Tergum In Tempus

Disclaimer: El universo de Harry Potter pertenece a .

Buenas noches.

Si, se que ha pasado AÑOS desde la ultima actualizacion de alguno de mis fics inconclusos, lamento eso, no tengo otra excusa que la vida y sus cosas.

Ahora, les presento lo que probablemente sea una mala idea (Estoy haciendo mi Tesis de grado de la Universidad y no es que me sobre el tiempo) pero aca esta, un proyecto en pareja porque ahora mi novio (Y futuro esposo :$) me ha ayudado ha corregir los errores que habia dejado atras, espero este con nosotras el resto del camino.

Deseo que lo difruten .


Capítulo 1: Enero de 1998.

El frío calaba sus cansados huesos mientras cambiaba de página, finalmente había resultado muy útil robar aquel libro a Bathilda Bagshot, ahora sabía quién era el muchacho de los sueños de Harry, además, no es como si la mujer pudiera necesitarlo pronto, mucho menos la serpiente que ahora vestía sus pieles. Recordar el dulce hedor de la sangre y el último encuentro con la mascota de Voldemort todavía la hacía contener los escalofríos.

El suspiro que escapó de sus labios se transformó en un blanquecino halo frente a sus ojos. Desde el día que habían llegado al bosque de Dean todo a su alrededor lucía una tonalidad parecida; la suave nieve que cubría casi todas las superficies del lugar, sus labios debido a la resequedad, la tez de Harry debido al agotamiento… no era estúpida, sabía lo duro que estaba resultando todo para él: estando igual de lejos de conseguir el próximo Horrocrux a destruir el guardapelo que seguía descansando en su pecho, siendo perseguidos contantemente por los seguidores de Tom Riddle, sabiendo que cada día que pasaban sin completar la tarea que Dumbledore les había asignado era un día más en el que algún inocente moría. No eran buenos tiempos para ser el niño que vivió. Tampoco lo eran para ser ella.

Hermione Granger, sangre sucia, Gryffindor y mejor amiga del elegido… ¡Vaya mierda!

Mientras se acomodaba en su improvisado punto de guardia no podía dejar de preguntarse qué hubiese pasado si Ron no los hubiese abandonado. No era la primera vez que se repetía esa clase de pregunta, claro está, aunque la respuesta siempre era la misma. Todavía dolía profundamente el abandono de Ronald, el recuerdo de su cuerpo desapareciendo entre la oscuridad de la noche todavía la despertaba en la madrugada, con la frente perlada de sudor y el pecho dolorosamente contraído, pero después de semanas en las que creyó deshidratarse durante las noches, cuando Harry hacia guardia y creía que no podía oír sus sollozos, empezaba a entender que no importaba el "qué hubiese pasado si"; lo único realmente importante era el aquí y el ahora, y, ahora mismo, empezaba a morir de cansancio. Si Harry no despertaba pronto probablemente terminaría por encontrarla fusionada con el tronco que incómodamente le servía de espaldar, con su varita descansando a su lado y diminutos copos de nieve reposando en su cabello congelado.

¿Era muy egoísta de su parte querer descansar un poco más? Probablemente sí, pero tampoco importaba demasiado.

Tenía claro que esa aparente tranquilidad no era duradera, cada uno de los minutos que transcurrían dentro de ese tranquilo bosque inglés eran minutos robados; tarde o temprano los horrores de la guerra los alcanzarían, qué forma tomarían esta vez… no lo sabía. Carroñeros, mortifagos, otros asustados supervivientes, las posibilidades eran casi infinitas. Eran tiempos oscuros, ya nada podía sorprenderla.

Bueno, obviamente no era del todo correcto, no importa el empeño y la imaginación que hubiese utilizado: la bruja más inteligente de su generación jamás hubiese podido imaginar lo que estaba a punto de suceder…


Al menos algo había salido bien, su estridente caída podría haber causado un mayor alboroto en aquel silencioso lugar, eso si no hubiese caído directamente en el agua helada de un lago semicongelado. Para haber sufrido la maldición cruciatus en un centenar de ocasiones, le resultó ligeramente sorprendente que el frío de aquella laguna hiciera que hasta la última célula de su cuerpo protestara ante el duro y frío aguijonazo del líquido contra su piel parcialmente desnuda, superando a la magia fácilmente.

