Hola, ¿qué tal? Esta historia la comencé hace años pero nunca pude terminarla, así que decidí volverla a comenzar y redactarla de una mejor manera, así que si vienen por la historia pasada espero les guste la nueva forma que está tomando, y si no, no es necesario leer la pasada, y espero que también les guste :3
Las cosas cambian
Prólogo: Un día antes del reencuentro.
Las enormes y brillantes llamas arrasaban con todo a su alrededor, convirtiendo poco a poco todo en cenizas. El calor era sofocante, y la enorme cantidad de humo no permitía que el oxígeno llegara a las personas atrapadas en ese lugar.
El techo lentamente se venía encima, propagando más el fuego cada vez que los pedazos de madera tocaban el suelo. Las personas atrapadas estaban debajo de una cama, boca abajo contra el piso, tosiendo incansablemente. Los restos de lo que antes era su casa caían encima de la cama engullidos en llamas, asustándolos con cada golpe. No tenían muchas opciones para escapar.
La más pequeña estaba chillando con las pocas fuerzas que le quedaban, pidiendo ayuda en vano.
"No te preocupes, mi cielo, todo estará bien." El padre de la pequeña puso una mano en su hombro, tratando de darle ánimos y fuerzas. La pequeña sonrió al ver el espíritu positivo que tenía su padre, pero todo se vino abajo cuando el señor no pudo más y perdió la consciencia delante de su hija.
"¡Papáaaaa!" La niña lloró mucho más fuerte, acurrucándose en los brazos de su madre quien la tenía fuertemente abrazada. La señora, quien sufría un dolor intenso provocado por las quemaduras en distintas partes de su cuerpo, empezó a cantar una canción de cuna buscando tranquilizar a su hija.
La niña lentamente cerró los ojos en los brazos de su madre, quedándose dormida con el sonido de las sirenas de los bomberos en el fondo.
…
La chica abrió los ojos sin ánimos de levantarse de la cama. Se quedó mirando el techo fijamente perdida en sus pensamientos.
"De nuevo este sueño…" murmuró para sí misma aun recordando. "Me pregunto qué hubiera pasado si mis padres hubieran sobrevivido ese incendio…" lágrimas se empezaron a formar en las esquinas de sus ojos, mientras recordaba como su madre la apretaba con fuerza antes de dar uno de sus últimos alientos. "Si no me hubieran protegido, no hubieran sufrido tantas quemaduras y no hubieran muerto…" suspiró y cerró los ojos con fuerza evitando llorar, "Me pregunto, que sería de mi vida si ellos siguieran con vida…"
"Oye, Chris, ¿ya despertaste?" Alguien tocó la puerta. La chica se sobresaltó, giró su mirada hacia la puerta, se limpió los ojos con su manga y se levantó de la cama.
"Ya estoy despierta, John, me cambio y bajo enseguida." Gritó a través de la puerta quitándose la piyama que traía puesta. "Debo darme prisa…" pensó buscando una camisa y un pantalón en su maleta, guardando la piyama en esta.
"Está bien, te esperamos abajo. El Jefe ya está preparando todo para el viaje, espero tengas ya lista tu maleta. Solamente falta ir a la recepción para dar de alta nuestra salida, allí te espero." Se escucharon pasos los cuales cada vez se hacían más débiles.
"Bueno… Mañana es el día. El día de empezar esta misión…" pensó al acercarse a una carpeta que tenía encima de un escritorio en su cuarto de hotel. "Aunque a pesar de todo lo que me han dicho estos chicos no parecen malas personas." Abrió la carpeta para hojear un poco los contenidos de esta, mostrando fotos y cierta información de los integrantes del equipo Lyoko. "Igual las apariencias suelen engañar." Dijo, mirando fijamente la puerta del cuarto, "No es así, ¿"Padre"?", murmuró con desagrado, ella sabía que algo no estaba bien, sobre todo por el hecho de que estaban en esta ciudad por una razón que ella desconocía y que por más que cuestionaba no le contestaban con ninguna respuesta útil. "Voy a averiguar todo lo que está pasando y desenmascarar la verdad, Jefe". Tomó su maleta y salió de la habitación.
. . .
