¡Plena dedicación a la adorable "LagrimasSolitarias", por tu insistencia a que continuara escribiendo fics, de esta pareja y brindarme los ánimos para ello! ¡Feliz cumpleaños atrasado, guapa! C:


Los padrinos mágicos con mera propiedad de Butch Hartman. Para lo único que utilizo sus personajes son para hacer un fic, hecho por una fan, para fans. No gano nada con esto, por lo que me descargo de responsabilidad. En lo que respecta a la historia, es obra mía.


Innocent Bastard.

Chapter 1

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Anti-Cosmo quería romper el bolígrafo que tenía en su mano, pero estaba seguro que si lo hacía toda esa tinta oscura quedaría sobre sus papeles de la empresa y no deseaba enviar a imprimir todo nuevamente por un desquite de emoción. Se llevo una mano a sus ojos frotando sus parpados con fuerza, frustrado. Su situación era ridícula.

Luego de lanzar el bolígrafo contra el escritorio, se levanto de su cómodo asiento para estirar sus músculos tensos. Poso un cigarro entre sus labios, intentando que la nicotina calmara esas profundas molestia que tenía en su estomago. En verdad estaba molesto. ¡Y no era para menos!. Su novia había preferido, ir a ver a su grotesca familia en vez de pasar toda una semana en las islas paradisíacas que estaban bajo su propiedad. Pellizco el puente su nariz, antes de posar su mirada sobre aquellas líneas de palabras que poco le importaban.

En ocasiones como estas, era en las que él duda si aquella despampanante rubia, era igual de estúpida que una nuez. ¿Quién en su sano juicio rechazaría una oferta como esa, por visitar a su familia?. Al parecer esa mujer, si.

Prefería mil veces negarse a la idea de tenerlo toda una semana para ella sola, en conjunto con un paisaje paradisíaco y posiblemente noches enteras de sexo, solamente porque extrañaba mucho a sus padres y su hermana menor.

Él no los conocía ni tenía la intensión de hacerlo, estaba seguro que seguramente serian unos campesinos ignorantes, malolientes. Que por esas casualidades de la vida, tenían parentesco con esa famosa actriz reconocida en todo el país, y de la cual él estaba enamorado, para su desgracia.

Por lo que si ella deseaba que él, el famoso y poderoso empresario, vaya a pasar siete largos días a la granja donde su novia se había criado, él no le daría un "no" por respuesta. No era tan fuerte como para resistirse a esa mirada de niña buena y ojos de inocencia que le daba cada vez que quería algo de él.

Era lunes por la mañana cuando él vio por el vidrio de su limusina privada, como el toque de civilización de la ciudad se perdía, para ser remplazado por enormes campos de mazorca y demás vegetales que se solían cultivar en esas aéreas. Encendió un cigarro, sintiendo en el acto la mirada pesada de la rubia sentada a su lado.

—Te he dicho que no me gusta que fumes en el auto— Lo regaño arrugando el fino ceño rubio, con rudeza. Él se acerco a su rostro de princesa, para soltar el humo cerca de su cara mediante un soplo suave. Al instante, notó como ella comenzaba a toser con rudeza. No pudo evitar soltar una risa malvada, al momento en que aplastaba el vicio contra el cenicero y desalojaba un poco su corbata.

Su mirada verdosa se poso sobre la silueta delgada de la mujer, que sensualmente pintaba su carnosa boca con un pintalabios color cereza. Con una de sus manos la sentó sobre su regazo, tomándola por sorpresa al él lamer su cuello esbelto con lentitud.

—Voy a echar de menos la playa— le dijo roncamente contra su piel, sintiéndola estremecer entre sus brazos— Anti-Blonda, no podre tocarte como yo hubiese querido— comento pícaramente pasando una mano grande por encima de esa blusa apretada que mantenía estirada sobre sus senos. Ella suspiro, haciéndolo sonreír malvadamente antes besar su cuello hasta bajar hasta su escote pronunciado. –Con tus padres y tu hermana, mirándonos todo el tiempo, no voy a poder ser capaz de disfrutarte como quería…—ronroneo contra ella haciendo que la de ojos color azul, lo observara seductoramente.

—Hay un granero que podremos usar a nuestro antojo— le susurro sensualmente, haciendo que él ladeara su boca en una sonrisa de lado.

—Me encantaría conocerlo— contesto de regreso recibiendo el beso húmedo que ella depositaba sobre sus labios.

