-…Oye, Puar, hijito ya que no tienes nada que hacer no me irías a hacer un par de compras? ¿si?-
-¡Como no mamá, me voy y vuelvo enseguida! Pero… que compro?-
-Leche para tus hermanitas, ah y compra algo rico para ti querido…-
-Si mama, ya vuelvo!-
Puar se parece a una especie de gatito azul, en realidad no es un gato, tampoco es un zoomorfo, como tantos de los que habitan la tierra en el año 747: es un ser especial.
¿Sabían que Puar tiene una familia? Claro, por muy especial que fuera Puar no nació del aire ni de una semilla, su papá se llamaba Keemun era azul oscuro y tenía grandes bigotes grises, su mama se llamaba Lapsy y era blanca y muy cariñosa. También tenía cinco hermanos, tres mayores que Puar y dos hermanitas menores que se llamaban Anhui y Assam. Anhui era rojiza y Assam dorada. Las hermanitas eran muy traviesas y la mamá estaba siempre muy ocupada cuidándolas ya que si no lo hacía ellas se metían en problemas.
Ya que Puar podía volar en lugar de caminar se fue volando, literalmente, a hacer las compras. Le dio mucho gusto hacer algo ya que desde que se había graduado en la escuela de transformaciones para niños no tenia mucho que hacer y como tenia un carácter muy amable vivía dispuesto a hacer cualquier favor que le pidieran ya fuese algún miembro de su familia o algún vecino.
Volando por las calles de la ciudad rumbo al almacén Puar no pensaba más que en cumplir el encargo de su madre, pero vio algo le llamó la atención: algo que cambiaría su vida para siempre.
Sentado en el cordón de una vereda, con la cara entre las manos y temblando de bronca, no sabemos aún porque, se encontraba un chico alto y de largo pelo negro que tendría unos catorce años.
-…Malditos, malditos…- decía, -no pueden burlarse de mí todo el tiempo, me las van a pagar…-
Y doblando la esquina se acercaban los "malditos" a los que hacia referencia el chico: eran cuatro muchachotes grandes y feos. Se podía deducir que eran compañeros de colegio ya que tenían el mismo uniforme: una camisa blanca combinada con zapatos, chaleco y pantalones negros.
Tal vez llevado por su natural interés en las personas Puar se quedo mirando desde una distancia segura. Mientras tanto pensaba: "si estos grandotes molestan a ese chico inocente se las verán conmigo!"
¿Qué podía hacer Puar? ¡era un animalito de los más pequeño! Pero lo que aún no saben es que Puar podía transformarse en cualquier cosa, para eso había estudiado, por ejemplo: podía tomar la forma de un aterrador monstruo gigante con uñas, pelos, cuernos ¡y que hasta echara humo por las orejas! Claro, por muy aterradora que fuera su apariencia seguiría manteniendo la fuerza de un gatito, es decir, muy poca.
Pero no hizo falta ayuda.
Los cuatro compañeros se pararon frente al chico con actitud sobradora.
-¡Así que estás acá Yamcha!- dijo uno de ello señalándolo con el dedo -Pero que raro que no te metiste en el armario... ¡a ver si te agarra un chica!
-Buuuu... buuuu...- se burló el otro imitando a un fantasma -soy una chica... que miedo te doy... buuuu...
El chico se levanto y miro de frente a los otros, no demostraba ningún temor.
- Así que se van a seguir burlando de mi, ustedes- dijo - bueno, ya les avisé...
-¿Como no vamos a burlarnos si eres el chico mas imbécil del colegio? Respondió el que primero había hablado.
-Jajaja, ¡si! te pones a temblar cuando ves una chica! ¡y si ves dos te mueres!- agregó el compañero imitador de fantasmas. Y continúo: -Un monstruo… un monstruo, sálvenme... ¡Jajajaja!
Y las risas se generalizaron mientras el chico objeto de las burlas rabiaba a más no poder.
Pero Yamcha no se quedó con la rabia. Se paró en actitud de combate y lanzó dos certeras patadas voladoras.
El grandote que se reía primero fue a parar al otro lado de la calle y atrás fue su compañero que cayó despatarrado encima.
-Le tendré miedo a las chicas, pero a ustedes no, ¡y seguro que no sabían de lo bien que peleo!
Los dos grandotes que quedaban sanos se le fueron encima furiosos, hubo un revuelo de puños y patadas y la polvareda que se levantó no dejó ver nada por un rato. Cuando al fin se asentó la tierra y se pudieron ver los resultados de la lucha Puar vio que el chico alto quedaba en pie con expresión orgullosa mientras que sus oponentes terminaban tirados igual que los dos primeros, con chichones, moretones, despatarrados y quejándose.
