La mayor parte de los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto (los mejores de ellos). La historia es mía sin ningún fin comercial. Es solo diversión.
Es mi primer fic, sean amables.
Era una historia que ya tenía pensada así que tal vez hayan ciertas discrepancias con las personalidades de ciertos personajes y tuve que inventarme unos cuantos también.
Es Sasusaku, porque aunque no tengo ninguna esperanza (y me encantaría equivocarme) de que Kishimoto nos lo conceda, amo esta inexistente pareja.
Espero que lo disfruten y sean lindos, dejen comentarios, súbanme la autoestima.
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Un atardecer tan rosa
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Prólogo
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Sakura Haruno y Sasuke Uchiha pertenecían a una familia que había sido destrozada y vuelta a armar de los cadáveres tantas veces que podría decirse que era el monstruo de Frankenstein de las familias. Los padres de Sasuke se habían divorciado cuando éste tenía cinco años y su hermano mayor, Itachi se había ido a vivir con su madre en el exterior. El padre de Sakura había muerto en un accidente cuando ella tenía solo tres años. Cuando Sasuke tenía catorce años y Sakura diez, el padre del primero se casó con la madre de la segunda, quien murió solo un año después, dejando a la niña en manos de su esposo, quien al cabo de otro año se volvió a casar con una mujer joven y fría que no perdió ni un minuto para enviar a Sakura a un internado para señoritas en Inglaterra. Y así comenzó todo.
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Capítulo 1
El regreso
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Seis años habían pasado desde la última vez que Sasuke había visto a su hermanastra, y en realidad, rara vez pensaba en ella; total, ellos sólo habían llegado a convivir dos años y él nada más recordaba a una niñita delgada, paliducha y pecosa, con alborotados risos rosados recogidos en trenzas y enormes ojos verdes. Sasuke estaba enteramente concentrado en su propia vida, tanto así que casi ni notaba a su otra hermanastra, Hikari, quien se desvivía por reclamar su atención, su madrastra, Kazuha, quien ya se había gastado una tercera parte de la fortuna de su padre en cirugías plásticas, lo traía sin cuidado, su padre, Fugaku, trabajaba más de lo que respiraba, así que rara vez lo veía, y sus hermanos, tanto el mayor que se había ido con su madre, como el menor, Daisuke, que habían tenido Fugaku y Kazuha, vivían tan ocupados con sus propias vidas como el mismo Sasuke.
Tenía un día a día relativamente tranquilo, su vida amorosa no era nada del otro mundo, había tenido "novias" (o así les gustaba a ellas llamarse a sí mismas), pero nunca nada serio, en lo que a él respectaba, la única mujer que se merecía su entera atención era Hinata, la vocalista femenina de la banda en la que tocaba desde hacía tres años y tampoco la veía de esa manera. Su atención estaba totalmente centrada en la música y nada más la merecía, ni chicas, ni familiares, ni madrastras frívolas, ni hermanos distantes, ni hermanastras febriles o desaparecidas, solo su guitarra y los milagros que hacía con ella.
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Sakura sabía que tendría problemas por huir, pero ya no lo soportaba más, se sentía marchita en ese internado y ya no aguantaba. Ino, su mejor amiga se había escapado con ella, sólo que ella tenía permiso, Sakura, en cambio se había escondido en el maletero del carro que había ido a recoger a su amiga y habían registrado su equipaje como si le perteneciera a Ino, lo que nadie dudaría ya que todos conocían su obsesión con la ropa, cosa que sus amigas siempre le habían atribuido a la sangre francesa heredada de su madre. Cuando el internado se había perdido de vista, el carro se había detenido para que Sakura saliera del maletero. El vuelo era intercontinental, así que todavía quedaban varias horas antes de tener que llamar a su padrastro para informarle de su visita.
