Categoría M

Género: Humor | Drama | Romance.

Protagonista(s): Tōshirō Hitsugaya. | Momo Hinamori. – No obstante, hay una relativa participación de otros personajes.

Pareja(s): el tema argumental de la historia se enfoca exclusivamente en el HitsuHina. Sin embargo, hay insinuaciones de otras parejas.

ADVERTENCIA(S) DEL FIC: OoC (Fuera del personaje) es algo inevitable pero intentaré que no exista mucho. /-/ OC (Personaje original) en dados casos para dar coherencia al fic. /-/ Contenido adulto, erótico e insinuante durante la historia. Eventualmente habrá Escenarios Explícitos de SEXO, en otros términos, Lemon.

Aconsejo la mayor discreción posible. ¡Gracias!


Pasión Congelante
Por: ChibiFjola.

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CAPÍTULO 1

De desafío a problema

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Ya ha transcurrido dos años y medio desde que Aizen Sōsuke ha sido vencido, sentenciado a permanecer por veinte mil años en el nivel más profundo de la prisión subterránea; la octava prisión "Avici". Y desde entonces se ha acoplado una monotonía que solamente fue rota cuando el agente perdido Ginjō Kūgo apareció en el mundo real ante el ex-shinigami que lo remplazo. Gracias a la aparición de un nuevo antagonista para la Sociedad de Almas, determino la vida de esté y la de Ichigo Kurosaki quien recuperó sus poderes.

Volviendo a ser como "aquellos días" cuando recién se integraba Ichigo a esta segunda vida de ser un shinigami (sustituto)…

No obstante, eso era una mentira. El humano de nombre fresa anteriormente era visto por la Gotei 13 como una amenaza y, ahora, se ha transformado en el aliado más poderoso que tienen a su favor. Por supuesto, el Comandante General Yamamoto jamás admitirá ese hecho y siempre se mantendrá escéptico ante Ichigo…

¿El por qué? Quién sabe… tal vez, el Comandante General no quiera cometer el mismo error en sus años de juventud, uno del cual será su sentencia de muerte en un futuro no muy lejano…

O quizás es tan aprensivo con Ichigo porque ve un potencial en él para que lo sustituya algún día como el Comandante General, dejándole en sus manos la protección de la Sociedad de Almas y sus habitantes…

¡Naaah!

Eso sería mentalizarnos í que iremos a algo más razonable y probable en el presente: Como ya Ichigo volvió a recuperar su título de shinigami sustituto, Ginjō Kūgo está muerto y el resto de los Xcution no representan una amenaza; obviamente la paz regresó…

Pero no por mucho tiempo.

Por hacer una exhaustiva limpieza en los archivos del Cuerpo de Artes Demoníacas, provocará eventualmente un divertido y entretenido desastre donde se verán implicados los altos mandos de las Divisiones quinta y décima.

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En una oficina iluminada ambiguamente por las velas de los candelabros, estaba un hombre de complexión delgada pero fornida que tenía un aspecto solemne pero lúgubre. Él se mantenía abstraído a firmar unos papeles que los recopilaba después en una pila bien acomodada sobre su escritorio.

— ¡Jefe!

Ingresó sorpresivamente al despacho un hombre de aspecto sombrío y vestimentas casi similares a su superior. Se veía un tanto agitado, muy diferente del Capitán del Cuerpo de Artes Demoníacas pero es preferiblemente llamado como Jefe por motivos desconocidos.

— ¿Qué ocurre Yami?

El subordinado inhalo profundamente antes de contestar: — Jefe lo hayamos —De las mangas amplias de su uniforme estándar de shinigami sacó un cilindro que poseía un hermoso entallado floreado de margaritas, duraznos, anémonas rojas y narcisos amarillos. — La reliquia, el Código de "Shinigami-hime no Saikon"(1).

El capitán observó escéptico el cilindro que fue depositado sobre su escritorio. — ¿Ya saben cuál es su naturaleza?

— No. Ya investigamos y no conseguimos nada.

— Bueno, es entendible —Tomo entre sus dedos el objeto con cierta cautela. — Ha sido sellado con tanta fuerza que no lo notarías y aun así, es un artefacto… escurridizo.

— Jefe ¿Es verdad lo que cuenta la leyenda? Que contiene un poder inimaginable que al usuario lo encierra en una especie de "Edén".

— Eso es lo que dice la traducción "Jaula del Edén" —Señaló un extremo del cilindro donde había una grabación tallada. — Pero es sola una suposición que ha surgido por décadas, ya que la traducción varía.

— ¿Entonces qué hacemos si nuestros hombres no pueden descifrarlo? ¿Se lo damos al Departamento de Investigación y Desarrollo?

— ¡Ni en broma! Preferiría guardarlo, llevando polvo que dárselos a ellos —Sentenció furioso el capitán. — ¿Sabes lo que le harían si cae en manos del Capitán Kurotsuchi? ¡Lo destruirían! Estamos hablando de una reliquia más vieja que tú y yo, creo que hasta posee la misma edad del Comandante General Yamamoto.

— ¿Pero entonces que haremos? ¿Posponer la investigación? No estamos tratando con cualquier artefacto, está resguardado por magia muy antigua y de distintas naturalezas. Nadie en nuestra organización es tan diestro para manejar conjuros tan complejos.

El capitán comprendía la frustración de su subordinado, pensativo en búsqueda de una solución a su dilema. Su mirada casualmente se centró en una flor de durazno del labrado del cilindro, materializándose en su mente el rostro de una jovencita que hace dos décadas atrás fue una vieja alumna de él.

— Sí tenemos a alguien.

