Ninguno de los personajes me pertenece, solo la historia que vengo a compartirles sin fines de lucro.
¿Nunca has sentido que algo va a suceder? ¿Que despiertas un día y presientes que algo va a cambiar? Así como cuando sientes el aire húmedo y sabes que lloverá, o sueñas algo que a medida se vuelve realidad.
Hipo Horrendo Abadejo lll sabía perfectamente sobre estas "premoniciones", del tipo que se instalan en una parte de tu ser, golpeando ahí constantemente, haciéndose presente pero aun así reservándose todo con cierta avaricia hasta que llega el momento. A lo largo de su vida había tenido varias de éstas, a veces terminando en cosas buenas y otras... en cosas no muy agradables. Aquella mañana, cuando apenas comenzaba despertar, lo sintió, abrió los ojos y supo que ese día sería completamente diferente.
Sus huesos se quejaban por el movimiento mientras apartaba las mantas y se sentaba un momento en la orilla de la cama. Observó con ojos cansados el alba por la gran ventana de su habitación, la aldea comenzaba a despertar con el sonido de los gallos cantar, se fijó en su reflejo que le miraba desde el espejo al lado de la ventana; piel arrugada y con manchas del tiempo, cabello y barba casi tan blancas como la nieve, una postura jorobada, cargando con varios años encima, un aspecto normal para alguien que ha vivido 70 años.
Se puso su bota y su gruesa capa de piel para protegerse del frío invernal casi eterno de Berk, pareciendo justo ese día el más helado de la temporada, y salió de la habitación ayudándose de su bastón. Su pierna metálica rechinaba contra la madera, tenía que cambiarla, pero a su edad ya no tenía las fuerzas necesarias como para forjar el metal por sí mismo, por lo que se veía en la necesidad de encargar el trabajo al herrero, sin obtener los mismos resultados a cuando él lo solía hacer, pero al menos era funcional.
Como todas las mañanas, después de su comida del dagveror(*), que consistió en leche de yak y pan junto a un puré de habas, fue al granero para alimentar a las gallinas, luego sacó a las ovejas del corral y las llevó a pastorear por el campo. Sabía que no era necesario, ya habían granjeros que se encargaban de esas tareas, pero no le quedaba mucho que hacer, ya no era el jefe de la aldea, ya no tenía nada que aportar, era tan sólo otro hombre viejo más. Y no le agradaba esa idea, y sinceramente ¿A quién le agradaría? después de tantos años activo, después de todas esas esas aventuras, después de todo lo que había logrado, no le gustaba sentir que ya nadie lo necesitaba, que era… inservible, un estorbo, ya había tenido suficiente de eso es sus años mucho más jóvenes. Por todo esto, trataba de hacer lo más posible, ocupar su día con tantas tareas como le fuera posible, moviéndose por toda la aldea, o al menos hasta donde sus viejas y cansadas piernas se lo permitían.
Conforme avanzaba el día, ese extraño presentimiento que invadía su cabeza desde su despertar no hizo más que aumentar, hasta que pasó lo que tenía que pasar…
Fue antes del atardecer, se encontraba de camino a la herrería para hacer el pedido de su nueva prótesis, conversaba con la descendiente del clan Jorgenson, Gerda, una joven linda y tan atenta que parecía imposible que estuviese conectada sanguineamente con Patán, y más aún que fuera nieta de este.
—¿Alguna vez vio a los romanos, señor? —preguntaba la chica de 16 años con un brillo de emoción en los ojos. A Hipo le agradaba su compañía, siempre iba detrás de él con cientos de preguntas, deseando saber más sobre lo que había más allá de Berk.
—Sí, cuando era jefe, poco antes de retirarme, tuve la oportunidad de ver una de sus ciudades durante un viaje.—contestó amable.
—¿Y cómo eran?
—Bastante más limpios que en Berk.—sonrió Hipo
—¿Las ciudades o los romanos?.—frunció el ceño confundida, a Gerda no le gustaba quedarse con alguna duda, por lo que cualquier cosa, por mas minima que fuera, que no supiera sobre algo, lo preguntaba hasta obtener una respuesta que la despejara de dudas.
