Después de eso

Ella se pregunta si ha fingido satisfactoriamente o si él notó las incomodidades contra las que se esforzó tanto por pelear, vencida por la curiosidad que el Séptimo Caballero le inspiraba.

-Si tú no sales con él, lo haré yo.-le advirtió Nonette, esquivando sus disparos durante una práctica, ante la reacción de Mónica, que se frenaba de tomar iniciativa (amedrentaba por el poco interés de Lord Kururugi en ella, pese a las múltiples hazañas que había realizado en favor de llamar su atención…y la distancia cronológica que Mónica supuso que los separaba. Esta no signficando nada con la de Nonette, que bien sabía Mónica, cumpliría con sus palabras) e invitarlo directamente.

Èl duerme ya, pero Mónica se pregunta si es por la droga en el vino o si la simpatía que se molestó en tratar despertar se ha convertido en una fugaz confianza de una noche. No rindió tanto en la cama y habló tanto que ella rompió a llorar durante algunas partes de la historia que le habían mandado a investigar sobre su pasado y motivos. El uniforme viene con un precio: tu vida pertenece al Emperador. Pero Mónica (y cualquier soldado que se precie de serlo) habría afirmado lo mismo desde antes de entrar en la milicia, inclusive.

Es adicta al trabajo y no puede evitar tener esa clase de pensamientos. Fue una buena noche, sin embargo. Es solo que no se le ocurre cómo paliar tanta amargura e injusticia. Sería añadir más si se fuera tras plantarle un último beso en los labios pero después de robarse sus secretos, que de nada le sirven al rey o a ella, salvo como mujer fatal frustrada, quedarse también sería hipócrita.

(es obvio que amanecerá y que él despertará antes de que ella tome una decisión)