Inuyasha y sus personajes son propiedad de la señora R. Takahashi.
Hola de nuevo yo, ahora es de un solo capitulo, espero que les guste, yo amo esta pareja y mientras se pueda seguiré escribiendo de ella, bueno no digo más disfruten de la lectura.
Inuyasha y su equipo buscaban arduamente a los integrantes que quedaban de los siete guerreros, Bankotsu, Jakotsu, Renkotsu y Suikotsu, pero la barrera que protegía a aquel monte no les permitía avanzar más allá de ella, ni siquiera a Kikyou ya que sus serpientes no le podían llevar aquellas almas tan necesarias para sobrevivir.
Habían tenido un encuentro, en donde el guerrero Suikotsu, o más bien aquel bondadoso médico Suikotsu le entregaba uno de los fragmentos a la bella sacerdotisa de barro y huesos. Ella no lo pensó dos veces, atendiendo la súplica de aquel noble hombre, tomó el pequeño pedazo de la perla entre sus dedos y el guerrero dejó de existir.
Kikyou caminaba despacio entre la maleza, debía salir aprisa, pero estaba ya demasiado débil, la mayor parte de sus almas habían escapado de su cuerpo al haber cruzado esa barrera. Le costaba respirar, era doloroso para ella, su vista se volvía borrosa y cayó al suelo a punto de perder el conocimiento.
—Inuyasha…—Susurró, sus palabras fueron llevadas por el viento —"Si tan sólo pudiera avanzar unos cuantos pasos más" —Ella observaba a las shinidamachuu volar en círculos, desesperadas por entregar aquellas almas que en sus pequeñas patas llevaban.
Cerca de allí Kagome detectó el fragmento que Kikyou tenía en su poder, todos la siguieron, pero Shippou, Kirara e Inuyasha se sintieron algo mareados.
Kagome pudo ver que se trataba de su encarnación, especialmente al percatarse de la presencia de aquellas serpientes.
—Es Kikyou—Inuyasha también se dio cuenta.
—Sango ayúdame a sacarla de allí—Suplicó Kagome, Sango la siguió, ambas chicas tomaron a Kikyou de los brazos y la cargaron hasta donde se encontraban los demás.
Sango y Kagome pensaron que después de todo no era tan malo ser un simple humano, especialmente al ver a la sacerdotisa y a sus demás compañeros.
—Inuyasha llévala a donde ella pueda estar mejor—Todos la miraron algo preocupados.
—Si gusta señorita, yo lo hago por él—Miroku quería evitar problemas entre sus dos amigos.
—Es mejor que lo haga Inuyasha—Ella insistió.
— ¿Estas segura Kagome? —La exterminadora dudo que ella hubiera hecho la mejor elección.
Kagome asintió en silencio, al ver a Inuyasha levantar a la sacerdotisa, en ese preciso instante dudo que fuera lo mejor —"Soy una tonta" —
Inuyasha se alejaba a toda prisa de aquel lugar, siguiendo aquellas luces en el aire, indicándole el lugar al cual debería llegar. Al llegar debajo del árbol en el que las serpientes revoloteaban en círculos, Inuyasha se sentó bajo sus ramas colocando a Kikyou sobre sus piernas, no quería soltarla, el tenerla así de cerca era lo mejor que había sentido.
Kikyou abrió los ojos con lentitud, sentía que estaba sobre algo calido, volteo hacia arriba y se encontró con aquellos dorados ojos que tanto amo desde hace más de cincuenta años.
—Inuyasha…—
—Shh…no hables aun esta débil—Inuyasha apoyó su cabeza sobre la de Kikyou.
La pálida mano de la sacerdotisa se elevó hasta tocar la mejilla de su amado, llamando su atención.
Una mirada, una simple mirada, sin palabras y sin percatarse de la cercanía de sus rostros sus labios se unieron en un dulce beso que poco a poco fue subiendo de tono.
Inuyasha abrió la parte superior de la ropa de la sacerdotisa, deslizándola hacia abajo, repartiendo íntimas caricias le arrancó un par de suspiros y sonoros gemidos. Las bruscas manos de Inuyasha apretaban los suaves pechos de su amada.
El monje y la exterminadora decidieron equivocadamente darle su espacio a su compañera, pues sabían por el momento que ella estaba pasando.
