AUTOR: Vulnera Sanentum
DISCLAIMER: Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a ©J.K. Rowling. No se ha ganado dinero ni se ha violado ningún copyright con este trabajo, la trama me pertenece única y exclusivamente a mí.
PERSONAJES: Harry.P/Draco.M
CASIFICACIÓN: NC-13
GÉNERO: Romance, un poco angst y fluffy, algo de humor, creo.
ADVERTENCIAS: Slash (relación entre dos chicos), lime, insinuación de lemon, spoilers del cuarto libro, pero es básicamente A!U (Universo Alterno).
RESUMEN: Antes de la segunda prueba del Torneo, Harry tiene un sueño...muy peculiar, que con cada día parece completarse y formar uno solo. Cuando Draco se introduce en su vida, no hace más que complicar y confundir sus sentimientos. ¿Se atreverá a fundirse en en las profundidades? ¿Es el comienzo de algo o el final del instante? ¿De qué serías capaz con tal de estar con la persona que quieres? ¿Qué estas dispuesto a renunciar?
Nota de la Autora: ¡Hola a todos! Wow, cuánto tiempo, he aquí un un one-shot que tendrá dos o tres partes, yo lo sé: cuando lo terminen de leer les va a parecer medio patético y tonto, no los culpo, pero la idea venía rondando en mi cabeza y soy una fanática del tema, espero que igual sea soportable XD, denle una oportunidad.
Estoy haciendo el longfic que les prometí, si todo sale bien, tendrá dos temporadas. Cuando termine el cap siete lo voy a empezar a subir (¡ánimo que voy por el cinco!). Pero también haré en el intermedio otro fic, que lo voy a hacer sí o sí porque la idea me tienta y me encanta, desde ahora estaré más activa *-*
Sabor a mar
Primera parte: Una vez en un sueño...
Sé que es verdad,
que esas visiones rara vez son lo que parecen...
Pero si te conozco...Sé que lo harás,
Me amarás una vez más del mismo modo
en que lo hiciste una vez en un sueño. -Lana del Rey.*
-Ellos...ellos no son de aquí, ¡deberían irse!
-Lo sé, lo sé, Murcus, y tienes toda la razón, pero...
-Si tengo toda la razón-habló severamente, situación extraña, tratándose de alguien como él-. ¡Héchalos! ¡No los quiero en mi territorio!
Dumbledore suspiró.
Y es que la verdad, era todo lo que podía hacer.
Harry oía.
Oía una voz...un canto, lo estaba llamando.
Harry era una persona curiosa (tal vez demasiado), pero también era impulsivo, y estúpidamente noble, y el conjunto de esas capacidades lo hacía, en ocasiones, hacer idioteces.
Pero no en ese momento.
Porque no sentía.
Esa voz era todo lo que existía, rodeándolo, abrazándolo, la piel se le erizaba de solo escucharla.
Sentía como si una burbuja lo hubiera atrapado, sin dejarle otra opción que seguir...seguir...a esa voz...
No había nada alrededor, como si su sola existencia se debiera a escucharla eternamente, estaba en un trance, maravilloso, hermoso. El imperius no era absolutamente nada comparado con esto.
Era como si todas sus preocupaciones se fueran, nada existía, nada importaba. Pero también se sentía...excitado, como si cada melodía lo acariciara, apenas rozándolo, susurrándole. Era electrizante.
Harry quería saltar, una parte de él se sentía eufórico, pero no podía moverse, a menos que sea para dirigirse a esa voz, también quería correr, pero era como si su cuerpo estuviera adormecido, y él era un muñeco roto, manejable. Sin utilidad.
Era casi como estar drogado, no porque él supiera en realidad, pero su cuerpo sentía ansiedad y tranquilidad, como si le hubieran aplicado morfina.
Quería más. Quería más. Quería más.
De esa voz, susurrante, que lo estaba haciendo delirar.
Harry no necesitaba nada más que eso.