— ¿A quién?

— A Momo Hinamori. Prepara una reunión con ella ¡Pronto!

— ¡Sí!

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— Mmmm…

En el quinto escuadrón de la Gotei funcionaba de manera efectiva y normal como siempre, incluso en la oficina del capitán… a pesar que no se veía muy contento en medio del papeleo.

— Mmmmm…

Shinji Hirako es un hombre normalmente indiferente y despreocupado a todo lo que le rodea pero de igual modo eso no obstruía su capacidad en el combate y liderazgo. Sin embargo, hay que agregar que en momentos como este Hirako se cuestionaba mentalmente porque mierdas acepto volver a su cargo de capitán si tenía que tolerar el maldito papeleo que parecía no tener fin.

— ¡MMMMMMM…!

— Capitán ¿Está todo bien?

La mirada almendrada se centro en otra mirada castaña que expresaba calidez e inocencia. Entonces al ver a su teniente, recordó porque el cargo de capitán se le hacía llevadero. La menuda y frágil mujer que tenía enfrente era alguien muy eficiente en su labor, concluía con el papeleo en cuestión de minutos. Aparte de eso, le agregaba como puntos a su favor que era una chica atractiva, simpática, leal y limpia de toda maldad.

No había duda porque Momo Hinamori despertaba tanta confianza, por eso, debido a esas cualidades fue la víctima perfecta para los planes de alguien tan retorcido como el maldito de Aizen Sōsuke. Y eso sólo le hacía hervir la sangre porque aparte de su teniente, él junto con sus camaradas sufrieron las consecuencias de los planes de ese bastardo traidor. Teniendo que ocultarse como si fueran unos vulgares fugitivos para no ser ejecutados injustamente.

…Aún no podía creer que ella continúe manteniendo su personalidad amable e ingenua a pesar de haber sido una víctima más de la crueldad de Aizen. Se veía tan frágil y a pesar de todo conseguía la fuerza para sonreír.

No le extrañaba porque el enano de Hitsugaya la sobreprotege tanto.

— No es nada. Sólo estoy cansado.

— Oh, si es así… —Se acercó a uno de los muebles de decoración del despacho donde tomo una caja envuelta en un pañuelo lavanda con lunares azules más una cantimplora para luego volver a tomar asiento enfrente del escritorio y situar la caja con el termo. — No pasa nada porque se tome un respiro de vez en cuando…

Sirvió un poco de té en la taza de su capitán para después revelar el contenido de la caja, siendo unas galletas que cumplían los gustos tanto de él y los de ella.

Shinji sonrió internamente al ver el gesto de su teniente. — Sabes Momo-chan si me sigues consintiendo… me voy a terminar por malacostumbrar —Le indicó, antes de tomar una galleta y degustarla de un bocado.

— No me molesta si es lo que le preocupa.

Y Hirako una vez más entendió porque Hitsugaya se empeñaba tanto en proteger a su teniente. Ella era una chica poseedora de un encanto que puede cautivar a cualquiera, siendo difícil que alguien la odie.

— No, lo que me preocupa que me vuelva en un mini-helero acomplejado.

— ¿Un qué?

Se rió al ver como ella confundida ladeaba la cabeza a un lado. ¡Rayos! se veía tan linda que tuvo casi el impulso de acariciar su cabello y es que el nuevo look de su teniente la hacía verse más tierna e infantil de lo que ya era. — Olvídalo —Le dijo, volviendo a devorar otra galleta. — ¡Sírveme más!

Le extendió la taza vacía a Hinamori quien pronto acató la orden.

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En el despacho del capitán de la décima división el silencio era roto por los estornudos de esté.

— Genial, lo que me faltaba. Un resfriado.

Hitsugaya estaba de un pésimo humor (más de lo usual) y es que papeleos de meses atrás se terminaron por acumularse porque su teniente olvido hacer parte de su trabajo (como siempre). Ahora él no le quedaba más remedio que hacerlo porque si se sentaba por esperar que Matsumoto aparezca por su oficina a hacerlo…

Bueno, mejor era esperar una invasión a la Sociedad de Almas.

Y ahora, desde hace un rato había empezado a estornudar frenético. Si su teniente estuviera presente, seguramente al oírlo estornudar le diría que alguien debe estar hablando de él. Pero como el joven capitán no es supersticioso como la holgazana de Rangiku, obviaría su comentario no sin antes sermonearle de que trabaje.

— Mmmm… —Desvió su mirada turquesa a un extremo de su escritorio que podía ver numerosas columnas de papeles alzándose desde el suelo. Su semblante se desfiguro en una infantil mueca enfurruñada. Hoy parece que no podre tomar la siesta de la tarde…, se lamento en sus pensamientos.

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En los corredores estaba Matsumoto buscando un lugar donde ocultarse de su mini-capitán huraño que en cualquier momento puede salir de la nada para sermonearla. Pero era difícil conseguir el escondite idóneo porque ya Hitsugaya sabía todos sus lugares favoritos ¿A qué otro sitio puede ir? ¿Tal vez a la Asociación de Mujeres Shinigamis? ¡No! Ahí sería el primer lugar que la buscaría, además que la presencia de su capitán era una de las pocas permitida a pesar de que está la regla que no se aceptan hombres.

Sólo Byakuya Kushiki, Ichigo Kurosaki, Hitsugaya Tōshirō, Kenpachi Zaraki y recientemente Shinji Hirako tienen permitido el acceso al sitio más exclusivo de la Gotei 13.

¿Y si se iba a la quinta división? Era un lugar muy obvio, tanto que su capitán lo descartaría automáticamente. ¡Era el plan perfecto! Además iría a visitar una buena amiga.