¿Podría sufrir una departicion al utilizar un artefacto de dudosa procedencia para viajar diez años al pasado? Hizo una nota mental, debería investigar al respecto luego.

Le tomó cerca de una hora salir de aquel maldito lago, encontrar su varita incrustada en el suelo a unos metros de su posición, calentar su helado cuerpo y ponerse en marcha. La sangre de su brazo había teñido el algodón gris de su camiseta seca, suponía que había dejado atrás más que una ligera capa de piel. El díctamo calmó el escozor que sufría y la sangre dejó de fluir. Una franja delgada de su piel había desaparecido, en su lugar la capa de piel al rojo vivo parecía brillar al contraste de su pálida piel y, bueno, de todo a su alrededor. El invierno se había apoderado de aquel lugar. Cuando retomo el paso abandonó las gotas rojas que indicaban su camino, en su lugar, el rastro en la densa nieve creaba un sendero de pisadas largas y apuradas. No había tiempo que perder, si habían tenido razón y había logrado llegar a tiempo, ella debía estar cerca, sería mejor que se apresurara, un segundo de diferencia podía cambiarlo todo.

Su yo de 17 años nunca lo aceptaría, pero nadie que él conociera colocaba barreras protectoras como Hermione Jean Granger. Fueron los 57 minutos más largos de su vida, para tener diez años más que esa chica y contar con vasta experiencia como rastreador, esta vez le había costado muchísimo más esfuerzo. Quizá Voldemort debería considerar el reclutarla en lugar de asesinarla.

El pesado nudo de su pecho se apretó. No podía permitirse pensar en ella en este preciso momento.

No quería asustarla, la conocía. Si se sentía amenazada por su llegada probablemente terminarían enzarzados en una especie de duelo y esa no era la mejor manera de comenzar lo que, él sabía, sería un largo camino. Se acercó lentamente, primero intentado escanear el lugar. El perpetuo blanco confundía sus ojos y tardó en divisar el pequeño bulto semiescondido detrás de un árbol, a su derecha una precaria tienda de campaña ondeaba al viento, parecía que en cualquier momento saldría de allí volando perezosamente, aun no podría verla pero no era necesario, sabía que era ella, habían tenido razón.

La había encontrado.

Miró a ambos lados, no había rastro de Potter, aunque no debía estar lejos. Nunca estaba suficientemente lejos. Miró el reloj escondido en uno de los bolsillos de sus pantalones, tenía cerca de cinco minutos antes de que el primer traslador se activara, tendría un intento más y se acabaría. Quedaría atrapado en un bucle temporal y el esfuerzo habría sido en vano… su muerte también lo habría sido. No tenía opción, debía actuar ahora.

Dio un par de pasos más, las piernas debajo de la manta se tensaron ante el sonido, por supuesto, nadie debería ser capaz de pasearse por allí, no tan cerca, no con sus buenas defensas. Ella no contaba con un rastreador experto en romper maldiciones. La vio dejar casualmente un libro a su lado, si alguien más la observara quizá no notara lo que el sí. La misma mano que había abandonado el libro en el suelo ahora tomaba la varita que antes había estado olvidada a su lado, por su parte la otra mano había deslizado la manta, descubriendo sus piernas enfundadas en un grueso pantalón y calentadores de lana, estaba lista para dar un salto y enfrentar a quien quiera que hubiese cruzado los límites de sus protecciones.

El también sujetó firmemente su propia varita. No la atacaría, pero tampoco permitiría que una chica frenética y aterrorizada hasta la muerte terminara por matarlo.

No se equivocó, dio un paso más adelante, avanzó tan solo unos pocos centímetros más y la chica reaccionó. Había estado esperando el hechizo, por lo visto para ese entonces ya dominaba con facilidad la magia no verbal, no le sorprendía puesto que se trataba de ella. El rayo impactó a su espalda y aunque habría pensado que la lucha continuaría, Hermione Granger pareció confundida al observarlo, el susto inicial había pasado, dando lugar a la confusión de no reconocer al hombre que está frente a su rostro. Pero debía ser justo y aceptar que, después de todo, ella tampoco era la misma mujer que él había conocido alguna vez.

