1.
Cuando se tiene un mellizo y se es mayor que este por apenas unos segundos, es difícil definir términos como 'Hermano Mayor' y 'Hermano Menor' por eso ellos nunca se molestaron en usarlos, llamándose constantemente por sus nombres y alguno que otro apodo.

La única diferencia entre ellos en sus primeros 3 años de vida había sido que...él era rubio mientras su mellizo era moreno. ¿Razón? Siempre la supieron.

2.
Cuando ellos tenían 3 años, su hermano menor nació.
Muchas peleas siguieron a ello, ambos querían ser el hermano mayor del grupo. Madre terminó diciendo que ambos podían serlo.
Cuando ellos tenían 6 años y el menor 3, el heredero al trono se decidió, por esos segundos de diferencia con su mellizo.

El comenzar a usar 'Hermano mayor' y 'Hermano menor' se volvió lentamente costumbre...al igual que el hacer pequeños copos de nieve que hacían reír al más pequeño de los tres.

3.
A los 7 años las diferencias comenzaban a hacerse más marcadas. Él era callado en lo posible y tranquilo, sus hermanos por otro lado eran tan iguales que le causaba risa el verlos jugar juntos cuando él tenía que estudiar apenas unas horas más a la semana que ellos.
No le molestaba.
Padre estaba orgulloso de los tres por ser como eran, y él empezó a encontrar más amor en darles un lienzo blanco para jugar en días de lluvia o de noche que nunca antes.

Jamás había temido esa magia que poseía, de todos modos.

4.
Cuando se es el hermano mayor de tres hermanos, se trata de velar por su bien, cuando se es, además de todo, el heredero al trono de todo un país, se procura ser lo más correcto posible...pero cuando se tiene solo 9 años, uno solo desea disfrutar de su vida y de ser un niño.

No era raro ser despertado a mitad de la noche por un pequeño bulto y luego por uno más pesado, ambos de cabello y ojos negros, mirándolo fijamente mientras le decían que despertara, que no era momento de dormir...no siempre les hacía caso, pero el menor había aprendido el truco para despertarlo.

Esa noche, sin embargo, él probablemente deseó no haberlo hecho.

Nunca le había temido a su poder...hasta que su hermano menor había quedado casi congelado por su culpa, si bien su mellizo se culpó de la misma forma...la culpa era suya, por haber sido tan irresponsable con sus poderes...

Por haber creído que...no estaba mal usarlos sin medir el riesgo.

Su hermano olvidaría que tenía magia...su mellizo tenía prohibido decirlo, y él viviría encerrado desde entonces.

Le temía a su poder más que a nada en el mundo.

5.
Probablemente sus hermanos hubieran deseado tener un hermano más similar a ellos.
Él vivía encerrado en el estudio o en su habitación, bajando a comer apenas, saliendo por momentos y para visitas reales, estudiando y actuando formal como el heredero que era.

Era consciente de que sus hermanos se aburrían encerrados en un castillo que no abría las puertas.

...Y era consciente que era su culpa.

Probablemente él hubiera deseado en algún momento, un hermano que fuera calmado, callado, recto y que siguiera las reglas.
Sus hermanos eran la viva imagen de la luz, de la alegría, de la libertad. Siempre corriendo, yendo de un lado a otro, destruyendo el castillo en sus juegos y poniéndolo de los nervios por ocasiones al dibujar en su ventana.

Era consciente de que los amaba y quería protegerlos a toda cosa y que ellos querían acercarse.

...Y era consciente de que eso jamás sería posible.

Quizás ambos lados hubieran deseado un hermano más similar a ellos.

6.
Padre y Madre eran lo otro que más amaba en el mundo...y también dos personas que deseaba proteger de si mismo a toda costa.

Padre siempre lo decía, que debía dejar de tener miedo, que debía encerrarlo dentro de si...pero él era incapaz de hacerlo sin cerrarse al mundo en temor de que sus emociones se salieran de control.

Madre le dió un par de guantes entonces.

