Capítulo 1
Sra. James POV
Abrí los ojos con una desagradable sensación en el pecho. Frank comenzó a aullar y rasguñar la puerta de mi habitación, desesperado.
-¿Qué te pasa? – le pregunté, inquieta. Aún en bata y descalza me asomé en la ventana. El humo de un tubo de escape ya se alejaba.
Un carro estuvo aquí. Saqué la escopeta de debajo del colchón, con recelo por si otros merodeaban.
El can gimoteó.
-¡Perro endemoniado, cálmate! – susurré frenéticamente, sin gastar tiempo en despejarme la cara de los mechones blanquecinos que escapaban del gorrito. Salí del cuarto, mirando a todas direcciones con cautela. Mi amigo corrió hacia la puerta cerrada y su hocico hurgó bajo la alfombra de la entrada; volvió a aullar.
Molesta por mis débiles huesos, bajé con parsimonia las deterioradas escaleras, teniendo cuidado de no meter el pie desnudo en uno de los agujeros de la madera. Frank volvió hasta mí, sorprendiéndome por llevar un sobre blanco entre las mandíbulas.
-Dame eso, chico – se lo arrebaté antes de que lo destruyera como hizo con tanto muebles.
No tenía sello postal, ni dirección, sólo el destinatario, escrito en una temblorosa letra: Para la Sra. Lily James.
La abrí tras sentarme en mi mecedora. El tejido de punto junto con la aguja tuve que quitarlas pues casi me pincha. Los dejé en la mesita, al igual que la escopeta.
Eran dos hojas de color amarillento, dobladas apresuradamente. La primera decía así:
Querida Sra. James:
Debo partir del pueblo lo antes posible. Se presentaron ciertos… imprevistos. Le agradezco de corazón, por la calidez con la que me trató durante mi estadía. La considero la abuela que nunca tuve.
Le ruego que se cuide, ¿tenga precaución, si? A mi lindo Frank le mando un beso y varias cosquillitas. ¿En mi nombre le daría una cucharada extra de mermelada?
En el garaje está mi automóvil; no dude en disponer de él según su parecer. Está en perfectas condiciones, por lo que se lo dejo como una generosa propina, bien merecida.
P.D. Le adjunto una misiva también a Damon Salvatore. Por favor, hágasela llegar en cuanto pueda; es de suma importancia que la reciba.
Un enorme y cariñoso abrazo,
Elizabeth Fens
Pequeña Lizzie. ¿Por qué tenía la sensación de que su vida se complicaba?
Frank la olisqué y volvió a gimotear, reconociendo sin duda su olor. Suspiré. Esto no me gustaba para nada. Decidí que al mediodía iría a la antigua pensión. Luego pensé en mis dolores de espalda.
Chasqueé la lengua.
Tal vez pudiera usar sólo por esta vez el auto de la pelirroja, para entregar el recado, usando las lecciones de mis primos sobre cómo conducir. Después lo guardaría, esperando a su legítima dueña.
Dejé a la vista las llaves del transporte, tomándolas de donde ella me indicó antes de irse al centro del pueblo por motivo de sus investigaciones.
Damon POV
-¡¿Dónde está ella?! – pregunté por centésima vez en el día a una nerviosa Bonnie.
-¿Podrías tranquilizarte? – solicitó. La miré encolerizado.
-¿Apaciguarme dices? Oh, claro. Lo haría, ¡pero resulta que mi pelirroja no está! – la tomé por los hombros. Los ojos me ardían por las lágrimas contenidas por el temor a que le pasara algo. Comencé por preguntarle a ella pues anoche noté que fueron muy cercanas – Te lo suplico: dime la verdad.
Rodeé sus rodillas con los brazos, postrándome a sus pies.
-Si le sucediera algo, me moriría – susurré compungido. Lo último que recordaba era que dormía a mi lado, haciéndome sentir pleno al tenerla entre mis brazos, y de pronto cuando despierto, no estaba, mientras que Klaus parecía estar en coma en el sofá.
-Fue a destruir a Esther – respondió. Quedé atónito, luego sentí pánico.
-No – intenté moverme a toda velocidad para salir en su busca, mas las fuerzas todavía me fallaban.
-Está bien – prosiguió – Hice un hechizo que nos vinculaba si sufría daños severos. Lo logró, ¡mató a la bruja original! – especificó con cierto entusiasmo.
-Imposible – musité.
-Era la indicada.
Tocaron el timbre.
Volqué una mesa, enfadado y miedoso. Anoche le hice prometer que no saldría hasta que fuese seguro, ¡y no cumple!
Espera. Nunca lo aseguró – recordé con los dientes apretados y el pecho oprimido por la preocupación.
¿Elizabeth, dónde te metiste ahora? ¿Y si seguía en peligro? Tenía que hallarla. Me parecía improbable lo de la hechicera, así que si volvía a ver a esa rubia, esta vez no dudaría para matarla.
Tomé mi chaqueta negra del perchero. No me importaba si me caía innumerables ocasiones, pero lo lograría.
-¿El señor Damon Salvatore? – inquirió una voz muy tenue.
Me di la vuelta.
Frente a mi se encontraba la ancianita James, tendiéndome una cosa blanca entre sus huesudos dedos. Desde mi posición vi a la chica Bennet en el umbral y más allá se notaba el ostentoso Porsche negro de Eli.
Permanecí mudo.
¿Estaba en el carro?
Me tomó por los hombros como si adivinara mis intenciones.
-Le dejó esta nota, haciendo énfasis en que lo recibiera a la brevedad – la colocó en mi mano y la cerró – Vamos, joven. Ánimo.
Me dio la espalda y anduvo lentamente con su bastón hacia el auto.
Rasgué el sobre con impaciencia.
¡Tanto misterio me enloquecería!
El poco vigor que me quedaba se esfumó a medida que leía.
Damon:
Para cuando leas esto yo ya estaré muy lejos, fuera de tu alcance.
Ayer acabé con esa maldita bruja, así que vivirán tranquilos, lo cual me alegra profundamente. Les agradezco en el alma todo lo que hicieron por mí; sin embargo, ya es tiempo de que me vaya.
Lo habíamos hablado, aunque muy levemente, pues te negabas a escucharme. Sabías que este día llegaría.
No me busques, no quiero que lo hagas. Tu voluble temperamento y sobreprotección me hartaron.
Que les vaya bien,
Elizabeth
Arrugué la hoja en mi puño cerrado, aventándola a cualquier lugar. Bonnie se sobresaltó, mas no me importó. Ya nada tenía sentido. Era obvio: se cansó de mí, seguramente se dio cuenta del alcance de mi atracción y huyo despavorida.
Intenté sonreír irónicamente.
-Damon - empezó mi acompañante. La acallé con un gesto, y me encerré en el estudio, dando un portazo.
Hey! habrá alguien que leerá la continuación? jeje. No me vayan a matar, pero el tono de Eli era necesario para que Damon no complique las cosas con su padre. Realmente ambos están devastados, pero eso lo notarán luego ustedes también.
Besos :)
