La estrella de Solaris

Hace mucho tiempo, existió una mujer que amó más a un hombre que a la magia en su interior…

Solaris era una mujer hermosa, según muchos, la encarnación de la belleza de las diosas en aquel antiguo poblado. Pero las mujeres de aquel sitio no opinaban lo mismo, para ellas literalmente Solaris era una bruja.

Y así era, Solaris era una de las tantas brujas que existían en el mundo. Dedicó su niñez a instruirse en los más oscuros secretos de la hechicería, terminando por dominar cada hechizo, cada truco, cada símbolo. Era una bruja talentosa y excepcional.

Solaris era arrogante, frívola. La idea de Ser superior era lo que titulaba su vida. No tenía tiempo para los sentimientos humanos, solo tenía tiempo para asombrarse a sí misma con lo que su magia podía lograr.

Fue así hasta que todo eso… pasó.

El hijo de una adinerada familia del poblado había regresado de su viaje al extranjero. Apuesto, simpático, partido perfecto para las damiselas del poblado. El solo mostro interés por una sola, aquella mágica mujer que vivía a las afueras del poblado.

Solaris lo amó, entendió que en la vida había algo más que la magia… existía algo más que saber que tanto puedes lograr con la magia que existe en tu interior. Estaba tan emocionada de aquel nuevo sentimiento, de solo querer vivir para ese ser amado… que decidió dedicar su vida única y exclusivamente a amarlo.

Fue cuando sin saberlo, cometió el peor error de su vida.

Renunció a todo por lo que desde niña había luchado. Mediante antiguos conjuros y sacrificios, los Seres de las Tinieblas rodearon a aquella mujer, librándola de toda cualidad mágica. Tomaron sus poderes y regresando al inframundo. Solaris no fue infeliz, pues ella ya tenía todo lo que necesitaba para vivir.

Rebosante de alegría, pensó que a partir de ese momento podría vivir para él y él para ella. Que equivocada estaba. Apenas pasados unos días de aquel atroz cometido, el hombre que tanto había amado, le abandonó, y como única excusa… mencionó que el amor se había acabado, y sin más, se fue.

Nunca había sentido tanto dolor. No por aquel miserable que le abandonó, si no por haber abandonado lo más importante por algo de tan escasa razón… El amor… desgraciado sentimiento, asquerosa traición. Una lluvia de estrellas cayó, Solaris atrapo una de esas rocas brillantes que resplandeció entre sus manos, miró hacia el oscuro cielo, las demás estrellas que surcaban fueron los únicos testigos.

"No permitiré que la magia vuelva a ser deshonrada por nadie más. Jamás me perdonaré el pecado que he cometido. A ti, demonio en la estrella, te encomiendo mi corazón… el músculo inútil que me mantiene con vida. A cambio, cual estrella surcaré los cielos… cada 100 eclipses. Arrasaré con la magia de cada hechicero que no demuestre su completa devoción a los poderes que se les han encomendado. Deberán devorar el corazón de alguien que ama, demostrando que ese sentimiento terreno no es nada comparado con la magia que recorre cada una de las venas de su cuerpo…"

Y así mismo, introdujo entre sus labios aquella estrella. El ardor en su pecho fue insoportable, pero no gritó… aquel dolor no era nada, comparado con haber perdido su única verdad. Su cuerpo resplandeció, para después desvanecerse en la oscuridad de la noche.

"Cual estrella surcaré los cielos… cada 100 eclipses"