidí unirme a la enfermería para enriquecerme aún más, con la esperanza de sorprenderlo algún día.

Y acababa de hacerlo, desde luego, porque menuda le había liado. Tragué saliva. ¿Qué iba a hacer si no me perdonaba nunca?