naruto © masashi kishimoto
a/n. so, here i am. (returns)
en un principio, esto fue un sasuke/sakura excesivamente corto y de humor. ahora es una mierda angst y un poco más larga.


kirsch

i. i'm my own nightmare

(love is «evol»;
spell it backwards, i'll show ya)

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―Así que te gusta ese chico emo ―preguntó Ino como misteriosamente―, ¿No?

Entonces la Sakura-interior-que-en-realidad-no-existía-pero-sí-existía se enfadó tanto que se puso roja de pura rabia.

¡QUE NO ES EMO!gritó la-Sakura-que-no-existía-pero-sí con absurdo frenesí

―Ino ―murmuró la Sakura real con tajante diplomacia―. Sasuke-kun no es emo, y lo sabes.

Lo que pasaba era que ella padecía algo así como timidez atópica ―y suena un poco más a enfermedad― e Ino lo que tenía un verdadero problema de escucha; corta de entendederas, y de entendederas casi arbitrarias, por así decirlo. Vamos, que escuchaba lo que le daba la gana.

―Sus amigos lo son; es depresivo y vengativo; casi siempre viste de negro; tiene una obsesión morbosa con la sangre ―enumeró contando con los dedos―. Hola, Sakura.

Ino la interesante Yamanaka levantó las cejas muchas veces seguidas y Sakura se alisó la falda antes de levantarse.

―Tienes un problema, Ino.

Ino la estruendosa Yamanaka se rió un poco; en realidad no fue sólo un poco.

―Y tú estás obsesionada con un emo.

La Sakura que no existía pero sí se revolvió dentro de todo lo que la verdadera Sakura en realidad era, dondefuera que eso estuviese.

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―A lo mejor hoy le encuentras ―le comentó Ino, así como quien no quiere la cosa.

Sakura no solía arreglarse demasiado, pero por ser una noche especial, se puso una falda ―demasiado larga, en realidad― y unos pendientes diminutos.
Así que allí estaba Ino con dos vasos de whisky y preciosa con su pelo rubio suelto y su vestido plateado en el local de moda.

Hmpf ―bufó la Sakura que no existía pero sí con retintín―. Sasuke-kun nunca sale por aquí.

La Sakura real sólo sonrió con su boca minúscula y taimada y bebió un trago largo.

(puede; ojalá)

Así que, por supuesto, bebieron más de la cuenta porque Ino es una neurótica y Sakura es la sumisa mejor amiga, y Naruto también estaba allí, solo que siendo seducido por esa pelirroja siempredenegro de Karin, que ahora que lo pensaba, ¿No era ella amiga de Sasuke-kun, en realidad?

Y luego ese chico alto, Suigetsu, que estuvo toda la noche merodeando a su alrededor porque quería tocarle las tetas o no-sé-qué, e Ino le dijo, unos días más tarde, que el muy cretino lo consiguió, aunque Sakura no estaba muy segura de eso.
Y el otro chico, Juugo; un tipo muy grande. Todos amigos de Sasuke-kun.

La cosa estaba muy clara, excepto para Sakura; porque ella estaba (demasiado) borracha como para recordar quién era o cualquier otra cosa así como importante al día siguiente con relativa nitidez.

Le resultó fácil.
(divisar a Sasuke-kun no, en realidad, pero la Sakura que no existía pero sí tenía una especie de radar especial para encontrar chicos guapos y misteriosos para dejar que la verdadera Sakura les arreglase como pudiera)

Como había bebido tanto, ni siquiera se lo planteó dos veces cuando se acercó a él con determinación y le tomó la cara entre las manos para besarle en la boca.

fuck yeah; una pena no recordar nada.

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Ino le contó, un par de días después, que había besado a Sasuke-kun esa noche y que luego le había vomitado en los pantalones.

(algo en lo que se debe hacer hincapié:
«un par de días después»)

Y ése fue precisamente el problema.

Después de la mañana de la resaca ―el aburrido dolor de cabeza y la sensación de mareo y el estómago y la garganta revueltos―, Sakura sale a la calle sin peinar, con legañas y ojeras en los ojos y una camisa puesta del revés.

Camina rápido y a pasitos pequeños y va murmurando cosas para sí misma ―o para la otra ella― y no se da cuenta de que cualquiera que pase a su lado debe pensar pero qué cojones pasa contigo, chica, eres una especie de zombie desquiciada e Ino le gritaría que pero cómo se te ocurre ponerte pantalones de deporte un domingo, Sakura. ¡domingo!

