Hola: Se preguntaran que paso con Corazon o Mente? todavia esta en produccion, mas sin embargo hoy estaba leyendo esta historia y no se, me vino a la idea modificarla y transcribirlas con mi pareja favorita. Tratare de irla subiendo dependiendo de que tan rapido avance para tecleara y subir los capitulos.
De antemano una disculpa por la tardanza y proximante tendran un capitulo de Corazon o Mente?
Un Plan ¿Perfecto?
No quería desearlo tanto. No quería hacer el amor con el una vez más…
Le pareció una buena idea en aquel momento. Eriol Hiraguizawa era rico, soltero, atractivo y necesitaba una esposa. De modo que cuando le propuso matrimonio, Tomoyo aceptó. Era un matrimonio de conveniencia que sólo duraría un año. Todo parecía muy sencillo era un plan perfecto, pero Tomoyo no contaba con que al final no seria tan perfecto como parecía.
Capítulo 1
«Un hombre nunca puede tener demasiadas mujeres».
Eriol Hiraguizawa recordó la frase de su padre. El anciano acariciaba las palabras al pronunciarlas. Luego miraba a su hijo único y le hacía un guiño de entendimiento.
A los treinta, una edad en la que era de esperarse que un hombre soltero en pleno dominio de sus instintos estuviera de acuerdo, Eriol Hiraguizawa disentía de esa afirmación.
No era que no le gustaran las mujeres. Le gusta ban. Le gustaba la clase de mujeres que podía invitar a cenar, luego llevárselas a la cama y olvidarse de ellas a la mañana siguiente.
Las otras mujeres eran su perdición: las mujeres que Clow Hiraguizawa más admiraba.
Pero Clow nunca tuvo una madre viuda y seis primas hermanas terribles. Por no hablar de sus respectivos retoños que encima eran unas y cito textualmente según su progenitora "Unas encantadoras ge melas de cinco años". Claro de encantadoras no tenían nada, ese par de demonios habían echado a perder un contrato de vital importancia para la compañía, no contentas con ello solo adujeron que fue para hacer un nido para un hámster, claro dicho animalito resulto ser la cría de una rata de alcantarilla. No sobra decir que su prima Nakuru puso el grito en el cielo no por que hubieran utilizado el contrato como materia prima, si no porque sus preciosas gemelas tenían una rata por mascota.
El anciano Clow Hiraguizawa, primogenito de una de las dinastías mas importates a nivel internacional no solo por su fortuna si no por su altruismo hacia las causas más desfavorecidas murió cuando Eriol tenía sólo diecio cho años y el como único varon de esta dinastía después de su finado padre tomo el lugar que le correspondia.
Ahora mientras tamborileaba con la pluma sobre el escritorio y contemplaba distraídamente por la ven tana la vista de Londres, Eriol deseó, no por pri mera vez, en su vida, haber sido huérfano.
Podría habérselas arreglado sin ellas. Sin su madre, que trataba de hacer que sentara la cabeza y conseguir le la novia perfecta. Sin Vanessa, que acababa de irse con un astuto comerciante de Las Vegas. Sin Electra, que en el nombre del arte se quitaba la ropa en una pe lícula atrevida. Sin Sabrina, que sin decir palabra se marchó al África negra. Sin Daphne, que compró quince zorros por que no quería que los convirtieran en abrigos, solo porque les tuvo lástima. Sin Sakura, que esa misma mañana había aceptado trabajar para la familia Li, los competidores más importantes de Eriol. Y sobre todo sin su prima mayor; Nakuru, cuyo embarazo le estaba complicando la vida.
Porque su condenado tío Fujitaka no había conocido lo que era la Planificación Familiar y había tenido seis hijas, pero sobre todo porque demonios no había tenido un varón que le quitara el peso de estar cuidando de todas ellas.
Alzando los ojos al cielo, se preguntó por milésima vez por qué tenía que preocuparse él del embarazo de su prima, en vez de su marido.
Se contestó que porque su marido, Yukito, era el problema. Él y Tomoyo Daidouji .
Aquella problemática mujer era insoportablemente tentadora y alegre, precisamente la clase de mujer que su primo político estaría deseoso de llevarse a la cama.