En su asiento del avión entre la ventana e Ino, comenzó a preguntarse cómo sería regresar a esa casa, siempre había tenido una buena relación con Fugaku, pero a Kazuha la detestaba profundamente, al igual que a su hija, sabía que ella había tenido un hijo con su padrastro, pero ella no lo conocía, era muy buena amiga de Itachi, ya que él también vivía en Inglaterra y siempre iba a visitarla con su madre al internado, pero a su otro hermanastro trataba de no recordarlo demasiado, cuando pensaba en él, siempre veía a un adolecente pálido y distraído con cabello y ojos oscuros, que siempre andaba con una guitarra en la espalda y una partitura frente a su cara; Sakura había tenido una especie de enamoramiento infantil con su hermanastro, pero él jamás le había dirigido más palabras de las que exigía la cortesía. Por mucho tiempo se había sentido intimidada de sólo pensar en esos intensos ojos negros que nunca la habían enfocado directamente, pero ella ya no era la misma niña de antes y no se pensaba dejar amedrentar de nadie.
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– ¿Sasuke? – Le llamó la atención la voz de Hinata. Se había quedado ensimismado observando como el sol se escondía por la ventana de la sala de ensayos – Naruto, Sai, Suigetsu y yo vamos a ir a comer ramen en Ichiraku, ¿quieres venir?
–Sí, claro – Le respondió el muchacho retirando la vista de la ventana para guardar su guitarra en el estuche –. Dame un momento, yo termino con esto.
–No hay problema – Le contestó ella con una sonrisa.
– ¡Hinata! ¡Sasuke! ¿Vienen o no? – Les gritó Naruto, el baterista desde la puerta.
–Sí, en un segundo – Dijeron los dos al unísono.
– ¿En qué pensabas? – Le pregunto la chica cuando salían de la sala de ensayos – Te veías muy pensativo.
–En nada en particular, es solo que… – Se interrumpió mirando de nuevo hacia el horizonte – nunca había visto un atardecer tan rosa.
– ¡Vaya! Esa es una excelente idea para una canción, ¿no crees? – Exclamó ella entusiasmada. Sasuke sonrió. Cualquier cosa inspiraba a Hinata cuando se trataba de nuevas ideas para canciones, lo bueno era que siempre tenía buenos resultados, aunque debía admitir que en ese caso era cierto.
Un atardecer tan rosa…
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– ¡Sakura! – Llamaba Ino irritada. Su amiga tenía el sueño muy profundo y debía despertar para el aterrizaje – ¡Sakura, despierta!
– ¿Qué sucede? – Refunfuñó la chica entre dormida.
–El avión va a aterrizar en un momento – Le respondió la otra echando hacia atrás su largo cabello rubio. Sakura levantó la cabeza y sacó un pequeño espejito que llevaba en su equipaje de mano.
– ¡Oh, demonios! – Exclamó al ver su melena rosa convertida en un nido para pájaros – ¿Cómo diablos puedes lucir tan bien después de tantas horas de vuelo? – Le recriminó a su amiga, quien se encontraba retocando su maquillaje sin ninguna necesidad.
–Cabello liso – Explicó señalándose a sí misma –, lo simplifica todo. Ven acá – Le dijo sacando un cepillo –, verás que puedo solucionarlo.
Tras un rato de tirones con el cepillo y maldiciones por parte de Sakura, Ino se retiró con expresión satisfecha.
– ¡Voilà! – Exclamó sonriente – Te lo dije, estás como nueva – Continuó alcanzándole el espejo.
Sakura observó su reflejo anonadada. Ino tenía razón, estaba como nueva, sus risos tenían forma de nuevo y su delineador ya no estaba corrido por todo el contorno de sus ojos como si fuera un mapache.
– ¡Vaya! Gracias, Ino – Le dijo a su amiga impresionada por sus habilidades.
–Chanté, petit Sakura – Le respondió encantada.
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Fugaku Uchiha estaba sentado en su despacho tratando de encontrar algo más que hacer para evitar irse a la cama. Últimamente hacía todo lo que podía para pasar la menor cantidad de tiempo posible con su esposa, quien no esperaba ni un instante para empezar a reprocharle el poco tiempo que le dedicaba, porque él no se interesaba en asuntos cruciales como los últimos chismes de la alta sociedad y todas las operaciones que planeaba hacerse a continuación.
