N. de la A.: Segunda entrega de estas Series. La idea es ir publicando un capítulo tan a menudo como pueda, hasta cubrir el primer título de la saga. Os recuerdo, Shepard de origen terráqueo, parangón, único superviviente). Espero que lo disfrutéis ^^.
II.- Primer Espectro humano
— ESPECTRO —
La Ciudadela. Año 2.183
Shepard tenía la mirada perdida en los largos brazos de la Ciudadela, que se extendían hacia el espacio más allá de sus terminales. Era una gran vista, de esas que pueden cortar el aliento, pero la joven marine tenía demasiadas cosas en la cabeza como para apreciarla en aquel momento, sentada al borde la plataforma de atraque donde descansaba la Normandía, con las piernas colgando en el vacío y los brazos apoyados en una de las barras de acero que la protegían de una larga, larga caída.
«Primer Espectro humano…» Todavía le costaba creerlo, como si todas aquellas palabras formales que el Consejo había pronunciado no fuesen más que parte de un extraño sueño. «Espectro», se repitió en su mente. El cuerpo de élite más respetado y temido de toda la Galaxia, la mano derecha del Consejo, la primera y última línea de defensa para todos. Suspiró y apoyó la cabeza sobre sus brazos. Era demasiado y sin embargo, en el fondo, pese a lo abrumador del cargo, de la responsabilidad, sabía que estaba preparada para ello, que podría afrontar esa nueva dimensión de su vida. Solo esperaba que no le crease alguna clase de conflicto de intereses con la Alianza, a la que siempre se sentiría unida, dijese lo que dijese el Consejo o los altos mandos. Era una soldado y lo seguiría siendo hasta el final de sus días. Soldado y superviviente. Y ahora también Espectro. Y oficial al mando de la Normandía. Sí, muchas cosas habían cambiado en apenas unos días y lo peor era saber que nada iba a mejorar precisamente, a no ser que ella hiciese algo para impedir los planes de Saren Arterius y las proféticas imágenes que se habían grabado a fuego en su mente al acercarse a la baliza proteana.
Segadores. Ese era el nombre de los enemigos que habían acabado con los proteanos miles de años atrás, los que aparecían en aquellas imágenes confusas de muerte y destrucción, una pesadilla de tiempos remotos. Y Saren estaba buscando el modo de traerlos de vuelta. No, si ella y su tripulación tenían algo que decir en el asunto. Puede que su vida hubiese dado un cambio sustancial, pero seguía teniendo un propósito, un objetivo; quizá nadie le diese órdenes ahora, pero seguía teniendo un deber que cumplir, como soldado y como Espectro. Eso no había cambiado. Y desde luego, no quería volver a ver algo como lo ocurrido en Eden Prime, la práctica aniquilación de parte de una floreciente colonia, humana o de cualquier otra especie.
Eden Prime, vaya locura de misión había resultado ser, con una desagradable sorpresa detrás de otra; Shepard lamentaba la muerte de Jenkins, un buen soldado y un buen hombre, entusiasta y deseoso por cumplir su deber. Si hubiesen sabido a lo que se enfrentaban antes de pisar la colonia, quizá todavía seguiría con vida… Suspiró, perder gente bajo su mando era algo a lo que nunca se acostumbraría. Aunque años atrás, tras lo ocurrido en Akuze, se había hecho la firme promesa de que nunca jamás dejaría que algo así pasase de nuevo, que siempre los traería a todos con vida de vuelta, en el fondo no dejaba de ser realista y consciente de que esa era y sería una promesa imposible de cumplir siempre, pero podía intentarlo.
—¿Comandante Shepard? —Giró la cabeza para encontrarse con un casi vacilante Alenko tras ella.
—¿Si, teniente?
—Todo listo para partir, señora. El navegante Pressley me ha ordenado que te informe de ello.
Shepard asintió y volvió su atención a los largos brazos de la Ciudadela; ahí estaba, el momento de la verdad había llegado, en cuanto cruzase la puerta de embarque de la Normandía estaría oficialmente al mando de la nave y su tripulación y la cacería de Saren y sus geth daría por fin comienzo; el ahora ex-Espectro pagaría caro su ataque a la colonia, la muerte de Jenkins y Nihlus y el haberse convertido en una amenaza para toda la galaxia.
La escurridiza rata callejera que había sido en la Tierra había crecido para convertirse en uno de los perros guardianes del Consejo; de pequeña criminal a Espectro, el camino había sido largo y no exento de dificultades y oscuros momentos, pero como le había prometido a Kenan, jamás había dejado de soñar y ahora las estrellas que había alcanzado serían su coto de caza; ya no corría para esconderse o huir, ahora corría para proteger y defender a otros.
—¿Va todo bien, comandante? —La voz de Alenko la sacó de sus pensamientos, sonrió de medio lado, se levantó y se volvió hacia la nave que la esperaba lista para partir.
—Perfectamente, teniente. Vamos, es hora de que empecemos a ponerle las cosas difíciles a Saren.
—Sí, señora. —Alenko sonrió y la siguió hacia la escotilla de atraque.
