Título: Dioses Ocultos (título tentativo)

Sumario: Hermione descubre que es adoptada, su madre biológica quiere llevársela a su tierra natal y a su trastornado padre no le podría importar menos.

Pareja: Hermione Granger/Draco Malfoy

Renuncia: El mundo de Harry Potter le pertenece a J.K.Rowling, no persigo fines lucrativos.

Advertencia: Ésta es una absurda mezcla de mitologías.

Libros: Tomo en cuenta los primeros seis y del siete tomo algunas cosas, es básicamente una historia paralela: mismo tema distinta forma.

Importante: La historia comienza después de que termina el sexto libro, Voldemort liberó a los mortífagos que fueron apresados durante el tonto asunto del Departamento de Misterios, recordaran que ahí Harry Potter mencionó a los mortífagos que Voldemort es un mestizo, bueno pues a algunos de ellos no les gustó la idea.

Aviso: Esta historia va a ir a un paso muy lento, tanto en actualizaciones como en desarrollo del argumento y los personajes. Falta mucho para el chocolate Dramione.


Dioses Ocultos

¿Por qué uno se retuerce entre rincones
mirando al cielo en busca de alguien?

¿Serán los dioses ocultos o serás tú?
será una decisión mortal

(Caifanes)

Temiscira, País de las Amazonas

El río Termodonte podía oírse claramente, la fresca brisa que corría hacía el sur auguraba una buena época de caza, las mujeres congregadas alrededor del pedestal sobre el que se alzaba una mujer ataviada con una toga blanca y con una actitud soberana, guardaban un silencio respetuoso.

Entre la multitud había otra mujer que esperaba ansiosa las palabras de la reina de las Amazonas, Hipólita.

- Helena, el Consejo ha decidido levantarte el castigo que te fue impuesto por haber transgredido las reglas…

Toda la asamblea continuó en tenso silencio esperando las siguientes palabras de la reina.

- Es tiempo de que tu hija, Hermione, conozca su herencia, es tu deber buscarla y traerla a Temiscira para que pueda ser parte de nosotras- declaró la mujer.

- Gracias- correspondió Helena con una inclinación de cabeza.

- Puedes partir lo antes posible, te esperamos con los brazos abiertos y estamos dispuestas a remediar la falta de educación propia que tú hija ha sufrido pero bajo ninguna circunstancia puedes involucrarte otra vez con su padre ¿entiendes?-.

- Por supuesto que sí, sólo me interesa encontrar a mi hija, no tengo deseos de iniciar una relación con su padre- expresó Helena con cordialidad.

- Bien, porque de hacerlo, ésta vez tendrías que matarlo- advirtió la reina de las Amazonas.

- Entiendo- dijo Helena mirando a la otra mujer a los ojos.

- Entonces paga tus respetos a la Diosa e inicia tu viaje- ordenó la mujer, al escuchar el tono de finalidad todas las demás guerreras comenzaron a retirarse.

Helena se dirigió al templo de Artemisa para pedir su favor y al salir se encontró a Lydia, la única amiga que tenía en esa tierra de adversarias.

- ¿Lista?- preguntó Lydia.

- Sí- respondió con brevedad Helena.

- Suerte, si tu hija es digna todas ellas van a olvidar tus anteriores errores, y conociéndote estoy segura de que Hermione va a ser una valiosa guerrera- confortó Lydia a su amiga mientras caminaban hacia el limite de sus tierras.

- Lo que me preocupa es su reacción, no sé lo que Rab le ha dicho sobre mí, tal vez ni siquiera sabe de mi existencia- confesó Helena dando rienda suelta a sus temores.

- No te preocupes antes de tiempo- pidió Lydia abrazando a su amiga.

- Me voy- anunció Helena y en cuanto se vio libre de los brazos de Lydia, cerró los ojos y desapareció.

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Inglaterra, Sómerset

Mansión Lestrange

Helena apareció en las afueras de una grande mansión, era el lugar en el que había estado con su familia por última vez, fueron unos momentos efímeros pero valiosos, ahora venía a reclamar lo que nunca debió haber perdido.

Al pasar la primera barrera de protección que debió detenerla pero no lo hizo las alarmas mágicas de la casa se activaron e inmediatamente apareció en la puerta un elfo, al verlo, Helena sintió pena por la criatura y rencor por los magos que habían hecho del ser mágico un simple sirviente.

