Bueno, hola a todos y todas otra vez.

Este intento de historia que pondré acá es, cómo puse en los tags, un High School AU, pero además con la característica especial que estoy usando la dinámica de A/B/O. Recomiendo enormemente que, si no sabes nada de este tipo de universo, leas el siguiente documento:

/works/403644/chapters/665489

Y si lo has escuchado antes y tienes ideas bagas, también lo recomiendo, es bastante explicito, y si bien todo se basa en las ideas que el autor decida exponer, entrega detalles de un espectro más grande. Si no entiendes ni piña de ingles, siente libertad de enviarme un mensaje privado y yo te explicaré con gusto.

Leyendo lo anterior (o con conocimiento previo) este universo no es de tu agrado, y has decidido no darle una oportunidad, entenderé completamente. Aun que debo admitir que al principio yo estaba algo reacia a leer fics así, pero terminé encantandome.

No pondré nada de mpreg, por si esa es su preocupación, pero no desecho la idea de utilizar "referencias" a esto en el futuro de esta historia.

Bueno, advertidos y todo espero que este fic sea de su agrado, y me lo hagan saber en los comentarios. Esta es una historia terminada, por lo que publicaré cada dos o tres días, dependiendo de cómo sea la bienvenida de la historia.

Les adjunto este link /playlist?list=PLbWZ0iajZdjxgcbYNF4pSdNethmiIRivK es una fanmix que hice con unas cuantas canciones que usé mientras escribía, ojalá les guste, las recomiendo para darle ambiente a la historia.

Los declaimers que corresponden: Los personajes no me pertenecen, todo esto es completamente ficticio, y sin ningún fin de lucro.


Faith, no more.

Llámenlo el sexto sentido del omega, o como quieran, pero Castiel siempre ha sabido que Dean es su alma gemela. Muchísimo antes de que viera la marca de apareamiento en su pecho (que era completamente idéntica a la suya), él lo sabía; la fecha exacta es algo borrosa, pero para cuando sus padres los sentaron a ambos en la sala de estar en la casa de los Winchester para informarles que Mary y Jimmy iban a casarse, él ya lo tenía más que claro.

Pero las cosas eran diferentes a cómo eran en un pasado donde el ser humano estaba más conectado con su lado animal y con la naturaleza, ahora las designaciones naturales no eran más que castas sociales de las que nadie podía moverse, enalteciendo a unos y condenando a otros, como es el caso de los omegas. La belleza natural que alguna vez existió entre las dinámicas de pareja eran sólo cosas que se leían en los libros románticos, o en discursos por la igualdad de distintos movimientos y grupos que estaban en contra de los abusos que sufrían los criadores. Este desapego a los lazos espirituales, o de una nueva libertad de acción, que alguna vez existieron en los humanos tiene sus consecuencias positivas y negativas. Si las cosas fueran tan estructuradas como habían sido en ese entonces, Jimmy y Mary se hubieran quedado solos para siempre, destinados a una vida sin sus parejas después de la muerte de cada uno de ellos, sin la opción de poder rehacer su vida por miedo al repudio social o a la insatisfacción. Jamás se hubieran conocido, jamás hubieran salido, nunca se hubieran casado y el pequeño Sammy hubiera sido un sueño agridulce en la mente de dos personas que perdieron a sus parejas. Y tal cual como las cosas habían cambiado, Castiel sabía que el contacto más intimo que tendría alguna vez con Dean en público sería el constante abuso y bullying que sufría en el colegio a causa de él y sus amigos.

Porque una cosa era Dean Winchester en la casa, y otra cosa era puertas afuera.

—¡Oye, perra! —Castiel cerró los ojos, sintiendo la esencia de Alpha golpearle los sentidos, tres segundos después, dos manos grandes apretaban fuertemente sus hombros y lo empujaban sin misericordia contra su propio casillero —. Mira por dónde vas.

Puso las manos delante de su cuerpo para que el impacto contra el metal no fuera tan fuerte, pero su frente chocó dolorosamente contra la rejilla de su casillero, haciendo que siseara de dolor. Giró la cabeza para mirar como Dean y su grupo de amigos se alejaba riendo, sin siquiera mirar para atrás.

Irrelevante, no estaba caminando, estaba simplemente de pie acá. Ni siquiera tus bromas tienen sentido, cabeza de bulbo, pensó, pero se lo quedó para sí, como todas las cosas. Si respondiera sería peor, no quería que la frase de "Un omega siempre termina en el hospital durante la semana, ¿quién será" , que era una costumbre asquerosa en su escuela, se cumpliera con él, lo último que necesitaba era traerse más problemas, o peor, problemas en su casa.

Sabía perfectamente que cuando llegara a su casa todo sería normal, como siempre, que él no diría nada, ni nadie preguntaría nada.