Era casi como si la voz, que cantaba incesantemente susurrante, representara todos sus deseos. Sus deseos más oscuros.
Sintió levemente, en medio de su estado hipnótico, un leve dolor en la planta del pie, quiso agarrarse el pie, para ver si sangraba, porque le dolía muchísimo, pero no podía, sus brazos no le respondían, estaban laxos alrededor de su cuerpo. Y entonces, algo dentro suyo se movió.
Parpadeó un par de veces, para enfocar su vista.
El canto se había detenido.
La desilusión era palpable, no solo en el cuerpo de Harry, si no que su pecho se llenó de dolor.
Había desaparecido.
Se había ido.
Su estómago se revolvía, mientras su pecho se inundaba, sentía que no podía respirar.
Miró a todos lados, asustado. El cambio de ensoñación a la realidad fue brusco. Como caer enamorado de alguien.
Todas esas sensaciones no eran normales. No era posible.
La luna estaba en lo alto, más brillante hermosa que nunca, casi era luna llena. Hacía un contrate siniestro con el lago negro, a Harry le encantaba.
Porque no parecía haber ninguna estrella en el cielo, estaba completamente limpio y liso, salvo por la brillante luna, que era lo único que alumbraba.
Se miró los pies, estaban morados, y tenían restos de sangre, junto con espinas clavadas entre los dedos de los pies. Frunció el ceño.
¿Qué hacía él allí?
Un susurro. Un murmullo. Y un chapoteo de agua.
Se dio la vuelta rápidamente, en alerta. Sentía como su corazón palpitaba con una fuerza sobrenatural. Nunca había estado tan asustado, y realmente no sabía por qué. Había vivido cosas peores, ¿verdad? Sólo que ahora no las recordaba. ¿Por qué?
¿Recordar?
Antes de que se diera cuenta, sus pies tocaron el lago, estaba helado, pero no podía detenerse. Su cuerpo temblaba ligeramente y su respiración se hacía cada vez más errática.
Una risa.
Se dio vuelta, alarmado.
El agua le llegaba hasta los talones.
-¿Quién anda ahí?-gritó, pero su voz sonó lejana mientras retumbaba en el lago, haciendo eco.
¿Eco? ¿Cómo podía hacer eso su voz al aire libre?
El agua le llegaba hasta las rodillas.
Sentía las corrientes a través de sus rodillas sumergidas, porque eran corrientes, ¿no?
Infló su pecho de aire, y un poco de valor, mientras observaba todo a su alrededor.
El agua le llevaba hasta las caderas, mientras sentía las pequeñas olas rebotar contra estómago.
El viento hacía una música espeluznante, mientras pasaba entre las ramas de los árboles y soplaban. ¿Era él o alrededor estaba más oscuro?
Ya no había nada de esa dulce tranquilidad, de esa despreocupada paz. Nada. Ahora estaba aterrado, sentía como si lo estuvieran encerrando. Acorralando.
Cuando el agua le llegaba hasta el pecho, haciendo que su cuerpo sufra escalofríos, entró en pánico. Era ridículo, pero era como si sintiese esquizofrenia marina. Claro, si eso siquiera hubiera existido.
-¡Harry!-gritó alguien, antes de sentir una mano algo viscosa agarrarlo del talón y hundirlo en las profundidades.
Abrió los ojos y la boca apresuradamente, buscando bocanadas de aire, sintiéndose asmático por primera vez.
Veía luces por todos lados, parpadeó para acostumbrarse a las penumbras de su habitación, comparada con la escalofriante luz de la luna sobre el lago negro, definitivamente su habitación era mucho mejor, aunque había algo entrañable en ese lugar.
La cara pecosa y preocupada de Ron se reflejó ante sus ojos. Se tuvo que alejar un poco, pues estaba demasiado cerca.
-Lo siento-dijo, pero, extrañamente, no se ruborizó, la expresión de asustadiza y preocupada no salía de su rostro-. ¿Estas bien, Harry?
