Sakura era el tipo de chica que Sasuke odia-ama.
Era alegre, brillante y cálida como un sol, lo cual hacia que se sintiera oscuro y maldito al lado de ella, pero a la vez quería contagiarse de su alegría y derretirse en su calidez y devorarla hasta fundirse en ella.
Ella era tonta e inocente, y rosa, muy, muy rosa, y ese peculiar gesto que hacía, poniendo su dedo índice en su labio inferior, ladeando un poco la cabeza y mirándolo con los ojos grandes y hermosos de color jade, era malditamente deseable y lo enloquecía, y la odiaba, porque era demasiado bonita y rosa y apetecible y le hacía perder el control y no quería separarse de ella, y no podía separarse de ella, y lo hacía dependiente, jodidamente dependiente de su presencia, de su sabor y de su exquisito olor a algodón de azúcar mezclado con el café de un dólar con noventa y cinco de la pequeña cafetería de la calle Smith St. en Brooklyn a la que solía llevarla.
Y ella amaba muchas cosas, y odiaba muy pocas, lo cual era completamente detestable, era demasiado buena, demasiado pura, y el odiaba eso.
(Pero a la vez no, no lo odiaba en absoluto, porque ella tampoco era tan pura…)
Según ella, él era como un ángel desterrado del cielo, porque era hermoso y frio y lleno de odio y rencor. Pero seguía siendo divino.
Algunas veces se preguntaba de donde es que sacaba ese tipo de pensamientos, y es que Sakura era una red de pensamientos enredados e inteligibles que resonaban en paredes de su mente y algunos, pocos, muy pocos, lograban encontrar el escape de su subconsciente y salían por sus pequeños y dulces labios. Y estaba rota, tanto o más que él, y sus demonios la asechaban constantemente, pero allí estaba su ángel, herido, desterrado, maldito, y hermosamente divino para ahuyentarlos y mantenerla a salvo.
(Si te vas, moriría lentamente…)
Y Sakura leía, leía hasta que le dolían los ojos y se caía del sueño. Y le encantaba la poesía, ella era tan romántica, que casi parecía que vomitara arcoíris por la boca cuando leía sus libros gastados y viejos de hace tanto tiempo (Y a la vez no tanto) que parecían solo fantasía (Y no es que no lo fueran). "20 poemas de amor y una canción desesperada" -¿Por qué ya no hay hombres como Pablo Neruda, Sasuke-kun?- .También le gustaban las películas en blanco y negro, de esas que hacían cuando ni siquiera existía el audio en el cine, porque según ella el amor, como lo planteaban antes, era mucho más bonito que como lo hacen ahora. – ¿Por qué no nacimos en esa época Sasuke-kun? Hubiéramos sido felices como el vagabundo y la florista ciega ¿No te gustaría, Sasuke-kun? Ellos se veían tan lindos…- Y así podía divagar horas y horas acerca de personajes como Laura y Harry y su trágico amor imposible o de lo zorra que era Margaret Livingston en "Sunrise" y que George O'Brien era un idiota y que tenia suerte de que Janet lo perdonara porque cualquier otra mujer lo hubiera mandado al demonio, y un millón de cosas más, y él la escuchaba atentamente sin decir nada, porque a él no le gustaba hablar y a ella no le gustaba quedarse callada y todo funcionaba perfectamente.
Y él sabía que Sakura estaba rota, que su interior sangraba por todas partes y que las pesadillas de las noches no eran para nada normales. Pero ella seguía sonriendo, y siendo alegre y brillante y cálida como el sol, y no lo entendía y la envidiaba y la necesitaba y la quería y la amaba.
(Y, joder, estaba completamente perdido…)
Todavía recuerda la primera vez que la vio, ella estaba allí, acurrucada abrazando sus piernas y con la vista perdida, sentada en la acera a unas cuantas cuadras de su casa. Refugiándose bajo un pequeño techo que apenas la cubría de la lluvia. Y tiritaba tanto que sus brazos ardían por abrazarla y parecía tan desdichada, y era tan bonita que toda esa suciedad en su piel y esa ropa andrajosa no cuadraban para nada.