Necesita ir a comprar comida. Urgentemente. Necesita digerir algo que no sean los incomibles yogures de su nevera espeluznantemente vacía, así que ahí está ella, y ahí están a cinco cuatro tresdosunoningún paso(s) de ella Sasuke-kun y sus amigos emos-solo-que-en-realidad-no-lo-son.

La pelirroja está fumando y lleva puesta una chaqueta negra y naranja que le va demasiado grande y que a Sakura le resulta vagamente familiar pero que no puede identificar

(la-otra-Sakura, en cambio, sí lo sabe; cómo no va a saberlo)

y la vigila de cerca, como ridículamente orgullosa y enfadada.

Juugo, que es en realidad un buen chico cuando no le buscas las cosquillas a sus instintos homicidas, le sonríe como dándole apoyo y Sakura tiene demasiado sueño como para pensar en lo que viene a continuación.

―¡No me puedo creer que prefirieses besarle a él antes que a mí, Sakura-chan! ―le reprende Suigetsu― ¡Con todo lo que yo te quiero!

(Sakura no se da cuenta, pero la-Sakura-que-todavía-no-existe-pero-sí puede ver a través de las palabras que traspasan los hilos de sus pestañas espesas y se da cuenta del matiz sexual de todo el asunto: el guiño, la mano en la entrepierna; todo lo que yo te quiero)

Sakura parpadea.

―¿Qué?

Uchiha Sasuke ―que no sabe sonreír― examina despacio a la (casi ―por supuesto que había oído hablar de ella; era la chica que siempre iba detrás de Ino y con la que Suigetsu estaba obsesionado por desvirgar, o algo así. «quizás no sea virgen, Suigetsu-kun» solía decir Hinata, la pequeña amante de Suigetsu que en realidad tenía un novio que―) completa desconocida que le había asaltado la noche anterior gritando su nombre y le había besado y después había decidido que sus pantalones eran un buen lugar para expulsar su cena.

(tiene el pelo demasiado brillante, piensa, las puntas que son como agujas y los ojos tan absolutamente verdes que podría ahogarse en ellos, las manos diminutas y el recuerdo de una sonrisa fugaz en la comisura de sus labios, a pesar de ese aspecto de vagabunda que tiene, con esos pantalones grises viejos y me parece que llevas la camisa mal puesta

―pero la recuerda esa noche, de todas formas. se arrastraba con pasos de bailarina de ballet y una sonrisa escondida en el vuelo de su falda larga y luego―)

―¿No lo recuerdas? ―murmura él, pensativo.

―¡Y los pantalones, Sakura-chan! ―sigue Suigetsu como si en realidad Sasuke no hubiera comentado nada en absoluto― ¿Cómo se te ocurre, eh, esto… regurgitar tu dignidad en los lustrosos pantalones del chico en cuestión? Niña malvada, eso no está bien. Después de un beso así tendrías que habérselos quitado, no llenarlos de bilis y demás substancias estomacales.

―No lo recuerdas ―afirma Sasuke―. No recuerdas nada.

Los pies de Sakura han decidido echar raíces en el suelo y su mente no parece procesar que seguir mirando fijamente a Sasuke Uchiha no es una buena idea.

―Y-yo, realmente lo siento, Sasuke-kun ―se disculpa la chica-bailarina de ballet―. Podrías simplemente pasarme la factura de la tintorería y yo, b-bueno, supongo que…

(antes de terminar, se marcha corriendo)

―¿En serio se ha largado así de repente? ―pregunta Karin sorprendida.

―Lo que yo os diga ―ríe Suigetsu―. Virgen. Y me pido follármela primero.

Sasuke se encoge de hombros.

(la siente escabullirse de entre sus dedos no-lo-suficientemente-ágiles)

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―¿Naruto? ―pregunta Sakura con cautela cuando finalmente llega a su piso-demasiado-pequeño-como-para-tener-intimidad― ¿Estás en casa?

Nota cómo él se hunde en el sillón rojo y ella se desploma a su lado, compartiendo su depresión falaz con su educada y hermética miseria.

―Estoy aquí ―logra murmurar demasiado tarde.

―Lo sé, lo sé. Yo…

―¿tú también estás teniendo una mañana de mierda?