La voz de la IV de la nave anunció a la tripulación que la oficial al mando estaba a bordo y Shepard fue a la cabina del piloto para dirigir algunas palabras a sus hombres; recordarles por qué era necesario que persiguiesen a Saren y los geth, lo que estaba en juego y motivarlos para dar el cien por cien en aquella difícil misión, ya fuesen soldados de la Alianza o no, debían luchar juntos para tener éxito y desbaratar los planes del antiguo Espectro y la amenaza que suponía no solo para la humanidad, sino para toda la galaxia.
Tras su pequeño discurso, volvió al CIC y accedió a su puesto sobre el mapa de la galaxia, que se desplegó ante ella, tres posibles destinos parpadeaban en él: Feros, Noveria y Therum, en aquellos tres lugares podría encontrar información respecto a su objetivo o eso era lo que decían sus informes. Reflexionó durante unos segundos, las manos apoyadas sobre la barandilla de acero, y finalmente tomó su decisión.
—Joker, pon rumbo a Therum.
—A la orden, señora.
Quizá acabase siendo una pérdida de tiempo, pero también podría ser que la hija de Benezia les pudiese dar información sobre los planes de su madre y de Saren. O convertirse en algo con que negociar con la matriarca en el futuro, aunque Shepard esperaba no tener que recurrir a tales artimañas.
La Normandía se puso en marcha, mientras ella abandonaba el mapa de la galaxia, y soltando los amarres que la mantenían unida al muelle, la fragata puso rumbo hacia el relé de masa de Widow y al nuevo destino que la aguardaba.
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—Esperemos no arrepentirnos de esta decisión —dijo Udina suspirando tras oír que la Normandía finalmente había abandonado la Ciudadela.
—¿Tengo que recordarte que has sido tú el que la ha puesto prácticamente al mando de la nave? —masculló Anderson sentado no muy lejos del escritorio que ocupaba el embajador humano. Podía haberle dicho a Shepard que quedarse atrás no le importaba, pero la verdad era que iba a echar de menos el trabajo de campo y la acción, aunque sabía que la tripulación de la Normandía estaba en perfectas manos.
—No —gruñó Udina—. Pero no fui yo quien propuso su nombre como posible candidata para Espectro.
—Yo tampoco, Donnel, fue el propio Nihlus quien mostró un interés en ella.
—Y tú no tardaste en respaldar esa decisión, capitán. —El tono era solo ligeramente acusatorio—. A fin de cuentas, no es ningún secreto que Shepard ha sido siempre tu protegida.
Anderson no respondió a aquello, no tenía sentido negar algo que era completamente cierto; tras el más que eficiente y destacado paso de Shepard la Academia de Combatientes Interplanetarios y después de su supervivencia en Akuze, él había mantenido un más que obvio interés en la ingeniera de combate y sus progresos, sus misiones y su hoja de servicio. Aquella raterilla con la que se había tropezado en Nueva York catorce años atrás, se había convertido en una sobresaliente marine, condecorada y respetada y, lo más importante, una líder nata, algo que otros a parte de él estaban comenzado a ver también. Anderson lo sabía desde hacía ya tiempo, que Shepard tenía aquella rara cualidad, la de ganarse a la gente con relativa facilidad gracias a su carisma y esa chispa que ardía en su interior y que solía reflejarse en sus ojos, y que se traducía en la capacidad de hacer que otros la siguieran fuera a donde fuese porque sabían que si alguien podía sacarlos de la mismísima boca del infierno, esa era Shepard. Nihlus debía haber visto todo eso también cuando propuso su nombre al Consejo.
—Si alguien puede cumplir con nuestras expectativas y las de la humanidad, esa es la comandante Shepard —dijo finalmente Anderson.
—Yo no puedo estar tan seguro como tú. Puede que su hoja de servicio sea impecable, pero su pasado difícilmente lo es.
—Vamos, Donnel, tuvo una infancia complicada y dura, hizo lo que tuvo que hacer para sobrevivir. —Anderson agitó una mano en el aire como restándole importancia al hecho de que Shepard hubiese pertenecido a una banda—. Desde que se alistó no se ha metido en ningún lío de esa clase.
—Que nosotros sepamos, al parecer tu protegida tiene cierta habilidad para escabullirse de los problemas. No me mires así, capitán, he oído las historias que se cuentan de ella —se permitió una irónica sonrisa—. A los soldados os gusta mucho cotillear. En cualquier caso, ya da igual, el Consejo la ha nombrado Espectro, se ha convertido en la vanguardia de toda la humanidad. Esperemos que sepa cumplir ese papel.
«Shepard no cumplirá ningún papel, hará su trabajo y cumplirá con su deber siendo quien siempre ha sido», pensó para sí Anderson, pero se abstuvo de comentarlo en voz alta, no había razones para predisponer más negativamente la actitud de Udina contra la comandante, que lo que menos necesitaba eran políticos entrometidos que le dijeran cómo hacer su trabajo o comportarse en público. La verdad era que la joven marine había sabido manejarse bastante bien ante esa periodista tendenciosa que la había interceptado tras su nombramiento como Espectro, algo que el propio almirante Hackett había reconocido.