Kagome desesperada por la tardanza del hibrido decidió buscarle, los celos inundaban su mente con imágenes de ellos dos juntos, no lo permitiría, iría a buscarlo.
No camino demasiado cuando pudo ver a lo lejos las serpientes caza almas, allí lo encontraría, ni siquiera pudo salir de aquella barrera pura cuando alcanzó a escuchar los escandalosos gemidos y jadeos de aquella pareja. Su cuerpo se paralizó, no quiso saber más. Ellos ni siquiera la detectaron, ni a su aroma, ni los fragmentos que con ella llevaba.
—El que busca…encuentra—Esas palabras la sacaron de sus pensamientos, esa voz ya la había escuchado antes, volteó y quiso gritar, pero una fuerte mano le apretó el cuello ahogando así todo sonido que su garganta quisiera emitir. — ¿Sabes que no es muy educado espiar a los amantes mientras hacen el amor? —
Kagome lo miró llena de terror, observó aquellos ojos azules y esa sonrisa malévola le hicieron recordar en donde había visto antes a ese hombre, además el fragmento de Shikon que llevaba en su cuello le indicaba que estaba en lo cierto.
Kagome repitió esas palabras en su cabeza, como si por un momento no entendiera de lo que hablaba aquel hombre.
Sin soltar a Kagome de su agarre el volteó hacia donde estaba aquella escandalosa pareja. No había duda, eran Inuyasha y aquella sacerdotisa con la que días antes se había topado.
—No lo entiendo—Dijo él con una sonrisa en sus labios, al ver el miedo y el dolor en la joven —creí que él era tu pareja…o eso me dijeron—
Kagome tenía agarrada las manos del guerrero, forcejeaba inútilmente para quitarlas de su cuello.
—Ya veo…un triángulo amoroso—Por fin dejaba libre a la chica.
Kagome cayó de rodillas al suelo apoyada sobre sus manos, jalaba aire tratando de llenar de nuevo sus pulmones, tosía fuertemente, levantó su cara y miró con desprecio a aquel que la había lastimado.
—No me mires así, no soy yo quien se esta revolcando con aquel cadáver —Se agachó hasta donde ella estaba—Pero si quieres venganza yo te ayudo…claro que depende del precio—
—No…no tomaré venganza—Al fin pudo hablar —Nunca haré nada que lastime a Inuyasha—
—Esta bien—Dijo fastidiado —no te cobraré tanto, sólo dame uno de tus fragmentos y traeré sus cabezas para ti—El mercenario se levantó y cruzó sus brazos.
Ella también se levantó y lo encaró molesta — ¡No voy a hacerles daño y no te daré ningún fragmento! —
El moreno sonrió nuevamente. — ¿Sabes? Si yo quisiera, en este preciso instante no negociaría contigo, sino que te los quitaría fácilmente, me divertiría con tu cuerpo y por último me llevaría esos fragmentos que llevas en tu cuello, al momento de que tu cabeza sea cercenada de tu cuerpo los fragmentos serían míos. Mataría dos pájaros de una pedrada ¿No lo crees? —
Kagome se llevó la mano al cuello y tragó saliva, debía hacer tiempo para pensar cómo salir de esta.
—Así me quedaría con tus fragmentos y vería sufrir a Inuyasha por lo que les hicieron a mis hermanos—
—Yo…no puedo lastimarlo—
—Como quieras—Bankotsu puso su alabarda sobre su hombro y comenzó a caminar—Tal vez…—
— "¿Va a dejarme ir?" —Pensó aliviada.
—Jakotsu dijo que él tenía buen olfato—colocó un dedo sobre su barbilla, dando a entender que su mente ya estaba maquilando algún plan.
Kagome estaba a la expectativa, realmente tenía la esperanza de que aquel muchacho la dejara ir, pero de él podía esperar cualquier cosa y no bajaría la guardia. Lo vio pensativo y muy distraído, ella dio un par de pasos hacia atrás e intentó echarse a correr, pero una mano la agarró fuertemente de la muñeca.
— ¡Lo tengo! —Él la miró curioso, ella seguía asustada — ¿Qué? ¿Pensaste que podías huir? —
— ¡¿Qué?! No yo… ¿Cómo crees? —
El moreno dejo caer a Banryu para apresar ambas manos de la joven —Tal vez te gustaría darle ¿Celos? —El mercenario se acercó seductoramente a la asustada sacerdotisa, rodeando fuertemente la pequeña cintura de esta. Kagome lo empujaba con sus brazos, intentando escapar de su agarre.