Simplemente Dean le miraría con cara compungida y extraña hasta que se quedaran los dos solos en la misma habitación y él le dijera, sin mirarlo a los ojos y rascándose la nuca, que realmente no había querido hacerle daño, pero que era una de las cosas que tenía que hacer en el colegio como popular y miembro del equipo de baseball, y eso era seguir las reglas que habían impuesto los mayores. Después Castiel asentiría en silencio para luego decirle que no había problema, que entendía, y todo caía en la rutina de siempre, donde Dean era una persona completamente distinta a la que era en la escuela, era ese alpha que hacía que a Castiel le temblaran las piernas y le dieran ganas de acurrucarse contra su pecho hasta dormirse noqueado en su esencia de protección.

Cuando no era su turno de sufrir en la escuela todo era fantástico, pero los días que se reían a expensas de su dolor eran los días en que volvía a su casa con un peso horrible en el cuerpo, sin saber realmente cual era el verdadero Dean, y con demasiado miedo para preguntar cuál de sus facetas era la real y cuál era la falsa, temiendo desde lo más profundo la verdad ante esa interrogante.

Regularmente durante esos días, después de que Dean trataba de excusar su comportamiento, siempre subía más temprano a su habitación y lloraba. Abrumado con el instinto de omega que le gritaba que su pareja no estaba satisfecho con él, ni siquiera para satisfacerle como amigo, que jamás sería suficiente omega para llamar su atención, que era horrible, que era feo, que se merecía eso y más por no poder satisfacer su instinto básico de servir, someter, amar y tranquilizar.

Realmente no sabría como reaccionaria su padre ante la verdad de lo que sucedía en la escuela, siempre parecía ser tan pacifico y tranquilo hasta en las situaciones más complicadas, pero Mary se destrozaría, y no quería hacerle eso a la mujer que lo había cuidado como si fuera su madre de verdad durante ocho años, quien prácticamente tenía a su hijo sobre un pedestal. Tampoco quería hacer que el pequeño Sammy comenzara a hacer preguntas, o que supiera que en verdad uno de sus hermanos mayores no era tan genial como aparentaba ser y que su hobbie favorito era asustar hasta que se orinaran encima a omegas indefensos en su colegio. Sabía que era capaz de aguantar todo el resto del año que quedaba, hasta que se fuera a la universidad y no viera a nadie nunca más, con tal de que Sammy siguiera teniendo esa inocencia de niño pequeño y ese brillo en los ojos de cariño incondicional cada vez que miraba a Dean o a Castiel.

Su madre había muerto cuando tenía dos años, un conductor ebrio le había atropellado y después de eso ya no había mucho que se pudiera hacer.

Su padre, Jimmy Novak, era un buen hombre pero con la muerte de su esposa quedó destrozado, haciendo que los primeros años pasados de la muerte de Amelia Novak hubieran sido desastrosos, a veces Castiel agradece no poder recodar muy bien aquellos tiempos, porque según el mismo Jimmy fueron sus peores momentos, los más bajos.

Cuando tenía nueve años su padre conoció a Mary Winchester.

John Winchester había muerto de un ataque al corazón mientras jugaba futbol con sus amigos, los médicos dijeron que había sido causa de la mezcla de alcohol y bebida energética que había tomado antes de entrar a la cancha a jugar lo que había provocado que su corazón colapsara. Mary era una mujer fuerte, y lo había demostrado en ese momento, con un hijo de cinco años, sola, y sin trabajo, había podido sacar a su pequeña familia adelante, mientras seguía siendo una madre modelo, una omega digna y perteneciente a los grupos de igualdades, y una buena ciudadana que asistía a la iglesia cada vez que podía. Así se habían conocido sus padres.

Después de dos años de noviazgo, sus padres habían decidido casarse. Cuatro años después de eso había nacido Samuel Novak, o Sammy, quien terminó por cerrar la unión Novak-Winchester.

—Deberías decirle a tu papá —. Le dijo Meg a penas se sentó a su lado y ella vio la marca roja en su frente.

—No, está bien. —Le aseguró él, sin prestarle demasiada atención. Miró adelante al pizarrón, esperando que empezaran las clases porque realmente no tenía ganas de ver como Meg y Crowley, que estaba en el asiento de atrás, se miraban preocupadamente.

Sabía perfectamente lo que estaban pensando, y lo habían dicho en variadas ocasiones, pero él siempre les ignoraba, porque a pesar de que ellos dos eran casi los únicos amigos que tenía, ellos tampoco sabían toda la verdad del asunto.

Castiel era el único que sabía que el tatuaje que tenía Dean , marca de apareamiento ubicada en el pecho bajo su clavícula izquierda, que lo marcaba como alpha desde el momento en que nació, era exactamente igual a la que Castiel tenía bajo sus costillas en su costado izquierdo. Exactamente la misma marca que, por cosas curiosas de la vida, se parecía demasiado a un símbolo de anti-posesión demoniaca.