Rangiku con un nuevo rumbo se dirigió al escuadrón de Momo más no se esperó que cuando llegara, sería recibida por un malhumorado capitán Hirako en vez de su amiga.

— Llegas tardes, Momo-chan no está.

Hirako se veía igual de amenazador y peligroso que un Arrancar. Emanando de su figura una densa aura oscura.

— ¿Y en dónde está? —Cuestionó, adentrándose a la oficina para tomar asiento en uno de los sillones a la moda que trajo Shinji del mundo de los vivos.

— Fue llamada por el Capitán del Cuerpo de Artes Demoníacas, pues la necesitaban —Explicó de mala gana, no por la presencia de la preciosa mujer sino porque la ausencia indefinida de Hinamori significaba para él que estaba solo contra todo esté papeleo y realmente necesitaba de la eficacia de su teniente para ayudarlo o sino en verdad se iba a quedar calvo como suele bromear la idiota de Hiyori.

— ¿A qué?

— Yo que sé —Encogiéndose de hombros, restándole importancia. — No entraron en muchos detalles. Sólo sé que la requieren debido a su maestría y conocimientos en el Kidō.

— Que mal, y yo que esperaba verla.

— ¡Paaatrañas~! —Exclamó Hirako, apoyando el peso de su cabeza en una de sus manos. — Tú solo vinisteis como excusa para evadir tus responsabilidades y a tu capitán.

— No vas a dejar sola a una desamparada damisela cuando necesita ayuda ¿O sí? —Preguntó Rangiku en un tono coqueto e inclinándose felinamente, dando una tentadora imagen del valle de su dotada pechonalidad para Shinji que tan sólo sonrió.

— Por supuesto —Se levanto de su asiento y se acercó a Matsumoto quien se puso alerta cuando él se inclino hacia ella, peligrosamente cerca… como para robarle un beso. — Y mientras que te ayudo, espero recibir lo mismo.

— ¿Qué? ¿Me vas a cobrar el favor? —Cuestionó un tanto recia, dispuesta a golpearlo si se las daba de confianzudo con ella. Podía coquetear, ser juguetona y usar sus encantos con los hombres pero eso no significa que se dejaría manosear.

— Es la ley "De dar y recibir" Así que… ¡Teeeen!

A continuación una columna de papeleo y expedientes fue depositado sobre el regazo de Matsumoto.

— ¡¿EH?!

Shinji que ya se había enderezado en su estatura de 1,76cm, miro desde su altura a la confundida teniente. Y con su habitual actitud despreocupada, más un toque cínicamente refrescante le dijo:

— Puedes empezar con estás —Pero al recibir la mirada estupefacta de la teniente. Añadió: — No pensaras quedarte aquí sin hacer nada ¿O sí?

— ¡Oye, eso no es justo capitán Hirako! —Rezongó infantilmente la ojiazul.

Pero él la ignoro volviendo a su escritorio para tomar asiento, recuperando un poco el ánimo para continuar con su labor gracias a que fastidio un poco a la atractiva teniente y realmente extrañaba el hecho de fastidiar a alguien.

Casualmente su mirada almendra se centró en el adorno que guindaba de su móvil el cual usa exactamente para comunicarse diariamente con Hiyori; siendo sobre un monito de aspecto rebelde y con una expresión aniñada pero agresiva. Una correa de móvil que fue un regalo de parte de Momo quien lo acompañó una vez en una salida de compras en donde lo pillo a él observando el adorno desde la vitrina de la tienda por un largo rato… Todo porque le recordaba a cierta chica rebelde de coletas.

Suspiró abnegado mientras que recordaba su vida con los Visored en el mundo de los vivos. Los extrañaba a todos pero sobretodo… extrañaba sus discusiones con la tonta de Hiyori quien hacía que su vida fuera menos aburrida y… ordinaria.

«Hmm… cuando termine aquí, iré al mundo de los vivos a hacerle una visita a los chicos.», se mentalizo determinado. Continuando con más ahincó su labor pero… a penas que le dio el primer vistazo a la hoja que tenía en manos, toda buena voluntad se derrumbo. Dominándole a cambio la pereza. «Aaaaaah… Momo ¡¿Por qué tardas tanto?!», se lamento en sus pensamientos desparramándose en su escritorio.

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En los corredores dirigiéndose al quinto escuadrón estaba Momo que parecía bastante emocionada ¿Y cuál era su causa? El cilindro que llevaba entre sus manos, manteniéndolo sujeto a la altura de su pecho como si se tratara de un valioso y extraordinario tesoro.

Y más o menos era eso a los ojos de la chica.

Siempre sintió una especial afinidad por la magia y todo lo enigmático que conllevan, razón por la cual terminó destacándose en dichas artes demoníacas al punto que su Zanpaku-tō deriva de esta naturaleza.

— ¿Hn? —Espetó Hinamori, desviando su mirada a su espada enfundada la cual podía apreciar como de ella emitía un sonido similar a los latidos de un corazón. La shinigami se carcajeó risueña. — ¿Tú también estás emocionada Tobiume? —Miró con ternura la funda y con la punta de sus dedos acarició la empuñadura de su espada. — Como siempre, necesitaré de tu ayuda para cumplir está misión. Espero que no te moleste.

La espada vibró con mayor fuerza, provocando que la sonrisa de Momo se ampliara.

— Gracias Tobiume.

Cuando la teniente ingreso al quinto escuadrón, ocultó el cilindro en el interior de una de sus mangas del kimono. Ya que a petición del capitán del Cuerpo de Arte Demoníaca, lo debía tener en confidencialidad con excepciones del Capitán Hirako y el propio Capitán Yamamoto que estarían informados sobre su misión.