— ¡Estas loco, suéltame! —Con sus delicados puños intentaba golpear el varonil pecho, pero la armadura que el muchacho llevaba puesta lo protegía.
—Vamos, un solo beso y sería todo, en cuanto el detecte mi aroma en tus labios…lo harás rabiar de celos y más sabiendo quien te beso—
Kagome de repente pensó que no sería tan mala idea, darle celos, pagarle con la misma moneda. Sacudió su cabeza para espantar aquellos pensamientos tan infantiles, pero pronto acepto la idea. Darle lo que pedía para que la dejara ir.
—Si te doy un beso, pero pequeño beso ¿Me dejarás ir? —
—En realidad pienso cobrarte por el favor—
— ¿Me vas a cobrar? Pero si también sería tu venganza—
—Si, pero eres tú quien esta más interesada, sólo escucha aquellos gritos ¡Qué vulgares!—Bankotsu intentaba molestar aun más a la chica.
— ¿Acaso estas prostituyéndote? —Molesta ella quiso ofenderlo también.
—No, no te estoy pidiendo que te acuestes con migo, aunque eso te costará más caro—
— ¡Ash! ¿Qué es lo que quieres? —
—Sólo uno de tus fragmentos, no es mucho el precio por ayudarte a darle celos—
Kagome pensó que si ese era el precio por escapar de él, lo haría, al fin y al cabo después se lo quitaría. Cerró con fuerza sus ojos y levantó la cara en espera de que aquel hombre tocara sus labios, sería Bankotsu su segundo beso.
Bankotsu levantó una ceja y la miró detenidamente, pudo notar como aquella jovencita temblaba. — ¿Qué estas haciendo? —
Ella abrió los ojos al escuchar su pregunta —Esperando a que me beses—
— ¿Besarte yo? —él mercenario se burló de la joven sacerdotisa. —No, yo no te besaré—Cruzó sus brazos y cerrando los ojos volteó su cara a un costado.
— ¡¿Qué?! —Ella no entendía nada. — ¿Entonces que quieres? —Lo miró confundida y algo nerviosa.
—Quiero que seas tú quien me bese—Le apuntó con el dedo.
Kagome lo miró cansada —Bromeas ¿Verdad? —
Él negó en silencio y miró como ella se acercaba lentamente. Pudo notar un ligero sonrojo en Kagome
Ella apoyó sus manos temblorosas sobre los hombros del mercenario, se paró sobre las puntas de los pies para alcanzar los labios del guerrero.
Él levantó sus manos y las colocó con suavidad sobre las caderas de la pelinegra y esperó con paciencia aquel beso.
Kagome al sentir las manos del guerrero tembló aun más, agarró impulso y le dio un beso con los labios cerrados, que parecía más bien un pequeño golpe. Se separó rápidamente de él. Sólo unos cuantos pasos lejos de él
El ojiazul parpadeó varias veces, no pudo reprimir aquella sonrisa burlona — ¿Qué fue eso? ¿A eso le llamas beso? —
— ¡Lo siento mucho! No se que era lo que esperabas—Dijo molesta.
—No es cierto—La miró incrédulo — ¿Qué edad tienes? ¿Quince? ¿Dieciséis? —
—No te importa, ese no es parte del trato—
—No sabes besar ¿Verdad? —Ella volteó su cara y cerró los ojos indignada.
—No, no sabes—Se acercó a ella —Puedo enseñarte—Le susurró insinuante mientras tomaba con suavidad el rostro de la joven.
Ella comenzó a sentir un fuerte cosquilleo en el estomago y en el pecho, sus labios temblaban notoriamente y sus mejillas se enrojecieron furiosamente.
—No…no te daré ningún fragmento—
—Ya lo veremos—Bankotsu se acercó peligrosamente al rostro de la joven sólo había una pequeña distancia entre sus labios.
Kagome pensó seriamente en darle una fuerte bofetada, tal como lo hizo con Kouga aquella vez que la secuestró, pero él no era como Kouga, él no se tentaría el corazón para cortarle la cabeza, así que sólo lo miró en silencio, sus ojos se abrían cada vez a medida que él se acercaba a ella.