—Ambos.— la chica asintió, y entrecerró los ojos guardando silencio un momento, tal vez para visualizar lo que Hipo le contaba, pensó él, a veces repetía las palabras en susurros, como si intentara memorizarlo todo, luego siguió con las preguntas.
—¿Qué tipo de ropas vestían?.—inquirió animada.
—Eran muy diferentes a las nuestras, ellos… usaban… e-ellos…— no pudo continuar más, de la nada, un dolor muy intenso se alojó en su pecho, cortándole el aire e impidiendo así que llegara a sus pulmones, soltó el bastón y cayó de rodillas, llevándose una mano al pecho con una mueca de dolor.
—¿Señor? ¿Qué sucede?.— la chica Jorgenson estaba asustada, no sabía cómo reaccionar, se inclinó a su lado, tratando de ver qué le aquejaba y observando con pánico cómo el hombre se ponía cada vez más pálido.
—A-ayuda… Busca ayu..— Hipo jadeaba por busca de aire, sentía que todas sus fuerzas lo abandonaban.
El lugar estaba vacío, era hora del nattveror (*) por los que todos se hallaban en sus hogares o en el Gran salón.
—Sí, yo voy a... — sin embargo no logró escuchar nada más, su visión comenzó a llenarse de puntos negros, hasta que la oscuridad lo invadió por completo para llevarlo a la incosciencia….
El aire nocturno golpeaba en su cara, dejando sus mejillas heladas mientras saboreaba la brisa que se colaba por sus labios entreabiertos, veía fascinado los colores de la aurora boreal frente a él mientras que el abrazo que se mantenía en su torso se suavizaba y un ligero peso se instalaba en su hombro. Una sensación cálida lo invadió, se sintió feliz y se permitió cerrar los ojos para disfrutar el momento.
—¿Hipo?
—¿Sí?.—inquirió, más no hubo respuesta, en cambio, escuchó cómo una voz femenina lo llamaba a lo lejos, acercándose cada vez más, hasta que se obligó a abrir lo ojos.
— ¿Astrid?— tuvo que hacer un gran esfuerzo para decir con voz ronca, encontrándose completamente confundido, tenía la vista nublada pero logró ver que ya no se hallaba deslizándose en el cielo, si no en su habitación, tendido en la cama, y frente a él estaba la borrosa silueta de la rubia.
—¿Puedes oirme?.— cuestionó e Hipo asintió.
—¿Qué sucedió A…—Justo en ese momento todo se aclaró, y vio con detalle a la mujer que se inclinaba hacia él; rubia, sí, pero no eran sus ojos.—..Aila?.- conocía los ojos de su rubia, tan hermosos que, a pesar de la edad, ni el mar ni el cielo mismo podían superar, deseaba con todas sus fuerzas que estuviera ahí con él, pero recordó con pesar que ella no se encontraba en Berk, esperaba que regresara pronto, hasta entonces tendría que vérselas solo, Salió de sus pensamientos cuando Aila Igerman le sonrió cálidamente, pareciéndose mucho a su padre, a pesar de esto, a Hipo no le pasó desapercibido las arrugas que se formaron en su entrecejo cuando lo frunció, preocupada.
—Te desmayaste yendo a la herrería ¿Recuerdas?— Hipo trató de hacer memoria, pero todo estaba demasiado confuso, por lo que negó— Estabas con Gerda Jorgenson, ella dijó que segundos antes comenzaste a apretar tu pecho…—insistió, el hombre frunció el ceño, entonces una serie de imágenes fugaces pasaron por su cabeza.
—Sí, sí, en el atardecer, mi pecho dolía como si lo hubieran atravesado con metal congelado.—explicó, ella asintió anotando todo en un pergamino que traía consigo, como las sanadoras solían hacer .
—¿Había sentido algo así con anterioridad?.— él negó— Bien...
Justo en aquel momento la puerta se abrió, y a la habitación entró una versión de suya pero 28 años más joven, Hipo intentó sonreírle, pero sólo salió un gesto cansado, cosa que avivó la expresión de preocupación en el recién llegado, quien se dirigió a Aila.
