Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de J.L Smith, Kevin Williamson y Julie Plec.
Cap. 1
El despertador sonó por tercera vez cuando, al fin la joven que se encontraba en la cama se pudo despertar, con cara de dormida y todos los pelos revueltos se levantó. Al percatarse de que se le había hecho algo tarde se levantó corriendo, bañándose, cambiándose y quedando lista en tiempo record.
Ese día, después de que se había recibido de editora, hace cinco meses, era la primera vez que estaba tan cerca de conseguir trabajo en una editorial, un paso más cerca de encontrar el trabajo de su sueños.
Salió de su casa escondiéndose del frió detrás de la bufanda que llevaba, debido a la baja temperatura; no solo ella, sino todo el mundo iba muy abrigada. Camino a paso rápido hasta la parada del subterráneo correspondiente que la dejaría a poca distancia del edificio al que se dirigía.
Después de unos veinte minutos la joven miró a través de sus castaños ojos el imponente edificio, no se había imaginado que el lugar fuera tan grande. Este era completamente de vidrio y tenía alrededor de unos 20 pisos y en la parte más visible de este se veía en letras enormes y azules el nombre de semejante lugar: Ediciones S&M.
Camino hasta la entrada sin dejar de mirar todo con asombro, al entrar quedó aún más asombrada el hall del lugar era extremadamente lujoso, derecho a la entrada había una enorme mesa semicircular de mármol donde dos mujeres se encargaban de atender los teléfonos y ayudar a la gente que se acercaba. A la derecha había una enorme y lujosa escalera en la que la gente subía y bajaba sumidas en su mundo, del mismo lado que esta y contra la pared del fondo había tres ascensores, que no paraban de funcionar. Del lado contrario de estos había una especie de living que era utilizado como sala de esperas, en este había tres sillones beige que combinaba con el color tostado de las paredes y el color terranova del piso.
La chica se acercó a la mesa donde las dos mujeres charlaban entre sí sin mirarse y dedicándose a tipear cada una en su computadora.
—Hola —saludo la joven tímidamente para llamar la atención de alguna de las dos recepcionistas. La que estaba más cerca de ella una joven de cabellos oscuro y unas gafas redondas movió la vista de la pantalla y le sonrió—.Tengo una cita con el señor Salvatore. Soy Elena Gilbert
—El señor la esta esperando en su oficina en el piso 20 —le explicó con paciencia, realmente esperaba que todos los empleados de ese lugar fueran así y que la persona que la entrevistara fuera igual de amable.
—Muchas gracias —respondió alejándose hacia la escalera, aunque pensó que lo mejor sería el ascensor por la cantidad de pisos. Cuando llego al piso correspondiente después de que el ascensor se detuviera en casi todos los pisos quedó sorprendida por lo distinto que era este piso, el último del edificio y el más tranquilo había algunas personas que caminaba por allí pero no tantas como en el resto del lugar. Elena camino hasta el interior del piso caminando por un largo pasillo que terminaba en unas puertas dobles de cristal.
— ¿Señorita? —dijo una joven frente a ella. Era una mujer de cabello corto y castaño, delgada y bastante alta—. ¿En qué puedo ayudarla? —habló.
—Soy Elena Gilbert, el señor Salvatore me esta esperando —respondió, la mujer sonrió y asintió para luego anotar algo que Elena no llego a ver.
—Por aquí —le indicó mientras salía de su puesto de trabajo, la mujer se dirigió hacia la derecha por un pasillo en que Elena contó dos puertas de madera más la puerta doble que se veía al final del pasillo, por lo que había llegado a ver el otro lado del pasillo era igual. La mujer tocó la puerta doble y cuando tuvo el permiso abrió la puerta asomando la cabeza—. Elena Gilbert esta aquí —unos segundos después salió y miró a la joven que esperaba detrás de ella—. Puedes pasar —le indico mientras le daba lugar para que pasara, cuando Elena entró la joven volvió a su lugar de trabajo.
Elena miró sorprendida la habitación todo en ese lugar estaba decorado con excelente gusto y sin necesidad de exagerar se veía la elegancia de cada rincón de ese sitio, la oficina era enorme tenía unas enormes estanterías llenas de libros en la pared de la izquierda en la contraría había unos sillones negros con su correspondiente mesa ratona del mismo color oscuro que la estantería y el escritorio que estaba casi en el centro de la habitación, detrás de este había un enorme ventanal que daba a una de las calles que rodeaba el edificio el resto de las paredes se encontraban decoradas por cuadros y algunos diplomas, la única foto que se podía divisar era un portar retrato sobre el escritorio donde había dos niños sonrientes, uno con unos dulces ojos verdes y otro con brillantes y celeste ojos.