-S-sí-respondió sin mucho ánimo, de hecho, no, no estaba para nada bien. Los huesos de su cuerpo, estaban adormecidos, como si hubiese tenido el más malditamente agotador partido de Quidditch, también se sentía...húmedo, como mojado. La sensación exacta era como si alguien lo hubiese encogido y metido dentro de un lavarropas, y mientras él giraba y giraba, sus tíos lo saludaban desde adentro.
Harry reprimió un escalofrío.
Se destapó, y cuando intentó levantarse, un mareo lo golpeó en lo más profundo de su ser, mientras sentía como su cabeza era taladrada.
-Oh, dios-oyó jadear a Ron.
-Sí, estoy un poco mareado pero no pasa nada-dijo sin quitarse las manos de su cabeza, como si eso menguara el dolor palpitante.
-H-harry-Ron lo llamaba, horrorizado, como si hubiese visto un fantasma.
-¿Qué...?-pero no terminó la pregunta, pues su sábana se había corrido, lo que dejaba su cuerpo descubierto. Abrió los ojos del terror. Su ya de por sí miserable pijama, estaba destrozado, completamente reducido a añicos, aunque eso era sólo un detalle.
-¡Maldición!-gimió de frustración sin poder creerlo.
Estaba eróticamente desnudo, pensó, mientras se sonrojaba furiosamente, y podía apostar todo su oro a que Ron había hecho lo mismo. Su pantalón parecía un short rajado y desastroso, mientras que por sus piernas se deslizaba un sustancia blanca y viscosa, que hizo que su rostro pareciera una manzana roja. Sus pies parecían como si una licuadora hubiera pasado unos momentos con ellos, estaban horribles e hinchados, morados y llenos de cortes y sangre. Su camiseta tenía aberturas, dejando expuestos sus pezones, que-sorprendentemente- estaban erectos.
¡Merlín!
Pero incluso, lo más curioso es que estaba húmedo...en ambos sentidos. Su cuerpo estaba mojado, como si una llovizna lo hubiera regado, aunque tuviera la sensación de que una tormenta se había desatado antes.
-Ehh...-sus palabras se atragantaron, pero, ¿cómo le explicas a tu mejor amigo que el hecho de que tener semen escurriendo entre sus piernas y verse como si acabase de tener sexo salvaje no estaba exactamente en su consentimiento? ¡Por supuesto que no estaba en su consentimiento! Tenía catorce años, por Dios...
Un momento.
Entonces, ¿eso significaba que había sido violado?
Cuando miró a Ron alarmado, el pánico reflejado en el rostro, supo que él también había pensado lo mismo. Eso resultaba aún más vergonzoso.
-N-no pensarás que...-no quería ni siquiera terminar la oración.
-Creo que hay que ver a Dumbledore, Harry.
-¡¿Qué?! No, no, por supuesto que no.
-P-pero...
-Nada, Ron, lo averiguaremos, ¿si?-dijo firme, porque si de algo estaba seguro en ese momento es que no quería por nada del mundo que otras personas se enteraran de ese pequeño incidente, mucho menos Dumbledore-. No hay por qué alarmarlo, ya está lo suficientemente estresado con el Torneo como para que nosotros le vallamos con una cosa como esta.
Ron no parecía muy convencido, pero Harry no le dejó opción, con un «No le digas a Hermione». Y se fue directo al baño.
Dios Santo.
Exhaló un suspiro que había estado reteniendo, mientras se deslizaba sobre la puerta. Intentando que su respiración se normalice, toma un par de bocanadas de aire e intenta por todos lo medio humanos no ponerse a llorar.
De todo. De la desesperación que lo invade al estar en presión continuamente, en no poder ser suficiente, ¿qué es lo que están esperando de él? No se suponía que debía ser famoso. Él era...sólo Harry.
De no tener absolutamente ninguna pista sobre la segunda prueba, sobre también, morir en el intento de ganar, él solo quería sobrevivir, y aunque había fantaseado con ganar el Torneo de los Tres magos, ahora, lo único que quería hacer era desaparecer.
