Descargo de responsabilidad: Victorius no me pertenece.
Muérdago:
El ambiente navideño se había apoderado por completo de Los Angeles y en Hollywood Arts, había llegado con fuerza. Cada esquina, cada rincón y pared, inclusive los casilleros estaban decorados con los típicos rojos, verdes y blancos de la fecha, luces y pequeños duendecillos contratados por el profesor de actuación, Sikowitz, regalaban dulces en los pasillos de la escuela.
Una música navideña se podía apreciar de fondo de ambiente en el café Asfalto a la vez que la comunidad estudiantil se encontraba sentada en sus mesas, disfrutando de las fechas festivas y contando anécdotas propias.
En una mesa, alejada del resto, un par de chicas se encontraban conversando íntimamente. Una joven de piel pálida parecía mirar a cualquier lado mientras tomaba un sorbo de una taza de café y una morena le miraba desde arriba debido a su posición, sentada sobre el borde de la mesa. La joven de rasgos latinos miraba a su compañera con el ceño fruncido.
― No es estúpido, Jade.
― Si lo es, Vega.
La discusión había comenzado cuando Tori comenzó a hablar de las cosas que más le gustaban de las fechas, cosas que Jade ignoró gruñendo e intentando adelantarla mientras caminaban. La cantante la alcanzó hasta su mesa y, a pesar de que la futura escritora no se le impidió, le hizo saber con su mirada mordaz que no estaba dispuesta a soportar un sermón sobre lo «bonito de la navidad».
Tori no captó el mensaje.
Sin embargo, el monólogo de la más alta llegó a un punto en el que Jade pensó que la chica de verdad era una niña ilusa de cinco años encerrada en el cuerpo de una adolescente de diecisiete. Sobretodo cuando tocó el tema del muérdago.
― Claro que no, la tradición del muérdago ha estado en lo largo de los años ― relató, convencida de su conocimiento sobre la historia. ― Incluso ha conseguido que varias parejas importante de la historia se basaran.
― ¿Ah, sí? ¿Cómo cual?
La pregunta de Jade tomó por sorpresa a Tori, quién abrió un par de veces sus labios para decir algo, pero las palabras parecían atorarse en su garganta. La gótica sonrió victoriosa y la morena simplemente volvió a fruncir el ceño, pero esta vez también cruzó los brazos.
― ¡Está bien! No lo sé, pero igual es una tradición muy bonita, y romántica.
―No, Vega, es tonta y estúpida.
― Argh, no te soporto, West.
Tori bajó de la mesa y caminó a pasos fuertes hasta perderse entre la multitud y dentro del edificio. La gótica suspiró y esperó sentada hasta que tomó el último sorbo de su café. Se levantó acomodando su mochila sobre su hombro y arrojó el envase al cesto de basura más cercano. Frunció el ceño en dirección al lugar donde Victoria había desaparecido.
― Debo atraer a Vega a un estúpido muérdago.
Espetó sin más y se fue.
El resto del día Jade intentó llevar a Tori bajo alguna ramilla de aquellas hojas que tanto criticó y odió durante el día. Pero el destino estaba confabulado para que fuese inútil; la llevó engañada hasta el salón de Sikowitz, el cual estaba repleto de ramillas, mientras ella le esperaría dentro. Una vez solas, la besaría. Era el plan perfecto, según la gótica. Pero algún gracioso trabó la puerta desde fuera con una especie de pegamento y se vio encerrada por más de treinta minutos.
Su siguiente idea fue atraerla con la ayuda de Cat hasta las escaleras; se suponía que la pelirroja debía dejarla al principio de las éstas y Jade bajaría cual Jack en el Titanic hasta su amada, pero un imbécil bajó corriendo detrás de ella y la tropezó, tirándola.
Después de traumar al pobre ser que la tropezó en las escaleras, se preparó para traer a Vega al cuarto del conserje. Aquel lugar era una estrategia desesperada, nada romántico ni bonito como para las cosas que le gustan a Tori, pero nunca le había fallado y era su última opción. Decidió entrar antes de llevar a Vega a rastras, si era necesario, pero cuando abrió la puerta, Sinjin se encontraba dentro con un muérdago en la mano.
― Hasta que el universo nos unió, mi amor.
Y fue golpeado en la nariz.