―hmpf

(se cuentan verdades a medias que no llegan a ser mentiras esbozando el negativo de una aparente conversación civilizada)

Él ni siquiera le había dado la señal ―el arrastrado bufido de resignación inútilmente contenida; la media sonrisa; los hombros encogidos con premeditada fuerza― cuando ella comienza a hablar.

―Aparentemente, ayer por la noche estaba suficientemente borracha como para besar a Uchiha Sasuke así porque sí. Y además, luego le vomité en los pantalones. Me lo he encontrado esta mañana y ese cretino de Suigetsu me lo ha contado todo ―confiesa ella con nerviosismo―. Me estoy muriendo de verg- ¡eh, no te rías! Es más, ¡tienes terminantemente prohibido reírte!

(su pulcro carcajeo suena a campanillas y la arregla tanto como puede)

―Bueno ―Naruto tantea el terreno, primero―, él te gustaba desde hacía tiempo, ¿no?

Siendo específicos, yo creo que gustar no es la palabra ―matiza la Sakura-que-en-realidad-no-existe―. Lo que pasa es que quiero perder la virginidad con él y todo eso. Lo que pasa es que quiero violarle. O que me viole.

―¡no me gusta! ―mentira―. Es interesante. Sólo interesante, no quiere decir que me apetezca foll-ADIÓS, NARUTO.

Se quedan en silencio durante un rato, medio dormitando medio reflexionando sobre cosas que en realidad importan una mierda cuando él le confiesa su secreto; cuando él le habla de todas sus dudas y Sakura se hace la dormida porque ella no sabe realmente cómo lidiar con todo eso.

(ella no es la heroína; tiene gracia que ella, que estudia medicina, no sea la que arregla a la gente ―porque sakura cura heridas, pero no el alma―, y todo el mundo sabe que naruto es el que regenera)

―Me acosté con Karin ayer ―susurra―. La amiga de Uchiha, ya sabes, la que es pelirroja y sexy y siempre está fumando y siempre va de negro, y me dijo que ella lo sabía todo sobre Hinata. Yo le pregunté que qué sabía, y ella dijo que más que yo. Y lo hice. En realidad, lo hicimos, y…

Hibernan durante el resto del día porque el cuerpo no aguanta más. La Sakura-que-nunca-existió-pero-quizá-sí parlotea gesticulando excesivamente porque si Sasuke-kun está muy bueno que si me apetece morderle que si joderjoderjoder quiero tener sueños húmedos con él y Sakura ―la de verdad, o eso cree― se pregunta si Naruto también podrá oírla, porque su voz chillona todavía hace eco dentro de sus orejas de duende.

(devastada pero díscola, piensa Naruto cuando la ve agonizar como para sí misma)

―¿qué piensas ahora, naruto?

―que me da igual

Sakura termina soñando un montón de sinsentidos que puede que tengan todo el sentido del mundo.

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(―¿quién eres?

La chica al otro lado del espejo esboza una sonrisa malvada que a Sakura le eriza la piel y le provoca un escalofrío de pura anticipación.

―no te asustes ―se ríe enseñando la puntiaguda dentadura―, soy tú.

(¿la sakura-que-no-existía-pero-sí, puede?)

La mira fijamente como si quisiera memorizarla. Tiene el pelo rosa, como ella, pero los mechones de su cabello parecen estalactitas de hielo a punto de quebrarse, a punto de rasgar la blanca piel de su cuello. Tiene los ojos tan verdes que duele mirarlos ―los de Sakura (la real) destiñen― y las manos diminutas, y se mueve como si cada movimiento fuese un paso de una coreografía especialmente complicada.

Sakura pone una mano en el espejo, como esperando a que el vaho borre la desdibujada silueta de la chica-hada que se burla de ella tras el cristal.

―¿quién soy yo, entonces?

La estúpida otra-Sakura parece reírse de ella con una risa sardónica a la que sería aconsejable temer.

―no lo sé ―se mofa―, ¿tú lo sabes? porque a lo mejor en realidad no existes; a lo mejor en realidad tú eres yo, aunque quizá deberías.

(débil débil débil débil débil d-)

mucho antes de que la chica-hada terminase de hablar, Sakura ya había roto el espejo a puñetazo limpio -niña malvada; fuerza-montruosa; de-, tomado los puntiagudos trocitos de cristal y apuñalado a su otro yo con rabia)

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Cuando se despierta, la sangre se camufla en el color escarlata del sofá.