Y ahora esto. Había sido abusado. O algo así.
Porque se había corrido. Al menos tenía la certeza de que lo había, mínimamente, disfrutado.
Se quitó la ropa destrozada de su pijama, y se miró en el espejo.
Se veía...agitado. Su cabello estaba más enredado que antes (si eso era siquiera posible) y húmedo. Tenía chupones por todo el torso y cuello, aunque sus pezones ya habían vuelto a la normalidad.
Seguía terriblemente sonrojado, aunque, sería raro que no lo estuviera.
Su pene se veía flácido con restos de semen, asique técnicamente no había sido un abuso, pero entonces, ¿por qué no recordaba nada? Harry pensaría que sólo había sido uno de esos sueños húmedos que te acompañan de la adolescencia, con todas esas feromonas. Pero entonces, ¿de dónde habían salido esos chupones, moretones y rasguñaduras? ¿Y por qué tenía la sensación de haberse bañado en el lago?
A menos que lo hayan hecho en el lago...
Harry agitó su cabeza de un lado para el otro, sintiéndose Dobby por un momento (Harry malo), mientras se ruborizaba aún más.
Suspiró.
Negación. Sí. La negación (al sueño, al canto, a la sustancia viscosa, a los chupones, a la humedad en su cuerpo), era la solución. Por lo menos momentáneamente.
Está bien, la negación no duró ni un día.
A la mañana siguiente, su curiosidad y ansias pudo con él. Simplemente no podía dejar las cosas así. O sea, o Harry mismo era sonámbulo (y no se había enterado) y se zambulló en el lago, mientras tenía un encuentro íntimo consigo mismo (aunque eso no explicaba los chupones), o realmente había practicado sexo con alguien y le habían borrado la memoria.
Pero, incluso cunando la segunda opción era la más realista, Harry se negaba a creerla. Porque, ¡oh, vamos! Él no podía decir la palabra pene sin sonrojarse, ¿cómo demonios iba a tener sexo real?
¡Era prácticamente imposible!
Aparte, a menos que Cho fuera una amante muy fogosa e infiel (porque salía con Cedric Diggory), no le gustaba otra persona que ella.
Era un poco desesperante, no saber con quién te has acostado, o si siquiera te acostaste con alguien. Ahora, definitivamente había tomado al pie de la letra el «¡SIEMPRE ALERTA!» de Moody. Sus compañeros lo miraban raro, porque se alteraba con cada sobresalto. Bueno, la verdad era que estaba un poco paranoico últimamente.
Razones le sobraban.
Hermione sospechaba algo, lo miraba suspicaz, mientras fruncía el ceño y no paraba de preguntarle si estaba bien. Ron sólo lo miraba como un perro enjaulado.
Y él se sentía cada vez más agobiado.
No había parado de buscar en libros, porque tenía que haber, tal vez, una explicación, lógica y razonable, pero nada. También había buscado sobre la pista de la segunda prueba (por más que Cedric le haya aconsejado "darse un baño", Harry estaba más que todo desconfiado que orgulloso en ese sentido, asique no le había hecho caso), aunque debía admitir que se había pasado más tiempo buscando la respuesta sexual, que concentrarse en el Torneo.
Cuando pasó una semana Harry volvió a tener el sueño.
Pero este era diferente. Había soñado (Harry creía) con su recuerdo.
O al menos eso esperaba.
Porque era la única pista que tenía.
Labios. Calor. Húmedo. Leguas.
Harry estaba en el paraiso, los labios sedosos, eran el mismo cielo, no lo dejaban respirar, y empezaba a tener un serio problema con sus pulmones. Su cuerpo temblaba de ansiedad, mientras recibía ondas de calor a todo su cuerpo.
Estaba en llamas.
Pero estaba mojado, su pijama se pegaba al cuerpo, y sentía sudor recorriendo su espalda.
No podía detenerse.