Aun que no lo expusiera públicamente, su cuerpo inconsciente se sometía a Dean. Normalmente cuando otro grupo de alphas le molestaba, él ponía la espalda tiesa y no bajaba los ojos, eso intimidaba a la mayoría, pero cuando se trataba de Dean las cosas eran diferentes. Aun que jamás decía nada y se dejaba empujar con facilidad, su mirada desafiante y llena de odio era algo sabido entre los pasillos. Técnicamente siempre terminaba tirando en el suelo y con todas sus pertenencias esparcidas, pero rara vez sometido, no como cuando Dean le molestaba.

Gracias a Dios ya era viernes, y eso significaba que tendría unos cuantos días libres para poder relajarse, para poder dejar de pensar en todas las responsabilidades con las que tenía que cumplir, porque ser el primero de su generación no era una cosa que fuera fácil, a pesar de lo que todos pensaban, las cosas no se le daban regaladas, pero era su responsabilidad. Eso hacía orgulloso a su padre, a Mary, y era lo que más importaba.

—Pero mira lo que tenemos acá —una voz habló a sus espaldas —. La pequeña perrita de Novak. ¿Cómo que andas caminando sin nada atado a tu sucio y asqueroso hoyo?

Ni siquiera tenía que darse vuelta para saber perfectamente que aquellos insultos provenían de Gordon Walker.

Castiel se dio vuelta, con la cara inexpresiva y los ojos llenos de odio. Tenía la barbilla ligeramente levantada y los hombros echados hacia atrás, la completa oposición al ejemplo de sumisión. Podría ser un omega pero él no era una persona que se dejaría avasallar por cualquiera, no le habían enseñado a enfrentarse a la vida así. Había sido criado durante casi toda su vida por un alpha sin pareja, su comportamiento sumiso y callado venia casi por instinto que casi siempre podía reprimir, su silencio era más su actitud relativamente introvertida que había desarrollado, era un omega con demasiado carácter y era algo que estaba muy bien, o al menos su padre siempre le había dicho así.

Gordon contrajo la cara en una especie de mueca mientras fruncía el ceño y la sonrisa sardónica desaparecía de su rostro.

—¿A quién crees que le estás hablando así, sucio criador?

—A ti. —Respondió Castiel con voz suave, mirando a su alrededor con tranquilidad. Su boca había dicho dos palabras, pero sus ojos brillaban con la frase sin decir, que gritaba desde lo más profundo: 'O a caso vez a alguien más frente a mí, trasero de culo".

Gordon gruñó de rabia y se acercó tanto a Castiel que este pudo sentir su asqueroso aliento y su horrible esencia. Alpha, pero no su alpha, ni siquiera compatible. Su cuerpo lo repudiaba de todas formas y sintió unas ganas de vomitar horribles porque su cerebro murmuraba una y otra vez, en una seguidilla desesperada, que estaba mal, que estaba demasiado cerca, que alguien que no era su alma gemela estaba muy cerca de él y estaba malmalmalmalmal. Pero los alphas carecían de un sentido del olfato tan delicado como el de los omegas si es que no estaban emparejados u olían la esencia del celo.

—Mira, puta —Castiel sintió como Gordon le agarró de las solapas de su chaleco y comenzaba a levantarlo del piso —. Voy a dejarte una cosa bastante clara... ¡Eh! Winchester, ven acá, mira lo que agarré, a la pequeña zorra de tu asqueroso medio hermano.

Oh, no, pensó Castiel cerrando los ojos inmediatamente. Crónica de una muerte anunciada.

Sintió como lo soltaban fuertemente contra su casillero, cayendo seco contra el metal, sintiendo como su cabeza comenzaba a palpitar fuertemente. Se llevo una mano de inmediato a la nuca, para tratar de amortiguar el dolor. Abrió los ojos para mirar lo que estaba pasando, y efectivamente Dean había aparecido en el pasillo.

Con jeans gastados y algo sueltos, abrazaba por la cintura a Lisa Breaden, que llevaba puesta su chaqueta del equipo de baseball. Le susurró algo a Lisa en el oído y luego se acerco rápidamente hacía donde estaba su compañero de equipo. Castiel alcanzó a ver que había un pequeño grupo de espectadores, no mucho, no tanto como con otros omegas, agradeció silenciosamente los pequeños favores: al menos no era un show que todos recordarían.

—Pero que mierda pasó, Gordon, ¿No ves que estoy ocupado?

—Tengo a esta puta de Novak acá, que se cree que me puede faltar el respeto. —Gordon le agarró el rostro, desde la barbilla, obligándole a subir la mirada —. ¿Por qué no me miras así ahora, uh? ¿Ya no eres tan valiente con dos alphas? —Lo que dijo a continuación fue en un susurro, sólo para que Dean pudiera escuchar —. Podríamos terminar el espectáculo, llevarlo a los camarines del gimnasio y darle una lección. Así también le damos lo que necesita. ¿Cómo suena eso, putita? ¿Te gustaría un buen pene hinchado marcándote por dentro?