— Capitán ya…

— ¡Momo, que bueno que llegas…!

— ¡¿Rangiku-san?! —Exclamó sorprendida la pelinegra que no se esperó la presencia de la décima teniente quien parecía bastante complacida de su llegada, demostrándolo al recibirla con un abrazo. — ¿Pero qué paso? —Miró a Hirako en busca de respuestas pero éste tan sólo sonreía de esa manera cínicamente peculiar.

— Nada. Sólo recibía la amable ayuda de la teniente de la décima división… —Indicó Shinji mientras que acomodaba un pequeño lote de papeles entre sus manos. Recibiendo a cambio la mirada confusa de Momo y la mirada de pocos amigos de Matsumoto.

— Rangiku-san… ¿Me sustituía? —Cuestionó extrañada y hasta sorprendida porque sabía que la hermosa mujer no era amante al trabajo del papeleo. Desvió su mirada castaña para enfocarla en su camarada que miraba disgustada a su capitán sin dejar de abrazarla. — Capitán Hirako, eso no era necesario —Le reprochó sumisamente, liberándose calmadamente del abrazo de la rubia. — Además, Rangiku-san es una visita no se supone que así deba tratarse a una.

— ¡Así es, así es! —Alegó infantilmente Matsumoto. — Oiga consejos Capitán Hirako que así se llega lejos.

Pero el rubiales la ignoró ya que tenía asuntos más importantes que atender por muy divertido que era fastidiar al hermoso espécimen femenino que deleitaba su vista.

— Momo-chan, ¿Ya concluisteis con tus asuntos?

Ambas mujeres notaron fácilmente que la actitud despreocupada del capitán se tornó seria, volviéndose la atmosfera pesada.

— Sí.

— Muy bien, entonces… —Centró su mirada almendrada en la rubia. — Rangiku-san ya creo que es hora de irte. Gracias por tus servicios.

La voluptuosa shinigami no le hizo falta un traductor para entender que el capitán la estaba despachando "sutilmente" de ahí. Por lo que se despidió y puso pies en pólvora. Por dos razones: 1) No quería estar con Hirako quien resultó ser alguien difícil de roer (Por no decir un dolor en el trasero). Aparte de Gin y su mini-capitán, era la tercera persona que no caía tan fácilmente bajo sus encantos. Pero la diferencia es que tanto Gin y su capitán si no cedía a sus caprichos, lo hacían con gracia.; Y 2) Para que Capitán y Teniente del quinto escuadrón se hayan puesto serios es porque sea de lo que tengan que discutir debía ser un asunto grave.

— ¡Aff! —Suspiró extenuada Rangiku, caminando por los pasillos de la quinta división. — ¿Ahora en dónde debería ir…?

— ¿Qué tal ir a trabajar?

— ¡AAAAAAY! —Gritó ella con la piel de gallina, se volteo para ver horrorizada a su mini-capitán de brazos cruzados y mirándola acusadoramente. — ¡¿C-C-CAPITÁN?!

— Resultasteis ser más escurridiza de lo que pensé… —Indicó calmado. Demasiado para la inquietud de la joven teniente. — Suerte que puedo cambiar ese percance…

Matsumoto empalideció, sabía lo que significaba esas palabras por lo que no dudo en huir mientras que intentaba persuadirlo…

Reina sobre los cielos helados…

— ¡E-Espere capitán, no nos aloquemos…!

Pero parecía que él no oiría razones. Mocoso tenía que ser.

¡…Hyōrinmaru!

A continuación un dragón de hielo iba directo hacía ella quien con lágrimas en los ojos y corriendo como alma que lleva el diablo, intentaba buscar la manera de salir impune del ataque. Pero lo más importante era no convertirse en un obelisco de hielo.

— ¡Capitaaaaán ¿No podemos discutir esto con una tacita de té?!

— No —Espetó fríamente.

Dándole caza a su teniente, alejándola con varios ataques de los territorios del quinto escuadrón (No vaya a ser que Matsumoto busque la inmunidad con Hinamori a expensas de que sabe muy bien que su debilidad es su amiga la cual no dudará meter la mano en defensa de la perezosa rubia y él, no le quedará de otra que tragarse su orgullo).

— ¡Hyōryū Senbi!

Una nueva ola de hielo en forma de luna creciente iba directo hacia Rangiku que a duras penas pudo esquivar.

— Zekku —Recitó él, moviendo su espada y en consecuencia la dirección de la técnica de su Hyōryū Senbi era fácilmente manipulable. En otras palabras incrementaba las probabilidades en que el ataque atinaría a su blanco…

Maldita Zanpaku-tō de hielo que convenientemente para su portador es versátil.

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— Uwaaaaaa~ah

— Hinamori…

La aludida rápidamente se cubrió la boca con las manos al ver que por enésima vez volvía a bostezar. Apenada volteo su rostro hacia quien la llamó, cruzándose su mirada castaña con otra de un exótico color turquesa que la miraba con cierto reproche.

— Lo siento Shirō-chan…

— Capitán Hitsugaya —Le corrigió. — Voy a tener que hablar seriamente con el Capitán Hirako…

Momo suspiró condescendiente. — Hitsugaya-kun, ya te he dicho que estoy bien.

— ¿Enserio? —Espetó impertinente, dejando su pluma para verla fijamente. — En el día de hoy ¿Siquiera te has visto una vez en el espejo…?

— ¿Y eso qué…? ¡GYAAAAAAH!

