Disclaimer: Los personajes pertenecen a J.K. Rowling, yo simplemente los utilizo con fines de entretenimiento.

N/A I: Aquí vengo yo de nuevo e_e Mi mente anda muy fresca en cuestión del Harmony, tantas ideas reprimidas de años pasados, no las recuerdo a la perfección pero si tengo la idea. Así que está historia es antes del cumpleaños de Harry y antes del inicio de lo que sería el primer capítulo de la Orden del Fénix.

Se me ocurrió porque sí. Por placer propio. Puede que tenga errores en cuestión de ubicación, la verdad desconocemos dónde vive Hermione. O al menos yo, pero el caso es que ella va con Harry. ¿Okey? Sin comentarios al respecto.

Recuerda: Es un fic y nada serio. Solo para entretener.

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—Papá —Hermione tomo la palabra cuando sus padres terminaron de conversar sobre el nuevo tratamiento que estaban iniciando con el joven Lenks. Sus padres la miraron, curiosos con lo que ella tenía que decir—, ¿Me podrías llevar a Little Whinging mañana?

—Claro que sí, hija —Su padre le sonrió—. ¿Algún asunto importante?

—Puede decirse que sí. Es por Harry —Hermione murmuró y su padre arqueó una ceja—. No, no es lo que crees —dijo con una sonrisa.

—¿No es lo que creo?

—Yo creo que sí lo es —Habló su madre con una media sonrisa antes de beber de su jugo—. Vimos como besaste a ese chico en la mejilla. Y eso nunca lo habías hecho. Tu padre por poco lo agarra a darle una charla de no ser porque se fue muy apresurado.

—Lo obligaron a irse apresurado —Dijo Hermione con una mueca ante la actitud de los Dursley—. Y Harry es mi amigo, no sé porque les cuesta tanto aceptarlo.

—Lo hubiéramos aceptado antes de que nos dijeras que para él "eres lo que más valora"

—¿Podemos dejar eso ya? —Trato de sonar harta, pero no pudo porque volvió a reír cuando sus padres la miraron curiosos. Ahora se lamentaba comentarles ese incidente, claro, sin mencionar nada del Torneo de los Tres Magos—. Me gustaría salir con Harry, no ha respondido mi última carta —hizo una mueca de preocupación—. Y me gustaría invitarlo a salir, comer un helado, caminar.

—¿Una cita? —Su madre le dijo dulcemente.

—¡No! —Chilló riendo—. Somos amigos. Y así es como vamos a salir, no se ilusionen mucho. Además a Harry le gusta otra chica del colegio…

—Claro, le gusta tanto que por eso ella fue lo que él valora tanto.

Hermione puso los ojos en blanco.

Honestamente, ¿podemos dejar ya ese tema? —Sus padres volvieron a tener una mirada cómplice, pero asintieron y dejaron que ella continuara—. Solamente va a ser un rato.

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Hermione se sentó en la cama y se mordió los labios al terminar de leer la carta que Dumbledore le mando unos minutos atrás, pidiéndole que sí podía pasar el resto de las vacaciones en algún tipo de cuartel, ya que necesitaban su ayuda, y en cuanto aceptará, pasarían a recogerla a la mañana siguiente temprano y se iba a encontrar ahí con los Weasley.

Pedía su absoluta discreción en esa cuestión y por ende, ni una palabra a Harry.

Hermione estuvo tentada a escribir de inmediato su respuesta, aceptando. ¿Y sí Dumbledore ya sabía lo que quería hacer el día de mañana? Cerró la carta y se llevó las manos a su rostro. Por supuesto que aceptaría ayudarlos, pero ahora era Harry quién necesitaba apoyo moral y emocional, hacerle sentir que no estaba solo, como quizás ahora pensaba, seguramente no podía dejar de revivir lo que ocurrió en el Torneo. Ella no lo iba a dejar solo, así que mañana continuaría con la salida y le daría la sorpresa.

Era algo muy riesgoso. Dumbledore seguramente lo desaprobaría, pero no iba a dejarlo solo.

No durmió mucho tiempo. Se alegró ver que su padre ya se encontraba listo para llevarla a la casa de su amigo. Guardo las cosas suficientes en su bolso, cargo con un libro para leer en el camino y dejo la carta escondida entre sus libros de Hogwarts. Saludo a su madre con un abrazo. Su padre dejaría a su madre en el consultorio, dejaría a Hermione y regresaría con su madre. Haría lo mismo más tarde, Hermione le comentó que cuando fuese la hora indicada, ella le llamaría para que pasaran por ellos.

El trayecto duro cerca de una hora y se dispuso a terminar el libro. Agradeció en silencio que su padre no le hablará más de Harry, personalmente estaba muy nerviosa.

Lejos de todo mundo mágico, saliendo como muggles por primera vez.

Leyó el letrero de la calle que decía Privet Drive y su estómago se encogió por los nervios. Le sonrió a su padre y él le regresó la misma sonrisa de ternura que siempre le daba. Fue reduciendo la velocidad poco a poco y Hermione consulto la hora en el reloj de su padre, apenas iban a dar las diez de la mañana, muy madrugadores en ese caso. Su padre se estaciono en el número 4, como le indico Hermione y bajaron del auto los dos.