(Y él siempre ha odiado las cosas que no cuadran)
Y se agacho en frente de ella, quedando cara a cara, y extendió su mano. Y ella lo miro, con sus ojos vidriosos y su cabello, rosa como el chicle de freza y húmedo por la lluvia, y pasaron 1, 2, 3, 5…10 minutos y ella por fin decidió y estiro su pequeña mano para posarla sobre la suya, y era suave y estaba fría, pero aun así la sintió cálida, y cerro su mano sobre la suya y la levanto y la tomo en brazos y se la llevo y nunca más la dejo ir, y suena a las chorradas de los jodidos cuentos de hadas pero era la pura verdad.
Su vida con ella era tan complicada y plena a la vez, porque aunque Sakura era un remolino arrasador de sentimientos y situaciones y necesidades y cosas rotas y alegría y un montón de cosas más, antes de que apareciera no había nada más que recuerdos dolorosos y personas falsas para llenar su vida.
(Y eso no llenaba nada, más bien hacia ver el hueco más grande)
Y se sentía bien, se sentía estúpidamente bien, y era feliz, esa ridícula y efímera felicidad de la que hablan muchas personas, esa que anhelan muchos más, y esa que realmente casi nadie tiene, si, esa la tenía él, cuando su voz rompía como pequeños pedazos de amor puntiagudo desgarrando el dolor, el silencio de su habitación –Puedo dibujarte Sasuke-kun ¿Puedo? ¿Por favor, puedo?- Y lo es, cuando despierta y la siente entre sus brazos y sus piernas entrelazadas, y ese sudor pegajoso sobre sus cuerpos desnudos, justo ese que se te pega a la piel luego de tener sexo toda la noche. Y era feliz, si, muy feliz, cuando estaban acostados en el césped del hermoso jardín de su casa, mirando la nubes e imaginando los catillos y las princesas custodiadas por dragones en ellos, y él hablaba, y ella lo escuchaba atentamente porque Sasuke casi nunca hablaba y cada palabra salida de su boca era un tesoro para ella, y el preguntaba en un susurro pacifico "¿Sakura, tú me amas?" Y esa pregunta tenia millones de respuestas, y todas serian siempre afirmativas –Te amo tanto que duele Sasuke-kun- porque para ella, una vida sin Sasuke-kun, era peor que el infierno, era tan horrible que prefería pasar de esos pensamientos – El bien y el mal son tan triviales al lado de mi amor por ti, Sasuke-kun-
(Ella era extremadamente cursi, pero no es que le molestara, aunque si lo odiaba, pero no…)
Y ya no se perdía en el pasado, porque cuando empezaba a irse, una dulce voz lo sacaba de ese lago de pensamientos oscuros y lo traía de vuelta – ¿Podemos ver una película, Sasuke-kun?- Y el macabro cortometraje de terror en el que se habían convertido los recuerdos de una noche en que perdió todo ya no pasaba por su mente y ya no sangraba por dentro (Tanto) y ya no miraba tentativamente hacia abajo en el puente de Brooklyn cada vez que pasaba por allí, y ya no quería desaparecer, ahora todo era ella, todo era su voz, su risa y el mar jade de sus ojos, esos que tapaban el dolor de un pasado oscuro con un inocente verde lleno de amor (Para él, porque Sasuke-kun era el único que merecía su amor).
Y la odiaba (Pero no)
Y la amaba (Y no existían peros para eso)
Y la necesitaba (Mas que al Oxigeno)
Y ya no estaba tan roto (Las partes rotas de su alma estaban guardadas en el corazón de Sakura)
Y Sakura era muy rara –Esa chica a veces me da miedo, teme- le dijo una vez Naruto (porque si, ahora veía a Naruto mucho más seguido, porque Naruto era un idiota y le gustaban los idiotas) -Enserio Sasuke, esa chica tiene algo malo, ¿Te has fijado que a veces para de hablar de repente y se queda mirando la nada con ojos de loca y luego sigue con otra conversación diferente?- Y a ti no te podría importar menos.
(Aun que si te importa, porque todo en ella te importa, pero no te preocupa, porque si ella esta así, tu estas peor)
Y de pronto Neruda, Bécquer, Victor Marie y todos los autores que considero idiotas sin nada más que hacer que decir palabras bonitas ya no son tan idiotas y las palabras son más que simples palabras bonitas. Y el mundo tiene más colores.
(Aunque los únicos colores que necesita son el rosa de su cabello y el jade de sus ojos)
Y no quiere alejarse nunca más…
¿Fin?