Amaba esos guantes, no temía más tocar las cosas y congelar todo, no temía más el abrazar a sus padres, ni temía más el llegar a tocar a sus hermanos...pero seguía sin hacerlo, y madre entristeció...lo sabía, pero era inevitable.

Tenía 11 años y solo un par de guantes lo separaban de lastimar de nuevo a las personas que más luz le daban a su vida de encierro.

7.
Cinco años de encierro y aquella magia en vez de controlarse, se salía de control.
Había sido muy simple...sus hermanos entraron a desearle feliz cumpleaños como siempre, y él los recibió con gusto, pero no les dejaba acercarse.

Su mellizo apenas logró empujar al menor fuera cuando comenzaron a pelear, teniendo que llegar sus padres a sacar a ambos...todo lo que quedó cuando explotó había sido una esquina de la habitación cubierta en hielo.

Se salían de control. Se volvían más fuertes. Sus emociones se volvían un caos.

Debía cerrar su corazón, no dejar entrar nada y menos dejar salir algo.

Solo le quedaba cerrar todas las puertas, ya no había forma de que siquiera sus padres se acercaran.

Se encerró en una jaula de hielo, internamente.

8.
Su mellizo rara vez se acercaba.
Su hermano menor no lo veía.
Estaba solo.

Y se sentía en tanta paz así que...cada vez le era más difícil adaptarse a los demás.
Olvidó las flores, el sol, el calor, lo que era una familia.

Y solo tenía 16 años.

9.
Cuando abrió la puerta y vio a un sirviente sosteniendo un sobre...no supo qué hacer.
Cuando lo abrió y leyó el contenido...cerró la puerta tras pedir que informaran a sus hermanos.
Cuando se quedó solo...todo a su alrededor se congeló...encogiéndose en si mismo, abrazando sus piernas mientras trataba de no llorar.

Sus padres habían ido a presenciar una boda en un reino amigo.

Su barco nunca llegó.

El mar se había llevado a sus padres...junto a lo poco que le quedaba de valor para enfrentar sus miedos.

Y si bien se vistió para ir al funeral...cualquier superficie donde pisaba, cualquier intento de tocar, cualquier cosa...terminaba congelada.

Escuchó a su hermano menor...rogándole que saliera.
Escuchó a su mellizo suplicándole que por favor...no los dejara solos.
Los escuchó...llorando porque lo necesitaban.

Y el lloraba con ellos tras esa puerta cubierta de hielo, porque no había forma de acercarse a ellos.

No quería perderlos también, por no ser capaz de cerrar su corazón, de esconder sus emociones, de no dejar nada salir.

Pero ellos pensaban que no lo tendrían con ellos nunca más.

10.
Tres años después.

"Alteza. Mañana se celebrará su coronación."

...
"Lo entiendo..." Silencio. "¿Ya han informado a mis hermanos que las puertas se abrirán?"

"Ambos están emocionados de poder salir del castillo, Alteza." Una sonrisa se formó en el rostro del chico de 22 años, efímera en si, pues tan pronto como se formó, se borró.

"¿Les han dicho que será solo un día?" No necesitó una respuesta tras ese silencio incómodo. "...Ya veo. Espero lo disfruten."

Dejando de observar el retrato de los viejos Reyes, alejando la mano de la figura de su padre, el futuro Rey miró al sirviente. "El Príncipe Ace y el Príncipe Luffy tienen mi permiso para salir del castillo cuánto deseen el día de mañana."

Observó una reverencia y caminó, firme y digno hasta la ventana, suspirando. "Puedes retirarte."

"Si me permite, joven Sabo."

Cerró los ojos y bajó la mirada.

Tras trece años encerrado...al día siguiente vería a sus hermanos por más de unos minutos.
Había llegado el momento de asumir el trono y enorgullecer a sus padres que dieron todo por ellos.

Finalmente y como nunca...
Estaría listo para protegerlos...de si mismo y gobernar, de salir al mundo...

"...Solo es mañana y nada más."