—Pronto, mi amor. Pronto— Esa mujer lo tenía loco. Era la sensualidad y el erotismo personificados en persona, en una hermosa persona que no le importaba resaltar entre los demás a causa de su rebeldía absoluta. Y eso lo hacía desearla más.

Ella atrapo su corbata entre sus finas manos, atrayéndolo hacia si con más fiereza. Una tentadora pierna, descubierta por aquella pollera blanca que llevaba, se subió hasta su cadera incitando a que él introdujera su lengua dentro de su boca.

—Te dije que no traigas tanta ropa de clase, aquí nunca te dura limpia— le dijo contra su boca, haciendo que él elevara sus hombros, desinteresado.

—Un hombre como yo nunca deja la clase y el buen porte, por nada del mundo— Ella rio gravemente, antes de proseguir con el beso.

Justo en el momento en el que él comenzó a desabrochar aquella blusa que estorbaba, la limosina se detuvo, al igual que ella se despego de su cuerpo como si quemara y se comenzó a acomodar torpemente la ropa.

—Ya llegamos— le dijo intentando acomodarse el lápiz labial. Él simplemente suspiro sonoramente, apretando su ceño con fuerza.

Estaba con las ganas de atrapar a esa mujer entre sus brazos y no dejarla ir hasta que se haya cansado de ella, lo cual dudaba. Observo con molestia la humilde casa de dos pisos que con sus paredes desteñidas y varios perros atados ladrándoles a los forasteros, les daba la bienvenida.

Una mujer regordeta salió al postigo de la casa, en el momento en que Anti-Cosmo y Anti-Blonda, bajaban del vehículo esperando a que los atendieran. Al instante él la analizo con sus ojos verdes con atención, simulando interés.

Era una dama de mejillas regordetas y compostura tosca. Se notaba a distancia que el realizar trabajos masculinos, para ella nunca fue un problema, pero a pesar de su compostura algo tosca, tenía un aire maternal que lo hizo imaginarse por un momento si Anti-Blonda tendría esa forma de ser cariñosa y dulce cuando tenga un hijo. Sonrió al verse en la idea de ver a la rubia a su lado con una panza enorme, esperando un hijo suyo. Lo que más deseaba era tener un heredero, pero por el momento eso podía esperar, aún era joven y debía dejar todo un imperio organizado y dominado a su herencia.

Tras terminar de abrazar y soltar lagrimas gruesas de felicidad sobre su hija, ella poso sus ojos azules sobre él con intensidad, casi analizándolo para golpearlo o algo similar. Luego de un tiempo de observarlo, se acerco hacia él rodeándolo en un abrazo que simplemente contesto con leves palmadas en esa enorme espalda.

—Buenas tardes, señora. Es un verdadero placer conocerla— Dijo con respeto, atrapando esa mano regordeta y pequeña en su mano y besarla con suavidad. Digno trato a una dama.

Ella al instante sonrió complacida. Rodeándolo en otro abrazo asfixiante, que posiblemente le pudo haber quebrado alguna vertebra.

—¡Me da gusto que mija haya conseguido un buen marido!— exclamo alegre, ganándose una mirada fulminante por parte de la rubia.

—No es mi marido, mamá— le señalo ella, haciendo que la mujer abriera sus ojos con sorpresa.

—Pues deberías atraparlo ya— dijo con un acento sureño y campesino que hicieron que él reprimiera las ganas de reír, en frente de su cara. Luego se reiría, cuando este en soledad y lejos de la vista de su novia y demás familia.

—¡Mija!— una voz masculina lo hizo elevar su mirada verdosa hacia un hombre que con ropa de campo, lanzaba al suelo unas herraduras de caballo, para alzar a su hija entre sus brazos.

Anti-Cosmo, poso su atención sobre la cicatriz notoria que cubría parte de su mejilla. Preguntándose, si debía tener cuidado con ese tipo, o era simplemente una apariencia de tipo duro, lo que inquietaba.

—Veo que tú eres el famoso Anti-Cosmo— dijo frente suyo, haciendo que él ofreciera su mano en forma de saludo.

—En efecto— contesto algo arrogante, ante la mención de su categoría— Un gusto, señor Big…

—Anti-Daddy para ti, chico— saludo cálidamente apretando su mano con rudeza.

Que acaso todos en esa familia tenían una fuerza sobrehumana, por suerte su novia no demostraba tener esa características ni siquiera el parentesco con ellos. A excepción con la madre que era su fiel copia nada más que con unos kilos demás y un acento asquerosamente sureño.