El aeropuerto estaba caótico, lleno de gente apurada por tomar sus aviones, corriendo de un lado a otro para llevar a cabo las inspecciones de todo el equipaje que llevaban. Al mismo tiempo, muchos estaban recibiendo o haciendo llamadas empresariales o por ocio. Los trabajadores estabas locos llevando todas las maletas a los aviones correspondientes y supervisando el orden en general.
"¿Estás listo, mi Oddie?" Preguntó la señora que estaba al volante, deteniendo el carro un poco antes de llegar al aeropuerto.
"Sí, mamá. Pero ya no soy un niño pequeño para que me sigas llamando Oddie, ya soy todo un hombre." Trató de hacer sonar su voz lo más grave posible, pero sus hermanas empezaron a carcajear al ver su intento fallido. "¿Qué es lo gracioso, chicas?", les preguntó molesto, totalmente humillado.
"Te extrañaremos mucho, Oddie." La hermana que se encontraba más cerca de él lo abrazó y le acarició el cabello, molestando notablemente al rubio.
"No, Adele, ¡me vas a arruinar el peinado!" Forcejeó intentando liberarse del abrazo, pero le fue imposible y tuvo que resistir el ataque.
En cuanto pudo, Odd abrió la puerta y su fiel compañero lo siguió al compartimiento trasero, de donde sacó una gran maleta color púrpura.
Su familia también se bajó de la camioneta y lo asistieron con su equipaje.
"¿Empacaste tu piyama, Oddie?" Le preguntó preocupada su madre, recordando la lista de cosas que su hijo tenía que llevar.
"Sí, mamá, si la eché", le respondió rolando los ojos, era la tercera vez que le preguntaba si había empacado todo lo de la lista.
"¿Si llevas dinero suficiente?"
"Sí, mamá…"
"¿Llevas tu osito de peluche?"
"¡Mamá! No he necesitado dormir con él desde que tengo 5 años…"
"Pero puede que en algún momento tengas una pesadilla y lo llegues a ocupar…" El padre de Odd puso una mano en el hombro de la señora, y le dijo suavemente, "Cielo, creo que Odd lleva todo lo necesario para este año en Kadic. Si no nos apuramos perderá su avión." Odd agradeció el gesto de su padre y le lanzó una sonrisa, correspondida por el señor.
"Bueno, Kiwi, ¿Estás listo para escabullirte dentro?" el muchacho le preguntó a su perro antes de entrar al aeropuerto. "Todas conocen el plan, ¿Verdad?" Giró su mirada a sus hermanas esperando una respuesta de ellas. Todas asintieron con la cabeza. "Confío en ti, Pauline", Odd le guiñó el ojo a una de sus hermanas.
"No te preocupes, Odd. Te demostraré lo buena actriz que puedo llegar a ser." Le dio un cálido abrazo a su hermano y un beso en la frente. "Cuídate mucho y trata de no extrañarnos tanto", le dijo con una sonrisa antes de entrar al aeropuerto seguida de sus hermanas.
El muchacho lanzó un suspiro, mostrando cierta preocupación sobre lo que iba a pasar. Si el plan fallaba no iba a poder llevarse a su querida mascota a la escuela. Giró la cabeza para despedirse de sus padres pero no pudo evitar sobresaltarse al notar que una cámara de video estaba apuntando hacia él. "Mamá… ¿Por qué estás grabando esto?"
"Es que…" su madre no podía hablar por todas las lágrimas que tenía, "Estás creciendo mucho… En unos años no te volveré a ver, Oddie."
"Ya empezó con la fuente…" pensó el muchacho, rolando los ojos al ver como su madre lloraba sin control.
Kiwi se acercó a la entrada, escondiéndose entre las piernas del guardia que estaba empezando a dormitar. Se quedó allí esperando la señal de Marie, quien no dejaba de voltear a verlo. "Pauline, todo listo" le dijo en un susurro a su hermana.
Pauline respiró hondo antes de gritar: "¡¿Eso es una rata?! ¡Es una enorme rata! ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡Ayudaaaa!", gritó histéricamente apuntando hacia un agujero en una de las paredes.