- Elfo, que los Dioses te guarden y te desagravien. Yo soy la Amazona Helena y vengo en busca de Rabastan Lestrange- dijo Helena a modo de saludo.

El elfo abrió sus ojos con asombro y agachó la cabeza avergonzado sin atreverse a dirigirle la palabra a la guerrera, sólo abrió más la puerta en señal de bienvenida. Helena entendió la conducta del elfo y dirigiéndole una sonrisa que la criatura no vio, entró a la mansión y siguió al elfo hasta la sala pequeña de la mansión.

Habían pasado sólo unos pocos minutos cuando se escucharon los pasos y la fuerte voz de un hombre, cuando lo vio en la puerta de la sala no podía creer que ese era Rabastan Lestrange, el hombre que le había dado una hija.

- ¡Helena!- exclamó el hombre entrado a la sala para ver de cerca a su visitante, honestamente nunca se imaginó que la volvería a ver y no sabía que hacer ahora que estaba justo enfrente.

- Rabastan, que los Dioses…- comenzó la Amazona con su formula de saludo sólo para ser detenida por una seña del hombre.

- Sí, sí, ya me lo sé, no te preocupes-. Había olvidado el maldito saludo formal, que forma más amable y tonta de perder el tiempo.

- ¿Qué deseas Helena?- preguntó Rabastan queriendo llegar al punto.

- Quiero ver a mi hija- contestó la mujer levantándose de su asiento y viendo a Rabastan con sospecha, ese no era el hombre que ella había conocido.

- No sé de qué hablas- evadió el mortífago haciendo señas a un elfo que se encontraba en la habitación para que le sirviera un güisqui de fuego.

- Hermione, quiero verla- insistió Helena, un oscuro presentimiento comenzaba a formarse en su estómago.

- No sé en dónde esté, probablemente siguiendo al-niño-que-es-un-idiota en su siguiente aventura absurdamente suicida- comentó Rabastan terminando sus palabras con un trago de su vaso.

- No entiendo¿acaso no te informa sobre sus asuntos? Es tú responsabilidad…- dijo Helena viendo a un extraño en los ojos de Rabastan.

- No, no veo porque debía informarme sobre su siguiente travesía estúpida. Me deshice de ella en cuanto te fuiste- confesó el mortífago sin emoción.

Helena se quedó helada, simplemente no lo podía creer, Rabastan, inquieto con el silencio de la Amazona, se vio obligado a elaborar.

- Supe que unos muggles la adoptaron- agregó.

- ¿Qué?¿Cómo te atreviste a abandonar a mi hija?- reclamó una encolerizada Helena.

- Yo era un niño, qué es lo que querías que hiciera, jugar al adulto responsable ¡carajo Helena! La verdad es que le hice un favor- explicó Rabastan Lestrange.

- Sí, un niño de veinte años, tan inocente tú- su sarcasmo era obvio. - Eres un pérfido- susurró la mujer viéndolo con horror.

- Gracias- dijo Rabastan mirando a Helena con lujuria.

- Me das asco- siseó la mujer.

- ¿En serio?¿Entonces no hay forma de que retomemos las cosas en donde las dejamos?- preguntó Rabastan con una sonrisa de lado.

- ¡Vulgar!¿En dónde está mi hija?- preguntó Helena viendo con absoluto disgusto al monstruo que había tomado residencia en donde ella alguna vez había encontrado refugio.

- Mujer, ya te lo dije: no sé- respondió Rabastan.

- Yo la dejé bajo tu protección Rabastan, así que tú eres responsable de lo que le pase- advirtió Helena pero no pareció surtir efecto en su receptor.

- ¿Y para qué la quieres?- preguntó el mortífago tratando de cambiar el tema.

- Para que venga a vivir conmigo a Temiscira- anunció Helena.

Rabastan no lo pudo evitar, una sonora carcajada sacudió su cuerpo, al ver la mirada fría de Helena su risa comenzó a ceder y finalmente sólo tenía una media sonrisa contemplativa.

Helena esperó pacientemente a que el hombre pusiera fin a su minuto de delirio, no podía creer que tenían una hija en común.

- Lo siento no pensé que hablaras en serio- explicó el hombre aún con su mirada burlona, Helena esperó pacientemente a que su "casi ex-esposo" explicara su comentario.

- Oye no es que te quiera desanimar pero he investigado a la chica, creeme, es más obstinada que tú, no hay forma de que la puedas convencer de abandonar su vida para seguirte- explicó Rabastan mientras tomaba un sorbo de su bebida.

