Disclaimer: No me pertenece Cómo Entrenar a Tu Dragón, fueron idea de Cressilda Cowell y animado por el estudio Dreamworks.

Advertencias: Pareja Dragón/Humano. Posible bashing a Astrid. OoC leve. Lemon.

Pareja: Toothless/Hiccup. Menciones Ruffnut/Cloudjumper.

Aclaraciones: Este fic responde al Reto #2 "Inspiración musical" de Caldo de Toothcup para el alma, en Facebook.

Lilith: Antes de comenzar, recomiendo que primero se escuche la canción y luego se lea el fic, si quieren. ¿Por qué? Bueno, pues aunque la canción me inspiró para algo, al final mi Inner pervertida me convenció de darle vuelo a un Lemon. La canción es Wind de Akeboshi, la canción del primer ending de Naruto.


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Capítulo Uno

Wind

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"No trates de vivir tan sabiamente
No llores porque estas en lo correcto
No te seques con mentiras o miedos
Porque te odiaras a ti mismo al final".

—Akeboshi, Wind.

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Dos años. Era el tiempo transcurrido desde la derrota de Dagur, la muerte de Stoick El Vasto y el ascenso de Hiccup como jefe tribal. Dos años desde que Toothless se alzó como un Alfa, provocando un evento particular que pasó desapercibido por los aldeanos, incluido el mismo Hiccup. Sin embargo, fue muy claro para los ojos experimentados de Valka, que sólo esperaba.

Hiccup había logrado llevar por buen camino a la aldea. Con tropiezos, ganando experiencia. Ninguno de sus amigos lo dejaron solo, y habían ayudado en su toma de decisiones, en los cambios, en los nuevos pasos a dar. Aunque se mostraron reacios a aceptar su próxima boda, dejándole solo por primera vez.

—Estoy nervioso —informó Hiccup una noche, descansando de una pesada jornada como jefe—. Mañana me casaré con Astrid. Por fin será mi esposa.

—Sigo pensando que fue muy apresurado —pronunció Valka con sinceridad.

Hiccup le miró con extrañeza, había esperado otra respuesta, una que le confirmara que su decisión fue la correcta.

—Pensé que ella te agradaba —comentó Hiccup.

—No tuerzas mis palabras, muchacho —replicó Valka sin tono duro, pero sí firme—. Astrid es una buena chica y será una espléndida esposa.

—¿Pero? —inquirió suspicaz, para que continuara.

—No es tu opción. Me has contado su historia, todo sobre su relación, y sigo pensando que fue apresurado, algo a lo que fuiste sometido —Valka se sentó frente a él—. La quieres, lo sé, pero no es suficiente, no de la manera que pretendes mostrar.

—¿A qué te refieres? —comenzaba a desesperarse, no era la primera vez que tenían esa discusión—. Que no sea algo referente a no haber elegido a Ruffnut en vez de Astrid, por favor.

Sin intención de burlarse más de él, Valka sonrió ante el recuerdo de aquella discusión hace un año. Valka había creído que Astrid era buena para Hiccup, sólo hasta que conoció bien a Ruffnut; si no se hubiera ido esos 20 años, habría propuesto a la gemela como esposa. Aunque, dadas las circunstancias actuales, había alguien que era la mejor opción de todas.

—Deja de hacer lo que se espera de ti, Hiccup —aconsejó la mujer, ocasionando más confusión en su él—. No es sano, nunca lo es. Piensa lo que quieres, lo que necesitas. Cuando tengas la respuesta, ten la decencia de hacerlo en silencio, por favor.

—¿Qué? —fue lo único que pudo pronunciar antes de que Valka saliera de la choza, para dirigirse a su habitación en los establos.

Hiccup se rascó la barbilla, dándole vueltas al asunto, sin encontrarle sentido alguno. Después de todo, un jefe siempre hacia lo mejor para su tribu. Si lo hacía bien, el beneficio también sería para él, ¿no?

—Creo que eso fue un no —sonrió muy a su pesar.