-Mañana te expulsaran del colegio Yamcha…- dijo el frustrado imitador de fantasmas mientras intentaba colocarse un diente perdido. - Te expulsarán por golpear a tus compañeros-
Yamcha que todavía estaba enardecido con la furia del combate contestó:
-¿Ah si? Entonces los golpearé para que no se levanten!- y los remato con un golpe de karate a cada uno.
Entre admirado, asustado, y sorprendido Puar bajó desde donde había estado observando muy interesado la acción:
-¡Así que te llamas Yamcha!, yo quería ayudarte pero ya vi lo fuerte que eres y lo bien que castigaste a esos chicos malos que se burlaban de ti!-
La voz de Puar era muy tierna, como la de un niñito. Yamcha se sorprendió muchísimo al escucharla y miró para todos lados para averiguar de donde provenía.
Cuando vio a esa especie de minino azul que bajaba volando exclamó sonriendo:
-¡Ah, que raro eres, pero que simpático!- y luego agregó preocupado -Si pero, de que me vale, estos cuatro cobardes son los sobrinos del director, mañana le van a contar todo y me van a expulsar. Por mi no me importa, odio el colegio... ¡pero mi mama se va a poner muy triste!-
Puar lo miró conmovido mientras pensaba en su propia mamá.
-¡No, si yo puedo evitarlo!- Exclamó tomando una pose muy combativa.
A Yamcha le hizo mucha gracia su determinación y preguntó:
-¿ah si? ¿Y como vas a hacerle?
Puar sonrió pícaramente y ¡Pom!, se transformó en un hombre de unos tres metros de alto feísimo y con cara de malo. -Yamcha, escóndete por ahí, que estos tipos no te vean- ¡La voz de Puar transformado sonaba muy rara!
El chico miro con cara de no creer "que gatito mas raro" pensó y se escondió atrás de una pared para ver que pasaba.
-Despierten tontos despierten- les decía el vozarrote del cambiado Puar a los chicos noqueados -¿¡que paliza le dí eh!? Jajajaja ¡recontrajajaja!-
Uno de ellos abrió los ojos y se puso de pie.
-¿tuuuuu?¿Tu nos golpeaste? Ahhh! Creí que fue ese tonto de Yamcha! Uy, mejor me voy"
Y como pudo, el chico se fue corriendo, los otros dos también se despertaron con el vozarrón que ahora tenia Puar.
-¡Uh! Este tipo nos pego? ¿y adonde está Yamcha?- se animo a decir uno.
Puar respondió: -No se quien es Yamcha, ¡ahhh! ¡debe ser el que primero salió corriendo! ¡jaja, jaja y recontra jajaja!
Gran sorpresa para los burlones, ¡así que ese tipo enorme era quien los había golpeado! claro, eso tenía mas lógica, Yamcha era un torpe que cada vez que se le acercaba una chica corría a esconderse a la otra punta del lugar en el que estuvieran, y si era un lugar abierto, salía corriendo a pata limpia. Un tonto así no pudo haberles pegado, y menos hasta el punto de dejarlos noqueados. Claro eso fue lo que prefirieron creer, de paso se les salvaba el orgullo.
¡Pom! Puar se escondió tras la pared y volvió a ser un azul y blanco gatito. "
-Gracias- le dijo Yamcha -¡que hábil que eres…! Pero ni siquiera te presentaste.
-Me llamo Puar, un gusto haberte conocido-
-Igualmente-
-Eres un chico muy agradable Yamcha.
Y Puar pegó la media vuelta en el aire como para irse.
-¡Espera! ¿Por qué no vienes a mi casa? Mi mamá siempre me espera con galletitas recién hechas y chocolate. ¿No quieres un poco?"
-¡Claro! ¡Vamos! ¡me encanta el chocolate!
A todo esto Puar se había olvidado del encargo de su propia mamá ¿habrán sido muchas emociones juntas?
La casita donde vivía Yamcha era sencilla pero estaba muy limpia y en varios rincones había plantas y floreros que llenaban el espacio. Un suave aroma a flores varias se mezclaba con el de vainilla y canela.
La madre de Yamcha parecía muy joven y era muy hermosa. Su largo cabello negro le caía hasta la cintura y una sonrisa le iluminaba permanentemente el rostro que era muy parecido al de su hijo.
Yamcha entró corriendo y se dirigió a la cocina, no sin antes darle un beso a su madre diciéndole apresuradamente:
-¡Este es mi nuevo amigo!
La señora se dirigió a Puar que, muy circunspecto, flotaba o en el aire.
-¡Bienvenido! ¿Eres un gatito? ¿Y cómo te llamas? ¿eres compañero en el colegio de mi hijo?
- Me llamo Puar y es un gusto conocerla, no, no soy compañero, no voy al colegio porque yo ya me gradué.
-Ah ¡pero que gusto!- y la señora ni le preguntó, ni se interesó en que podría haberse graduado un gato parlante, para ella, si era amigo de su hijo, estaba todo bien.
