Resumen: Yuri es un príncipe que ha perdido la memoria, es rescatado un día por el caballero negro y un Nymphae (hada) Viktor, su prometido y el Rey de la tierra de verano se encuentra con un gran reto por delante. ¿Cómo proteger a Yuri del mal que lo acecha y lograr que este lo recuerde? Parejas: Viktuuri. OtaYuri.

Aclaraciones: Los personajes de Yuri On Ice no me pertenecen.

Advertencia: Esta historia contiene contenido Homoerotico, Fantasía y ciencia ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Esta Historia se desarrolla en un Universo Alternativo así que no sigue al 100% al cannon, ya que los personajes crecieron y fueron criados de maneras diferentes a como la serie lo maneja. Contiene términos que son explicados en los comentarios.

Esta historia contiene: ViktorXYuuriXViktor, OtabexXYurio y un poco de JJXYurio.

Sin más, disfruten la lectura.


Ávalon.

"El Dragón de Hiedra y la reina de las hadas (Nymphaes) han tenido muchas hijas e hijos inmortales, que habitan en los rincones de las florestas y que a veces se asoman a los valles de los hombres, donde conviven o se enamoran de ellos. Las Nymhpaes son los espíritus de la naturaleza, aquellos que han mantenido juntas a las civilizaciones y han reunido los pedazos después de que los hombres los han roto con sus guerras

Su existencia, ha sido reforzada por leyendas de amor."


Capitulo 1:

La voz del viento llega a sus oídos, un golpe seco se hace presente y sus ojos verdes –más hermosos que cualquier esmeralda- se fijan en el cuerpo que han dejado caer en el camino. Su ropa blanca y ligera ondea con el viento, baja del árbol de un brinco y su cabello rubio cede a la gravedad, acomodándose nuevamente al tocar con la sutiliza de una pluma el suelo, aquel donde caminan cientos de humanos y carruajes que el detesta.

—Vienen a tirar su basura aquí—Gruñe y chasquea los labios con molestia. Nadie diría que un ser tan hermoso pudiese dibujar esos gestos y expresiones en su rostro. El rubio observa por varios segundos el cuerpo inerte. Yurio se pregunta si está muerto.

¿Vale la pena averiguarlo?

Un humano.

Se trata de un sucio humano que de seguro no merece otro destino que ese.

Debería darse la vuelta y continuar y justo como lo piensa, así lo hace.

A los tres pasos Yurio aprieta los puños y retrocede. Observa de nuevo el cuerpo. Es un joven, uno que no debe pasar de las 350 lunas.

Su curiosidad lo hace moverse sin proponérselo. Se agacha para mirar con más detalle y es en ese momento que nota las mejillas y pantalones del joven cubiertos de ceniza. Su cabello negro es adornado por partículas de las mismas.

Le parecían los desechos de la resurrección de un fénix.

—Oye—El de ojos verdes trata de hacerlo reaccionar, pero parece inútil. Arrastrarlo no es una opción, golpearlo mucho menos.

Suspira con cansancio.

Tiene que recurrir a "él" aunque deteste hacerlo.

Una pequeña ave es enviada como mensajero.


Espera sentando en el árbol alrededor de treinta minutos, a rodado al joven a la orilla. Ahora espera tranquilo a que su único amigo humano arribe. El relinchar de un caballo y nuevamente el susurro del viento, le indica que Otabek ha llegado.

—Tardaste demasiado—Menciona Yurio. Su voz está impregnada de un poco de molestia. Otabek sonríe y baja del corcel con rapidez. El rubio se acerca con alegría hacia el caballo, acaricia su largo pelaje y le entrega una manzana roja y dulce que hace unos minutos había arrancado del árbol.

—Atendía asuntos del Rey—Es la única justificación que le da Otabek. Yurio no dice más, sabe bien que las prioridades de un caballero están por encima que cualquier otra cosa.

No se habla más del tema.

—Mira eso—Yurio apunta con su índice al joven sin conciencia, Otabek alza la ceja y se acerca al cuerpo. Atribuye rápidamente la ceniza al fuego y nota la sangre seca en su ropaje. No es parte de su armada, ni pertenece a su reino.

Un sin fin de palabras y recuerdos de las últimas semanas vienen a su memoria.

—No creí que existiera un sobreviviente—Declara Otabek. Yurio parpadea varias veces. No lo entiende, Otabek suele hablar poco y de forma simple, pero ahora mismo el rubio se siente confundido. —Vamos al lago—Ordena.

Otabek sabe algo que Yurio no y eso molesta al rubio.