El aliento cálido de Toothless le rozó el cuello. Giró al instante para tocar con sus manos el hocico escamoso, prodigando caricias leves, que lograron ronroneos satisfechos.

—Te has vuelto más mimado, eh —comentó con burla, escuchando el resoplido de indiferencia de Toothless. Hiccup se rió, dejando que el dragón se acomodara en su regazo, sin importarle que sus piernas sufrieran después con el peso—. ¿Y tú qué dices? Siempre quise casarme con Astrid, además se supone que debemos, er… tener hijos. Es algo esperado, ¿no crees? ¿O me estaré apresurando?

La respuesta que recibió había sido algo que nunca habría pensado.

Levantándose del cómodo lugar, Toothless se alzó hasta alcanzar sus labios, y sin dar advertencia, pasó la punta de su lengua por estos. Paralizado, Hiccup no respondió, dejó caer sus brazos a los costados y que el carmesí cubriera sus mejillas. Toothless aprovechó su congelamiento para avanzar más. Su ansia se anteponía a su decoro, a su paciencia. Y los años que llevaba reprimiéndose estallaron en una caricia íntima.

Coló su pata derecha por la cintura estrecha, pegando el delgado cuerpo a su pecho, sin romper el contacto inicial. Casi desesperándose por la falta de respuesta, casi tomando el rechazo como un trago agrio. Se separó un poco, sólo unos centímetros. La pérdida ocasionó que Hiccup reaccionara.

Buscando de nuevo la sensación de la cálida lengua del Furia Nocturna, estampó su boca con fuerza, devolviendo el beso con sensualidad. Respondiendo, Toothless gimió con placer, y sus escamas brillaron en índigo. Uniéndose más, sus alas fueron un refugio temporal para el descubrimiento de pasión entre ambos.

Pronto, la urgencia por unificarse fue más fuerte que cualquier otra cosa. Las esbeltas piernas de Hiccup se enredaron en el vientre de Toothless, su entrepierna siendo rozada por la espada despierta, que palpitaba con deseo.

—P-Por favor… Toothless —gimió Hiccup, presentando su ansia ante los ojos extasiados.

Obedeciendo al instante, las ropas de Hiccup fueron rasgadas por garras nerviosas e impacientes. Lamidas de esa lengua tan prodigiosa eran dadas en la piel expuesta, idolatrando las restantes pecas de los hombros y el pecho. Besos húmedos eran extendidos por las escamas negras del pecho, en lugares estratégicos que Hiccup sabía bien ocasionarían extremo placer en Toothless.

—Bésame —pidió Hiccup, exponiendo sus humedecidos labios, ofreciéndolos como la oferta más valiosa de todas.

El beso fue el contacto previo, antes de que Toothless rozara su miembro despierto por la ingle humana, ganando jadeos apreciativos y demandantes. Quería tomarlo en ese momento, romperlo, someterlo, saciar todas las noches húmedas en las que se contuvo de hacerlo suyo para esperar que estuviera listo. Aunque no quería lastimarlo.

—Tranquilo, Tooth —decía entre jadeos, besando la barbilla oscura, sonriendo—. Hazlo. No necesito preparación, no para ti. Siempre te recibiré, Toothless, seré tu hogar, tu contenedor de deseos. Tuyo nada más. Por eso, tómame. ¡Hazme sentir que nadie más puede romperme, si no eres tú!

Fue demasiado para la frágil resistencia de Toothless. Con un jadeo brutal, usó sus patas para dar apoyo a Hiccup, mientras su erección se dirigía al paraíso mismo. Una embestida bastó para hundirse a la mitad, probar el aperitivo de su suculenta cena. Hiccup quiso gritar, pero no lo hizo, mordió sus labios y apretó con fuerza la mandíbula ante el dolor de la intromisión. Sus uñas encontraron alivio en encajarse en la piel escamosa, sabiendo que no harían daño ahí.