Sin advertencia el peliblanco sacó un pequeño espejo que lo situó enfrente de su amiga, haciendo que vea su propio reflejo. Apreciando su estado anémico y con unas marcadas ojeras debajo de sus ojos castaños. ¡Por el Rey Espíritu! Se veía incluso peor que la vez cuando salió de su coma por haber sido apuñalada por Aizen.

— ¿Lo ves?, estás horrible.

— Gracias, ya me di cuenta de eso —Le rezongó infantilmente la azabache por el insensible (y honesto) comentario de su amigo. — Pero… ahora entiendo las preocupaciones del Capitán Hirako.

— ¿Preocupaciones?

Asintió, dejando de lado el espejo. — El Capitán Hirako me pedía que descansará de vez en cuando o sino los demás empezarían a creer que él me explota como subordinada. Pensé que solamente bromeaba…

— Yo también quisiera pensar lo mismo de mi Capitán…

Los amigos de la infancia desviaron su atención a un rincón de la oficina donde estaba Matsumoto con cara de genuina desdicha, sentada enfrente de un escritorio con lotes de papeleo por terminar. Usualmente los tenientes de cada escuadrón tienen sus propias oficinas para trabajar y son independientes de las de su respectivo capitán. No obstante, en el caso de Hitsugaya era un caso especial porque…

Para obligar que Rangiku hiciera su trabajo y se volviera a poner al día con el papeleo, ordeno a unos oficiales que metieran a su despacho un escritorio en el que la teniente trabajará y para que no escape de sus responsabilidades, hizo uso de sus conocimientos en el Kidō. Recitando un hechizo que se materializo en forma de grilletes en el que uno está en el tobillo de la rubia y el otro está en una de las patas de la mesa.

— Silencio, y sigue con tu trabajo o si no volverás a pasar la noche aquí.

Hizo un puchero ante la amenaza, pataleando en su asiento. — ¡Pero Capitán esto es tan injustooo~!

Un tic se asomo en la sien del peliblanco. — Injusto es tolerar tu negligencia.

Los ojos azul celeste se desviaron hacia los castaños, dedicándole una mirada de suplica. — Momo…

— ¡NI SE TE OCURRA! —Masculló en advertencia Tōshirō, sospechando las intenciones de su teniente al hacerle ojitos de borrego a su amiga quien es más endeble a esas tácticas de persuasión. — Trabaja o los grilletes serán la menor de tus quejas.

Matsumoto farfulló entre dientes contra el mini-ogro de su jefe y volvió a centrar su atención en el nuevo lote que tendría que chequear…

— Déjame ayudarte —Dijo la pelinegra situando su silla enfrente del escritorio de su amiga quien sonrió ante su amable gesto. Muy diferente de Hitsugaya que su ceño fruncido se acentuó de una manera tan grotesca que hasta se veía gracioso.

— Hinamori…

— ¿Qué? No te estoy pidiendo que liberes de su castigo a Rangiku-san —Indicó inocente, sin abandonar su tarea.

— ¿Acaso oísteis lo que te dije? Deberías aprovechar este tiempo libre para descansar.

Antes de que la azabache pudiera refutar, intervino la ojiazul. — Mi Capitán tiene razón Momo, yo no quiero hacer que te sobre-esfuerces. Además, una doncella no debería descuidar su belleza —Le guiñó el ojo divertida, sacándole una sonrisa a la pelinegra. — Descuida, me tardare un poco… pero lo terminare.

— ¿Segura?

— ¡Claro! Ya verás, lo haré en un santiamén —Aseveró con un tono de voz monótono, comenzando a reír de un modo exuberante.

Al menos miente mejor…, pensó el joven capitán que al igual que su amiga de infancia, no se convencieron de la sobreactuación de la voluptuosa mujer. Y es que era difícil de que Matsumoto fuera creíble cuando ambos podían notar lo tensa que estaba por solamente trabajar.

De igual modo Hinamori terminó aceptando de mala gana. — De acuerdo… —Tomo asiento en uno de los sillones de la oficina y cuando Hitsugaya creía que finalmente su amiga guardaría reposo…

Se encuentra que ella está leyendo un libro.

— ¡A-Ah ¿Y ahora qué?! —Cuestionó la ojicastaña al serle arrebatado de sus manos el texto. Alzó la mirada para ver como Tōshirō le miraba en reproche.

— ¡Idiota! Leer NO es descansar.

— ¡P-Pero, pero…! Me gusta hacerlo, es lo que hago en mis horas libres ¡Y lo sabes! —Hizo un puchero, ya exasperada que nada de lo que haga parezca complacer a su amigo. — ¿Qué se supone que haga, eh…?

Él suspiró condescendiente, suavizándose su semblante templado. — Hinamori…

— ¡¿Qué me quede tiesa como una estatua?!

— ¿Terminasteis? —Cuestionó fastidiado a lo que ella se cruzó de brazos y con los mofletes hinchados en claro enojo, viró su rostro del otro lado contrario de donde él estaba.

— ¡HUM! —Exclamó enfurruñada la azabache en modo de respuesta a su pregunta impertinente.

Por otro lado, Rangiku se entretenía de lo lindo en ver la discusión de ese par. Era divertido observar como Hinamori sacaba una faceta más íntima y natural de su templado capitán quien siempre intenta actuar tan correcto y controlado.

— Hinamori…

Pero la aludida seguía empeñada de no voltear a verlo, mostrándose rebelde ante él. Hitsugaya roló los ojos cansado, era obvio que Momo no lo escucharía por lo que se sentó a su lado y… Sin advertencia, el peliblanco extendió su mano para cubrir los ojos de Hinamori…

— ¡Hitsugaya-kun! ¿Pero qu…? ¡WAAAH!