—No quiero llevar a un sucio humano a mi lago—Menciona el de ojos jades indignado. Otabek ha subido al desconocido al caballo y dirige sus ojos negros en el contrario. Yurio siente como un estremecimiento lo recorre de los pies a la cabeza.

—¿Quieres saber todo lo que paso sí o no?

Yurio accede luego de segundos. La curiosidad lo mata.


Ambos llegan al lago.

Otabek observa ensimismado la hermosura de este. Nadie conoce su ubicación exacta, nadie puede entrar ni salir sin permiso de Yurio. Otabek sabe que es de esos pocos afortunados que en la historia del mundo han conocido el lago donde las raíces de Yggdrasil reposan.

—"Donde se refleja la luna, el sol y las estrellas y todos los recuerdos que alguna vez el viento llamó para liberar a la humanidad de las memorias ajenas que llevaban consigo"—El caballero repite en su mente al posar sus ojos en el lago, rememorando las palabras que su madre alguna vez le contó.

Otabek se siente especial, pero es algo que no dirá en voz alta, no si quiere librarse de las rabietas del rubio.

—Hay que averiguarlo antes de que despierte—Yurio le advierte. Otabek carga al chico hasta el lago. Yurio extiende la mano y lo detiene. —Déjalo caer al agua—Ordena. Otabek obedece y mira atento como el cuerpo del joven no se hunde.

—¿Eso pasó conmigo? —El de cabellos negros pregunta curioso. Yurio sonríe y no le responde. Es mejor conservar el secreto, es una memoria que aún no quiere compartir con Otabek.

—Otabek, cállate.

El rubio cierra los ojos y siente el murmullo del aire, el bosque susurra, la luna aparece en el lago y las estrellas la rodean. Es de día y Otabek se queda asombrado con tal acontecimiento. Yurio sumerge sus manos en el lago, mueve un poco el agua y justo en el centro de esta, como si se tratara de un espejo, cada recuerdo de la vida del desconocido se hace presente.

El fuego revive en su cuerpo y Yurio saca las manos de un tirón.

—Está regido por la luna nueva—Yurio susurra aterrado y con las manos temblando ligeramente. Otabek se alarma y corre a su socorro. Los ojos verdes de Yurio reflejan confusión.

Ambos han visto la vida y los recuerdos del desconocido. La última parte de los fragmentos de su memoria estremece a ambos.

—¿Qué haremos? —El caballero le cuestiona. Yurio muerde su labio inferior. Se siente incapaz de decidir.

—Mantén el secreto…—Sugiere Yurio. Otabek recibe el cuerpo que nuevamente la corriente encamina a la orilla.

Ambos limpian con sus manos las mejillas del joven inconsciente. Las manos de Yurio aun tiemblan.

—Viste el decreto—Otabek habla. El silencio reina por minutos.

—No puedo… No puedo hacer nada—Indica Yurio. El rubio se siente atado de manos, con las emociones desbordándose en su interior como hace tanto no pasaba. —Entregárselo sería peor que mantenerlo aquí, él ira a buscarlo y eso sería el fin de todo.

—Yuri—Otabek coloca la mano en el hombro del rubio. Yurio lo aleja, pero el de cabello negro permanece firme. —Confía en mí.

—Confío en ti, no en tu Rey—Yurio asegura. Otabek frunce los labios y aprieta el agarre del contrario. Yurio aparta la mirada y las manos de Otabek suben a sus mejillas, haciendo que ambos ojos se encuentren—Viktor no…—Yurio trata de desviar sus orbes, pero le es imposible. Otabek lo tiene nuevamente atrapado.

—Viktor lo protegerá… Es su derecho.

—Él no puede…—Yurio insiste.

Otabek suspira y relaja su agarre, deben calmarse, tanto él y como Yuri deben encontrar una solución.

—Confía en mí—Declara Altin. Su voz es suave, una voz contra la que el rubio no puede luchar. —Buscaremos una solución, pero él estará a salvo.

Yurio se pregunta cómo es que llegaron a esa situación.

Definitivamente los humanos eran crueles.

—Ve por tu Rey.

Otabek sonríe y sin esperar un solo minuto cabalga de vuelta al castillo.


¿Quién eres?

No lo se…

¿Por qué estás aquí?...

Yo… No lo sé.

Yuri.

¿Mi nombre es Yuri?

La voz en la oscuridad ya no le responde. Todo se queda en negro.

El silencio es remplazado por el sonido de gotas de agua cayendo en el vacío una y otra vez. Quiere abrir los ojos, pero le parece imposible.

¿Esta muerto?