Todos los presentes al escuchar la palabra rata empezaron a gritar alarmados, algunos subiéndose a los asientos y otros se abrazaron en pavor intentando no ser mordidos e infectados de rabia.
El guardia de la puerta fue corriendo inmediatamente a donde estaban las chicas, en eso Marie lanzó un silbido que Kiwi reconoció y entró corriendo al aeropuerto, cruzando la seguridad de los guardias como si nada, corriendo al baño donde esperaría a su amo.
Odd entró a toda velocidad, se despidió de sus hermanas y pasó a revisar su mochila antes de ir al baño y meter a Kiwi dentro de ella.
"Bien hecho, amigo, estuviste estupendo." Le dijo acariciándole la cabeza antes de cerrar por completo su mochila.
"Kadic, aquí te voy." Dio un gran suspiro antes de dejar su demás equipaje con las recepcionistas y subirse al avión. "Este año tiene que ser grandioso", pausó por un momento pensando en lo que acababa de decir, "pero que digo, conmigo todos los años son grandiosos."
. . .
"¿Entonces ya estás en el aeropuerto?" Yumi estaba emocionada por la llegada de Ulrich, llevaba un buen tiempo sin verlo.
"Sí, por fin llegó este día. ¡Ya no aguantaba más el tener que estar cerca de mi padre!" le dijo refunfuñando el pelicastaño.
"Sólo te puso a estudiar, intenta calmarte." La chica se recargó en la pared mientras seguía con la llamada, estaba ansiosa por verlo de nuevo.
"Hubiera preferido mil veces quedarme a estudiar contigo que solo en mi casa. Lo único bueno es que ya podré verte… quiero decir, verlos a todos ustedes. Los extrañé mucho estas vacaciones.", tosió un poco tratando de enmendar su error, pero su cabeza no podía evitar pensar que sólo quería ver a Yumi y darle un fuerte abrazo.
"Yo también quiero verte pronto, Ulrich." La chica lanzó una tímida sonrisa al decir esas palabras con un tono dulce, provocando un sonrojo en Ulrich.
Hubo un silencio incómodo en lo que los dos averiguaban que decir.
"Dile que yo también quiero verlo", Aelita dijo al pasar a un lado de Yumi, rumbo a la sala cargando un plato con sándwiches. "Y dile que yo pienso que hacen una linda pareja." Eso último lo dijo en un murmullo y con una risita que provocó que la peli negra se ruborizara.
"¡Espera a que llegue Jeremie, Aelita!", le respondió como respuesta, avergonzada todavía por el comentario.
"Ahora que lo mencionas, voy a marcarle para ver cómo va. Me imagino que ya viene de camino." Sacó su celular rosado y tecleó su número, esperando a que el rubio le contestara. "En la mañana estaba muy apurado y no me contestó las llamadas, me tiene preocupada", pensó mientras esperaba.
En la llamada de Yumi, se escuchó como fondo el eco de las voces anunciando los distintos vuelos que estaban a punto de partir.
"Oye, Yumi… Perdón, ya tengo que ir preparándome para subirme al avión. Te veo mañana, ¿Sí? Quiero hablar contigo sobre algo." Ulrich la sacó de sus pensamientos al escuchar que estaban anunciando su vuelo.
"Claro, Ulrich, hasta mañana." Le dijo un poco decaída por el hecho de que ya no hablaría con él por ahora, quedándose unos segundos escuchando el sonido de una llamada colgada.
"Jeremie, ¿Hola?" La pelirosa se alejó de Yumi para poder conversar con el rubio, quien venía con su padre en el auto.
"¡Hola, Aelita!" Jeremie tartamudeó un poco al notar que Aelita era quien le hablaba. ¿Qué podía ser mejor que eso?
"¿Ya vienes en camino? Estaba algo preocupada por ti, no me hablaste en la mañana pero pensé que estabas ocupado con tu equipaje, pero me preocupé más ya que nunca respondiste mis llamadas", dijo mientras se sentaba en el sofá y encendía la televisión.
"Sí, ya voy para allá. Creo que apenas y llegaré a tiempo para la primera clase. ¡Todos los vuelos de mi ciudad se cancelaron sin razón aparente! Dicen que por alguna razón el aeropuerto se volvió loco y no pueden volar ninguno de los aviones. Las torres de control están intermitentes y hasta tuvieron que realizar aterrizajes de emergencia ya que era imposible llegar aquí" le exclamó un poco alterado por la situación.