Jamás lo admitiría en voz alta, pero cada vez se convencía más de que había sido un error casarse con Kazuha, Mikoto, su primera esposa, con quien llevaba una relación inusualmente buena, se lo había advertido y él no había querido escuchar, pero claro, Mikoto siempre tenía razón y en eso tampoco se había equivocado, él se había dejado deslumbrar por su fría belleza, y como sus hijos y su hijastra necesitaban una madre, había cedido ante la adulación. Cada día extrañaba más a su segunda esposa, Megumi, ya que solo había podido compartir un año en su compañía, durante el cual habría sido imposible enamorarse más de ella; Megumi era toda calidez y dulzura, todo lo opuesto a Kazuha. Muy a su pesar admitía para sus adentros que había permitido que su esposa enviara a Sakura a ese internado porque ésta le recordaba dolorosamente a su madre, ya que la muchacha había heredado prácticamente todos sus rasgos, entre ellos su cabello rosa y sus hermosos ojos verdes.
Se rindió y dejó de buscar algo más que hacer, definitivamente no lo encontraría. Se levantó de su silla y estaba a punto de apagar la lámpara, cuando el teléfono sonó. Fugaku lo miró sorprendido, ¿quién podía estar llamándolo casi a las tres de la mañana?
– ¿Hola? – Respondió intrigado.
–Fugaku, hablas con Sakura – Contestó la voz de una chica al otro lado de la línea.
– ¿Sakura? – Inquirió atónito.
–Sí. Llamaba a avisarte que llegaré mañana. Mi avión acaba de aterrizar, pero pasaré la noche en la casa de una amiga que está más cerca.
–De… acuerdo – Atinó a responder el hombre, aún preso de la sorpresa.
–Muy bien, entonces te veré mañana, Fugaku – Se despidió la chica y cortó la llamada.
–Vaya sorpresa – Susurró él para sí mientras colgaba el teléfono. Volvió a sentarse en la silla de su escritorio, pensando en el muy probable berrinche que armaría Kazuha cuando se enterara, pero la verdad no le importaba, ya que al parecer Sakura había cambiado mucho, antes era una niña tímida y temerosa que permitía que otros tomaran las decisiones sobre su vida, pero ahora debía ser diferente si había tenido el coraje de irse del internado sin el permiso de nadie y llegar hasta allí sin preguntar. En realidad, Fugaku estaba ansioso de ver en qué persona se había convertido su pequeña hijastra.
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Sasuke llegó a su casa al cuarto para las tres y vio desde afuera que la luz del despacho de su padre aún estaba encendida. Suspiro resignado y abrió la puerta. Subió como por instinto hasta su habitación. Estaba agotado. A Naruto le había dado el arranque de ir un bar cuando salieron de Ichiraku y no lograron separarlo de la barra si no hasta que Hinata intervino y pudo convencerlo.
Abrió la puerta de su habitación con el inmenso deseo de tenderse en la cama para poder descansar al fin, pero lo que nunca se imaginó es que ya hubiera alguien en ella y menos aún en ropa interior.
– ¡Hikari! – Exclamó atónito, aún con una mano en la puerta casi cerrada y la otra en el botón de la luz – ¿Qué diablos haces aquí?
–Estaba esperándote, ¿qué creías? – Le ronroneó en lo que ella debía suponer, era una voz sensual.
–Ahora no tengo ánimos para esto, Hikari, sal de aquí –Le dijo cansado y le abrió la puerta mientras se masajeaba el puente de la nariz.
–No seas así, Sasuke – Continuó intentando –. Tengo frío, ¿no querrías venir a darme calor?
–La verdad no – Le respondió con impaciencia. La tomó del brazo sin ninguna delicadeza para sacarla de la cama, la arrastró hasta el pasillo y le cerró la puerta en la cara – ¡Francamente…! – Refunfuñó para sus adentros y luego se tiró en la cama, sólo para descubrir con ira homicida, que sus sábanas habían quedado infestadas del repugnante y empalagoso olor del perfume que Hikari solía utilizar – ¡Maldición!