Dios existía claramente, porque si no fuera por Él, Castiel ya estaría vomitando de asco y temblando completamente de miedo.

Sintió terror, pánico. Le iban a violar.

Sintió como los ojos se le llenaron de lágrimas y sus manos comenzaban a temblar suavemente, mientras todavía estaba en el agarre de Gordon. Dios, esto no podía estar pasandole a él, Dean no podía dejar que eso... O quizás Dean... No. Imposible. Dean podía ser todo en el mundo, menos un violador. Jamás se atrevería, ¿o sí? No tenía idea como saberlo, a pesar de convivir con Dean desde hace casi diez años, no sabía nada con certeza.

—¿Qué te parece, Dean? —Dijo Gordon mientras le agarraba de los hombros y se lo pasaba a Dean como si fuera un objeto.

Castiel ya no oponía ninguna resistencia, todas sus fuerzas estaban concentradas en no llorar, su cuerpo temblaba completamente, apestaba a miedo, porque la verdad es que estaba aterrorizado hasta la médula, tanto que ni siquiera podía hablar. Por eso cuando Gordon lo soltó contra Dean y este simplemente lo empujó contra el piso, negándose a agarrarle y mirándole con un asco que solamente había visto en el rostro del joven pecoso aquella vez que encontraron a un perro gigante destrozado en la carretera y Dean iba manejando.

Eres peor que un perro destripado. Pensó Castiel, mientras se encogía sobre sí mismo, tratando de hacerse una pelota pequeña, lo más pequeño posible para no llamar la atención; una manera inconsciente de protegerse de los golpes que todavía no llegaban.

—¿Que mierda te pasa por la cabeza, Gordon? Cómo crees que voy a querer siquiera tocar a un asqueroso criador hombre. Un horrible, indeseable y poco atrayente omega. Los omegas hombres no deberían existir, son una vergüenza, un asco, engendros de la naturaleza. Sobre todo uno como Castiel, no me insultes así.

Su omega interior estaba gritando, destrozado y herido, chillando: No satisfacemos a nuestro Alpha, no somos suficiente para nuestro Alpha. Alpha no nos desea, Alpha no nos quiere, no podremos engendrar para Alpha jamás, mal omega, malo. Desperdicio. Otra parte de su ser se sentía aniquilada, porque había caído completamente a la voz de su instinto, había hecho lo que toda su vida había jurado no hacer.

Era la decepción, había caído, había decepcionado a los omegas que le miraban con ojos de esperanza cada vez que alzaba la barbilla a algún Alpha con manos demasiado largas, le había fallado a Kevin...

—Perdona mi falta, Winchester. Limpia tu perfecto honor de caballero, desquítate.

Espero que puedas perdonarme, Kevin. Entonces Dean procedió a golpearle, y Castiel se desmayó.

Hace dos años atrás, un chico de segundo año había sido violado por cuatro alphas en el baño de la escuela. Lo habían amarrado a uno de los urinales con cuerdas de plástico desde las muñecas, de esas que usan para unir las ropas en las tiendas o para que no se las roben, y habían procedido a tener sexo brutal con él, atándose dentro de él y luego retirándose sin siquiera esperar que su bulbo se deshinchara; simplemente lo sacaron, rasgando el interior del omega una y otra vez, para que luego el que faltaba continuara con la profanación.

Cuatro veces.

Y luego lo dejaron tirado en el baño, aún amarrado al urinal, desangrándose.

A la mañana siguiente encontraron a Kevin Tran muerto por septicemia; desangrado y desgarrado en el interior.

Pudieron reconocer a los alphas agresores gracias al semen que habían dejado sobre el cuerpo de Kevin. Alastair, Azazel, Gadreel y Lucifer, todos fueron expulsados, Lucifer y Azazel fueron encerrados en la cárcel ya que eran mayores de edad. Alastair, como menor de edad, había sido enviado a un centro juvenil mientras se esperaba su mayoría de edad para juzgarlo nuevamente por violación, cohecho y asesinato. Gadreel había escapado y jamás había sido encontrado, los rumores dicen que los narcotraficantes del cartel de Metraton lo agarraron y lo asesinaron, cómo venganza en honor a la familia Tran, que aparentemente tenía mucha influencia en el mundo oriental, pero hasta la actualidad nadie sabe de su paradero.

Se sabe que la muerte de Kevin sólo fue importante porque ocurrió dentro del recinto educacional, sino hubiera sido así, simplemente hubiera sido la muerte de otro omega más, que con suerte importaba para algún familiar. Se sabe que en la escuela hicieron un duelo y un altar en el casillero de Kevin, hecho por sus amigos, ya que la mayoría de las personas desconocía la identidad del omega asesinado bajo sus propias narices, y tampoco estaban demasiado interesados en averiguarlo.

