Disclaimer: Kuroshitsuji no me pertenece, así como ninguno de sus personajes. Son propiedad de Yana Toboso.


Siempre fuí un niño terco. Siempre lo fuí, siempre lo seré.

Recuerdo cuando aún estaba con Luca, siempre deseando lo peor para todos y a cambio de eso, obteniendo lo peor para mí ¿Irónico no? Cada noche sueño sobre todo lo que tuve que pasar para llegar a lo que soy hoy. Ese día cuando conocí al viejo pedófilo, el cabecilla de la casa Trancy.

El estaba en su bañera cuando los guardias me enviaron a su baño, vestido con aquellas ridículas ropas navideñas, las mismas que me daban ese aspecto de 'santa erótico'. El anciano no podía creer lo que veía, boquiabierto, ojos expresando sorpresa... Y era feo como la mierda.

Terminamos en su cuarto, cerró la puerta y escondió la llave, lo que me dio a entender que estaba atrapado y también horrorizado más alla de las palabras, sentía náuseas y mi estomago se retorcía en dolorosos nudos. El me violó con toda la fuerza que tuvo. Me sentí asaltado, miedo y odio corriendo por mis venas como un veneno amargo. Quería llorar, gritar... Pero no había nada que pudiera hacer sobre eso, ¿Lo había? Al día siguiente desperté al lado de el, tenía moretones por toda la espalda. El anciano estaba -a Dios gracias- muerto.

Y entonces llegó, ese sentimiento de oscuridad que me envolvía. Podía sentirlo en todo lugar, a mi espalda, sobre mí, a mis costados... Estaba rodeado de el y para ser franco, ya no estaba respirando, estaba ahogándome en él. Él vino a mi, el que yo más necesitaba, Claude.

-Oscuridad. Oscuridad. La oscuridad me rodea, pero solo eres tú... Yo deseo... ¡Te deseo!- Eso fue lo que le dije, y fue la cosa más honesta que he dicho en todos mis años de existencia.

Siempre me he preguntado de dónde vinieron estos demonios ¿Tu no?


Pandora, Pandora, niña traviesa. Atraída por su curiosidad como manos de infante a galleta, abre la caja y deja que todos los males contenidos en ella se adentren en el mundo humano. La esperanza, aun atrapada le ruega a la niña que vuelva a abrir la caja, así que esta la abre de nuevo. Disfrazada de hermosos colores, había una maldición escondida allí. Una maldición con forma de hombre.

Vestía de una forma un tanto particular para la época, lentes, pantalones de pinza negros, corbata, saco y un sombrero de copa negro. Sonrió malvadamente a la niña y le agradeció con una gratitud honesta. Ese hombre sería el responsable por la mayoría de las tragedias humanas, conocidas bajo el nombre "comedia" por la mayoría de las personas. Siempre presente en todo momento y en todo lugar. Se adentraba en las mentes de las personas con suma agilidad, rompiendo todas las barreras de la psicología.

Una vez que estableces una amistad con él, es como si dentro de cuerpo creciera otro corazón, justo al lado del original. Pero este era diferente, uno tintado de negro, quemado y drenado de toda buena intención, uno que eventualmente, se va interponiendo ante el otro. Toda la sangre es absorvida por él, hasta que no quede nada de ella.

Aquel que alguna vez fue hombre, ya no lo era. Ahora no era más que un títere de este demonio.


Y aún asi amaba a Claude. No era solo una atracción, no, yo realmente lo amaba. "Claude, mi corazón siempre estuvo enredado en una telaraña. Tu siempre serás mi alteza"

Los inicios fueron raros pero me acostumbré a él eventualmente, y de hecho, el a mí también. Algunas veces me molestaba tal como yo lo hacía con él, y otros días sostendría mi barbilla y me tendría mirándolo directamente a los ojos. No los verdes que le enseñaba a todos, sino los diamantes escarlata llenos de éxtasis. Creo que terminamos jugando infantilmente, sólo para descubrir que el juego se estaba volviendo verdad: Nos estábamos enanorando el uno del otro. Pronto sucedió, nos besamos con deseo, pasión y lujuria, una mezcla que se sentía en el aire y llenaba toda la habitación. Ese día le di todo de mí, y lo tomó sin dudarlo ni una vez.

Lloré y el limpió mis lágrimas, y aunque lo golpeara él me abrazaba. Es por eso que me entregué a él, siempre estaba ahí dándome lo que más necesitaba.

Tal vez me haya traicionado al final, pero si me dieran la oportunidad de vivir de nuevo, no cambiaría nada porque estaría feliz de tener a Claude a mi lado otra vez, una y otra vez.

Hoheo Taralna, Rondero Tarel. Esas son las palabras que nos unen en la vida y la muerte.

Te amo, Claude.


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