El hombre que se encontraba sentado en la silla de cuero negro detrás del escritorio la miraba atentamente, como analizándola, Elena por momento sintió un poco de incomodidad odiaba que la gente mirase despectivamente de pies a cabeza como ese hombre estaba haciendo. Era un hombre canoso de ojos verdes, pero estos a diferencia de los del niño de la fotografía eran fríos y calculadores, se notaba que a pesar de los años era un hombre atractivo. De la nada el hombre sonrió y le indico a Elena que se sentara en la silla frente a ella, la sonrisa en vez de darle tranquilidad y seguridad hizo que se sintiera mas incomoda.
—Soy Giuseppe Salvatore, uno de los socios de la editorial —se presentó, el hombre ojeaba unos papeles y la miraba a ella alternativamente—. Tienes un currículum excepcional, pero de todas maneras ¿Qué te hace merecedora de este trabajo? —preguntó el hombre.
—Siempre fui buena alumna, siempre, desde que era una niña me esforcé por ser la mejor, teniendo las mejores notas y el mejor promedio, se que hay veces que hay personas mejores, que quizás merezcan más este lugar, pero no es el caso, se que soy capaz de conseguir lo que quiera, siempre fue así. Hay mucha gente que le molesta esta actitud pero no voy a dejar de ser quien soy porque a la gente no le guste. Se que soy la persona que está buscando —el hombre que hasta ese momento la miraba con seriedad y altanería sonrió abiertamente y esta vez Elena no se sintió tan incómoda.
—Realmente me agradas —comentó el hombre sin dejar de sonreír—. Eres sin duda la persona justa par este puesto —Elena sonrió sin poder creerlo—. Eres la única personas de las que vino que no demostró temor ante mí o que se atrevió a decir lo que realmente pensaba —hizo una pausa para mirarla y ver que esa chica tenía la personalidad que él tenía cuando era joven la cual le ayudó a ser lo que hoy era—. Así que bienvenida a la familia Salvatore y Mikelson. Rose te mostrará y te explicara que es lo que tienes que hacer.
Elena se paró algo desorientada, la había contratado diciendo un solo párrafo y lo mejor de todo tenía su propia oficina. Cuando había hablado con los de recursos humanos le habían explicado rápidamente en qué consistía su trabajo y cuanto le pagarían, el trabajo no era ser editora como le habría gustado pero haría algunas de esas cosas siendo las asistente del señor Salvatore dueño de una de las editoriales más reconocidas y lo mejor de todo que al ser ese hombre editor aprendería mucho y le pagaban bastante bien.
—Bienvenida —le dijo Rose desde el mostrador— el señor Salvatore me dijo que te mostrará tu oficina y lo que tendrás que hacer —la mujer comenzó a caminar de vuelta por el pasillo donde estaba la oficina de su jefe y abrió la segunda puerta, la oficina no era tan grande como la del señor Salvatore pero era muy elegante, los muebles estaban dispuestos de manera similar, a la izquierda había una estantería con algunas cosas que pensó que luego debería de revisar, junto a este había un fichero, a la derecha junto a la puerta que llevaba al baño había un sillón marrón que tenía una mesa de arrime a su lado, al fondo de la oficina detrás del escritorio de madera en el que había una computadora había una ventana balcón que daba a la calle.
— ¿Esta es mi oficina? —preguntó sorprendida, no podía creer que semejante lugar fuera para ella, sentía que iba a estallar. A su lado Rose sonreía por la felicidad que tenía la chica.
Luego de un rato Rose le explico a Elena todo lo que tenía que hacer, durante el resto de la tarde acomodo sus cosas en la oficina y luego firmó todo lo correspondiente con los de Recursos humanos y uno de los abogados de la empresa. Los horarios no eran muy cómodos pero la paga era tan buena que no le molesto, tendría que estar a disposición del su jefe las 24 horas del día, sin embargo su horario en la oficina era hasta las seis de la tarde, a menos que el señor Salvatore se quedará por más tiempo. Era casi la hora de irse cuando la puerta de su despacho se abrió, detrás de esta apareció Giuseppe Salvatore con su elegante traje gris.
—Elena, que haces acá todavía pensé que iba a ir a preparar tus cosas —le dijo el hombre sorprendido de verla allí, Elena lo miró sin entender nada.
—¿Qué cosas? —preguntó extrañada, su jefe frunció el ceño demostrando que tendría que saber de lo que le estaba hablando.
—Tus cosas Elena —respondió con un tono de voz que demostraba que lo suyo no era la paciencia—. En el contrato estaba aclarado de manera muy específica y espero que los incompetentes de los abogados te lo explicara de manera clara de que ser mi asistente consiste que vivas en la misma propiedad que yo —explicó el hombre como si fuera lo más normal del mundo. No lo podía creer tendría que vivir con su jefe.
Hola, cómo están? Aquí les dejo el primer capítulo de mi nueva historia, espero que les guste, dejen reviews ;)
Saludos, nos leemos pronto!