Momo que no podía ver nada gracias a la mano que obstruía su visión, se sobresaltó al sentir como él ejercía la fuerza suficiente para tirarla hacia atrás. Sintiendo posteriormente que su cabeza reposaba sobre algo relativamente duro pero era cómodo y le brindaba confort.

— Mhn… Hitsugaya-kun… no veo nada… —Le decía, removiéndose incomoda en su lugar y tanteando a su alrededor. Entendiendo pronto que seguía en el sillón pero ahora acostada y… que su amigo hacía de almohada para ella, ya que para su sorpresa se encontró con que su cabeza reposaba sobre el regazo de Tōshirō.

— Lo que quiero es que descanses.

— A-Ahmn… lo haré, ya entendí… —Llevó su mano a la de él, justamente la que obstruía su visión. — Hmph… Hitsugaya-kun no hay necesidad de cubrirme los ojos. Ya no leeré ni haré nada más…

— Sólo duerme —Le dijo casi en un susurro, escuchándose su voz más ronca de lo habitual y demasiado cerca para la pequeña teniente. Siendo comprensible porque él se inclino un poco hacía ella.

Momo guardó silencio por unos minutos con un ligero sonrojo asomándose en sus mejillas, antes de responderle tímidamente:

—…De acuerdo.

En cuanto a Matsumoto no le podía dar crédito lo que sus ojos estaban viendo, no se esperaba que su capitán tuviera la suficiente osadía para hacer tal acción con Momo… pero ahora sabe que se equivoco. Además, que él parecía no tener la intención de dejar de ser la almohada y guardián de los sueños de la azabache.

— Mph…

Rangiku salió de sus reflexiones para ver como su compañera se removía en su lugar.

—…Shirō-chan.

— Es Capitán Hitsugaya —Le corrigió en un suspiro. Jamás conseguiría que su amiga lo llame apropiadamente. — ¿Qué ocurre?

—…Mmm… es sólo que… tú mano está fría…

La rubia no pudo evitar soltar una carcajada ante el comentario pero pronto guardo silencio al recibir la mirada fulminante de su capitán, posteriormente él se disculpo con Momo e hizo el ademan de retirar la mano que tenía sobre los ojos de su amiga pero está lo detuvo al situar su pequeña mano sobre la masculina.

— Me entendisteis mal… —Le reprochó amablemente. — Lo que quise decir es… —En sus labios se dibujo una dulce sonrisa. —…Que la mano de Hitsugaya-kun se siente muy bien estando fría.

La teniente de la décima división tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para morderse la lengua y no fastidiar a su capitán o sino arruinaría la tierna atmosfera. ¡Ja! Si tan sólo Momo pudiera ver la reacción que tuvo el templado peliblanco ante su comentario…

Bueno, conociendo a la azabache, se abalanzaría sobre Tōshirō para estrujarlo en un abrazo y revolverle esa rebelde pero sedosa cabellera blanquecina. Fascinada de admirar esa adorable expresión avergonzada e infantilmente enfurruñada de él.

— Ya duérmete —Le contestó un poco tosco y raudo. En cuanto a Momo sin perder su carácter risueño, asintió, relajándose en su cómoda "almohada-shirō-chan".

—…Gracias —Susurró la pequeña teniente antes de caer profundamente dormida mientras que… Hitsugaya aparto su mano del rostro de su amiga, admirándolo abstraído y pensativo con el ceño ligeramente fruncido más un imperceptible sonrojo adornando sus mejillas.

—…Tonta.

De repente él recordó que no estaba solo y es que la sensación de sentirse observado no menguaba. Aparto su mirada del rostro durmiente de su amiga para cruzarse con… unos ojos gatunos y sagaces que lo incomodaron. Automáticamente el semblante de Hitsugaya se puso amargo porque sabía que su teniente no tardaría en fastidiarlo…

¡Diablos! Lo veía venir, esa sonrisa felina que ella luchaba por disimular no lo engañaba a él.

— ¿Qué?

— ¿Yo? Nada… sólo pensaba… —Decía Matsumoto haciéndose la desentendida. —…En lo abstraído que estaba usted hace unos momentos, tal vez pensando un "¡Boba! No tienes nada que agradecer, sólo descansa" o quizás un… "No hay nadie tan importante como tú".

— ¡Cá-Cállate! Y haz tu trabajo —Le rezongó tosco, pero su comportamiento regocijó aún más a su teniente… Porque el simple hecho de verlo a él apoyar el peso de su cabeza sobre el reposabrazos mientras que cubría su boca con su mano en un intento de disimular su sonrojo y obviar el tema de manera inmediata, le indicaba fácilmente a Rangiku que había acertado en sus suposiciones.

— Hehehe… Está en confianza, no tiene porque mentir —Insinuó pícara, abanicando la mano felinamente. — Ni tan poco ser tímido ¡Vamos, vamos~!

Un tic se asomó en su sien, pensando seriamente que desplegar su energía espiritual sería más que suficiente para congelarla y así callarla. En cuanto a Rangiku al sentir que la atmosfera se volvía inesperadamente fría, comprendió que tal vez se habría sobrepasado con fastidiar a su capitán…

Ya que por tantos años de conocerlo y ser la primera quien le hizo saber a él sobre sus poderes espirituales antes de que matara a su abuela; sabía que la principal razón de porque su capitán siempre se mantiene con esa personalidad tan controlada e inmutable es para no liberal indeliberadamente sus gélidos poderes y matar por accidente a alguien.