Un fuerte golpe en la mejilla logra que la luz entre a sus pupilas. Le ha dolido un montón.

—Al fin despiertas.

Yuri no reconoce a la persona frente a él, mueve la cabeza de un lado a otro en señal de negación.

—Muévete, necesitas darte un baño.

La voz pertenece a un rubio. Sus ojos son salvajes y de un verde profundo como un bosque espeso, pero piensa en ese momento que es el verde más bonito que ha visto en su vida.

—…—El de cabellos negros abre la boca sin dejar salir una palabra. Yurio chasquea los dientes. —Creo que voy a vomitar…—Indica Yuri. Yurio se alarma.

Yuri siente que el mundo le da vueltas, que la luz es demasiada y que cada ruido llega a sus oídos de forma absurdamente fuerte.

¿Dónde está?

¿Quién es ese rubio?

—¿Quién soy? —Pregunta alarmado. Pero antes de poder proseguir, termina de rodillas, vomitando sobre el pie de un árbol toda la bilis que su estómago contenía.

Yurio mostró un tic en su ceja izquierda y una repugnancia ante aquel acto. Primero lo encontraba llenó de tierra y ceniza y ahora vomitaba en su amado bosque.

—Eres peor que un cerdo—Indica el rubio. Yuri no logra escucharlo, su garganta arde y su estómago no parece contento.

No es después de casi quince minutos que Yuri puede detenerse. Sus ojos se encuentran llenos de lágrimas mientras de sus labios descienden hilos de saliva que pronto limpia con su brazo.

Yurio, le ofrece agua en un cono formado por una hoja. El de cabellos negros la bebé, no puede evitar notar que el contacto con la piel ajena fue suave, lo más suave que tal vez en su vida ha conocido.

—¿Dónde estoy? —El de cabellos negros pregunta con la voz alterada. Yurio ha comenzado a notar como las pupilas ajenas se mueven de un lado a otro. Yuri está confundido, de eso no le cabe duda.

—¿Sabes tu nombre? —El rubio cuestiona. Yuri asiente y aprieta los labios.

La voz en la oscuridad se lo dijo.

—Yuri…

Sin embargo, es lo único que sabe.

—El mío también lo es—Indica el de ojos Jade. Lo ha observado en sus recuerdos, pero si tiene que aceptarlo, le molesta compartir el mismo nombre. —Así que te llamare "cerdo" por ahora. —Indica Yurio, acto seguido dibuja una pequeña sonrisa de maldad. Yuri suspira resignado.

—Tienes un bonito rostro para ser tan cruel—Yurio tose con violencia. Es un idiota, debió dejarlo tirado en el camino.

—Silencio cerdo—Demanda el rubio. —¿Es lo único que recuerdas? —Yurio pregunta y Yuri asiente con la cabeza.

—Todo está en negro…

—Ya veo… Es una lástima.

Yurio miente.

Que Yuri no recuerde nada es algo que realmente les conviene.


La noche llegó, Yuri ha tomado un baño y Yurio le ha obsequiado unas prendas de seda que le quedan un poco cortas.

—"No son de mi gusto"

Yuri ríe al recordar sus palabras. Yurio vestía una túnica delgada y holgada que lo hacía ver mucho más ligero y joven de lo que seguro era.

Está esperando pacientemente sentado en la orilla del lago. Yurio le ha indicado que alguien vendrá a recogerlo pronto y también le ha dicho que no fuerce tanto ese tonto cerebro de cerdo que tiene. Yuri también ha pensado en esas horas que el rubio es algo inapropiado para hablar y que no sabe expresarse bien con la gente. Hasta cierto punto a Yuri le parece tierno, pero se lo calla. No quiere perturbar el semblante tranquilo del más bajo.

Yurio se pone de pie a su lado, El azabache le observa por unos segundos, de igual forma el rubio clava sus ojos verdes en los castaños de Yuri.

Yuri piensa que sus ojos son aún más hermosos que la primera vez que los vio. Yurio alza su índice y le pide silencio.

La luz de luna cubre a ambos. Yurio la observa y Yuri lo sigue con la mirada: La luna Está a punto de entrar en cuarto creciente.

Yurio alza su brazo a la altura de su pecho y Yuri atestigua con sorpresa como los pies del rubio –que parecen más ligeros que el aire- caminan sobre el agua, creando ondas a su alrededor con cada paso.

Sus movimientos emanan delicadeza, tranquilidad, amor… Tantas cosas que al de ojos cafés le parece imposible expresar.