Cuando Toothless salió, respiró con calma, el dolor desvaneciéndose ligeramente, para ser llenado un segundo después. Esa vez no pudo evitar un grito, que fue acallado con besos. Quiso separarse, pero Toothless había enrollado su cola, dejándole sin escapatoria, haciéndole cumplir con sus palabras. No tuvo piedad al momento de la unión, desgarrando paredes de carne, oliendo la sangre y la sal de las lágrimas, que lo hacían perder la cordura.

Hiccup sentía que moriría, que la lógica le fallaba, pues el dolor le producía más placer del que hubiera creído. Era delicioso, la fricción de aquella magnífica herramienta haciendo puré sus entrañas. Llegó el punto, en que gritaba por más, por más brutalidad, más fuerza, menos consideración, menos delicadeza.

Y Toothless, perdido en la histeria de la pasión, ofrecía todo.

Tomó a Hiccup y con un rápido movimiento de su cola, lo colocó sobre la mesa de madera, con el altar a su vista. Lamió los residuos de sangre, adorando con su lengua el lastimado altar. Hiccup gimió con locura, meciendo sus posaderas ante la esponjosa textura, despertando su propia espada, que el dragón atendió por igual.

Entonces, Hiccup se giró, tomándolo por sorpresa. Que fue sofocada cuando el humano se hincó para tomar su centro con sus manos, acariciando la punta y metiéndolo a su boca hasta la mitad. Hiccup saboreó ante los gruñidos constipados de Toothless, como sus patas apretaban su cabeza para que cubriera más, para que pequeña lengua estimulara hasta estallar. Pero Hiccup tenía otros planes, deseaba la culminación adentro, y besó por última vez la húmeda carne para poner en cuatro sobre la mesa.

—¡V-Vuelve a ser parte de mí otra vez! —ofreció anhelante, abriendo con sus manos su altar, exponiendo la rosada carne.

Las patas de Toothless tomaron por la cadera, dirigiendo su centro al punto de unión, llenando a Hiccup hasta el fondo, tanto que en verdad pudo partirlo a la mitad. Pero Hiccup estaba pletórico de felicidad, saboreando el contacto de nuevo y moviéndose a sí mismo para incitar a Toothless. Si antes no había tenido piedad o cuidado, esta vez Toothless embistió con fuerza, no sólo como si quisiera estimular el altar, también como si quisiera saquearlo. Tocaba puntos profundos, profanaba áreas sensibles. Hacia gritar deliciosamente a Hiccup, sabiendo que el mismo no era inmune a hacerlo.

Perfecto.

Era la única palabra adecuado para describir el momento de culminación, de máxima entrega. Hiccup se perdió en la marea pasional de la expulsión, apretando para contenerla toda. Ni siquiera al terminar, Toothless salió de él, sabiendo que Hiccup quería aprovecharlo todo lo posible.

El humano se recargó más en la casi destrozada mesa, sudando a montones y con una sonrisa satisfecha en el rostro. Trataba de que su respiración se normalizara, pero los ligeros movimientos de Toothless, provocaban lo contrario.

«Ésta es mi respuesta», ronroneó el dragón lamiendo su espalda, saboreando su piel.

Una risa ligera provino de Hiccup, pletórico de alegría.

—Yo… he tomado una decisión —lo miró de reojo—. No me casaré con Astrid.

«Sabia decisión», añadió con regodeo.

Otra vez, Hiccup rió.

—Y me largaré de Berk —esto provocó una respuesta nueva en Toothless, aunque no parecía desconcertado, sí estaba receloso—. Mamá dijo que pensará en lo que yo necesitaba, en lo que quería —se levantó un poco, mirándolo sobre su hombro—. Y ya sé la respuesta.

Hiccup estiró su mano lo más que podía dada la posición, tocó el pecho donde palpitaba el enorme corazón que idolatraba.

—Necesito esto —señaló con seguridad—. Te necesito a ti, Toothless.

El dragón ronroneó conmovido, recargándose en su espalda. ¡Había esperado tanto tiempo para oír esas simples palabras!

—Además… —sonrió con seducción—, quiero esto —movió sus caderas, su altar goteando con la semilla dispersa.