— Me halaga pero… capitán no nos aloquemos —Le indicó algo nerviosa ¡Maldición, no quería ser congelada! Recientemente acaba de salir de un resfriado (Otorgado por el mini-ogro de su capitán con la última caza que le dio). — Además Momo… —Le recordó ahora un poco preocupada al ver que su pequeña amiga tiritaba un poco de frío, cambiando su posición de dormir boca arriba a una posición fetal y siendo visible su respiración en un vapor de aliento blanco.

— Lo sé —Le contestó tajante e impávido, eventualmente la atmosfera volvió a una temperatura más cálida y agradable por lo que Hinamori dejo de temblar.

Matsumoto suspiró un tanto resignada para luego sonreír complacida, su capitán definitivamente era tan predecible… cuando se trata del bienestar de Momo no se lo piensa dos veces.

— No te veo trabajar…

La rubia se le borró la sonrisa de un soplo al oír aquellas palabras viniendo de su capitán, haciendo un puchero infantil. ¡Rayos! Además de ser un enano naturalmente protector, prodigioso y con un encanto cuestionable, también podía ser un verdadero fastidio cuando se lo propone.

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Eran altas horas de la noche en la Sociedad de Almas, la mayoría de los habitantes ya sea los que viven en la división Rukongai o en la ciudadela Seireitei; dormían… exceptuando por los oficiales de la Gotei 13 que les tocaba hacer guardia o aquellos escoltas privados como los que posee la familia Kushiki. Además de este tipo de personal, teníamos a una ingenua y soñolienta Teniente que transitaba con cautela por los pasillos de la Quinta División.

— ¡Mhph! —Pronunció Hinamori mientras que estiraba su cuerpo un poco al sentirlo entumecido.

Había cobrado energías después de esa larga siesta de la tarde en la oficina de Hitsugaya (y con esté incluido como su almohada) pero… por más que fue de lo más reconfortante, tuvo que salir como un rayo hacía su división porque nuevamente se había quedado dormida y le había asegurado a su capitán Hirako que tan sólo se daría un pequeño descanso para que ya no se preocupara más por ella.

Desafortunadamente, su capitán Hirako ya había terminado con una relativa cantidad de trabajo… dejándole a ella tan sólo migajas. Por supuesto, Shinji le aseguró despreocupado que no fue la gran cosa pero Momo no pensaba lo mismo ya que su deber como teniente era ser su apoyo y ayudarle en todo lo posible para que exista una armoniosa administración en el quinto escuadrón. Y el vizard al ver que su teniente se deprimía… no pudo contenerse de asignarle algo de trabajo extra para así volver a ver la sonrisa de su subalterna.

Momo no tardo en hacer eficientemente su trabajo como teniente, no siendo muy raro viniendo de ella, terminando a las nueve de la noche. Posteriormente se encargó de hacer su "otro trabajo" pero no como la teniente de la quinta división sino como Momo Hinamori, shinigami y especialista en las artes Kidō.

— Bien… creo que ya es suficiente —Se dijo a sí misma Momo, mirando satisfecha el Kekkai que impuso en su oficina para evitarse inconvenientes en dado caso que libere el poder de la reliquia y afecte a un tercero o que alguien intente entrar a la oficina, pudiendo interrumpirla e incluso salga afectado.

Eventualmente movió los muebles de su oficina, dejando un gran espacio libre en el medio donde en el suelo trazo un círculo con una tiza especial que ella misma creo en un pequeño plato. Siendo una mezcla algo pastosa de un color rojo oscuro debido que entre los ingredientes que uso fue un par de gotas de su propia sangre que tiño la blancura de la tiza y con ella hizo en el círculo un par de sellos más con varios símbolos. «Listo…», se dijo al ver aliviada su obra, ya que los sellos que acaba de trazar requieren mucho esfuerzo y en el Kidō no podía equivocarse ya que no quería que un hechizo le explote en la cara por evocarlo mal.

«Aquí vamos…», pensó para sacar de una de sus mangas del uniforme el cilindro. Lo admiró por unos segundos para después extender la mano con el objeto y soltarlo, dejándolo caer dentro del círculo pero antes de que tocara el suelo quedo encerrado en una burbuja de color roja carmesí traslúcido. Flotando en el aire.

Su semblante serio prontamente se iluminó infantilmente como si fuera visto algo sacado de los cuentos de fantasía. — ¡Grandioso…! —Se cubrió su boca con sus manos, guardo silencio al recordar que se supone que nadie debería enterarse que está en la oficina.

Además que debe guardar total reserva sobre su misión ni siquiera Tōshirō le informo y eso era decir mucho ya que se le dificultada esconderle algo a él (Sólo porque suele ser fácilmente legible para su amigo de la infancia, una cuestión que verdaderamente le exaspera. A veces creía que aparte de los poderes de hielo, también tenía el poder de leerle la mente).

«¡Uf~! Estuvo cerca…», se dijo mentalmente al no sentir a una presencia merodeando por la zona. Dejo caer sus hombros en relajación y libero su boca de sus manos para después dar un paso hacia adelante e ingresar al círculo, generando que el sello debajo de sus pies irradiara una débil luz rojiza. Momo se quito su espada que guindaba en su cintura para tomar asiento en el suelo con las piernas en posición de meditación y colocar su Zanpaku-tō debajo de la burbuja que contenía la reliquia, flotando a un metro y medio de distancia del suelo.