—¿Cómo está mi padre?— inquirió, la mujer dio unos pasos, alejándose de la cama, y comenzó a hablar con él en un tono más bajo, Hipo fue capaz de escuchar las palabras "peligro" y "corazón" sin embargo esto no le importó, sólo había una cosa en su mente.
La sanadora Igerman le dio un par de indicaciones más a su hijo, y luego, con una despedida, se retiró, dejándolos solos.
El hombre de 42 años se acercó a la cama de su padre, aun con el ceño fruncido y manteniendo su mano cerca de su boca, completamente tenso. Ciertamente tenía todos los rasgos del clan Abadejo, lo cual hacía sentir a Hipo muy orgulloso, y también nostálgico.
—¿Y cuál fue el diagnóstico?—preguntó Hipo tratando de aligerar el ambiente, fracasando totalmente.
—Reposo total.— se calló un momento, aun procesando la situación, después soltó un largo suspiro.— Esto no estaría pasando si me hubieras escuchado… te lo dije… te dije que no era bueno que hicieras tanto esfuerzo, tendrías que haber estado en casa y no arreando el ganado todas las mañanas ni haciendo mandados por el pueblo. Por Thor, padre, tienes 70 años, ese tipo de cosas tienen demasiados riesgos para alguien tan mayor.—en ese momento, Hipo sintió bastante ironía de la vida; cuando nació no se esperaba que viviera mucho, se creía que ni siquiera llegaría al siguiente equinoccio, sin embargo vivió, y sobrepasó incluso la esperanza de vida de la mayoría de los vikingos. —Te lo advertí y aun así estas aquí, tan calmado que bien podríamos estar hablando del clima y no de tu salud.
—Es porque estoy bien—masculló rodando lo ojos— Sólo estás exagerando.
—No, no exagero.—repuso exasperado.— La sanadora dijo que ahora tu salud está delicada, tienes que cambiar tu alimentación y vas a estar al cuidado de alguien, en mi hogar, como debió de haber sido desde un principio… aun no entiendo porqué te aferraste a esta vieja casa alejada de la aldea…— Hipo dejó de escucharlo, sumiéndose en sus pensamientos, él no podía abandonar su casa, no podía dejar tantas cosas atrás, tantos recuerdos, toda una vida de ellos, dejarla sería como... traicionar todo lo que sabe.—… apenas tu salud mejore un poco te llevaré conmigo, a donde podamos atenderte, ya no permitiré que te rehúses y...
—Claro hijo, haré lo que tú digas...—contestó vagamente, sin haber puesto atención a ni una sola de sus palabras, su hijo se preocupaba por todo, siempre sobre pensando las cosas, y cuando encontraba un futuro peligro se obsesionaba con hallar maneras para evitar el riesgo, un aspecto que había sacado completamente de su madre y le favorecía como actual jefe de la aldea— Ahora necesito hacer algo.
—¿Qué? No.—dijo firmemente.— ¿Acaso no escuchaste nada de lo que dije? Tú descansarás, y no harás otra cosa más que eso, ¿Cómo es posible que seas tan necio como para no interesarte por tu salud?
—Mi salud no importa.—replicó completamente serio, lo miró a los ojos, dejandose llevar un momento por los recuerdos, y vió cómo su semblante titubeó cuando dijo las siguientes palabras.— Trae a todos mis nietos.
—¿Por qué?.— él ya sabía la respuesta, o al menos lo presentía. Hipo le dio una mirada que, suposo, confirmó sus sospechas, porque enseguida asintió sin interrogarle más sobre el tema y salió de la habitación, no sin antes dejar a una curandera a su cuidado durante su ausencia.