Él observaba cada reacción de la sacerdotisa, la notaba demasiado nerviosa, sentía el calor que emanaba de su rostro, podía sentir su húmedo aliento sobre su propia cara, también notó como el pecho de aquella chica subía y bajaba violentamente. —No temas, es sólo un beso nada más—Le dijo muy cerca de sus labios.
Ella asintió en silencio, pero seguía mirándolo demasiado nerviosa.
El comenzó acariciando los labios rosados de la joven con los suyos. Ella dio un pequeño saltito hacia atrás, como cuando se recibe una pequeña descarga eléctrica.
—Generalmente cuando las personas se van a besar cierran los ojos—la miró a los ojos y sonrió con suavidad —Ciérralos—Susurró.
Ella lentamente los fue cerrando, esperando aquel beso. Nuevamente sintió como aquel muchacho le acariciaba con sus labios. Las mariposas de su estomago también estaban demasiado alteradas, ya que sentía cosquillas por todo el abdomen y pecho.
—Sólo déjate llevar—Dijo sin separar los labios de los de Kagome, acariciando con ternura las sonrojadas mejillas.
Kagome permaneció inmóvil y con los ojos cerrados, sintiendo como la punta de la húmeda lengua de su enemigo recorría lentamente sus labios. No aguantaría más tiempo, tenía la loca necesidad de abrazarlo.
Bankotsu dio un pequeño lengüetazo y se separó de la chica, quien aún seguía con los ojos cerrados en espera de más.
Ella abrió lentamente los ojos y dejó escapar un suspiro. Rozó sus labios con los dedos, haciendo el mismo recorrido que el guerrero había hecho.
— ¿Te gustó? —Él sonrío satisfecho.
Ella tardó en reaccionar, frunció el ceño y lo miró directo a los ojos, pero su mirada descendió a los labios del moreno.
— ¿A eso le dices beso? —sus labios se curvaron dibujan una casi imperceptible sonrisa. —No pienso pagar un precio tan alto por eso—Dijo orgullosa y se dio la media vuelta —Me voy— y comenzó a caminar.
Ella no había dado ni un par de pasos cuando sintió como la mano de Bankotsu le jalaba el brazo haciéndola voltear hacia él.
Bankotsu colocó una mano sobre la cintura de la chica y otra sobre la nuca.
Kagome se sobresalto demasiado al sentirse aprisionada nuevamente entre los brazos del guerrero, pudo ver de nuevo esa malévola sonrisa dibujada en su cara.
—No, tienes razón, eso no fue un beso, pero ese va por mi cuenta—Y se acercó nuevamente hacia ella para besarla de nuevo.
— ¿Qué? ¡No! —Intentó escapar de sus brazos, tratando de retroceder a como diera lugar, pero para su desgracia uno de sus zapatos se salió de su pie haciéndola caer hacia atrás.
Bankotsu aprovechó aquel accidente para caer encima de la sacerdotisa.
— ¡Basta! Suéltame ya—Lo empujaba. — ¡Ya suéltame! —Bankotsu sujeto las manos de Kagome sobre el piso y la calló con un beso. Ella seguía resistiéndose.
— ¿Tienes miedo? —
—Si—
—Ya te lo dije, sólo será un beso y podrás irte—Ella lo miró a los ojos.
— ¿Lo…lo prometes? —El asintió.
Kagome cerró sus ojos, después de todo sería uno sólo. Nuevamente aquel agradable cosquilleo se presentaba en su interior. Ella sabía que Bankotsu sólo estaba jugando con sus emociones y lo estaba haciendo muy bien.
Él podía sentir como el frágil cuerpo de la pelinegra temblaba, contempló por un instante la juvenil piel de la chica, la observó de arriba abajo, preguntándose el motivo que la hacia vestirse de esa forma tan provocativa. Se acercó sin ninguna prisa, pues no la tenía, nadie podía entrar a rescatar a la escandalosa chica.
Kagome sintió el suave y húmedo contacto, para estar muerto sus labios eran demasiado calidos. Ella suspiró.
Bankotsu sonrió al notar que ella respondía a sus provocaciones y decidió profundizar aquel beso, soltó una de las manos de Kagome para poder acariciarle la mejilla delicadamente.