—¿Cómo les fue en la cabalgata?— pregunto la mujer, mientras su esposo la abrazaba por encima de los hombros cálidamente.

—Bien…aunque ya conoces a tu hija. Tiene la atención de un niño se distrae con facilidad— aquello saco una risa divertida de todos a su alrededor menos de él. No conocía a esa muchacha de la que hablaban y dudaba que le cayera bien…

—¡Hermanita!— una voz fue lo último que escucho antes de que todo se volviera negro y sintiera como su frente chocaba contra el suelo árido y rasposo.

Cuando se despertó, sintió como algo frio chocaba contra su frente. Observo la habitación con cuidado en conjunto con un bonito escote que se posaba a pocos metros de su rostro. Él no tenía que ver el rostro para reconocer el cuerpo de su novia. Suspiro adolorido al intentar pararse con firmeza.

—¡Ya despertaste! Que alivio— dijo liberando una tensión que tenia sobre su cuerpo.

—¿Qué ha sucedido?— pregunto intentando nuevamente levantarse, pero Anti-Blonda inmediatamente lo obligo a recostarse nuevamente.

—Mi hermana, estaba tan feliz por verme que sin querer el caballo en donde andaba se te lanzo encima ante el arrebato de ella— explico algo avergonzada. Su hermana siempre había sido impulsiva e inclusive inconsciente en sus acciones tan extrovertida, muy por el contrario a ella que cada movimiento lo tenía fríamente calculado.

—Oh…ya veo…—fue lo único que dijo, sin borrar aquel acento británico en su tono de voz.

—¿Tienes hambre?¿Quieres beber o comer algo?— pregunto, haciendo que él sonriera levemente. Beso sus labios con lentitud, antes de volverse a recortar nuevamente sobre la cama.

—Eso me gustaría— susurro con cuidado, viéndola sonreír antes de retirarse moviendo sus caderas con sugerencia. Una vez solo, elevo la bolsa con hielo que descansaba sobre su frente, tanteando la herida reprimió una mueca de dolor al sentir el corte que tenia sobre su ceja derecha.

¿Qué clase de salvaje era esa chica?

La puerta nuevamente se abrió, haciendo que él dejara sus pensamientos de lado para posarlos sorbe la joven chica que entraba a la habitación sin mostrar ninguna clase de respeto a la privacidad. Ella abrió sus ojos en su plenitud, ante la sorpresa de encontrarlo allí acostado.

Él, se permitió observar con atención. Un largo cabello azulado con leves reflejos rosas, era sujeto por una cola alta de caballo, mientras que un flequillo rebelde hacia un lindo rulo sobre su frente. Sus largas pestañas enmarcaban unos grandes ojos rosas, idénticos a los de su padre, pero con la diferencia de que los de ella mostraban la inocencia y sorpresa pura.

Bajo por su cuerpo, con el total respeto posible. Era la hermana de su novia, por lo que debía respetarla como tal. Unas calzas negras enmarcaban unas piernas delgadas, torneadas ante el ejercicio seguramente, mientras que una larga camiseta dos talles más grandes que los que ella necesitaba, bajaba por sus hombros hasta mitad de sus muslos.

Unos dientes disparejos atrapaban una bolsa repleta de sándwiches hechos, mientras que en la mano que no sostenía el picaporte de la puerta, descansaba otro más ya mordido por un gran bocado. Ella con total naturalidad camino hasta su cama hasta sentarse a los pies de la misma con sus piernas cruzadas y comenzar a comer. Luego de tres mordisco, ella elevo su mirada hacia él sonrió con comida entre sus dientes.

—¿Cómo te llamas, pantalones elegantes?— le pregunto simpáticamente, mientras con sus dos pies atrapaba otro sándwich y lo llevaba a sus labios, con una flexibilidad absoluta.

Anti-Cosmo no pudo reprimir la cara de asco al verla comer su comida de esa manera, era repugnante. Ni que se diga de aquel apodo ridículo que le había dado. ¿Quién se creía como para dirigirse de aquella manera a él?¡Él! El temido empresario que con solo un movimiento de su dedo podría hacer tu vida un infierno, era llamado de esa manera por una inculta campesina que por poco le rompe la cabeza, antes de saludarlo como es debido.

—¡Oye! Te hice una pregunta…¿Acaso eres sordo?— pregunto sin ninguna pizca de burla, acercándose a su rostro. Violando su espacio personal, y dando la oportunidad a él para observar su rostro con detención.

