Hola :)
Okey este es el primer capitulo del fanfic, adoro a Suspian por lo que esto se dedicara a ellos. Si les gusta lo seguiré, lo mas probable es que publique la continuación el lunes que viene.
Nos leemos mas abajo ;D
PD: Lloré mientras lo escribía T-T
CAPITULO 1
Los necesito.
Las palabras de la anciana eran un débil susurro, suave, lento y mortífero. Las piernas temblaban conforme la mujer continuaba hablando, parpadeaba constantemente con el fin de no dejar a las lagrimas escapar y el corazón estaba latiendo a un ritmo constante. Susan pensó en como su corazón se apagaría de algún momento a otro y los pulmones dejarían de bombear aire. Los ojos azules antes llenos de vida se apocaron y perdieron todo signo de luz. La piel pálida pero de alguna manera hermosa se volvió igual a la de un fantasma. La directora de la universidad se levanto y abrazó a Susan como si fuera su hija, esta no correspondió el abrazo sino que miro la nada misma. Susan, débil por la noticia, se separó de la mujer y mirando al vacío salió del despacho.
Samantha, su amiga de la universidad, le dijo algo que ella no presto atención. Las piernas pesaban igual que piedras y la cabeza le daba vueltas, el dolor profundo en su corazón era comparable con el de una daga perforándole hasta lo mas profundo. Sin embargo las lagrimas no aparecieron, se pensaría que se reservaban para cuando Susan se encontrar asolas con ella y la tristeza. A medida que avanzaba la "daga" perforada en el órgano se hundía un poco mas. Samantha le toco el hombro pero Susan ni se inmuto, solo avanzó hasta llegar a su habitación.
—Déjame sola... por favor —le suplicó con la voz apagada, Samantha se alejó triste por no poder ayudarla a superar la desgracia de perder a su familia.
La benévola se arrodillo en el suelo, sintiendo la calma a su alrededor... los segundos pasaron y el silencio se volvió molesto. Al minuto y medio Susan comenzó a gritar. Gritos ahogados en llanto, las lagrimas cayendo por las mejillas como cascadas. La daga perforo por completo su corazón y ahora una gran herida aparecía.
Se tiro al piso y acto seguido empezó a golpearlo con los puños.
—¡No! ¡¿Porque?! —gritó ahogándose en las lagrimas. El cuerpo temblando y los ojos inyectados en sangre por el llanto. Recordó como de niña su madre la abrazaba y acariciaba su cabello para que dejara de llorar por el raspón en la pierna. A su padre, siempre severo pero justo. Luego a Peter, siempre intrépido y haciéndose el fuerte... siempre a su lado en los momentos mas duros. a Edmund siempre sin hacer caso y haciendo bromas, pero de alguna manera le alegraba el día con ellas. Y Lucy, esa pequeña que le daba un motivo para seguir adelante, valiente y encantadora.
Volvió a gritar e intentó levantarse del suelo, pero las rodillas temblorosas produjeron que cayera produciendo un ruido espantoso. A causa del temblor en el armario delante de ella cayó una pintura a lienzo. Susan la levanto y dejó ver a un hermoso león. Ella atrajo el cuadro hasta el pecho y dejó a las lagrimas caer.
—Perdóname... perdóname... Aslan.
Repitió una y otra vez, rogando por que la perdona. Había sido una estúpida al olvidar lo fantástico de aquél mundo y solo dejarse llevar por frivolidades como el lápiz labial. Se incorporó lentamente y agarra una caja cerrada con llave del armario, buscó la llave en un cajón de la mesa de luz, y luego la abrió. Allí estaban todas las cartas que Lucy le escribía. Tomó una y comenzó a leerla:
Querida Susan,
No te imaginas cuanto te extraño, desde que te fuiste a Estados Unidos hemos tenido menos comunicación. Te extraño mucho, ademas te escribía para contarte que ¡He vuelto a Narnia! Es increíble lo sé, en realidad hemos ido yo, Edmund y nuestro primo Eustace. El pobre se espanto al encontrarse allí, al principio no lo asimilo muy bien pero luego se adapto. Susan he vuelto a ver a Caspian, él... ha cambiado bastante aunque siga siendo el mismo. Su te quiero, espero vuelva pronto a casa. Sé que algún día extrañaras tanto a Narnia, incluso si lo niegas.
Con cariño, Lucy.
Las lagrimas cubrían su rostro y las mejillas estaba teñidas de rojo. Lamentó todos estos años haberle dado la espalda a su hogar.
—Lucy, perdón. Soy una tonta.
Ahora necesitaba más que nunca a sus hermanos, pero nada cambiaría el hecho de que están muertos.
Fue cortito pero es un inicio. Espero les haya gustado.
Hasta otra.