Udina y otros tantos como él podían esperar que Shepard supiese representar lo mejor de la humanidad, Anderson era más realista y esperaba que la comandante demostrarse de qué eran capaces los humanos deteniendo a Saren y los geth y descubriendo todo lo posible sobre aquella misteriosa amenaza que eran los Segadores. Como había dicho cuando el nombre de Shepard fue propuesto para el Equipo de Técnicas Especiales y de Reconocimiento, su condición de N7, sus habilidades, su pasado y sus cicatrices eran lo que la convertían en la candidata perfecta. Pese a su dura infancia y adolescencia de crímenes, era buena persona, íntegra, siempre intentando hacer lo correcto y sin anteponer el fin a los medios. Pese a lo vivido en Akuze, al trauma de ser el único superviviente, de perder a toda una unidad, no se había hundido bajo aquel peso, sino que su determinación se había vuelto todavía más fuerte. Sí, Shepard iba a ser una gran Espectro, de eso, Anderson, no tenía la menor duda.
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Shepard echó un último vistazo a los datos que sobre Therum le ofrecía la pantalla de uno de los terminales del CIC; todo el planeta era activamente volcánico, con ríos de lava recorriéndolo y una no muy agradable temperatura ambiente; las ruinas en las que supuestamente la Doctora T´Soni estaba excavando se encontraban a varios klics del lugar que habían escogido para el descenso del Mako, pero el robusto vehículo podría llevarlos hasta allí sin problemas. Abrió un canal de comunicación con la cubierta de carga.
—Garrus, Wrex os quiero vestidos y preparados en el Mako en diez.
—A la orden, comandante —respondieron los dos alienígenas.
—¿Está segura, comandante? —inquirió Pressly a su lado.
—Creía que no iba a discutir mis decisiones y la forma en la que llevo esta nave y la misión, oficial. —Shepard le dirigió una dura mirada.
—Y así es, señora. —Pressly se cuadró ligeramente—. Pero no sabe lo que pueden encontrarse ahí abajo. ¿Y si la asari también es una traidora como su madre? No podemos estar seguros y quizá sería mejor que llevase consigo al teniente Alenko o la Jefe Williams. No es mi intención discutir sus órdenes, señora, pero como su OE creo que…
—Es suficiente, Pressly —lo cortó Shepard—. Desde ese «pero» su razonamiento ha dejado de tener sentido. La Normandía y su tripulación pueden ser de la Alianza, pero ahora también son el equipo de apoyo de una Espectro del Consejo. Esta misión la estoy llevando a cabo como tal —sonrió de medio lado—. Muchos quieren convertirme en una especie de símbolo para la humanidad, para demostrar a las otras especies de lo que somos capaces. Bueno, pues voy a empezar por demostrar que somos capaces de confiar en esas otras especies, en trabajar codo con codo con ellos. Garrus y Wrex serán mi equipo de tierra en esta misión. Y no hay más que hablar. ¿Entendido, oficial?
—Sí, señora —asintió Pressly.
—Bien. Ahora debo ir a prepararme. Queda al mando mientras esté en tierra.
—Sí, comandante.
Shepard abandonó el CIC y bajó a la cubierta de la tripulación para vestirse y equiparse para su descenso a Therum. Pressly tenía razón en algo, no sabían qué iban a encontrarse allí abajo, así que lo mejor era ir bien preparados para enfrentar cualquier cosa que apareciera en su camino, ya fueran geth o mercenarios o cualquier otra amenaza.
Con el casco en la mano, descendió a la cubierta de carga y entró en el Mako, sentándose a sus mandos con Garrus como copiloto y Wrex en el asiento trasero tras ellos; los dos parecían ansiosos por entrar en acción, sobre todo el krogan.
—¿Listos? —les preguntó encendiendo los controles del Mako y tomando el volante.
—Sí —asintió escuetamente Garrus.
—Pongámonos de una vez en marcha, odio los espacios tan cerrados —gruñó Wrex.
Shepard se colocó el casco y se permitió una nueva sonrisa de medio lado. Conectando la radio, le dio luz verde a Joker para comenzar la aproximación al punto de descenso.
—Espero que mis habilidades al volante no se hayan oxidado mucho —medio bromeó preparándose para cuando la compuerta de carga se abriera.
—¿Cómo dices? —inquirió Garrus. Wrex solo resopló algo entre dientes.
—Nah, hace mucho que no conduzco uno de estos, casi siempre iba en la parte de atrás. Y de todas mis aptitudes, la de conducir vehículos y tanques era la que más baja puntuación tenía en mis días de instrucción. Pero no os preocupéis, estos bichos se conducen básicamente solos… O eso tengo entendido.
Riendo disimuladamente, puso el Mako en movimiento en cuanto la compuerta estuvo abierta del todo, lanzándolos al vacío en un descenso controlado gracias a los campos de efecto de masa del vehículo. Oyó a Garrus musitar algo sospechosamente parecido a una oración y a Wrex gruñir algo sobre los humanos y su cuestionable sentido del humor. El suelo volcánico de Therum vino a su encuentro y Shepard estaba segura de que aquella misión no iba a ser nada aburrida.