Lo mira atento y de pronto su cuerpo vibra y sus pupilas se expanden. Yurio ha llegado al centro del lago. Baila y entonces cuando la luz de la luna lo ilumina Yuri observa los miles de colores tornasoles en los que se convierten sus ojos y su ropa, la música no existe y sin embargo él la escucha. Yurio baja y alza su cuerpo, gotas de agua se elevan y cuando el rubio se queda quieto, Yuri nota dos largas y hermosas alas traslucidas que poco a poco toman forma en su espalda, las gotas regresan al lago, forman pequeñas manchas de colores, Yuri no observa más, su mirada esta fija en el chico rubio que sigue bailando con firmeza, evocando cada uno de los sentimientos humanos en cada paso y secuencia.

Yurio era un Nymhpae.

—Cierra la boca, se te va a salir la baba—Yurio ha llegado de nuevo a la orilla del lago. Yuri se ha perdido en sus movimientos y sus descubrimientos.

se ha quedado ensimismado.

—Tu eres…—Balbucea el de cabellos negros. Yurio sonríe con prepotencia y alza los hombros, restándole importancia—¡Enséñame! —Declara. Yurio rie.

—En mil años, cerdo.

Yuri lo comprende.

Después de todo no era más que un humano.


—¿Al menos el tipo?

—No.—Niega el rubio.

—No es algo que tu debas saber ni ver, pero es mi trabajo, como el tuyo es quedarte callado y fingir que no viste nada de lo que pasó—Gruñe el rubio. Yuri suspira.

Yurio no entiende como el azabache esta más preocupado por el tipo de Nymhpae que es que por su identidad o recuerdos.

Un golpe llega a su espalda y un escalofrió lo recorre de pies a cabeza de nuevo. Yuri dibuja un puchero desilusionado.

—No están tus alas—Dice. Yurio le mira con odio, esta dispuesto a golpearlo hasta que pierda la conciencia de nuevo.

—Solo aparecen bajo la luz de la luna, en cada fase—La voz de Altin los interrumpe. Yurio finalmente entra en cólera. Sus mejillas y orejas se tiñen de rojo y se cruza de brazos molesto.

—"Malditos Humanos" —Piensa. Altin le mira sin comprender sus gestos.

—Disculpa la tardanza.

La atención de Yuri es capturada por la nueva voz que se hace presente. Pertenece a unos hermosos ojos azules y a una piel tan blanca como la de Yurio. La barbilla de Yuri es tomada con delicadeza por el hombre. Yurio le mira con coraje y Altin se encuentra atento a los alrededores.

Su Rey es su prioridad.

Los labios de Yuri son tomados por los ajenos en un pequeño y delicado roce. El azabache retrocede de un brinco espantado, limpiando una y otra vez su boca con su antebrazo.

Viktor dibuja decepción en su rostro y no entiende lo que pasa.

Yurio cuestiona con la mirada a Otabek pero no lo culpa. Ninguno, ni el caballero ni el Rey sabe que Yuri ha perdido la memoria.

—Yuri… ¿no me recuerdas? —Pregunta ansioso, acercándose con cuidado al de ojos castaños. Yuri le observa por segundos y niega. Apenas y recuerda su nombre.

—Él ha perdido la memoria Viktor—Indica Yurio. El de ojos azules abre la boca sorprendido.

Su prometido lo ha olvidado.

Fin del capítulo 1

Continuara.


Notas del autor: Primero que nada, déjenme decirles que le di muchas vueltas al primer capítulo y bueno, ahora que se terminó YOI tenía que llenar mis miércoles con algo. No me hubiese puesto a escribir esta historia si no hubiese perdido una apuesta –persona que creía que Yuri ganaría el oro- Así que aquí tienen el primer capítulo de lo que pienso serán alrededor de 6 capítulos, no quiero complicar mucho esto, aunque siempre digo esto y terminó haciendo todo más complicado. Le dedico este capitulo a mi mujer y mis hijas (¿?)

Quiero aclarar que este estilo de narración en tercera persona es la segunda vez que la utilizo, me parece un poco más cómoda y que es más fácil explicar algunas cosas, aunque a veces se me van dedazos de mi antiguo estilo. No tengo Beta así que pido disculpas por los errores de redacción y ortográficos que tenga el escrito. Tengo planeado actualizar cada miércoles pero ya se verá por que tengo otros fics pendientes de Haikyuu.

Bien ¿qué les pareció? ¿fue de su gusto? ¿tienen alguna duda?

En fin. Sus comentarios, sugerencias y tomatazos son bien agradecidos, son la gasolina del autor para seguir escribiendo.

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¡Hasta la próxima¡