Y sin duda ya lo había hecho, pensó cínicamente Eriol .
Todas las demás niñeras que Yukito había con tratado para cuidar a las traviesas gemelas (cabe destacar que decirles traviesas es suave para ese par de demonios) durante los dos últimos meses sólo le habían servido para despistar.
Era Tomoyo Daidouji a quien Yukito quería instalar en el apartamento que Nakuru y él tenían en ChelseaPark, y llevársela luego a la cama.
Eriol sabía que debería haber desconfiado desde el momento en que Yukito le anunció que el médico les había recomendado a una niñera. Algo importante de señalar es que nunca había estado deseoso por desembolsar un céntimo más de lo necesario, y mucho menos por pagar de manera voluntaria a alguien para que ayudara a su mujer.
Pero Yukito parecía muy preocupado cuando entró en el despacho de Eriol aquella tarde, hacía dos meses.
—El médico está preocupado por Nakuru. Dice que está en peligro de abortar. Necesita que alguien cuide a las gemelas.
—Me ocuparé de ello —le había prometido Eriol, garabateando el nombre de Nakuru en su agenda.
Pero Yukito había dicho con ligereza:
—No es problema tuyo. Yo mismo entrevistaré a las chicas.
Ahora Eriol apretó los dientes. Debió haberlo adivinado. Todo lo que afectaba, aunque fuera vaga mente, la vida de cualquiera de las mujeres Hiraguizawas, ¡termina ba convirtiéndose en un problema para él!
«Tomoyo Daidouji», pronunció en silencio. ¿Qué de monios iba a hacer con ella?
Le habría gustado mandarla a Siberia, y a Yukito al Polo Sur.
Pero no podía, porque Nakuru adoraba a la estima da señorita Tomy.
—Es una persona muy competente. Tan inteligen te, tan alegre… Y cuida tan bien a las niñas… Me sien to mucho mejor sabiendo que están al cuidado de Tomoyo —le había dicho Nakuru esa mañana.
Había dicho otras cosas igualmente entusiastas acerca de la amante de su marido durante las dos se manas anteriores. Pero entonces Eriol no sabía lo que tramaba Yukito.
Ahora lo sabía. Se había enterado de los rumores como todo el mundo, excepto Nakuru. Iba a asegurarse de que nunca se enterara.
Le habría encantado encargarse de Yukito y de su amante de la manera en que se lo merecían, pero no podía. Volvió a recordar las palabras de Nakuru:
—El médico dice que estoy mucho mejor desde que llegó Tomy. No sé qué haría sin ella.
De modo que tenía las manos atadas. Al menos por el momento. Pero eso no significaba que fuera a so portar tales tejemanejes.
Apretó los puños mientras imaginaba lo que le gustaría hacer con Yukito.
Pero no podía hacer eso, porque Nakuru lo descubriría.
Y ahora, más que nunca, la nerviosa Nakuru nece sitaba protección.
Sonó el teléfono. Eriol lo tomó.
—Creí que te habías ido a casa —le dijo a Jenny, su secretaria.
—Vivo aquí —repuso ella, sonriendo—. Los dos.
—Parece que sí —reconoció Eriol—. ¿Qué pasa?
—Te llama tu madre. Por la línea dos.
—¿Ahora? —echó un vistazo a su reloj y frunció el ceño—. Son casi las dos de la madrugada en Nueva York —suspiró—. Está bien. Comunícame con ella.
Se preguntó qué desastre le habría sucedido esa vez a Helena Hiraguizawa. Su madre era una mujer que contaba con su marido para resolverlo todo. Pero como éste había muerto, nunca hacía nada sin hablar antes con su hijo.
—¿Eriol? ¿Eres tú, hijo? ¿Aún estás trabajando?
—Sí, mamá, aún estoy trabajando. ¿Qué pasa?
—Nada —respondió ella, animada—. Te llamaba para darte una buena noticia.
—¿Una buena noticia, mamá? ¿Cuál?
—Me voy a Londres, con Lucia.
NOTA:
ESPERO Y LES HAYA GUSTADO, NOS VEMOS PRONTO
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