Prólogo
Aún había tiempo. Bastante.
Pero, no demasiado.
Lunae miraba con interés desde el pozo, ahíse podía ver a un niño castaño, jugando con quien se le pusiera en frente. Sonrióy dirigiósu mano izquierda hacía su barbilla, pensativo; unos pasos llamándole interrumpiósus pensamientos.
–¿Porque has venido a buscarme, Norte?– preguntóLunae, dirigiéndose al hombre alto, robusto y con barba blanca, con tatuajes en los brazos, cada uno diferente, «buenos»rezaba uno, y «malos»rezaba el otro. El hombre se exalto por aquello, hacía visto a Lunae muy pocas veces, en realidad, solo escuchaba su voz.
– Yo... Necesitaba, necesitamos que tu...– comenzóNorte, pero Lunae fue más rápido y lo interrumpió.
– Se lo de Pitch, se cual es su plan, y también se que tu me estas pidiendo ayuda,– Norte abrióla boca para hablar, pero Lunae se lo impidió–Y te la otorgare, pero antes, necesito asegurarme de algunas cosas– Hizo una pausa y se acomodo en su trono de marfil blanco–¡Solayra!
Una joven de no más de dieciocho años, con un par de ojos con un extraño color rojo fuego, tez practicante blanca, pero con un destello entre blanco y naranja radiante, facciones perfectas y simétricas. Su cabello era de diferentes tonalidades de naranja, diferentes tonos de rojo y hasta amarillo, sedoso y parecía flotar levemente. Con un vestido hecho con nada más y nada menos que de luz. Era Solayra, la mujer del sol, y la esposa de Lunae, esposa del mismísimo Hombre de la Luna.
Le sonrióa su marido y dijo con voz viva, clara y hermosa:
– Dígame
– Necesito que llames de inmediato a Natura y a Cronos– pidióLunae con dulzura. Solayra asintióy desaprecio de la vista de los dos espíritus.
Lunae era un hombre apuesto, sus cabellos eran de un tono irónicamente rojizo, unas pecas plateadas adornaban la piel de blancura perfecta de su rostro, vestía totalmente de blanco, sus ojos eran de un limpio color plata y sobre sus rojizos cabellos había una corona hecha de oro blanco. Iba descalzo y completamente de blanco.
Una mujer llegó. Su vestido parecía hecho con hojas de diferentes formas y tamaños, flores y lianas. Era una mujer que aunque mulata, era hermosa, sus ojos verdes eran de un tono que ningún ojo humano pudiese clasificar, su cabello caoba le caía hasta los tobillos y sus pies descalzos estaban llenos de tierra. Un hombre estaba junto a ella, pero no tenía un aspecto físico fijo, pues, cada cierto tiempo su edad y aspecto cambiaban.
Eran Cronos y Natura.
– Más vale que sea importante, Lunae– dijo Natura con tono severo– No tengo mucho tiempo.
– Bueno, yo tengo todo el tiempo del mundo– bromeóCronos, pareciendo a un anciano.
– Serábreve el tiempo estimado aquí–respondióLunae, Solayra se sentóen un trono a su lado y escucho con atención.– Natura, vengo a preguntarte algo y después, pedirte algo con esa pregunta.
– Pregunta entonces, Lunae– acepto la mujer.
–¿Cual es la estación que no te gusta?
–¿Disculpa?– preguntóNatura, creyendo que Lunae hacía perdido la cabeza.
–¿Cual es la estación que más te disgusta? Me refiero a la que tu odias, detestas, no lo se…
–¿Porque la pregunta?
– Solo responde– pidióLunae, con una sonrisa traviesa.
– El invierno– respondiósin dudar Natura– Es triste, parece el fin de todo, todas las flores mueren y los árboles se quedan desnudos. Los animales no pueden salir…
– Sin embargo, no es el fin de nada– contraatacóCronos– Solo se siente así, tus flores y animales no mueren, sólo descasan.
– Aún así, es triste– dijo la mujer. Lunae asintió, luego de pensarlo un poco dijo:
– Bien, entonces, ¿Podrías cederla a un espíritu?
–¿Que?– grito Natura, claramente confundida–¿para que?
–Para mi nuevo espíritu, el–señalóal pequeño de diez años que se divertía junto a sus amigos.–Vamos, Natura, con su ayuda, no tendrás que soportar el inverno jamas. Acepta, mi querida amiga.
–¿Moriráa tan temprana edad?–preguntóSolayra con lágrimas en los ojos, Natura también tenía esa expresión–Es un niño... oh, Lunae, es sólo un niño.
– No moriráahora– intervino Cronos, ahora con apariencia de un niño, justo de la misma edad del mortal.– Morirácuando cumpla ¿Veintidós?– preguntódudando– Ahogado en un lado congelado, en inverno. No te apresures, amiga Natura, fue el héroe del invierno. Seráel héroe del inverno. Es perfecto para realizar tu trabajo, Natura.
Esta lo pienso un momento, tenía sentido, sería un premio para aquel muchacho valeroso, además lee quitaría un gran peso de encima y... ¿Quien sabe? Tal vez hasta podría agradecerle.
– Esta bien, pero, con una condición– Dijo Natura accediendo,– Solo haránevar en donde yo le diga y exactamente donde yo le diga.
–Y asíserá–prometióLunae– Ahora, Cronos ¿Porque no le dices a nuestro amigo Norte, que pasara con Pitch Black ?
– Atacara tres veces– dijo el padre tiempo, ahora con la apariencia de un adolescente– La primera y segunda serávencido, pero en la tercera, necesitarán más ayuda. No puedo decir más.
Con a aquello, Norte quedóprofundamente agradecido y como llegó, se fue, al igual que Natura y Cronos. Lunae y Solayra se quedaron solos, observando al niño jugar.
–¿Que planeas, amor?– preguntóla Mujer del Sol.
– Sólo la forma de cambiar al mundo y unir a dos almas.– Respondióel Hombre de la Luna.
–¿Y cuando pasara eso?
– Pronto, mi vida, pronto– dijo el Hombre de la Luna, mutando fijamente al pequeño castaño. A Jackson Overland, para ser exactos.
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