Me desperté gracias a un rayo de sol que entraba por la ventana de mi habitación. Abrí los ojos y vi las cortinas azules moviéndose a causa de ese caluroso viento que siempre hacía en el reino de Arabasta, mi futuro reino. Lo sería cuando encontrara a mi futuro esposo, pero por ahora el reino de Arabasta aún pertenecía a mi querido padre.
Me levanté de la cama, abrí las ventanas y salí a mi balcón, ese balcón donde pasaba horas y horas reflexionando, me encantaba estar en ese sitio, es mi lugar preferido de todo el palacio. Volví a entrar a mi habitación, me vestí para la ocasión, hoy mi padre me iba a presentar a los candidatos para ser mi futuro marido y rey. Cogí un vestido largo y negro con una flor rosa dibujada en medio y con un generoso escote, pero sin enseñar demasiado, solo lo necesario, no quería parecer una chica facilona, al contrario quería mostrar mi lado más difícil, para ver si de verdad esos chicos querían ser mi esposo o solo lo hacían por el dinero.
Tocaron a la puerta, era Pell, mi ayudante y amigo. En ese momento me di cuenta de que no me había ni calzado ni peinado, y por supuesto tampoco maquillado. Me apresuré a ponerme unas chanclas con cuña de color rosa y en el pelo me hice mi coleta alta como de costumbre, no me maquillé, no tenía más tiempo.
Salí de la habitación y acompañada por Pell, nos dirigimos donde se encontraba mi padre junto a los pretendientes, en ese instante empecé a pensar cómo podrían ser esos 5 chicos.
- ¿Nerviosa?- Preguntó Pell sacándome de mis pensamientos.
- No, solo pensaba en cómo serán esos 5 chicos – Contesté
En ese instante llegamos a la puerta de la sala, que se encontraba cerrada, en unos segundos se acabarían mis dudas.
Pell abrió la puerta y ahí estaba mi padre sentado en frente de los cuatro chicos (espera, ¿solo cuatro?, si mi padre no paró de decirme que eran cinco chicos…) a los que durante dos semanas conocería. En el instante que entré, detrás de mi querido amigo Pell, todos los presentes en esa sala giraron la vista hacia mí.
- Chicos, esta es mi querida hija Vivi, futura reina de Arabasta- Sonrío mi padre haciéndome un gesto con la mano para que me acercara y sentara a su lado.
Mis dudas se resolvieron, ya sabía como eran mis pretendientes. Pero aún tenía la duda de donde se encontraba el quinto pretendiente