-La merienda esta lista chicos, sírvanse lo que quieran- y señalo una mesita sobre la que había varios platos con galletitas, jarritos con leche y dulces. Pero antes que dijera esto su hijo ya se había instalado allí.
-¡Miam! ¡que rico mamá! ¡gracias! ven Puar, sírvete lo que quieras"
Yamcha y su joven madre vivían solos en esa casita desde que su padre había muerto cuando Yamcha aun era un bebé. La mama desde ese entonces solo se había dedicado a cuidar a su hijo, viviendo de la escasa pensión que el papá, un soldado del ejército del Rey les había dejado, claro, sin que la señora supiera nada, Yamcha por ahí ayudaba un poco robándose una u otra cosita de alguien a quien le sobrara, no decía nada para no dar disgustos, pero… no se podía negar que el dinero hacia falta, a él le gustaba comer rico, y para eso, a veces, la pensión no alcanzaba.
Como sea, madre e hijo vivían muy tranquilos, el único problema era, para Yamcha, tener que ir al colegio, hacia un año que iba a la secundaria sin ganas y debido a los ruegos de su madre.
Ella quería que fuese al colegio para que algún día pudiera convertirse en "alguien". A Yamcha no le quedaba otra que ir si no quería verla triste todo el tiempo. Ir y soportar las clases aburridísimas sobre temas que no le interesaban, hacer exámenes que casi siempre tenia que esconder de la vista de su madre y soportar a los compañeros, engreídos casi todos y que no compartían su pasión por las artes marciales.
Y lo peor de lo peor: las chicas.
¡Las chicas…! Eran su principal problema. Las chicas le provocaban pánico y no podía explicarse porqué.
Las chicas se parecían a su madre, eran hermosas como ella, pero, a la vez eran muy distintas: eran extrañas, no le despertaban la confianza que sentía con su madre, no podía saber lo que sentía cuando estaba cerca de una y eso le hacía creer que seguramente eran muy peligrosas, extremadamente peligrosas con un peligro desconocido que Yamcha no podía nombrar y por lo mismo era aterrador.
No sabia porque pero Yamcha pensaba que si se acercaba a alguna chica algo terrible pasaría, no sabia que, pero no podía menos que ser terrible.
Si, terrible, ¿Cómo son sino las cosas a las que no puede darse un nombre, a las que no se puede explicar de ninguna manera? ¿a las que uno no sabe como enfrentarse?
¿Que técnica de las tantas que había aprendido para las peleas podía servirle con una chica?
Y para colmo… las chicas son con las que uno se casa, con las que uno forma una familia… ¿Cómo podía ser eso? Era una complicación demasiado grande que a los catorce años Yamcha no tenia ganas de enfrentar. Sabia que quería casarse algún día, formar lo mismo que alguna vez su padre y su madre formaron: un matrimonio, una familia, pero a partir de ahí, no sabía mas nada. Ni como empezar, ni como acercarse a una chica, ni como decirle "hola"
Así pasaba su vida del colegio: escapándose, por un lado de cuanta chica se le cruzara y por otro de los compañeros que se le burlaban, sobre todo de los sobrinos del director, para no tener que golpearlos y ser expulsado.
Porque, lo que se dice miedo, Yamcha no se lo tenia a ningún hombre sobre la tierra. Él sentía que podía derrotar a cualquier enemigoa ya que desde muy chiquito entrenaba para pelear y era muy hábil, muy fuerte, tanto como pensaba que habría sido su padre, el soldado que nunca había conocido y al que su madre apenas nombraba. Solamente tenían su foto sobre la repisa de la chimenea del living:la foto de un soldado moreno sus medallas y la actitud arrogante de quien está siempre dispuesto a enfrentar el peligro.
"De la que me salve hoy gracias a este gatito que puede cambiar de forma" pensaba Yamcha mientras se atracaba de galletitas "si él no hubiese intervenido ¿como le hubiera dicho a mi mama que mañana casi seguro me expulsaban del colegio?"
-¡Maldito colegio!- dijo, sin querer, en voz alta.
-¿Eh?- la madre se dio vuelta dejando por un rato de ver la novela por televisión. -¿dijiste algo querido Yamcha?"
-Si- intervino Puar -dijo que ya es muy tarde y... ¡uy! me esperan en mi casa!
Y Puar se acordó entonces de que realmente lo esperaban "¿será tarde para comprar la leche" pensó. ¡Tenía que despedirse!
-Adiós señora, muchas gracias por todo, adiós Yamcha, nos vemos pronto….-
Y Puar salió volando, muy preocupado porque se había olvidado todo lo referente al mandado, y a esa hora, la única forma en la que podría conseguir leche hubiese sido ordeñando una vaca.
"Que buen amigo" pensó Yamcha. Le hubiera dado unas galletitas para el camino"