"¿Qué dices? Pero, eso no es normal…" dijo meditando un poco la situación, cuando en las noticias se reportó justamente lo que estaba contando el rubio. El aeropuerto estaba hecho un caos, ya que no solamente eran las torres de control las que estaban locas, la electricidad en sí estaba fallando anormalmente, totalmente intermitente.
Hubo un momento de silencio en el cual los dos pensaron justamente lo mismo, pero ninguno de los dos quería mencionarlo.
"… Esto me recuerda a XANA" dijo el rubio susurrando para que su padre no lo escuchara.
"¿Pero qué dices? Acabamos con él cuando apagamos el superordenador, es imposible que haya sobrevivido" Aelita respondió incrédula, aunque ella sabía que Jeremie podía tener razón.
"Tienes razón, tal vez solamente estoy un poco paranoico", suspiró y trató de calmarse. ¿Cómo sería posible que XANA siguiera vivo si ellos mismos acabaron con él? Tenía que haber otra explicación más razonable, pero eso no importaba ahora. Lo único importante era llegar a Kadic a tiempo. "Por ahora mi padre me llevará hasta allá, encontró una ruta que nos sirve de atajo y aparte podemos ir a alta velocidad, lo cual me hace creer que puedo llegar a tiempo."
"¿Alta velocidad? Ten cuidado, Jeremie… Ha habido muchos accidentes últimamente." En las noticias no sólo se reportaban accidentes con el aeropuerto de la ciudad natal de Jeremie, también se reportaron accidentes con semáforos en ciertas calles, los cuales cambiaban de luces sin ningún orden o control, provocando accidentes automovilísticos, y en los centros comerciales las luces titilaban. Este tipo de eventos sorprendieron a muchas personas por lo tanto terminó siendo una noticia internacional, ya que ninguno de los trabajadores de la ciudad podía explicar el fenómeno ocurrido.
"No te preocupes, Aelita. Mañana me verás allí en Kadic y podremos hablar con mayor calma, por ahora tengo que ayudar a mi padre con el mapa, está un poco perdido. Cuídate, hasta mañana."
"Hasta mañana, Jeremie. Te veo en la entrada de la escuela."
"Vale", dijo al momento de cerrar el teléfono. Sacó el mapa de la ruta que estaban tomando y trató de ayudar a su padre a orientarse.
Su padre ya llevaba ciertas horas manejando, estaba comenzando a impacientarse con la incompetencia de los demás conductores, quienes no respetaban las señales, se pasaban los altos o simplemente se cambiaban de carril sin razón. Jeremie trataba de calmarlo lo mejor que podía, quería evitar a toda costa un accidente.
Pasaron las horas y el sol se estaba poniendo, estaba empezando a anochecer.
"Deberíamos de parar y descansar un rato, padre. No hemos comido nada desde que salimos de la casa, una buena hamburguesa no me caería nada mal", dijo sobándose el estómago. "Además, no nos encontramos lejos de Kadic, si nos vamos muy temprano es posible que lleguemos a tiempo."
"Tal vez tienes razón, Jeremie", comentó su padre suspirando mientras bajaba significantemente la velocidad del automóvil, buscando una salida para descansar en algún restaurante cercano.
Kilómetros detrás de ellos se encontraba una gran camioneta gris, la cual no tenía ni una sola ventana más que las del piloto. Era una camioneta ancha, donde se podía leer claramente "Estudios Sonics!" en un gran logo rosado con anaranjado, adornado con cientos de estrellas en ambos costados de la misma.
Esta ya llevaba varios kilómetros en el mismo carril que el padre de Jeremie, con una velocidad ligeramente mayor, tratando de alcanzarlo y rebasarlo. Cuando el automóvil de enfrente disminuyó su velocidad, él mostró una enorme inconformidad, tocando su claxon con impaciencia.
"¿Qué le pasa a este demente? Es una carretera, ¡no un cruce peatonal!", gritó mientras seguía sonando el claxon.