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Sakura miró su reflejo en el espejo que había en el baño de la habitación de Ino. Estaba usando una pijama que su amiga le había prestado, ya que tras un rato de revisarla, había decidido que odiaba toda su ropa y la había dejado en la puerta de una iglesia de camino a la casa de Ino, así que su parcialmente vacía maleta solo contenía sus uniformes del internado, su maquillaje, unas cuantas fotos de sus padres y sus amigas, su I-Pod, su cuaderno de dibujos y un par de libros. Su amiga casi había saltado de la emoción cuando Sakura le pidió que la acompañara a comprar ropa después de instalarse en la casa de su padrastro, y por alguna razón la chica creía que Ino iba a terminar comprando más ropa que ella con su amado pretexto del "guardarropa de verano".
Sakura decidió salir del baño antes de que su ocurrente amiga pensara que la había secuestrado el coco o algo por el estilo.
Mañana será un día interesante – Pensó mientras abría la puerta.
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Fugaku salió tan temprano de la casa, que no alcanzó a avisarle de la llegada de Sakura a nadie más que a Kotonoha, el ama de llaves.
Qué importa – Pensó mientras ponía la llave en el contacto de su carro azul oscuro –, Kazuha no se sentirá más feliz con la noticia si se lo digo ahora, igual va a armar un berrinche.
Condujo con tranquilidad hasta el hospital pensando que por primera vez en meses, trataría de llegar temprano a casa para darle la bienvenida a su hijastra.
–Buenos días, doctor Uchiha – Lo saludó su secretaria con una sonrisa.
–Buenos días, Rin, ¿cómo estás? – La saludó animado.
–Muy bien, doctor. ¿Puedo preguntarle por qué está tan contento esta mañana? – Inquirió ella sorprendida, los últimos meses había notado a su jefe un tanto deprimido y había comenzado a preocuparse.
–Hoy viene mi hijastra de visita – Le explicó impresionado por lo observadora que era la chica –. ¿La recuerdas? ¿Una pequeña pelirroja con ojos verdes?
– ¿Cómo voy a olvidar a la hija de Megumi? – Le respondió ella – Usted sabe que yo la apreciaba mucho.
–Claro, había olvidado que Megumi era amiga de tu hermana mayor.
–Azuka fue su compañera de preparatoria – Le dijo ella – ¡Ay, doctor! ¡Lo había olvidado! El doctor Hatake lo llamó hace unos veinte minutos y tiene tres mensajes de su esposa – Lo informó y Fugaku no pudo notar que la muchacha se sonrojaba un poco al mencionar el nombre de su colega. Típico. Desde la secundaria, la mayor parte de las chicas que había conocido habían enloquecido por el ahora doctor Kakashi Hatake. ¿Qué podía decir? Así era como les gustaban a las mujeres: despeinados y medio locos; debía ser por eso que Sasuke tenía tanto éxito con las chicas.
–Bueno, Rin, llama a Kakashi y me lo pasas por la línea dos. Y… por favor ignora los mensajes de mi mujer – Le pidió azorado a lo que la chica respondió con una débil risita.
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Sasuke se levantó más temprano de lo que habría deseado, aunque eso no pudiera llamarse temprano para el resto de los humanos. Se dio una ducha fría con la intención de que le quitara las secuelas de todas las cervezas que Naruto lo había obligado a beber. Cuando supo que el agua ya no podía hacer más por él, cerró la llave y salió del baño. Se puso un jean oscuro y una camiseta negra con una camisa a cuadros grises encima y se calzó sus botas favoritas.
Salió de su cuarto con el revuelto cabello negro goteándole sobre la ropa. Decidió tomar su desayuno tardío en la cocina, ya que sabía que ese era el único lugar de la casa al que no entraban ni su madrastra, ni la hermanastra que había tenido la desgracia de adquirir.