El ex jefe ni siquiera notó cuando se quedó dormido, simplemente sucedió, había transcurrido una hora pero lo sintió como un pestañeo, despertó cuando alguien tocó su hombro, al abrir los ojos vió a su hijo incorporándose con un suspiro, tras él estaban 4 niños y 3 niñas, recordaba sus nombres y sus respectivas edades, era un poco difícil, pero lo hacía; Axe de 5 años, Daven de 10 años, Ivar de 12 años, Brynjar de 16 años, Helmi de 9 años, Odina de 14 años, y Valkiria de 15 años. Hipo los miró a todos, aún compartían ciertos rasgos; pecas, cabello despeinado, algunos aun con ojos verdes… Ni siquiera a su edad podía hacerse con la idea de que tenía descendencia, siendo joven siempre pensó que el nombre Abadejo moriría con él, pero ahora le alegraba saber que se mantendría por varías generaciones más. Tras sus nietos habían dos personas más, un hombre y una mujer, Sigmund e Ingrid, -Hipo recordó una voz dulce que le decía: Sigmund significa "victoria" y "protector", e Ingrid "Belleza", creo que son los indicados…-, sus hijos menores, de 37 y 31 años.
Ingrid se acercó a la cama y se arrodilló a su lado, tomando su mano entre las suyas.
—Padre...—musitó con sus ojos verdes brillando,—… prometiste que jugaríamos "Mazas y Garras", como antes…
—Lo sé, pequeña...—le sonrió con amor.— Los haremos en cuanto me sienta mejor, jugaremos partida tras partida…
Ingrid asintió con una sonrisa, y Sigmund se abrió paso hacia él, colocando su mano en el hombro de su hermana.
—Padre, ¿hay algo que podamos hacer para que te sientas más cómodo?— preguntó con ojos tristes, Hipo los miró a los tres y asintió, con su mano libre señaló la puerta al otro lado de la habitación.
Ingrid se levanto y se dirigió al armario, rodeando a los niños que se reunían alrededor de la cama.
—Es de cuero, pintado de rojo y cafe, con varias varillas de metal conectadas—indicó. Pronto su hija regresó con un armatoste, que para ella no tenía pies ni cabeza, pero aun asi, en el fondo de su cabeza, recordaba haberlo visto hacia muchos ayeres, cuando su mente era mas joven, cuando todo tenia un sentido diferente. Lo dejó en la mesilla a un lado de la cama, luego miró a sus hermanos, y los tres se retiraron de la habitación, sabiendo lo que su padre planeaba y decidiendo que ese momento perteneciera sólo a sus hijos, ellos lo merecían.
El hombre mayor miró nostálgico el objeto por unos momentos, recordando años de aventuras, de momentos, de experiencias tanto fantásticas como aterradoras, pero aun así memorables… hasta que una voz infantil preguntó:
—Abuelo ¿Qué es eso?— Hipo dirigió sus ojos hacia Daven y le sonrió.
—¿Tú qué crees que es?— Daven frunció el ceño, pensando, pero no lo suficientemente rápido, porque alguien le ganó al contestar.
—Luce como las sillas que usan para montar animales.— opinó Odina. Hipo asintió, aprobando su respuesta.
—Pero esas sillas no tienen metales, son simplemente el cuero con el cinturón para sujetarla.— objetó Brynjar, ganándose una mirada fulminante de su prima Odina.
—Tampoco tienen una cola como esa.— secundo a su hermano Valkiria, apuntando el extremo de una soga, de donde colgaba una tela roja.— Además su forma es extraña.
— Odina está en lo correcto. —dijo Hipo tranquilamente, haciendo que los niños se vieran extrañados, formulando cientos de preguntas en sus cabezas.— No es tan extraña, simplemente es diferente a las que ustedes conocen— explicó.— Y eso es porque con ella montabamos animales muy especiales cuando yo era joven, eran grandes, y a muchos les parecían salvajes y feroces ¿Saben de cuál se trata?
Eso fue suficiente para que la anteriormente silenciosa habitación explotara en una discusión acalorada donde cada niño trataba de adivinar de qué animal especial hablaba.
—¡Jabalíes salvajes, esos son enormes!—dijo Helmi emocionada.
—No son lo suficientemente grandes—apuntó Ivar— Se refiere a los lobos de las montañas, ellos son feroces.
—Nadie monta lobos.— dijo Odina como si fuera lo más obvio.— Yo creo que habla de las anguilas gigantes, cuadran con la descripción.