Había sido el mejor amigo de Castiel hasta el año en que lo mataron, asesinado a manos de los compañeros de equipo y grupo social de Dean Winchester, por amigos de Dean Winchester.

Castiel se había prometido no culpar a Dean por lo que había ocurrido, ya que este no tenía absolutamente nada que ver al respecto, pero ahora que está despertando en la enfermería de la escuela después de haber sufrido un ataque de pánico gatillado por un alpha, Castiel le culpa profundamente.

Podrás insultarme, podrás golpearme, podrás tratarme como lo peor que exista en este mundo, porque para mí ya no existe diferencia. Pero gente como tu asesina, mata a sangre fría. Porque por gente como tu Kevin ahora está muerto. Era lo único que Castiel podía pensar recostado en la camilla de la enfermería, mientras la enfermera le pasaba un algodón con povidona yodada en el rostro.

—No seas exagerado, cariño —Le dijo la enfermera Barnes, mientras le curaba la herida que le había hecho el puñetazo que Dean le había dado en la cara —. Si yo hubiera tenido que golpear ese rostro también hubiera evitado mandíbula y pómulos, no querría arruinarte.

Castiel estaba demasiado cansado para rodar los ojos o decir algo, así que simplemente se quedo en silencio, dejando que la enfermera terminara su trabajo, mientras las palabras que había dicho pasaban sin mucho significado por su cabeza. Después entendería, pero ahora todo carecía de sentido más allá de su propia voz interna que le torturaba lentamente desde que había despertado. La cabeza le palpitaba, el cuerpo le dolía por el golpe que se había dado cuando lo botaron al piso y el desmayo, más el ataque de pánico, le habían dejado débil e inestable. Quería dormir, que su maldita conciencia se acallase y su asqueroso sentido omega dejara de torturarlo ya que su alpha le había rechazado públicamente y no existía nada peor en el mundo.

—Tienes mucha suerte que esa chica Breaden te haya traído hasta acá.

— ¿Perdón? —Eso había llamado su atención. — ¿Quien?

—Lisa Breaden, beta, pelo negro, piel bronceada, buen cuerpo. Salía con tu hermano.

—Dean Winchester no es mi hermano. —Respondió automáticamente, cómo si se supiera la respuesta de memoria —. Ni siquiera somos familia.

—Oye, oye, tranquilo. Está bien, relájate. Acabas de sufrir un ataque de pánico, eso sí es algo por lo que preocuparse, debes descansar y tratar de no hacer cosas demasiado bruscas que te puedan producir mareos o malestares, tampoco nada de juegos de video o luces demasiado fuertes. Todo lo más relajado posible. Te daré una nota para que se la pases a tus padres, según lo que pienso estarás bien si descansas este fin de semana, podrás volver normalmente a clases el lunes, créeme. Te escribiré el nombre de unas hierbas con las que te puedes hacer infusiones para relajarte.

Castiel no se lo podía creer.

—¿Lisa Breaden me trajo acá? ¿Ella?

—¿Estás escuchando lo que te digo, niño? —Dijo la enfermera con voz seria, pero no parecía ni un poco molesta.

—Perdón, pero es realmente sorprendente.

Pamela no dijo nada más, simplemente se rió suavemente y continuó con lo que estaba haciendo. Castiel se quedó ahí en silencio, todavía muy sorprendido.

Realmente y jodidamente sorprendido, sintiéndose todavía peor. Porque a pesar de todas las cosas, Lisa Breaden le había ayudado y a Kevin...oh Kevin, a Kevin nadie le había ayudado.

—¿Qué?

Dean estaba completamente perplejo, de todas las reacciones que espero, jamás, nunca, se había esperado esta. Le miraba atónito, sin saber realmente que hacer.

Tenía unas ganas de vomitar horrible, sentía que estaba a dos segundos de ponerse a llorar, todo el cuerpo le temblaba y simplemente quería relajarse, olvidarse de todo lo que había pasado. Quizás ir a un lugar apartado, quizás unos cuantos besos o unos cuantos agarrones, o un simple paseo hasta la casa de Lisa y después él se encerraría en su cuarto y se desmayaría. Pero...

—Me escuchaste, Dean. Eres un chico adorable, y muy amable, sé que por dentro eres realmente una muy buena persona, pero no podemos seguir juntos. No después de lo que paso, no después de lo que le hiciste al pobre Castiel. Si piensas así de mal de los omega hombres, ni siquiera quiero pensar qué opinas de las betas mujeres, realmente, y eso me asusta un poco.

Realmente; sin palabras.

—Es tu hermano, Dean. —Dijo Lisa, tratando de que Dean le dijera algo más que un estrangulado '¿Qué?'.

—Él no es mi hermano. —Dean soltó, automáticamente —. No somos nada.

