Fic participante del "Reto del susto" ; del foro "Hasta El Final De La Pradera".

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Suzanne Collins.


#Pequeños fragmentos de la canción de Enrique Bunbury "La chica triste que te hacía reír". Recomendado escuchar la música.

La Chica Triste Que Te Hacía Reír

[…Aunque no la quisieras, ni ella a ti, teníais sed, siempre a la vez, en los mismos lugares, en los bares. Conservaríais el bolsillo triste y a la chica que te hacía reír…]

En la penumbra de su celda, Peeta Mellark rememora a la jovencita que lo llevo allí. La define culpable de su condena, aquella que lo recluyó en su mazmorra carente de emociones.

Sin embargo, su corazón siente. Y le han dicho que está loco, que merece lo que le ha pasado.

Ya no se fía ni de sí mismo el chico trastornado.

La vio, sentada en la barra del bar. Llevaba una minifalda ajustada, zapatos de tacón. Una blusa color melocotón. Y el cabello azabache, le caía en cascada sobre los hombros. Los ojos grises le observaron de refilón.

Algo en su pecho se sobresaltó.

¿Qué hacía un chico de alta cuna en un barsucho de mala muerte? Era melancólico. Buscaba afecto procedente de la escoria.

Quién diría que un ángel sobrevivía en el Infierno mal llamado taberna.

Inseguro, se acercó a su lado. Tragos le invito, sed de amor tenía su interior.

Ella, apesadumbrada, de sus penurias le habló. Que el padre falleció cuando aún se conservaba niña y pura. Y luego, la madre le siguió. Atentamente, compartía el dolor de la dulce desconocida, que siendo tan muchachita para alimentar a su hermana se prostituyó.

Esa misma noche, por unos gruesos fajos de billetes le amó. Cicatrices de la vida padecida encontró en el cuerpo de ella. Cada una las besó.

Decidido, la quiso atesorar para siempre. Que sea suya y de nadie más.

La chica de ojos grises trató de huir. Pero él la persiguió, cuchillo en mano. Finalmente, la atrapó y la cuchilla le clavó una y mil veces en el corazón. Sangre carmesí brotó de su herida. Lamió aquel líquido cálido. Bebió entera de la muerta.

De recuerdo, le cortó la larga cabellera.

Y las autoridades, lo encontraron devorando su corazón.

« ¡Es que la amo, la amo!» gritaba, mientras los policías lo arrastraban.

Ahora acaricia anhelante el mechón de cabello, prometiéndole amor eterno.

Y Katniss, ese era el nombre de la víctima, le susurra que se reúna al otro lado de la orilla con ella.

[…Siempre hay otro lugar en la frontera, siempre la esperanza queda, y quizás pueda ser mañana, que el amanecer te traiga de vuelta a la chica triste que te hacía reír…]