Disclaimer: Basado en la conocida saga de Suzanne Collins: Los Juegos del Hambre. Aquello que reconozcan del universo de los libros es de ella, el resto mío.


Para Elenear28, inspirado en el decimoquinto capítulo de mi fic Reto de los 75 One-Shots. Esta es mi idea de la primera alianza D1+D2+D4.

Debo decir que tras mucho pensarlo decidí hacer unas pocas viñetas para narrar los hechos importantes de estos juegos desde diferentes perspectivas.


Los Juegos de Kiel


Las Cosechas


Kiel Nixon - 18 años - Distrito 7.


Me despedí de Astor y de mis amigos. Jurándoles que nos veríamos pronto. Mamá no pudo despedirse de mí, colapsó en cuanto escuchó mi nombre y algunos vecinos se la llevaron a casa.

El tren avanza alejándome cada vez más de mi hogar.

Sé que no hay salida ni manera de escapar. Nunca antes se ha escuchado que perdieran a un tributo de camino al Capitolio, lo cual es obvio, saltar del tren a esta velocidad alucinante sería una muerte segura. Además mi cara ya es conocida en todo Panem, no hay lugar al que pueda ir. Y para qué huir, de igual manera perdería a mi familia. La única manera de volver a estar con ellos es ganando los juegos.

No estoy desvalido, lo sé. Tengo más oportunidades que el común de los tributos, gracias a Astor que se empeñó en que viéramos los juegos del hambre todos los años, que recordáramos los nombres, las estrategias, las debilidades, los mutos, las arenas, los vencedores, todo. El resto del año entrenábamos en combate cuerpo a cuerpo y con armas como machetes o hachas. Cuando empezamos a prepararnos yo apenas tenía ocho años y él diez, además de una vencedora prácticamente recién coronada.

En el vagón-comedor estamos Maryann; Karina y yo. También la escolta, una loca llamada Alelí, alta y encorvada. Su apariencia da miedo, en especial porque la piel de su rostro luce tirante y demacrada, supongo que el color amarillo que perfila sus facciones es lo que le da ese aspecto entre siniestro y enfermizo. Karina nos ignora a todos, incluso a la comida deliciosa, no se da por aludida siquiera cuando, tras la abundante cena, Alelí nos sugiere ir a ver la repetición de la cosecha. Maryann se queda con ella, supongo que para aconsejarle que cambie de actitud. Pero sinceramente no podría importarme menos.

La curiosidad me mueve, quiero saber cómo son los otros tributos. Pensar en ellos como otros chicos no es buena idea, todos tienen que morir si es que queremos volver a casa. Repetía mi hermano cada vez que podía. Estoy impaciente por conocer a la competencia, así que me siento frente al televisor con lápiz y papel a mano para anotar cualquier cosa que me resulte curiosa, además de los nombres y edades de los tributos.

Como viene sucediendo desde hace cuatro años en los Distrito Uno y Dos, ambos tributos son voluntarios y tienen 18 años. Los varones superan fácilmente el metro ochenta de estatura y están cubiertos de músculos muy desarrollados. Las muchachas son de menor tamaño y contextura más delicada, ambas son muy rubias y, si desconociera que está prohibida la migración entre los distritos, supondría que están emparentadas entre sí. Anoto rápidamente sus nombres, del uno: Deborah y Raimond. Del dos: Dyana y Nerius.

En el Tres cosechan a ambos tributos: Jannine, una chica que la pantalla designa con 17 años, pero es pequeña y muy menuda, y no sé de qué me recuerda a Maryann. Descarto el pensamiento en cuanto veo a su compañero Krauss, que se ve nervioso y flacucho, ambos son castaños y de piel blanca.