Ella apoyó su mano sobre el hombro del mercenario y lentamente la fue recorriendo hasta tocar dulcemente el rostro del moreno, logró arrancar un suspiro de los labios del joven líder.
Con su propia lengua, Bankotsu le indicó a Kagome que le permitiera entrar en su boca, ella accedió a la muda petición.
Él pudo saborear con tranquilidad los labios de la chica y comenzó a juguetear con la lengua de Kagome.
Ella se sobresaltó, ante tal atrevimiento abrió grandemente sus ojos e intentó empujar a Bankotsu.
—Shh…tranquila, es sólo un beso—El tono de su voz era ronco, la miró con paciencia, para retomar lo que estaba haciendo.
Kagome se relajó un poco, permitiéndole al mercenario continuar.
Bankotsu dejó los labios de la sacerdotisa para recorrer con sus labios el contorno de su rostro hasta llegar justo detrás de su oreja, llevo una de sus manos hacia la cara de Kagome y la acaricio suavemente, mientras besaba sutilmente el lado contrario.
Ella arqueó su cuerpo dándole acceso total al mercenario, pero Bankotsu se alejó un poco. Ella le miró confundida. Él sonreía, su sonrisa era cálida, no como aquella vez que lo conoció por primera vez, en la que su sonrisa reflejaba odio y coraje.
Él se levantó completamente y le tendió la mano para ayudarle a ella a hacer lo mismo.
Ella dudo por un instante, parpadeó varias veces ante su confusión y al fin le tomó la mano y lo imitó. Cuando se incorporó por completo él la sostuvo de la cintura y volvió a darle un suave beso. Se inclinó un poco hacia delante para susurrarle al oído. —Bien, tal como lo prometí, puedes irte— Se alejó de ella, tomó la alabarda y colocándola sobre su hombro se dio media vuelta.
Kagome lo miraba atónita, preguntándose ¿que fue lo que había sucedido aquí? callada observaba como aquel joven de larga trenza se alejaba despacio. Con la punta de sus dedos recorrió desde la comisura de sus labios hasta el cuello. Bajó su mano al pecho, como si tratará de tranquilizar su corazón que aun palpitaba a gran velocidad, pero se topó con un pequeño obstáculo que la hizo reaccionar rápidamente.
— ¡Bankotsu! —Se puso de nuevo su zapato y corrió hacia él.
Bankotsu al escucharla no dudo ni un segundo en voltear. — ¿Mm? —Ella jadeaba, la miró inclinarse sobre sus rodillas tratando de recuperar la respiración y vio como ella levantaba su mano empuñada.
—Lo olvidaste—Ella abrió su mano, era uno de los fragmentos de cierta piedrecilla rosada.
Él sonreía. —No, no lo olvide, creo que es un precio muy alto por un beso—
— ¿Qué quieres decir? —
—Nada, olvídalo—Tomó la mano de Kagome que llevaba el fragmento y suavemente la obligó a cerrarlo. —Pienso que todos tus amigos están preocupados por ti…bueno, menos uno—Con su mirada señaló hacia donde estaba aquella pareja, en ese preciso instante Kikyou le gritaba a Inuyasha cuanto lo amaba—insisto, son unos vulgares—
Kagome supo a quien se refería, sonrió tristemente y contestó —Los olvide por completo—Era verdad, en todo ese corto tiempo que ella estuvo junto al despiadado líder de los siete guerreros, la voz de Inuyasha dejó de existir por unos cuantos minutos.
—Vete antes de que cambie de opinión y separe tu cabeza de tu cuerpo—Ella asintió en silencio, tomó la mano de Bankotsu y depositó el fragmento en esta. El mercenario abrió su mano y lo miró más que conforme, en realidad estaba sorprendido. —Y todo por un beso—Sonrió.
Kagome corrió alejándose unos cuantos pasos pero se detuvo y miró una vez a aquel muchacho de ropaje blanco, aquel que ahora la miraba alejarse y ella sólo dijo muy bajito —Gracias, Bankotsu—Y corrió de nuevo a toda prisa, sin saber de donde había salido tanta nueva energía.
Fin.
Chicas ¿Qué les pareció? Quise despejarme un poquito de mis estudios, he estado muy estresada y esto me relajó un poco. Espero que le haya gustado.