El timbre de salida inundó el lugar y todos los alumnos salieron a pasos veloces hacia la salida. Era viernes y el último día de clases ante las vacaciones de navidad. La gótica se movía a pasos perezosos, no iba en dirección a su auto, se movía hasta la plaza cercana a la academia. Ahí se dejó caer sobre una de los bancos de la plaza, largando un gran suspiro el cual se encargó de liberar toda su frustración. Odiaba la situación en la que se encontraba, no poder hacer algo que ella de verdad quiere siempre terminaba por superarla y Vega se había convertido en una especie de obsesión. La gótica recordó todo lo que ha hecho por intentar conseguir que Vega se interesara en ella, que buscara más que una simple amistad, como la latina quería hasta entonces. Pero el destino parecía encargarse de que no fuera así.
West abrió sus ojos de golpe cuando sintió el aroma del perfume de rosas característico de Tori acercarse a ella. Se tensó inevitablemente, pero como buena actriz, se controló. Vega la miraba, divertida, escudriñando su rostro. Jade volteó a verla cuando la incomodidad le comenzaba a superar.
― ¿Qué? ― Interrogó, cortante. Tori no se inmutó ante la actitud de la chica, al contrario, sonrió más pronunciadamente, tanto así que sus perfectos pómulos se acentuaron en su rostro, dándole un aspecto hermoso.
― Nada, solo que se me hace extraño ― dijo a la vez que alzaba su vista hasta la farola sobre ellas. ― Que nadie se te haya acercado cuando estás bajo un muérdago.
Jade alzó la vista en un ademán desesperado y se encontró con la pequeña ramilla de hojas verdes descansando sobre la base de la farola, moviéndose con la fría brisa de invierno.
La gótica sonrió, dejando escapar un leve rastro de frustración y decepción, rastro que para la latina no pasó desapercibido. Ella sabía cuando algo perturbaba a Jade. ― ¿Pasa algo? ― Preguntó, preocupada.
― Nada ― respondió con desgano la gótica, mientras se cabeza se volvía un manojo de nervios y recuerdos de intentos frustrados. De un momento a otro, comenzó a hablar sin darse cuenta. ― Solo que he intentado llevarte toda la jodida mañana bajo una estúpida rama de muérdago, y la estúpida simplemente llegó a mí y tú también viniste de forma igual de estúpida ydijetodoestoenvozalta… ¿Verdad? ― Habló de corrido al darse cuenta del craso error que había cometido. Llevó sus manos hasta su rostro para cubrir el rubor que se acumulaba en sus mejillas, calentándolas. Vega le gustaba, sí, pero ante todo, su orgullo.
Sin embargo, se obligó a mirarla, sentía la necesidad de ver su reacción ante sus palabras, así fuera un vistazo fugaz de reojo. Se maldijo ante aquella necesidad asfixiante, pero se resignó a saciarla; retiró levemente los dedos de sus zafiros verdes azulados y se encontró con el cara de Tori brillando de felicidad. Terminó de retirar las manos de su rostro para encarar a la cantante, entrecerró los ojos para detallarla mejor. ― ¿Qué es tan gracioso? ― Preguntó mordaz, creyendo que la chica se burlaba de su confesión.
― Que yo también pasé un mal día cuando me di cuenta que todos tus planes fallaban, West ― dijo sin más, divertida y ensanchando aún más su perfecta sonrisa.
Jade sintió como la vergüenza le invadía una vez más e intentó ocultarla en un gesto lleno de ira, pero la suavidad de los dedos de Tori acariciando sus mejillas le hizo quitar todo rastro de seriedad para dar paso a una expresión sorprendida. ― ¿Qué harías sin mí, Jade?
Tras aquellas palabras, la morena presionó sus finos labios contra los voluptuosos de la gótica, sellándolos en un sentido beso. La calidez las invadió a ambas, tanto que Jade se atrevió a posar su mano diestra sobre el abdomen de su querida para tomar la tela de su blusa en su puño y obligarla a acercarse más. El jugueteo de sus labios duró unos instantes más hasta que el oxigeno escaseó, obligándolas a separarse.
Tori seguía sonriendo, no podía ocultar la felicidad que irradiaba por cada uno de sus poros, pero aún así se encontraba expectante ante la reacción de la gótica. Sin embargo, su felicidad se acrecentó aún más al notar como Jade sonreía de medio lado y miraba a cualquier dirección, tomándose sus labios con la izquierda. Parecía querer sentir la sensación de los labios de Vega hasta en sus manos. Cruzó su mirada con Tori, pero el ardor en sus mejillas le obligó a bajar su mirada y reír levemente. También estaba feliz, sin duda.
― Eres una molestia, Vega.
― Así me quieres, West.
Primer One Shot del VCC, así que espero les guste :3 ánimense a participar!