Toothless compartió su sonrisa, el fuego creciendo de nuevo en su interior. Rugiendo victorioso, tomó toda la noche a Hiccup, sin importarle las consecuencias, pues la decisión estaba tomada.


—Se fue —informó Valka a Astrid, justo cuando la rubia había ido a buscar al novio.

—¿A dónde se fue? —preguntó con hosquedad, sintiendo que su mundo se quebraba.

—Ya deberías saberlo —respondió Valka, encogiéndose de hombros, saliendo de la choza Haddock para encontrarse con Ruffnut, quien se había cambiado a sus ropas normales, luego de sufrir con el vestido para damas de honor que Astrid le hico usar—. Dejó una nota. Dijo que podías quedarte con su casa.

—Me hubiera gustado que me llevaran, pero interrumpir su luna de miel no es mi estilo —dijo Ruffnut—. Supongo que tendré que acondicionarla a mi gusto y al de Cloud, no quiero que los fluidos de Hiccup o Toothless queden por ahí.

Astrid las miró como si estuvieran locas.

—¿Qué demonios les sucede? —gritó como loca—. ¡Hiccup se ha ido! Se supone que se casaría conmigo hoy, ¡pero se ha ido!

—Corrección, te ha dejado —interrumpió Tuffnut con burla.

—Cierto, se fue sin darte explicaciones —añadió Snotlout con una enorme sonrisa de satisfacción—. En lenguaje de hombres, eso significa que te dejó.

—Quisiera contradecirlo, pero es verdad —aportó Eret divirtiéndose al máximo.

—De donde lo veas, es así —sonrió Heather, ganándose por completo el rencor de la rubia.

—¡Deberían apoyarme! ¡Soy la novia! —les reprochó Astrid.

—Eras, más bien —apuntó Heather—. Y es obvio, Astrid, siempre apoyaremos a Hiccup. Su decisión ya está tomada. No podrás hacer nada, al respecto.

Astrid mordió su labio inferior, preparando un plan. Sencillo. Tomar a Stormfly e ir tras él.

—¿No te has dado cuenta, Astrid? —inquirió Ruffnut hastiada—. nunca tuviste chance de estar con él. Toothless está hecho a la medida para Hiccup, y viceversa. Ríndete. Sólo conseguirás verte como una ex novia loca. Además, para estas horas, ellos están lejos. Son inalcanzables para ti.

Pero Astrid no se iba a rendir tan fácil. Gruñendo como bestia, dejó atrás a sus amigos para ir a buscar a su Nadder y partir en la búsqueda del fugitivo novio.

Sin embargo, Toothless había previsto esto y había ordenado a Stormfly ir a la dirección contraria para despistarla. Un movimiento astuto de un dragón Alfa enamorado. Siempre un paso delante de la limitada mente de la humana.


El viento suave del ocaso marcaba el inicio de su nueva vida. Un nuevo comienzo. Algo esperado por ambos. Volaban sobre las nubes, siguiendo el camino del sol ocultándose, disfrutando del entendimiento mutuo de saberse dichosos por haber abandonado las cadenas del pasado. Aunque por una parte, Hiccup no podía dejar de sentir remordimiento por dejar tantas cosas pendientes, pero sentir a Toothless debajo de él, sin preocupaciones, le aseguraba haber decidido lo mejor.

Nunca quiso ser el jefe. Nunca quiso ahogarse entre tantas responsabilidades Nunca quiso atarse a un lugar permanentemente. Lo habían obligado las circunstancias, nada más.

Y, como un tonto, había aceptado todo, cegado por la culpa y la presión.

Entonces, Toothless, astuto y perspicaz como sólo él podía serlo, abrió sus ojos, quitó la venda. Abrió su mundo.

Ahora viajarían, recorriendo todo lugar posible, aventuras y peligros aguardándoles por igual.

Libres.

Igual que el viento.

Como siempre debió ser.


Lilith: Es mi primer Lemon de estos dos. No tengo mucho que decir, sólo que espero les haya gustado y que perdonen mi insolencia con mis otros one-shot, pues no contendrán más que otras parejas de mi gusto.

Sinceramente, Abel Lacie Kiryû.