"¿Quién está tan desesperado?", le preguntó el padre de Jeremie a su hijo. El rubio giró hacia atrás y distinguió a una camioneta que se estaba acercando a ellos a gran velocidad.
"¡Papá, acelera! ¡Nos va a golpear!", le gritó con temor al notar que la camioneta no reducía la velocidad.
"¡Yo no voy a aumentar la velocidad, tenemos que tomar la salida a unos cuantos kilómetros, y si vamos rápido no la vamos a alcanzar!", le gritó con un estómago vacío y un muy mal genio.
Al notar que el padre de Jeremie no tenía intenciones de aumentar la velocidad y que el carril lateral estaba ocupado y no podía cambiarse, la camioneta no tuvo más remedio que frenar repentinamente, provocando que todos los acompañantes chocaran con los asientos de enfrente.
"¿Qué fue eso?", se quejó una chica pelirroja, enojada ya que se estaba terminando de pintar las uñas y su esmalte cayó y rodó, manchando toda la camioneta.
"Pero mira el desastre que has hecho, Angela… ¿no puedes ni pintarte las uñas sin ocasionar un accidente?", se mofó una chica rubia sentada en un asiento delante de ella. El comentario de esta provocó que el chofer se molestara con la pelirroja, ya que le lanzó una mirada asesina indicándole que iba a tener que limpiar la camioneta llegando y si no quedaba reluciente le iba a ir muy mal.
"Ya empezaron de nuevo", una chica de cabello castaño roló los ojos y colocó sus audífonos en sus oídos, evitando escuchar la conversación. "¿Por qué no podemos sólo llegar a un lugar en calma?", murmuró para sí misma antes de desconectarse por completo.
Lamentablemente, la camioneta golpeó ligeramente el carro de enfrente, provocando que Jeremie y su padre fueran impulsados hacia el frente, rebotando de nuevo a sus asientos gracias a los cinturones de seguridad.
El carro del padre de Jeremie se detuvo por completo, mientras que la camioneta sólo tocó el claxon nuevamente mostrando una enorme inconformidad por la abolladura que habían provocado en su camioneta, antes de cambiarse de carril y rebasarlos. En el momento en que pasaron junto al automóvil del padre de Jeremie, el chofer le lanzó una serie de insultos al conductor.
Además de eso, dentro de ella se escucharon diversas voces al unísono, entre ellas insultos y gritos, así como quejidos de inconformidad.
Cuando finalmente se fueron, los Belpois suspiraron aliviados.
"¿Estás bien, papá?", preguntó Jeremie preocupado mientras se acomodaba los lentes, los cuales con el golpe se le habían caído al suelo. Estaba realmente agradecido de que ese golpe no haya pasado a mayores, más que una pequeña abolladura en la parte trasera del coche.
"Sí, ¡pero qué le pasa a ese loco! Enserio, la gente es desesperante, ¡ni siquiera anoté sus placas! Cuando lo vuelva a ver, le cobraré los daños a mi cajuela, esperemos no tener problemas para abrirla después…" refunfuñó reanudando la marcha, avanzando un poco y tomando la salida más próxima que encontraron.
"Y que lo digas….", Jeremie le respondió monótonamente, mientras pensaba en todos los sucesos que habían ocurrido el día de hoy. Esa camioneta iba a una velocidad realmente alta, como si tuviera mucha prisa para llegar a un lugar, o para escaparse de algún lugar. Además, sintió algo extraño cuando esa camioneta pasó a lado suyo, pero no estaba seguro de que era ese sentimiento. "¿Estaré pensando mucho la situación?", se preguntó el rubio a sí mismo después de pasar un rato meditando sobre lo ocurrido y sobre X.A.N.A.
"¿Tú estás bien? Pareces preocupado…", le comentó su padre mientras estacionaba el coche en el estacionamiento de un restaurante de comida rápida.
"Estoy bien, sólo espero que las cosas sigan estando calmadas y lo único mal aquí sea mi paranoia…", le respondió sin voltear a verlo, provocando que el señor lo mirara confundido, pero no le dio mucha importancia ya que su hijo salió corriendo para formarse en la fila y pedir las hamburguesas.
El señor solamente suspiró y siguió a su hijo.