—Muchos animales son enormes, salvajes y feroces—comentó Brynjar.— Incluso cierto tipo de caballos.
—Los caballos son muy aburridos para los Vikingos—exclamó Dave rodando los ojos.—¡Montaban osos!
Y así siguió por unos minutos, todos mencionando cuanto animal conocían, en algún momento Hipo escuchó que debatían sobre qué tan posible era adiestrar a un Yak… Incluso cuando comenzaron a subir el tono de voz el hombre no se molestó, él adoraba ver a sus nietos interactuar, imaginando cosas y hablando sobre ellas.
Todos discutían, excepto uno; el pequeño Axe se mantenía en silencio, observando con interés las paredes de la habitación, las cuales estaban llenas de dibujos, mayormente hechos por Hipo, de pronto se detuvo en una de las ilustraciones, curioso, entonces sus ojos se abrieron con sorpresa y buscaron inmediatamente los de su abuelo.
—Dragones...—musitó en un hilillo de voz que apenas fue perceptible en medio de discusión.
—Axe ¿Puedes repetirlo más alto?.— solicitó Hipo, y todos callaron, expectantes.
—Dragones—reiteró el niño completamente seguro de sus palabras, haciendo que todos lo miraran escépticos, sin embargo, el ex jefe sonrió, provocando que todos lanzaran murmullos de asombro.
—Eso es imposible.—saltó Brynjar con el ceño fruncido, y varios lo apoyaron— mamá dice que son sólo una leyenda. A todos nos han contado sobre Vikingos que luchaban contra dragones y después los montaban, e incluso te han metido en las narraciones, pero no son más que eso; cuentos.
—Ahora lo son— dijo Hipo triste, sabía que ya nadie creía en las historias, todos pensaban que eran mera fantasía, pero en ese momento no le importó, él sólo tenía una misión...— Pero antes no lo eran, los había. Y ahora les contaré por qué las cosas cambiaron…—era su última misión, después de eso ya no habría más, todo acabaría para él— Verán, "Había dragones cuando yo era niño"
Aclaraciones; La familia vikinga se reunía dos veces al día para comer: dagveror, a media mañana, y nattveror, al atardecer. (Sí, investigué)
Hola! otra vez yo con una nueva historia! O al menos la idea completa de un One-shoot que ya había escrito en Marzo del 2017 y que no he tocado desde entonces.
Falta menos de un año para el estreno de la tercera y última película de HTTYD, así que decidí hacer esta historia.
La idea surgió por los rumores sobre que los dragones van a desaparecer en la tercera entrega, así que quise adelantarme, y ver en qué tanto acierto.
Sé que el capítulo no ha dicho mucho, pero no quería adentrarme mucho, esta es como una pequeña introducción,
Sobre los nietos de Hipo, no quise explicarlo en el capítulo porque me iba a revolver, así que aquí lo dejo: Axe y Daven (ambos niños) son de Ingrid; Helmi, Ivar y Odina (niña, niño, niña) son de Sigmund; Valkiria y Brynjar (niña, niño) son del mayor….
Todos los nombres son vikingos y tienen sus significados, pensé en ponerles nombres parecidos a los de Brutilda o Patapez (del tipo que suenan más infantiles, combinando palabras tontas), pero no tengo mucha imaginación para idear nombres,
No sé qué más decir, soy muy mala para escribir notas de autor… esto es todo por el momento, no sé cuándo volveré a actualizar, llevo escribiendo y estructurando la idea desde el año pasado, pero con la llegada del trailer a inicios de año volví a tomar inspiración, y un nuevo curso, de hecho, ya tenia este capítulo terminado desde Enero-Febrero, queria subirlo cuando ya tuviera más escritos pero no sé, me hundí en este agujero en donde no quería hacer nada, y pensé que si subía este capítulo y veía que gustaba tal vez así me motivaría a volver a escribir,
P.D. voy a tratar de combinar mis ideas originales con lo que los trailers nos han dejado entrever
Espero que les guste, dejen review si les gustaría que continuara.
Chao