- No depende de ella, la reina lo ha decretado siguiendo los designios de las Diosas- dijo la mujer ignorando el último comentario del hombre.

Rabastan volvió a reír y por poco se ahogaba con el güisqui que acababa de ingerir.

- Pobre, pobre pero pobrecita- se burló de buena gana.

- ¿Qué?- preguntó Helena no entendiendo las reacciones del hombre que alguna vez quiso convertir en su compañero violando todas las costumbres y enseñanza que le habían impartido ¡Diosas! ¿En qué había estado pensando?

- ¡Helena, Helenita linda!- suspiró Rabastan viendo a la mujer casi con cariño, era una expresión que parecía decir "eres-tan-pero-tan-tontita" a Helena no le gustó en lo absoluto.

- ¡Habla ya!- insistió la mujer jurando a Artemisa que al terminar de hablar con él le dejaría sentir su irritación en forma violenta.

- Hermione es… es bastante rara… le gusta seguir las reglas y básicamente es una niña buena, estudiosa y obediente pero de cierta forma eso es sólo una imagen, no creas que va a vacilar en mandarte al diablo si llegas dando órdenes, dudo mucho que a tú hija le importe mucho el decreto de tu reina o de tus diosas- comentó Rabastan tratando de explicar lo poco que había logrado discernir sobre la joven en que la bebé que había abandonado se estaba convirtiendo.

- No entiendo, si Hermione es obediente tendrá que acatar los mandatos, en cuanto le explique la situación estoy segura de que va a entender- dijo Helena con una seguridad que no sentía.

- No, no va a ser tan fácil, tú podrás decir y ordenar todo lo que quieras, pero al final la chica es la que decide cuáles reglas seguir y cuáles no, sabe cómo darle la vuelta a cualquier norma, vindicativa también, si sobrevive, un día va a ser una buena tecnócrata o una legisladora tal vez. Cuando tiene un objetivo no hay quien la detenga y creo yo que irse a vivir con las Amazonas interfiere con su actual meta- argumentó Rabastan sintiendo un poco de arrepentimiento por haberse mantenido alejado de la chica, pero cuando estuvo en posición de jugar su rol paterno ya era demasiado tarde, lamentablemente los inservibles muggles (gente que nunca debió haberla adoptado pero la agencia mágica se había equivocado) habían educado a Hermione con inútiles valores y con una desviada noción del bien y el mal, en serio, si tan sólo no se hubiera hecho amiga del estúpido Potter y su pobretón pelirrojo entonces tendría en sus manos a una rencorosa, solitaria y vengativa mujer llena de poder mágico y fuerza amazónica, maldito azar.

- ¿Has escuchado la frase contradictoria que dice "vamos a tener justicia y paz aunque tengamos que hacer diez guerras para conseguirlas"? Pues creo que de cierta forma esa es Hermione, aunque aún no lo sepa y tal vez nunca se dirija en ese camino, eso no quiere decir que no esté en su naturaleza. Estamos en guerra y ella no va a salir incólume- agregó el mortífago pensando en que tarde o temprano la chica se hastiaría de todo y de todos, entonces entendería que a veces "hay que hacer lo que se tiene que hacer", como Dumbledore, un día entendería que hay pagar cierto precio por "el bien final", cuando ese día llegara, Rabastan esperaba poder enfrentarla, la niña se había ensuciado más allá de toda corrección, sólo quedaba la muerte como única solución.

- Sólo quiero que le hables sobre mí y nos presentes, de lo demás yo me encargo- comandó la Amazona, había hecho bien en venir por su hija lo antes posible.

- ¿Eh?- preguntó Rabastan con confusión, al parecer se había perdido demasiado tiempo en sus propios pensamientos.

- Que le hables sobre mí y …

- Te escuché- es sólo que no puedo hacerlo.

- Entonces qué esperas- interrogó la mujer viendo hacia abajo al mortífago.

- Oye no es tan fácil, ella no sabe nada de nosotros, y aun si supiera que es adoptada, no hay forma de que yo te pueda presentar con ella- dijo Rabastan evitando hablar sobre la razón por la que Hermione ni siquiera aceptaría concederle una audiencia.

- ¿Por qué no? Tú eres su padre y esta absurda sociedad es patriarcal, lo más lógico es que ella te escuche a ti-. Había pasado sólo unas horas en la realia de estos absurdos magos y ya necesitaba con urgencia su justa ración de opio.