Era idéntica a Anti-Blonda, pero con la diferencia de que ella no tenía esos ojos azules, ni ese cabello dorado, ni siquiera poseía esa tonelada de maquillaje en su rostro. Ella en cambio, demostraba tener poco cuidado por su imagen personal y eso lo demostraba esos rebeldes mechones que caían sobre su rostro, y aquellas migajas de pan que cubrían la comisura de sus labios. Unos labios carnosos y tentativos que se apretaban un gesto tan infantil como sensual…

¡¿Qué demonios estaba pensando?!. ¡Por dios, era la hermana de su novia!¡Su cuñada!. ¿Qué mierda le había picado para pensar de esa manera?

Se corrió hacia atrás, removiéndose nervioso en su lugar. Incomodo ante la cercanía que ella imponía al hacerse entender.

—Te pregunte…¿Cuál era tu nombre, pantalones elegantes?— ahí estaba nuevamente ese apodo. Arrugo su ceño molesto antes de reincorporarse y obsérvala con molestia.

—¡Eso debiste preguntarme antes de casi romperme la cabeza, bestia!— le grito contra su rostro ganándose una mirada complemente confundida por parte de ella.

—Mmm…¿Yo hice eso?— pregunto dudosa rascando con su mano su cabeza. Él la observo por un momento dudando si su salud mental era la mejor. Ella mostró una sonrisa de oreja a oreja, mientras disparejos dientes se mostraban hacia él—¡Entonces por esa razón era que la mamá y el papá me regañaban!— hablo como si hubiese descubierto que al tierra era redonda y los humanos podían caminar en dos patas.

La verdad es que ella prefirió disfrutar su sándwich, en vez de escuchar los gritos de indignación que pegaba su hermana al cielo al igual que sus padres. La última vez que la había visto de esa manera, fue cuando ella accidentalmente uso su vestido favorito, para hacerle una manta a un cordero que había quedado sin su madre a causa del ataque de unos perros salvajes. Estaba muy molesta.

—Como sea— dijo ella quitándole importancia, mientras volvía a atrapar el sándwich de esa forma tan extraña, frente a la atenta mirada de él.— Me llamo Anti-Wanda…—se presento formalmente estirando su mano de forma amigable. El empresario, no pudo evitar posar sus ojos verdes sobre esa pequeña mano delgada, distinguiendo las uñas sucias cubiertas con lodo y algún otro material extraño.

A pesar de todo, él entrego su mano hacia ella, estrechándola con delicadeza. Era la mano más suave que hubiera tocado, ni siquiera Anti—Blonda con los kilos de crema que se ponía a diario podría igualar la suavidad de esa piel pálida.

—Un placer…Mi nombre es Anti-Cosmo— se presento, captando en de inmediato como ella fruncía su ceño con rudeza, y su mano se tensaba entre la de él.

—Ese nombre es difícil. Te llamare Cozzie— señalo, sonriendo con la inocencia de una niña pequeña. Él simplemente no pudo reprochar al ver como la puerta del cuarto se abría, rebelando a su novia, que al instante abrió sus ojos con sorpresa al ver como sus manos estaban estrechadas.

Una sonrisa malvada se poso sobre sus labios pintados de rojo, mientras su mirada manipuladora se posaba sobre la muchacha sentada en la cama.

—Hermana, Anti-Juanisimo esta esperándote abajo…Dijo que era para acordar la hora en la que irán al festival— Al instante aquella muchacha soltó su mano con rudeza y trato de manera despareja arreglarse un poco su cabello y su ropa, antes de salir corriendo por la puerta sin ni siquiera acordarse de sus sándwiches.

Anti-Cosmo posó su mirada sobre la rubia, descubriendo en el acto la burla puesta en sus pupilas. La vio sentarse a su lado, mientras posaba una bandeja de comida sobre la mesa de luz.

—¿Por qué mentiste?— le pregunto sonriendo levemente al verla alzar una ceja sexy.

—Yo no mentí. Ese idiota seguramente ya debe haber estado en la puerta. Lo vi estacionar su moto en la entrada— Dijo mientras le tendía la bandeja entre sus piernas.— La pobre está loca por él…Es una lástima que ese tipo sea muy tímido. Sería un buen partido— Al instante su ceño se frunció, se acerco hacia ella ignorando la puntada de dolor que se poso sobre la herida.

—¿Te gusta?— pregunto sin evitar ocultar la molestia en su voz. Era celoso de eso no le quedaba duda, pero raramente lo demostraba.