Su cuerpo reaccionaba solo. Porque lo quería todo. Quería más de esos labios. Más de este torso plano pegado al suyo. Más de su lengua, más saliva, más humedad, calor.
Más. Más. Simplemente más.
Enredó su mano en ese cabello mojado, mientras profundizaba el beso. Dominó su boca, y escuchó un gemido que retumbó en su cuerpo y quedó guardado con él para siempre, mientras sentía su dolorosa erección.
Enroscó su lengua, se separó un segundo, escuchándose a sí mismo jadear, mientras el otro le mordía el labio inferior lentamente, y fuerte, sacándole un poco de sangre.
-Más-gimió Harry-. Más.
Lo estrechó en sus brazos, sintiendo su boca salada, lo vio desaparecer en las aguas profundas.
Y cuando se despertó, Harry se sintió lleno de nostalgia. Y un poco vacío.
Cuando llegó el día de la segunda prueba, Harry definitivamente estaba aterrado.
Afortunadamente Dobby había conseguido branquialgas, a último momento, porque, aunque se había pasado la noche en la biblioteca y había buscado todos los libros posibles con ayuda de Ron y Hermione, no habían encontrado nada.
Estaba nervioso, le temblaban las piernas y su pecho se movía rítmicamente.
Pero lo peor de todo era no saber, no haber descubierto nada más que detalles y un cuerpo plano (uno de hombre), con respecto a aquel sueño.
Era como si los recuerdos volvieran a él en las noches, mientras dormía, en sueños. Y había descubierto que con quien supuestamente había estado era un hombre, un chico, alguien de su mismo sexo. Se había alarmado y había estado todavía más paranoico si cabe, pensando demasiado. No es que tenga problema con las personas que gustan de personas del mismo sexo...es que simplemente él no quería ser uno de ellos, nunca había pensado mucho en ello. Y mientras en el día pasaba autoconvenciéndose de que la persona que le gustaba era Cho y nadie más. A veces lo recordaba inevitablemente, aunque no vea su rostro, aunque sólo recuerde sus besos agresivos y salados, su humedad y su calor, aunque fuera un chico, Harry no tenía la mirada perdida, la tenía atento a su recuerdo. Cada vez más frecuente.
Era alarmante.
Porque por las noches, tenía que poner un hechizo silenciador para que no resonen sus gemidos por toda la habitación. Porque no podía para de soñar, de soñarlo, y Harry estaba cada vez más y más desesperado.
Era tan real. Y ahora, era sólo la niebla de su recuerdo, ni siquiera tenía la certeza de que sí había sucedido, ni con quién. Ni por qué todo le parecía tan vívido, por qué podría sentir las sensaciones, como si su cuerpo las almacenara para rememorarlas.
Su cuerpo se arqueó al sentir su cuello abrirse extrañamente, y cuando se zambulló por completo, fue como respirar por primera vez.
Se sentía fantástico, si bien nunca había aprendido a nadar, ni los Dursley le enseñaron, era llamativo. El mar, el lago, el agua. Como una dulce canción de sirena, que lo atraía irremediablemente.
Con las branquias y las aletas en ambos pies, no era necesario nadar a la perfección, lo cual era un alivio. Ahora solo tenía que buscar .
Su cuerpo nadó por unos minutos, viendo todo a su alrededor, las algas sueltas enredarse en su cabello, que flotaba graciosamente en el agua. Mientras sentía movimientos a su alrededor, sin embargo no se alarmó realmente, por alguna extraña razón, se sentía seguro allí, como cuando se enfrentó al dragón con la Saeta de fuego; estaba en su complemento. Sólo que no había sabido que el agua también lo sería.
Presentía que se había alejado de su objetivo notablemente.
Cuando vio un cabello largo y rubio flotante, detrás de una roca, empezaron a salir cabeza curiosas detrás de sus escondites. Personas con mitad cuerpo de pez y mitad humano.
No era como había leído y visto en libros, aunque supo al instante que esas criaturas no pertenecían al lago negro.