–Buenos días, casi tardes, Sasuke – Lo saludó Kotonoha con una enorme sonrisa maternal.
–Hola, Kotonoha –Le contestó el chico sentándose en la mesa redonda.
– ¿Aún sigues huyéndole a las brujas del este y del oeste? – Le preguntó divertida, mientras ponía un cuenco, una cuchara, una caja de cereal y un cartón de leche frente a él.
– ¿Qué comes que adivinas? – Le respondió él sirviéndose su acostumbrado desayuno – y, hablando de las brujas, ¿dónde están?
–La bruja del este, perdón, la señora de la casa fue con sus zapatos rojos al gimnasio del club, ya que no parece estar satisfecha con el montón de dinero que gasto en las máquinas que hay aquí; y la bruja del oeste, para sentidos prácticos, la señorita Hikari creo que salió a conseguir con que llenar otra habitación de ropa nueva que jamás va a usar – Le explicó aún utilizando irónicas alusiones a "El Mago de Oz" –. Por si te interesa, tú padre es otro león cobardón que también les huye a las brujas, así que se fue temprano a trabajar, como todos los días; y tu hermanito se quedó a dormir en casa de Konohamaru.
–Así que como de costumbre, tendremos la casa para nosotros solos – Dijo el muchacho comiendo la última cucharada de su cereal.
–En realidad… – Comenzó Kotonoha, pero fue interrumpida por el timbre – ¿Podrías…? – Le pidió a Sasuke, ya que ella tenía los brazos llenos de los ingredientes que iba a utilizar para el almuerzo.
–Claro – Aceptó él, mientras se volvía a escuchar el timbre.
Sasuke corrió, pero como la casa era tan grande, el timbre se escucho dos veces más antes de que llegara a la puerta. Cuando la abrió se quedó paralizado ante el espectáculo que lo esperaba afuera. Una chica más bien bajita con uniforme de colegiala estaba parada sobre una maleta de proporciones colosales, aparentemente tratando de ver por el vitral que adornaba la parte superior del marco de la puerta. La chica lo miró y él reconoció unos familiares ojos verdes.
– ¿Sasuke? – Inquirió la chica, pero desafortunadamente perdió su ya precario equilibrio y cayó sobre el muchacho quien la recibió en sus brazos por puro reflejo. La muchacha se quedó inmóvil con su rostro a escasos centímetros del de él y luego se ruborizó violentamente y se separó de él.
–Eres Sakura, ¿cierto? – Le preguntó él incrédulo. Tenía que ser ella, era obvio, pero es que había cambiado tanto que era difícil de creer.
–Claro que soy yo, si no quien más – Le respondió ella – ¡Vaya, Sasuke! Estás muy alto. Creciste muchísimo.
–Pero tú no mucho – Observó el muchacho, notando que le sacaba casi una cabeza y media de estatura.
–Tan amable como siempre – Le dijo Sakura con ácido sarcasmo –. ¿Puedo pasar? ¿O me dejarás acampada en la entrada? – Le espetó la chica con las manos en la cintura, y entonces Sasuke notó que su personalidad también había cambiado mucho, en el pasado ella nunca le hubiera hablado así, lo que la chica solía hacer en su presencia era sonrojarse tanto que incluso sus pecas desaparecían, pecas que, por lo que el chico pudo ver, ya no existían.
–Claro – Le contestó él con aparente indiferencia, aunque la verdad aún estaba bastante sorprendido – Déjame a mí – Le dijo al ver que ella se disponía a levantar su maleta, la cual era casi tan grande como ella.
–Ahórratelo – Le respondió Sakura con evidente enojo – Vengo cargándola desde Inglaterra, no me matará subirla por las escaleras. Además no tiene muchas cosas que digamos.
La chica entró, pasando de largo por su lado y se encaminó con su enorme maleta hacia las escaleras, por lo cual el muchacho asumió que ella recordaba el camino hasta su antigua habitación.
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Ésta es la corrección. Tuve un pequeño percance de copiar y pegar, así que disculpen XD Espero ansiosamente los comentarios. :)