—Claro que no—Dijo desinteresa mente atrapando sus labios con un beso húmedo, metiendo su lengua descarada dentro de su boca haciendo que un escalofrió rodeara su cuerpo. Esa mujer hacia que sus sentidos se alboroten simplemente con un beso. Una vez que él comiera en silencio, poso su mirada sobre su novia.

—Vamos a bajo. Quiero levantarme, odio recostarme por mucho tiempo— le dijo para reincorporarse, sin baja aquella bolsa con hielo de su frente.

Bajando las escaleras una risita tierna llego a sus oídos. Al instante, un rostro bronceado capto su atención. Sentado en uno de los sillones de la sala, un tipo de larga cabellera oscura, posaba su mirada sobre la pequeña muchacha que cruzada de piernas, sentada a su lado, le sonreía bobamente mientras sostenía un papel entre sus manos. La rubia a su lado, aclaro su garganta ganándose la atención de ambos que dejaron de mirare tímidamente, para observarlos a ello con completa sorpresa.

Anti-Cosmo, noto como el cuerpo de ese tipo se tensaba al ver a la mujer a su lado. Posesivamente, atrapo su cintura con una de sus manos, mientras sonreía al notar el completo desconcierto que tenía tatuado en ese rostro latino.

Anti-Wanda, en cambio, simplemente bajo su mirada por unos momentos para luego levantarse de su asiento y sonreír bobamente mientras le hacia un ademan para que el sujeto se parara. Con una timidez, no muy propia para un hombre musculoso y varonil como él, poso sus ojos exóticos sobre ellos.

—Anti-Juanisimo, él es el novio de mi hermana— lo presento con torpeza la mujer. Pero él lo notó, había hecho un claro hincapié en la palabra "novio". Alzando su mano, con completa altanería y burla, ocultándolo bajo la máscara de respeto, él tendió la mano de forma amable. Falsa amabilidad.

—Una placer…— No pudo evitar pronunciar, notando como su mirada purpura subía y bajaba de su figura, para luego posarse sobre la mujer que celosamente el empresario sostenía de la cintura. Anti-Wanda, simplemente observaba todas aquellas miradas en silencio, borrando por primera vez desde que la conoció aquella mueca alegre de su rostro, remplazándola por completa preocupación.

Él estrecho su calluda y velluda mano, contra la de él, no sin antes pronunciar un seco y profundo "Igualmente, es un placer".

—¿De qué hablaban?—pregunto Anti-Blonda a su lado. Haciendo que la mirada de ellos dos se posara sobre la rubia, sonrojándose al instante.

El empresario, no pudo evitar posar su atención sobre la dama de ojos rosados, encontrando ese sonrojo adorable en sus rasgos casi infantiles. Pero una molestia lo cubrió al darse cuenta de quién era el que lo ocasionaba, pero inmediatamente borro ese pensamiento al darse cuenta de lo ridículo que era.

—De...de nada…—balbuceo nerviosamente el robusto hombre, mostrando un acento español notorio. Era extraño posar aquella timidez y nerviosismo, en alguien como él, cargado de testosterona y con un físico que fácilmente podría hacer competencia a los mejores luchadores que se pasaban horas en los gimnasios para lograr aquella meta. La sola idea lo hacía ver ridículo.

Anti-Wanda, al contrario de su acompañante, sonrió alegremente mientras se colgaba de ese musculoso brazo y observaba a su hermana sonriente.

—Anti-Juanisimo me ha pedido una cita…¡¿No es genial?!— grito emocionada. Ignorando como el rostro de su hermana se desfiguro en el acto.

—¡¿Qué?!— pregunto más notoria de lo que aparentaba demostrar. Las palabras salieron de sus labios, sin cuidado. Se arrepintió internamente al sentir la mirada de Anti-Cosmo, puesta en ella al instante.

Su novio no era estúpido, era la persona más inteligente que se pudo haber cruzado en su camino, y difícilmente era posible engañarlo. Pero lejos de toda aquella virtud, ella se debió acordar de que él también era la persona más malvada si se le era traicionado. Y la mirada que en esos momentos le estaba regalando era una mirada de análisis que ella conocía bien, si mentía estaba condenada.

La pregunta que la dejo helada, por fin llego saliendo de sus labios— ¿Y eso que te tiene que importar a ti, querida?

Anti-Blonda trago pesadamente antes de contestar.


¡Nos leemos en el próximo capitulo!. Espero que tenga un buen recibimiento esta historia. Ya que normalmente, no hay mucho fics, en español en este sector y más que traten de esta pareja tan particular.

Gracias por leer :)