En el Cuatro cosechan a Melissa, una chica de hermosos y grandes ojos verdes, que se llenan rápidamente de lágrimas, y pelo marrón oscuro. Cuando la escolta apenas está balbuceando el nombre del que sería el tributo masculino, otro chico más grande se ofrece voluntario, se ve decidido en su andar hacia el escenario, sin nada que envidiarle a los del 1 o 2. En un primer momento me pareció que buscaba salvar al jovencito que se desmayó entre los cosechables de 13 años. Pero me di cuenta de mi error cuando la escolta, tras presentarlo como Bryan Steinfeld, le pide a los tributos que se den la mano y él la envuelve en un abrazo que da mucho que pensar. Distrito 4, reflexiono. Pesca. Trampas. Redes. Tridentes. Una vencedora. Los veo brevemente antes que pasen al siguiente distrito. Ninguno de los dos presume un cuerpo que sugiera fuerza física o entrenamiento. Y ella luce genuinamente aterrada. Y sin embargo me intrigan. Me preocupan. Sospecho que de enfrentarlos él luchará por la chica y no es un adversario a menospreciar. Además quién sabe de qué sea ella capaz si está asustada.

Pasan al Distrito Cinco donde no ocurre nada extraordinario, ambos son cosechados. Génesis 15 años; James 17, se ven delicados, delgados, asustados, aunque él se recompone rápidamente y oculta bien el miedo que mostró en un primer momento.

En el Distrito Seis cosechan a los más jóvenes hasta ahora: Elena de 13 años y John 15, ambos tiemblan de pies a cabeza, me prohíbo mentalmente compadecerme de ellos. Son ellos o tú. Me digo recordando los consejos de Astor.

Luego es el turno de mi Distrito y por primera vez aparezco en televisión. Me enorgullece no haber titubeado al subir hasta Alelí, no demostrar miedo o indecisión, previamente Karina había montado todo un teatro, retrocediendo entre los cosechables, como si hubiera algún sitio a dónde escapar... Los agentes de la paz no se hicieron esperar y la subieron cargada hasta la plataforma, mientras la chica chillaba y pataleaba. Así que nuestras reacciones fueron diametralmente opuestas. Karina es rubia, esbelta, cabello liso y ojos ligeramente achinados, que miran con odio especialmente a los agentes que la subieron. Me veo imponente su lado, alto, no tan alto y musculoso como los voluntarios, pero en buena forma, e incluso me permito dar una pequeña sonrisa a la cámara.

Pasan al Distrito Ocho, donde eligen a Abbie de 15 años y Spencer de 17, ella es morena, bonita, él tiene un toque rebelde, cejas pobladas y los ojos oscuros y desafiantes. En el Distrito Nueve los tributos son tan similares que parece inverosímil que no estén emparentados, piel oscura, cabello rizado, ojos grandes y llenos de terror absoluto. Se apellidan igual. Tienen la misma edad. Y el comentarista confirma mis dudas, son hermanos gemelos: Rosnelvy y Rocky, tienen 15 años.

En el Distrito Diez sale Iris de 14 y Martin de 17. Las cosas se invierten en el Once, dónde la chica, Bree tiene 18 y su compañero, Francis, apenas 14. Por último es el turno del Doce, no me sorprende los delgados que son ambos tributos, ni que su tamaño sea sensiblemente menor que los de otros tributos de su edad. Desde un principio no me llaman la atención, no suelen ser más que carne de cañón. No se me olvida que la única vez que se acercaron a la final fue hace ocho años, con ayuda de una tributo de mi distrito. Son bastante diferentes entre sí, ella: Samantha de 17 años, es rubia y parece simplona. Él, Xavier, tiene quince años, es más pequeño, más delgado, de cabellos oscuros y piel aceitunada, aunque posee la mirada fría y directa de un luchador.

Así finalizan las cosechas, yo repaso rápidamente la lista de lo que me ha llamado la atención:

La musculatura de los voluntarios del uno y el dos. Muy desarrollada como para ser casualidad, cada vez estoy más seguro que entrenan de alguna manera para ganar los juegos. Pero, ¡oh sorpresa!, este año yo también.

El voluntario del cuatro, pues me parece tiene un interés por la chica. Tendré que observarlos muy bien durante los entrenamientos.

Los gemelos del nueve, eso sí que es mala suerte ¿se apoyarán el uno al otro o se atacarán en cuanto pisen la arena?

¿Qué será mejor? Ir primero por los pequeños, o dejárselos a los mutos y a la arena. Y yo preocuparme por los más grandes, que, en definitiva, son los verdaderos obstáculos…

Aún tengo tiempo para pensarlo mejor, me digo. Quizá Maryann se obstine de desperdiciar su tiempo con Karina y tenga algún consejo útil para mí.