—Debería yo conversar con los tíos del chico —Dijo cuando Hermione tuvo la intención de encargarse. Su padre le paso una mano por sus hombros—. Vamos.

Su padre toco un par de veces. Y una mujer, que Hermione ya conocía demasiado bien, apareció y abrió los ojos con sorpresa cuando los vio. Hermione esperaba en que la reconociera. Por su expresión, dedujo que sí.

—Buenos días, Señora Dursley —Hermione estaba segura que la mujer ahogo un gritó al ver que él conocía su apellido—. ¿Se encuentra Harry?

—¿Quién es Petunia? —Otra voz más fuerte y chillona se escuchó y Hermione espero que eso no causará problemas con Harry. El hombre regordete apareció con el ceño muy fruncido—. ¿Quiénes son ustedes?

—Buenos días, señor Dursley. Soy Hermione Granger, he venido a buscar a Harry. Soy su amiga —Se deleitó al ver que ambos pusieron la misma expresión—. Él es mi padre y quería conversar con ustedes. Para saber si le daban permiso a Harry de salir conmigo.

Tío Vernon, al pensar que el hombre pudiese ser un mago, a regañadientes quitó a su esposa y les abrió paso para que pudieran pasar. El señor Granger agradeció y pasó con su hija a la elegante casa, que estaba muy ordenada para gusto de Hermione.

Hermione pudo ver que ahí estaba el primo de Harry y los miraba sorprendido. Cuando ella le regreso la mirada, él la retiró asustado.

—¡POTTER! —Gritó a todo pulmón Tío Vernon—. Baja, muchacho, baja.

—Una casa muy bonita y ordenada —comentó el Señor Granger—. Así es mi hija en casa, si no está todo ordenado inicia a darnos clases sobre la importancia de que todo esté en su lugar.

—Es más fácil para cuando necesitemos algo —respondió.

—Entonces conoces a Harry del colegio —Tía Petunia lanzó una sonrisa falsa y forzada—. No sabíamos que iba a tener visita, no nos dijo nada.

—Oh no, no es culpa de Harry —Hermione respondió de inmediato para que no hubiera malentendidos—. He sido yo quién quiso venir a darle la sorpresa.

—Y yo llegaré tarde a mi trabajo —agregó el señor Granger.

—Papá, es tu negocio.

Tío Vernon agudizo el oído y les prestó atención.

—¿Negocio? ¿A qué se dedica usted? —Habló con desdén.

—Soy dentista, señor Dursley —Su padre sonó muy calmado—. Mi esposa y yo decidimos abrir un consultorio, afortunadamente nos va muy bien. Lo suficiente para que nuestra hija vaya a ese colegio —Definitivamente Hermione supo que su padre ya había deducido que a los Dursley no les agradaba el tema de la magia.

En ese mismo momento un chico delgado y de cabello negro rebelde se paró en seco cuando los vio. Hermione se levantó del sillón y le sonrió:

—¡Harry! —Trató de controlarse y quedarse quieta, pero no pudo evitarlo. Camino hasta él y no dudo en abrazarlo. Le paso los brazos por su cuello y él, aunque sorprendido, la abrazo.

—¡Hermione! ¿Qué haces aquí? —Su voz tuvo una mezcla de reproche y emoción—. ¿No deberías…? Señor Granger —Harry se alejó de Hermione ante la mirada que le estaba dando. Se acercó hasta él y le tendió la mano, finalmente después de cuatro años de solo darse un saludo con la cabeza—. Caramba, Hermione, me hubieses avisado que vendrías.

—¿Entonces cuál sería la sorpresa?

Harry miro en ese momento a sus tíos, quienes claramente con la mirada les decían que le iba a ir mal en cuanto se fueran los Granger. Pero eso no le importo, después de pasar todos esos días sin reír, sin poder dormir, sin dejar de pensar en sus amigos, tenía frente a él a su mejor amiga. ¡Lo había ido a buscar a él!

—Señores Dursley —El Señor Granger se levantó de su asiento—. Espero que no le moleste que lleve a Harry a pasear por Londres. Le aseguro que lo traeré a más tardar para las seis de la tarde.

Tío Vernon, gruñendo, no le quedo de otra que aceptar. Hermione amplió una gran sonrisa y les dio las gracias. Harry, conmocionado, pidió que lo esperaran unos minutos para poder darse un baño y cambiarse de ropa. Tía Petunia, al estar segura de que no iban hacerles nada, les ofreció una taza de té, cosa que su padre acepto, pero no Hermione.

El Tío de Harry se sumió en una conversación con el padre de Hermione, mencionándole lo que hacía, cuantas personas conocía y cualquier cosa en la que tratara de mostrarse superior a su padre; el señor Granger en cambio solamente sonreía y hacía preguntas para que Dursley siguiera presumiendo en cada aspecto que pudiera.

Solamente diez minutos más tarde Harry reapareció. Cambiado y listo. Con amabilidad y educación, se despidieron de los Dursley y Hermione tuvo la sensación de que los estaban mirando, miro a todos lados pero no había nada a su alrededor. Ella tenía la confianza que en esa salida nada les iba a ocurrir, esperaba.