Lisa hizo una mueca y dio otro paso hacia atrás, alejándose un poco más de Dean y acercándose más a su casa. Tenía los brazos cruzados sobre su pecho y la espalda recta, en una postura defensiva, pero su rostro era suave y sus ojos seguían igual de cálidos, aún que estuviera rompiendo con él después de seis meses de citas y buen sexo. No importaba que estuviera sintiendo dudas con respecto a su noviazgo desde hace un tiempo, no era solamente con Lisa, había sido desde hace mucho tiempo atrás. Para ser exacto desde que había escuchado a Jimmy comentarle a Sammy que en una buena relación el sexo no lo era todo, y que había muchísimas cosas más que hacían a una pareja especial.

Eso le había llenado de dudas con Cassie, y la sensación de vacío y de algo más le había hecho terminar su relación, había sido para mejor, porque Cassie había podido hacer su vida otra vez, y ahora era simplemente un recuerdo agridulce en su memoria. Había motivado también la seguidilla de mujeres sin rostro ni nombre que habían llegado después de ella. No había querido admitir la existencia de aquel sentimiento con Lisa, pero estaba sucediendo, y él quería ignorarlo a toda costa, y lo había conseguido hasta ese momento.

Sobre todo después de lo que había pasado.

Cuando Gordon le llamó y vio como tenía acorralado a Castiel le dieron ganas de arrancarle la tráquea, pero el suave peso del brazo de Lisa enroscado alrededor del suyo le hizo detenerse y recordar quien realmente era y que era lo que se esperaba de él.

Así que simplemente actuó, olvidando completamente a Lisa.

Cosa que se hacía cada vez más difícil a medida de que Cas se enrollaba más sobre sí mismo y empezaba a emanar la esencia de miedo. Todos sus instintos de alpha le gritaban que protegiera al omega frente a él, que protegiera a su familia —porque quiéralo o no su instinto pensaba en él y en Jimmy como su familia, después de tantos años viviendo juntos, más intensamente después del nacimiento de Sammy— que tomara cuidado de Cas, que lo apretara tan fuerte contra él que todo el hedor a terror se fuera de su cuerpo y sólo quedara la esencia de Alpha en su piel. Sólo él.

Pero cuando Gordon sugirió violar a Cas sintió que realmente lo perdía todo. No podía, no podía ni siquiera llegar a pensar en eso completamente, y la imagen mental de Gordon agarrando a un desnudo, tembloroso y aterrado Castiel sobre las bancas de los camarines, sobre él, montándolo; casi vomita de verdad. Sintió ganas de matar a Gordon, ganas de agarrar a Cas y llevárselo a la casa en andas sin soltarlo, meterlo en su cama y no dejarlo salir, y que quizás Mary llegara y los abrazara a ambos. Sí Sammy quería meterse en el medio no había problemas. Y si Jimmy le ayudaba a destrozar a Gordon todo sería mejor aún.

En cambio le tiraron a Cas encima, y a lo único que reaccionó fue a empujarlo, sintiéndose impuro con el simple hecho de tocarlo, porque le habían propuesto violarlo y él no había dicho nada. Porque realmente no podía decir nada.

Solamente despreciarlo para que nadie quisiera tocarlo nunca más. Una manifestación alpha un tanto estúpida, pero que le salió natural ante la imposibilidad de proteger al omega como correspondía. Porque había sido tan estúpido que se había metido en las escalas de popularidad de la escuela, que simbolizaban las escalas de popularidad de la sociedad, y de las cuales no había podido salir.

Era lógico, después de todo, las cosas que había dicho sobre Cas, las espantosas mentiras que había escupido tan fácilmente en el rostro del tembloroso omega. Hasta él se sentía ofendido con sus propias palabras. Ni siquiera sabía cómo Lisa estaba siendo tan cortés y tan amable con él.

—Está bien. —Dijo Dean —. Gracias por todo.

—No me agradezcas, Dean. Anda a tu casa y discúlpate con Castiel, sino después será demasiado tarde y te arrepentirás para siempre.

Sí, eso sonaba como una muy buena idea, pero no tenía idea porque parecía tan difícil.

Gracias a Dios cuando llego a su casa no había nadie. Solamente una nota en el refrigerador que decía que Mary y Jimmy habían pasado a buscar a Sam a la escuela y de pasada al supermercado a comprar cosas para la cena.

Castiel suspiró y prácticamente se arrastró por la escalera, sintiendo el cuerpo pesado y la cabeza adolorida. Se encerró en su cuarto, procurando cerrar la puerta con el pestillo de la cerradura y todos los pestillos externos que habían puesto ahí para que los cerrara cuando su ciclo de celo empezara.

Se acostó, y una vez que estuvo completamente cubierto por las sabanas comenzó a llorar. Porque no era lo suficientemente fuerte, porque era una vergüenza como omega, porque no satisfaría a nadie jamás como un omega, ni para defender a los que eran como él, ni para satisfacer a sus futuras parejas. Lloraba porque jamás sería suficiente para nadie, porque jamás sería suficiente para Dean.