Su belleza cegaba a Harry de manera enigmática. Se sintió inevitablemente intimidado.
La mayoría eran mujeres, con colas doradas, plateadas, verdes, moradas, rojizas, de todo tipo, eran largas y se movían ligeramente mientras sus ojos sobrenaturales, como dagas de gato, tan coloridos como sus colas. Mientras sus largos cabellos flotaban en el agua.
Una rubia, con cola dorada y aletas al costado de esta, le sonreía burlona. Era pálida y sus ojos eran tan claros que Harry no podía distinguirlos. Pero su sonrisa era lo suficientemente grande como para diferenciar sus propios dientes con los colmillos-seguramente- filosos de ella.
Otras como una par de gemelas de cabello extraño y cola larga y gris, lo miraban como si quisiesen comerlo allí mismo, en un muy mal sentido de la palabra. No parecían contentas de verlo allí.
Algunas simplemente lo miraban inexpresivas, pero sus miradas eran tan fijas y penetrantes, que se sentía acorralado.
Había un par de chicos, Tritones debían ser. Ellos no eran tan hermosos como las sirenas. Y todos colgaban alrededor de su cuello una caracola diferente. Y parecían más bien guardias de turno que otra cosa, claro, si no fuera por las colas, y su extrambótica cara.
-Draco-llamó una morocha, con cabello ridículamente café, y cuerpo esbelto. Parecía la más madura. Era joven y hermosa, pero alrededor de ella las otras parecían simplemente adolescentes.
Su voz retumbó y sonó en el círculo en el que lo habían rodeado.
Pero todo lo que había visto no se comparaba con el muchacho que apareció detrás de una roca, algo sobrecogido, pero cuando levantó la mirada, la arrogancia y seguridad parecían haber llenado sus expresiones.
La boca de su estómago revoloteó, mientras su pecho se inundaba de calor.
Dios.
Era un muchacho. Harry estaba seguro. Tenía pezones deliciosamente rosados. Su pecho carecía de vello alguno, y era pálido y terso como la porcelana. Parecía brillar.
Su cabello era rubio, con tonos platinados, mientras flotaba en el agua. Pero sus ojos eran definitivamente lo que más le gustaba, decidió Harry.
Debían de ser grises, pero hipnóticamente plata líquida, el mercurio. Lo miraban, pero no como todos ahí lo hacían. Era una intensidad abrumadora, mucho más que penetrante. Era como si tratara de decirle algo, a través de su aire petulante, y sus ojos expresivos. Pero Harry no podía leerlos.
La cola parecía moverse con nerviosismo en el agua, porque se movía levemente un poco más rápido que las otras en su lugar. Era una pequeña mezcla de colores combinados estratégicamente, verde, con algunas escamas plateadas, turquesas y algo azuladas, que se hacían cada vez más visibles llegando a la cadera.
Su cuerpo temblaba. Era como un imán. Se sentía atraído.
Estaba embelesado.
Merlín, se sentía un idiota.
Y cuando habló fue como enviar ondas de calor por todo su cuerpo.
-Cuánto tiempo, Harry.
Lo miraba con picardía y un deje de diversión.
Seguramente debía de ser la nueva atracción del momento.
Aunque realmente no le importaba mientras ese sujeto llamado Draco no deje de mirarlo.
En un abrir y cerrar de ojos, Draco estaba alarmantemente cerca suyo. Mientras él se sentía intoxicado, Draco le susurraba en el oído:
-¿Me extrañaste, cariño?
Se estaba burlando de él.
No es como si le importara en ese momento, pero cuando la comprensión llegó a sus ojos bien abiertos, Draco ya tenía esa sonrisa de suficiencia en el rostro.
-Veo que sí- y con una expresión aniñada y llena de picardía añadió:-. No me habrás olvidado, ¿o si?
*Super recomendada, ella me encanta. Y se darán cuenta porque la voy a citar mucho en los fics, tiene canciones condenadamente buenas.
