A/N: Esto iba a ser un one-shot, pero me he dicho: no. Es una idea totalmente descabellada que se me ocurrió el otro día al salir de la ducha y que me gustó nada más pensarla. Intentaré actualizar a un ritmo constante, pero ésto es como algo de prueba, la premisa de la historia. Título del capítulo de "Shallows" de Daughter.

Al principio, ni siquiera tenía demasiado claro qué era lo que estaba ocurriendo en aquél pasillo. Podía ver a su familia frente a ella. A Rick, a Tyreese, a Sasha… a Daryl. Creyó que el corazón se le saldría del pecho en cuanto le localizó allí plantado, como siempre, junto a Rick. Le fallaron las piernas por un segundo, pero se obligó a respirar más profundamente y a seguir empujando la silla de ruedas, inhalando así el ambiente viciado

La luz apenas podía entrar allí. Las ventanas parecían estar siempre sucias, a pesar de que Dawn se encargaba de que alguien las limpiara. La escasa iluminación que se hacía paso en el pasillo impedía que Beth pudiera vislumbrar con claridad todas las expresiones faciales. A su familia, por ejemplo, no necesitaba verla: conocía sus reacciones, sabía cómo estarían mirando a las personas que se habían llevado a su gente. Sin embargo, a Dawn y los demás…

—Dos de los vuestros y dos de los nuestros —dijo Rick con frialdad. Dawn le observó un segundo antes de asentir y hacer otro gesto para que dejaran pasar a las dos mujeres. Beth, a pesar de querer aparentar fuerza y serenidad, no pudo evitar acelerarse un poco para llegar al otro lado. Casi al mismo instante, dos policías fueron liberados y ellos también se dirigieron hacia su grupo. Beth los reconoció a ambos: la mujer solía ser más amable, pero ambos eran simples lacayos que no sabían actuar sin seguir órdenes. Incluso en sus momentos de máxima bravuconería habían necesitado un líder para poder guiar sus ansias de poder.

Sintió la mano grande y cálida de Daryl en su hombro, y ella no pudo evitar mirarle y sonreír, antes de cubrir su mano con la suya propia. En realidad, sus deseos no se limitaban a eso: quería lanzarse a sus brazos y abrazarle con fuerza, pedirle perdón por haberle abandonado aquella noche, preguntarle si estaba bien, si todos estaban bien, si pasó demasiado tiempo solo, decirle que había sido ella quien le había echado de menos, que sabía que aguantaría, quería…

Quería demasiadas cosas, pero supo que no era el momento ni el lugar. Y era libre. Podía hacer todas esas cosas una vez estuvieran fuera del lugar de sus pesadillas.

Vio cómo Tyreese ayudaba a Carol a ponerse en pie, y entonces se fijó en Noah. Estaba un poco más atrás. Ella le miró y le sonrió cálidamente. Quiso preguntarle si también estaba bien, pero era como si todas las palabras se le hubieran quedado atravesadas en la garganta. Atrás quedaban los días en los que podía parlotear incesantemente. Era demasiado lista como para saber que hablar demasiado sólo causaba problemas.

Rick hizo un seco asentimiento y todos se dieron la vuelta para volver por donde habían venido.

Iba a marcharse.

Volvía con su familia.

Era libre.

—Ahora sólo necesito a Noah.

Todos se quedaron inmóviles. Beth no despegó los ojos de las baldosas que había frente a ella durante un segundo, como queriéndose asegurar de que su mente no la había engañado. Despacio, se volvió y comprobó que todos atravesaban a la mujer con miradas de hierro.

—El trato está hecho —contestó Rick, en un tono calmo que no daba lugar a réplica. Se dio cuenta de que Dawn trataba de disimular que tenía que tragar saliva antes de hablar.

—Noah era mi asistente, y Beth le sustituyó. Si os los lleváis a ambos, yo salgo perdiendo —respondió la mujer, alzando más la barbilla, como para tratar de convencerse a sí misma de que controlaba la situación. Noah hizo ademán de dar un paso adelante en cuanto los policías se contrajeron de tensión, pero Daryl le puso una mano en el pecho y le detuvo.

—No va a quedarse —gruñó, y esta vez fue Beth la que tragó saliva, con dificultad incluso. Observó la escena, atónita. El corazón le latía a tal velocidad que se sorprendió de que no se le saliera del pecho. Las manos se agitaban por un levísimo temblor, y una gota de sudor frío se deslizaba por su nuca hasta morir en el cuello de su jersey.

—No pasa nada —dijo entonces Noah, apartando la mano de Daryl con suavidad antes de avanzar. A Beth se le paró el corazón.

— ¡No! —exclamó, apartándose de todos para correr hacia Noah. Sintió a Daryl tras ella, tratando de detenerla, pero ella no paró hasta llegar al chico y abrazarle con fuerza. Enterró la cara en su hombro y trató, de esa manera, de convencerle en silencio para que luchara. No podía quedarse allí. No después de todo lo que habían luchado para volver a casa.

—Sabía que volvería —dijo Dawn. Beth abrió los ojos y la atravesó. Nunca antes había mirado con tanto odio a nadie. No obstante, en aquél momento todo lo que quería era poder eliminarla de la faz de la Tierra.

Se separó de Noah hasta estar frente a ella. Ahora no eran sólo sus manos las que temblaban: todo su cuerpo se bamboleaba como si la movieran con cuerdas invisibles. Mantuvo las lágrimas a raya, y con cuidado, alargó los dedos hacia el interior de su escayola, rozando la empuñadora de las tijeras…

—Ahora lo entiendo —murmuró. Su mano se alzó y la tijera se hundió en su hombro con una suavidad impresionante.

— ¡Beth! —gritó Daryl, y de repente se oyeron los disparos. Fue como si alguien le hubiera vendado los ojos de golpe. Podía oírlo todo, pero no era consciente de nada de lo que pasaba frente a ella.

Vio al mismo guardia que acababan de entregar levantar un arma que Beth no sabía de dónde había sacado y apretar el gatillo; oyó el disparo atravesando el aire, y un extraño brote de calor empaparla. Algo en lo más profundo de sus entrañas se contrajo, antes de sentir el peso muerto caer sobre ella.

Y ya no oyó nada más.

Notó cómo sus rodillas impactaban con el suelo cuando vio el cuerpo inerte de Daryl caer al suelo, la sangre brotando de su cabeza y empapando las baldosas.

A/N: Continuará. Obvio. Obviamente, ESTO NO SE PUEDE QUEDAR ASÍ.

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