Dean subió las escaleras de dos en dos, y golpeo la puerta de la habitación de Cas. No se sorprendió cuando no obtuvo respuesta. Golpeó otra vez; nada. Metió la cabeza por la rendija de abajo de la puerta, lo suficiente para meter su nariz y oler si Cas estaba.

La habitación apestaba a lágrimas, angustia de omega y a Castiel.

—¿Cas? Soy yo...por favor, abre la puerta.

—Oh, Cas. Lo siento tanto, nunca quise...por favor, abre la puerta, no quiero decir esto en la mitad del pasillo.

Nuevamente nada. Dean trató de abrir la puerta a la fuerza, pero la manija no se movió, debió suponer que todos los pestillos estaban puestos. Sin saber por qué trató de abrir la puerta nuevamente, como si por arte de magia los pestillos hubieran sido sacados, pero nada pasó, la puerta ni siquiera se movió bajo su peso.

Respiró profundamente, sintiendo aún el olor que bañaba la habitación de Cas, y todo su estomago dio un giro, el pecho se le apretó y los recuerdos de la tarde le bombardearon la cabeza. Se sentó en el piso frente a la puerta de Cas, con la espalda apoyada en la muralla, a esperar que abriera la puerta. Pero nada de eso pasó.

Pudo ver como la luz del sol se iba haciendo cada vez más débil, luego era remplazada por la luz del alumbrado público, y todavía él no salía de su pieza. Escuchó cómo llegó su madre con Jimmy y Sam, sentía el olor a la cena siendo cocinada, a Sammy revoloteando por el primer piso hasta que el ruido de caricaturas animadas invadió toda la casa.

—¡Cassie! ¡Dean! ¡Sam! ¡La cena está lista! ¡Lávense las manos y bajen a comer! —Su madre gritó desde el pasillo que daba al inicio de la escalera y al salón.

Un minuto después la puerta de Cas se abrió, Dean se puso inmediatamente de pie y se acercó a él.

—Cas... —Empezó, pero el otro levantó las manos para empujarlo y se alejó lo máximo posible. Dean no pudo evitar que la cara se le contrajera con el dolor que la acción le provocó.

—No me toques, no te acerques. O te juro que grito.

Dean tragó, sin saber realmente que decir. No tenía palabras, no sabía qué hacer con su cuerpo y todo lo que se le ocurría hacer parecía extremadamente incorrecto. Así que simplemente se quedó ahí, con las manos alzadas en señal de rendición, con la espalda tiesa y encorvada, con los ojos abiertos enormemente y la garganta seca.

—Ni siquiera se te ocurra acercárteme, Dean Winchester.

—Necesito hablar contigo. —Dijo a duras penas, sorprendiéndose a sí mismo.

—No tenemos nada que hablar tú y yo. —Por un segundo se parecía al Cas de siempre, al que no le temía a los alphas, a aquel omega fuerte y complejo. Pero Castiel todavía apestaba a miedo, sus ojos estaban temerosos de Dean, él podía sentirlo, y se odiaba cada segundo por ello.

—Cas, por favor. —Dijo, y se acercó un poco.

—¡Ya dije! —Gritó y dio un paso hacia atrás —. No tengo nada que hablar con un asesino violador como tú.

—¿Qué? —Eso no se lo había esperado

—Tus amigos lo hicieron hace unos años atrás, no sé porque me sorprende que tú seas igual que ellos, realmente no.

Entonces Dean recordó: Kevin Tran.

—¡Jamás lo habría hecho, Cas! Nunca. Dios, joder, ¿Cómo se te ocurre? Estoy acá porque realmente quiero...

—Cállate. —Le dijo Castiel con voz seca, dándole la espalda mientras comenzaba a caminar hacia la escalera —. Que tonto de mi parte, ¿Cómo se me había olvidado? Por supuesto que jamás lo hubieras hecho, cómo podrías tú, oh Dean Winchester, tocar a una sucia y asquerosa perra omega como yo.

—No es así...—Dijo a duras penas, sintiendo el picor típico de las lagrimas. Mierda.

—Por supuesto que no fue así, no quise insultarte. Simplemente soy un asqueroso criador hombre. Un horrible, indeseable y poco atrayente omega, una vergüenza, un asco, engendros de la naturaleza. ¿Qué puedo saber yo? Perdón por cruzarme en tu camino, Dean. No volverá a pasar.

Dicho esto Castiel bajó rápidamente la escalera, y Dean se quedó ahí, de piedra, sintiendo como las palabras que había usado para humillar a Castiel le golpeaban de vuelta, el doble de fuerte.

No sabe cómo pero bajó la escalera y se sentó a la mesa. Sammy saltaba por todas partes y cuando lo vio entrar saltó a sus brazos y le apretó fuertemente. Dean sonrió tristemente mientras abrazaba a su hermano menor y saludaba a Jimmy que estaba llevando los platos de comida a la mesa.