En una lengua arcaica ella comenzó a recitar un hechizo que causo que una corriente de aire se formara dentro del círculo y meciera su corta melena azabache mientras que unos kanjis de brillante color rojo aparecían en la burbuja pero así como aparecía uno, no tardaba en desaparecer otro en alguna parte de la esfera que contenía la reliquia…

"— En un mundo sin ti. La esperanza y desesperanza… no existen más. —"

¿Eh?, los ojos castaños se abrieron desmesuradamente de la sorpresa cuando creyó escuchar una voz fuerte y clara. Pero era la única en la habitación. «¿Tobiume?», cuestionó en sus pensamientos, llevando una mano a la altura de su pecho solo para recibir la negativa de su Zanpaku-tō.

"—…Yo sólo una vez… siempre he querido… intentar tocarte… —"

«La voz viene… ¡De aquí!», Momo observó estupefacta como el cilindro contenido en la esfera comenzó a distorsionarse. Algo estaba pasando, lo sabía, podía sentir que la atmosfera estaba diferente… así que alzó sus manos hacía la reliquia pero sin tocarla.

— ¡HINAMORI~!

La azabache se sobresalto al oír el llamado, alzando la mirada para ver como ingresaba Matsumoto más risueña de lo normal por lo que no tardo en deducir que estaba borracha. En consecuencia a la intromisión al despacho, Momo se desconcentro por lo que los sellos que estaban bajo su persona se rompieron y no tardo en desequilibrarse la esfera que contenía la reliquia por lo que se rompió…

— ¿Huh? ¿Momo pero qué…?

— ¡ABAJO! —Gritó la ojicastaña, abalanzándose sobre la rubia antes de que le impactara un rayo de luz rojiza que salió despedido del cilindro. Dicha chispa ahora mismo impactaba y revotaba contra todas las paredes de la oficina.

— ¡¿Pero qué demonios es eso…?!

— Después te explico ¡Hay que evitar que salga!

— ¡Aaaah! —Gritó al ver que casi le daba sino fuera sido porque actuó rápido, agachándose, pasándole por arriba de la cabeza. — ¡¿Y qué hay de nosotras?!

— ¡También! Que no te toque —Esquivó la chispa al doblar su espalda hacía atrás y al mismo tiempo empujó a la ojiazul para impedir que el proyectil le atinara. — ¡…Sin importar qué!

— ¡Qué fácil es decirlo! ¡WAH…!

Rangiku no entendía nada, tan sólo veía que un mísil centellante revotaba por todos lados a una gran velocidad que era difícil seguirlo con la mirada. En cuanto Hinamori pensaba a la velocidad de la luz como retener el poder desplegado de la reliquia, el Kekkai que había puesto en la oficina se estaba debilitando y sólo sería cuestión de tiempo para que la barrera quede anulada.

La ojiazul ya harta de Jugar a "Quemados"(2), recitó un hechizo de sellado para contener el mísil. Encerrando la chispa en una especie de prisión en forma de un cubo traslúcido. — ¡Muy bien~! —…Pero el efecto del conjuro duró por unos segundos, volviendo a estar libre la luz carmesí. — ¡ARGH, VAMOS!

— ¡Rangiku-san cuidado…! —Momo jaló por el brazo a su amiga hacía abajo, causando que se agachara para eludir el mísil que revoto contra la ventana e iba hacía…

— ¡MATSUMOTO…!

Lo único que alcanzaron a saber después las Tenientes en medio de la confusión y el revuelo fue que oyeron una tercera voz que expresaba gran irritación que quedó súbitamente en mutismo, seguido del sonido sordo de un cuerpo caer al suelo.

Ambas se voltearon con lentitud para mirar detrás de su persona… solamente para empalidecer cuando vieron a el joven Capitán de la décima división tirado boca arriba en el suelo, en la entrada de la oficina e inconsciente. Estaba tan tieso que Rangiku temió que esa cosa de luz lo haya matado por lo que preocupada y con la mirada apremiante volteo a ver a Momo quien debía saber qué diablos fue eso…

Pero la azabache seguía en shock para después dejar caer sus hombros en abatimiento, rodeándole un aura de penumbra y resignación. Eventualmente confesó:

— Tenemos un problema.

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FIN DEL CAPÍTULO 1.


(1) "Shinigami-hime no Saikon". En japonés significa "Princesa de la muerte". El título como tal me inspiré literalmente del manga «Shinigamihime no Saikon» y su creador es Onogami Meiya.

Para los que estén interesados del manga, tiene dos temporadas [1ºTemporada: 3Vol./13Cap. – 2ºTemporada: desconozco por el momento]. En resumen la historia se trata sobre una chica de quince años, Alice Faitlin, que tiene fama de ser la "Princesa de la muerte" por un insólito incidente con la muerte de un allegado, ella será forzada a contraer matrimonio con fines meramente políticos. Su pareja Lincen Kashburn es un nuevo aristócrata ascendido con el título de Gran Duque y tiene fama de ser un hombre déspota e intolerable tirano.

En lo personal el manga es entretenido y posee una trama con un grado modesto de romance muy agradable que más bien te deja con ganas de más. La calidad de las gráficas es buena… hasta la 2ºTemporada que decrece un poco pero sigue siendo bueno el anime.

(2) Jugar a "Quemados". Hago referencia a ese juego estadunidense que solemos ver en la mayoría de sus series, caricaturas, etc. En que en una cancha (mayormente de voleibol o básquetbol) se divide por la mitad, una parte pertenece a un grupo y la parte restante a la del bando contrario.

El juego se trata de lanzarles balones con tu grupo a sus contrincantes que son los que estarán al otro lado de la cancha, quienes también le estarán lanzando balones a estos y al que toque con la pelota estará "Quemado(a)" (más que eso, adolorido diría yo con el balonazo que recibió), así como también estará fuera del juego teniendo que retirarse de la cancha.