-Pareces confundida. – Dio un paso, ella alzó la varita, apuntando directamente a su pecho mientras rastreaba cualquier indicio de ataques, buscaba mortifagos escondidos detrás de las rocas congeladas o enterrados en la densa nieve - Me sorprendería si no lo estuvieras.

El reconocimiento brilló en sus ojos, el mismo pudo verlo aun a tan considerable distancia, quiso sonreír, algunas cosas no cambiaban ni siquiera con los años o las guerras y el dolor.

-¿Malfoy? – Parecía sorprendida y horrorizada al mencionar su apellido, no la juzgaba, su apariencia no ayudaba con su primera impresión – ¿¡Qué demonios haces aquí!?, ¿¡cómo nos has encontrado!?

Iba a gritar, lo sabía, gritaría y Harry Potter entraría en escena en menos de un minuto, debía apresurarse.

Sé que quizá esto suene como una locura, que me veo diferente a quien recuerdas y que quizá sea la persona con menos credibilidad en este momento pero necesito que me escuches atentamente. – Eso pareció alentarla, la varita no cedió, pero ella parecía dispuesta a escuchar un poco más –

-¿¡Cómo nos encontraste!? – su voz era un apretado susurro, estaba asustada, los nudillos de la mano con la que sostenía la varita empezaban a tornarse tan blancos como todo a su alrededor - ¿¡Hay más!?

-¿Más? – casi quiso reír - ¿Mas mortifagos? – No asintió ante su pregunta, ambos sabían a lo que se refería y para su disguste la respuesta que le dio no pareció ser suficiente – No, no hay ningún otro, no a kilómetros al menos.

-¿Qué demonios quieres? – Al menos no parecía que planeara asesinarlo en los próximos minutos, tampoco tenía tiempo de averiguarlo.

Cerro la distancia que los separaba, el repentino y veloz movimiento tomó por sorpresa a la castaña, para cuando dio un paso atrás ya él había tomado su codo, atrayéndola hacia su cuerpo, la varita se clavó al costado de su abdomen, podía sentir el medallón caliente contra su piel, pronto se activaría y su primer boleto de salida moriría. Al menos ella no lo maldijo.

-Estoy aquí para llevarte conmigo – Las palabras golpearon a la bruja, su cuerpo se tensó y casi fue capaz de sentir la magia fluir dentro del cuerpo de la mujer, preparándose para expulsarlo lejos de allí – Y no puedo irme sin ti, así que necesitaré que cooperes conmigo o deberé hacerlo a la fuerza.

El hechizo no llegó, la bruja no dijo nada ante sus palabras, por unos pocos segundos Draco Lucius Malfoy creyó que su misión había funcionado, que podría simplemente tomar el medallón que ahora brillaba intensamente en su bolsillo y regresar al cuartel sanos y salvos. ¿Pero desde cuándo la vida es así de simple?

Había algo afilado apoyándose en el costado de su cuello, un cristal probablemente, no se atrevería a girar su rostro puesto que podía cortarse a sí mismo o lograr que el maldito de Potter lo hiciera por él, pero aunque se girara probablemente no vería nada más que una mano flotando en medio de la nada, la capa de invisibilidad y un hechizo silenciador le había permitido al elegido acercarse lo suficiente para tomarlo de sorpresa, poco a poco aflojó su agarre en la bruja, ella pareció casi igual de sorprendida por la intromisión, pero de igual forma le arrebató la varita de sus manos y dio un par de pasos hacia atrás.

La voz del niño que vivió llegó a sus oídos en un susurro. ¿Cuándo comenzaría a pensar Potter que podía ser alguna especie de anti-héroe?

-Te haré una pregunta y quiero una respuesta clara y sin rodeos – La presión del cristal sobre su cuello aumentó, probablemente para enfatizar sus siguientes palabras – Da un paso más, muévete un solo centímetro y veremos qué tan limpia está tu sangre-


Hasta aca por ahora, una pequeña introduccion. Espero leer sus comentarios, gracias por estar aqui.