- Ella no sabe que soy su padre- insistió Rabastan llenando su vaso.

- Bueno pues díselo- presionó Helena.

- No- habló Rabastan con toda la autoridad que poseía.

- ¿Disculpa?- ¿No?¿Quién se creía que era ese animal?¿Un simple mago negándole algo a una Amazona? Que cosa más absurda.

- Dije que no Helena- repitió el mortífago decidido a no ceder a las presiones de la mujer que alguna vez había querido por esposa, que niño más idiota había sido entonces, lo último que necesitaba era una mujer que lo tratara como Bellatrix trataba a Rodolphus.

La Amazona caminó con sigilo hasta estar enfrente de Rabastan, su mirada era amenazante y letal pero el hombre no cedió, cualquier castigo que se le pudiera ocurrir a manos de Helena sería preferible a enfrentar al Señor Oscuro, no quería pensar en lo que le esperaba si Lord Voldemort se enteraba de que la mal llamada sangresucia de Potter desciende de los Lestrange, no que importara porque ahora ya sabía que el Señor Oscuro descendía de muggles y squibs, estúpido Tom Ryddle, hipócrita sabandija.

- ¿No?- preguntó Helena con una voz suave, al ver que Rabastan seguía empeñado en mostrar coraje decidió tomar acciones drásticas.

- ¿Estas seguro?- volvió a preguntarle mientras le mostraba la daga que llevaba a la cintura.

- Veré que puedo hacer- dijo Rabastan con una mueca de dolor al sentir el filo de la daga en su cuello.

- Bien, ahora asígname una habitación- pidió la mujer, su actitud era complaciente ahora que había obtenido la ayuda de Rabastan.

- ¿Qué?-

Helena suspiró con cansancio, qué hombre más idiota había engendrado a su hija, sólo le quedaba rogar a Atenea que Hermione no haya heredado la inteligencia (o "falta de" según el caso) de su padre, los años lo habían cambiado, cuando conoció por primera vez a Rabastan Belial Lestrange había quedado cautivada por el joven malo y rebelde, qué escuincla más tonta.

- Que me asignes una habitación- repitió la mujer.

- Quiero decir ¿qué te hace pensar que puedes quedarte aquí?- preguntó Rabastan con confusión.

- ¡Rab!¡Cuando te conocí tenías modales!¿Cuándo se te olvidó cómo tratar a una dama?- se quejó Helena con incredulidad.

- ¿Dama?- cuestionó Rabastan con una ceja en alto recordando las artimañas de Helena.

- Eres un bruto grosero- el problema es por qué no me di cuenta desde hace diecisiete años.

- Y tú la invitada impuesta más fastidiosa que he tenido en… días- dijo Rabastan al recordar que la semana pasado había sufrido la visita de su cuñada, el hecho de que Bellatrix también viviera en la mansión Lestrange no tenía relevancia porque la mujer pasaba todo su tiempo adulando al Señor Oscuro, las pocas veces que dormía en el hogar de su marido, Rabastan las consideraba como una simple visita.

- Entre más rápido me reconcilies con mi hija más rápido me voy de aquí- incentivó la mujer.

- Entonces ponte cómoda- sugirió Rabastan, no tenía idea cómo contactar a Hermione Granger y explicarle todo el asunto.

- Rabastan, no estoy bromeando, quiero hablar con mi hija lo antes posible… No sé en qué problemas estés metido pero es obvio que ya no eres el mismo de antes, sólo quiero decirte una cosa… Si algo le pasa a mi hija voy a traer destrucción a tu pueblo y si es necesario voy a rogar a los Dioses que regresen y vuelvan a interferir en los asuntos de los mortales- amenazó Helena en un susurró.

Pero esta vez Rabastan ni siquiera se molestó en tomar el asunto con seriedad, francamente ya no le importaba nada, el hombre por el que había peleado toda su vida, al líder al que le prestó lealtad y servicio resultó ser un mentiroso sangresucia, y qué si aun así era poderoso, eso no limpiaba su inmundicia.

- Cariño, por mi puedes llamar a Loki, a Seth, a Ares, a Morrigu, a Siva, a Camaxtli y a todas las legiones de Satanás, a mi ya no me importa- susurró Rabastan con seriedad mientras acariciaba con suavidad la mejilla de Helena.

- Estás loco.-

- ¡No!… sólo un poco trastornado.-

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