La biblioteca de Mircea

Liloook

Disclaimer: El Potterverso, en el que me baso para crear esta expansión, pertenece a su autora J.K. Rowling, no me he beneficiado económicamente de su uso.

La expansión de la Magia Rumana es de mi autoría, por lo que, los personajes y elementos originales me pertenecen.

Este fic participa en "El desafío semanal" de El foro de las Expansiones esta semana es "Abre un libro al azar y elige una línea. Usa esa línea como el comienzo de tu historia y continua escribiendo. Escribe lo primero que se te venga a la mente, no lo revises y publícalo".

El libro que abrí fue "After Dark" de Haruki Murakami. Este libro era el mas cercano al lugar en el que estaba escribiendo.

I

Más fuerte que la arrogancia

-¿Y qué te pasaría si te encontraran? Me refiero a los que te están buscando.

Riva se sintió estúpida inmediatamente después de formular aquella pregunta, acababa de rescatar a aquel hombre de una trampa para oso encantada, escondida en el bosque al sur de la casa de sus padres. Era obvio que quien la puso quería matarlo.

Alzo la vista, para mirar al hombre que en aquel momento la miraba como diciéndole "¿Es en serio?" haciendo que sintiera aun mas estúpida. Le había contado como un grupo de magos lo estaba buscando desde hacía meses y como lo habían seguido desde el sur, cerca de Târgoviște.

-Lo lamento – dijo casi en un susurro, realmente avergonzada – ¿Por qué lo están persiguiendo? ¿Que ha hecho para que lo quieran asesinar?

Aquel hombre que de vez en cuando miraba a su alrededor, se volvió a su rostro y la miro a los ojos, estudiando sus intensiones para decidir si era posible confiar en ella. Riva trato de darle un poco de confianza dándole la esperanza de un techo, y la protección de una familia.

-No se preocupe, no diré nada de lo que usted me diga, puede venir conmigo a mi casa y contarme -el hombre se removió en su lugar desviando su mirada allá en donde el bosque se volvía espeso- ahí no le pasara nada, nadie se atrevería a meterse con mi familia -si el hombre se sentía dudoso, lo que muchacha dijo no pareció ayudarle mucho. Al contrario, pareció empeorar la situación- Mire ahí -señalo hacia la enorme casa cuyas luces brillaban a través de los arboles que rodeaban el claro- Esa es mi casa, si viene conmigo estará seguro.

Lo que paso después hizo a la muchacha saltar hacia atrás, el hombre había sacado una varita de Circe sabia donde y apuntaba directamente a su pecho, parecía aterrorizado. Riva retrocedió unos pasos cautelosa, tratando de hacer a un lado el miedo y hacerle espacio a al pensamiento racional, aunque no estaba funcionando muy bien.

- Por favor, tranquilícese, mi intención no es hacerle daño -la muchacha trato de convencer al hombre que se veía cada vez mas asustado- Crees que si quisiera matarte te hubiera quitado esa cosa de encima grandísimo estúpido – molesta ante el poco éxito que estaba teniendo su amable discurso, Riva soltó esas palabras sin pensar mucho en las consecuencias, cuando se dio cuenta de lo que dijo ya era tarde, y dispuesta a dar peleas metió la mano en el bolsillo de su túnica con rapidez lista para asestar un golpe fatal.

La joven no pensó más y lanzo un hechizo de desarme, la varita del hombre salto de su mano, y ágilmente la muchacha la atrapo en el aire. Al darse cuenta, el hombre se le fue encima pero Riva, lanzo un hechizo que termino atando al hombre al árbol mas cercano.

-Escúchame bien, embustero mal agradecido, si mi deseo hubiera sido desde un principio, matarte; Habría dejado que la trampa de pulverizara la pierna y te desangraras lentamente –a cada palabra que decía la muchacha, el otro parecía molestarse mas- Deberías de mostrarte agradecido en vez de desconfiar de mi, una mujer refinada como yo, no tendría por qué ayudar a un vagabundo lleno de inmundicia como tú, salvaje estúpido. Me debes la vida

Aquel que estaba atado gruñía desde el fondo de su pecho, con la rabia de una bestia, su mirada parecía infectada por el odio, que profesaba a la humanidad. Parecía estar dispuesto a destrozar la tráquea de la mujer que se paraba frente a el sintiendo que este le debía la vida.

Riva miro horrorizada como se retorcía en su lugar, con la violencia , con la carne rasgándose, convirtiéndose en algo peligroso, feroz, rabioso. Riva miro al cielo mientras retrocedía, una grade esfera plateada se alzaba sobre el bosque, trago en seco. Comenzó a correr llena de pánico, lo hizo tan rápido como podía. Sintió caer su corazón cuando el sonido de las cuerdas rompiéndose llego a sus oídos, desesperada corrió más rápido, tratando de alcanzar su casa.

Escucho el aullido detrás de si. y trato una vez más de correr más rápido. Sintiendo como la desesperación se desbordaba en forma de lagrimas, escucho al la bestia correr detrás de ella, cada vez más cerca. Iba a morir, por Circe que iba a morir.

Grito llena de pánico el nombre de su hermano, llamo a su padre, pero parecía que nadie podía escucharla. Grito una vez más, desesperada y llena de terror. Grito, grito incluso cuando sus pulmones ardían, y se volvía más difícil correr. os límites del bosque con aquel claro se llenaron del terror inmenso; grito, y escucho la voz atronadora de su padre gritar; grito una vez más, y también pudo escuchar a su hermano, llamándola; Grito, cayó, y se golpeo el rostro, escucho el cuerpo del lobo correr hacia ella, hambriento, furioso, rabioso, se giro para verlo; y se congelo, estaba tan cerca, a punto de saltar sobre ella, a punto de destrozarla, a punto de muchas cosas que Riva no quería imaginar.

Un rayo rojo atravesó el espacio a veloz y certero, lanzando lejos al lobo, dándole tiempo a la muchacha de levantarse y correr, pero no lo hizo se quedo clavada en el piso, inmóvil, sollozando, llena de pánico. Entonces vio al lobo levantarse y la figura de su padre lanzando otra maldición al lobo, vio a su hermano correr para asistir a su padre, y vio con horror, como ambos lanzaban maldiciones al lobo, haciendo que este se retorciera en su lugar. Vio brillar el cielo, lleno de chispas rojas, vio a un montón de magos, aparecerse, corriendo hacia el lobo, llevando largas guadañas, clavándolas en el cuerpo del que alguna vez también había sido hombre, rasgando, destrozando, decapitando. No pudo hacer más que vomitar, vomitar sus entrañas, vomitar hasta su alma, llorando desdichada y asustada, asqueada, traumatizada.