Tomó su asiento de siempre al lado de Sammy y en frente de Castiel, pero este ni siquiera le miraba, comía en silencio, mientras Jimmy contaba como había sido su día de trabajo, contando anécdotas graciosas sobre clientes que, debido a la gracia natural del hombre, eran imposibles de ignorar. El ambiente se fue relajando lentamente, y Dean se encontró a si mismo comiendo con la mente en blanco, como no pensó que lo conseguiría.

—Dean, si quieres trabajar los fines de semana en el garaje con Bobby y conmigo no hay problema, nos vendría bien un par de manos. Te pagaré lo mismo como si trabajarás media jornada semanal en vez de dos días, de verdad.

—Gracias, Jimmy. Pensaré en ello.

—Que bien, hijo, ¿Sabes? La otra vez... —Y se embarcó en otra historia.

El tiempo pasaba lentamente para Castiel, a pesar de todo sentía hambre, y comió alegremente la sabrosa cena que Mary había cocinado. No todos los días tenía la opción de comer carne asada con vino, pronto se encontró con su plato vacio. Miró para ver dónde estaba la bandeja con carne, y estaba al frente de Sam.

—Sammy, ¿Podrás pasarme la carne, por favor? —Dijo Castiel.

Dean fue más rápido que su hermano menor y agarró la fuente transparente con carne, sin pensarlo demasiado. Se la pasó a Castiel, mirándolo a los ojos. Este ignoró completamente su mirada y alargó el brazo para tomar el recipiente. En el proceso sus manos se rozaron, un leve toque de dedos, pero fue suficiente para que Castiel diera un brinco inesperado y quitara sus manos bruscamente, haciendo que pocillo cayera en la mesa y se diera vuelta, chorreando el jugo de la carne que estaba dentro, todo encima de Castiel.

—Mierda. —Murmuró Castiel entre dientes mientras se ponía de pie y agarraba el borde de su camisa para evitar que el jugo de carne escurriera al piso —. Lo siento, se me resbaló.

—No te preocupes, hijo, son cosas que le pasan a todo el mundo. —Dijo Jimmy relajadamente.

—Ay, Cassie, tenemos que lavar eso inmediatamente, era carne con vino, y eso es imposible de sacar si es que no se lava inmediatamente, vamos, vamos, pásame tu camisa.

Se sentía tan avergonzado y torpe. ¿Cómo se le había caído la carne? Además sobre una de sus camisas favoritas. Ni siquiera lo pensó cuando se comenzó a desabrochar la camisa, no recordó que existía un peligro, algo que había que esconder, hasta que fue demasiado tarde. Hasta que levantó la mirada, cuando ya estaba llegando a los primeros botones cerca del cuello, cuando vio los ojos de Dean, tremendamente abiertos y —el color se le había salido de la cara, tenía la boca abierta y ligeramente temblorosa— pegados en su cuerpo: en su marca de apareamiento.

Oh no, lo que faltaba.

No quería ser descortés pero lo único que quería era arrancar de ahí, así que se saco la camisa y prácticamente la tiró sobre la mesa, luego se fue de ahí sin mirar hacia atrás, prácticamente corriendo por las escaleras, ignorando los llamados que le hacía el resto de su familia desde el comedor. Simplemente entró a su cuarto, se puso una polera, una chaqueta y salió de la casa. No sabía cómo pero había logrado bloquear la presencia de Dean mientras sabía perfectamente que el otro todavía estaba afuera de su habitación, había sentido tanto miedo de lo que Dean le podría llegar a decir cuando lo atajó afuera de su habitación que simplemente se defendió como pudo, sintiendo como las palabras que decía le destrozaban todavía más, pero simplemente emanaron de su boca, inspiradas por el dolor, la rabia y el odio que sentía en su pecho. Al final se sintió satisfecho consigo mismo cuando Dean le dejó tranquilo, al menos había funcionado. ¿Eso era lo que Dean había querido en realidad, verdad? No tener nada que ver con el asqueroso omega que era Castiel Novak.

Se había sentido tan mal por haber botado la fuente que se olvido completamente de que debajo de su ropa estaba uno de los secretos más grandes que debía proteger. Si Mary identificó su marca, no lo anunció. Nadie, aparte de Dean, pareció darse cuenta de cómo todo se había destruido por un descuido, cómo su más grande secreto era revelado gracias a un pocillo de carne cayéndosele de las manos sólo porque no podía soportar el calor que los dedos de Dean habían emanado al simple roce.

Realmente ya no importa, pensó Castiel mientras caminaba a toda velocidad por la vereda, con las manos embutidas en los bolsillos.Porque ahora Dean sabe la verdad.

Ahora Dean sabía que estaban marcados como almas gemelas.