Tras la cruel batalla, agotado y cansado, cubierto de sangre, polvo y suciedad, tras hablar finalmente con el retrato de Dumbledore sobre la piedra de la resurrección, su capa, restaurar su varita y romper en dos la varita del destino, ganándose una nueva herida en forma de quemadura mágica en las manos, el Griffindor volvió a murmurar cansadamente mientras se encaminaba de nuevo hacia el Gran Comedor, exhausto:

- Ya he cubierto el cupo de problemas que tenia asignado en esta vida.

POCIONES DE SANGRE

Harry había pasado gran parte de la noche vagabundeando por el castillo, tratando de sosegarse después de que sus amigos buscaran acomodo en los dormitorios de la torre de Griffindor, tras prestar declaración ante los aurores del ministerio. Finalmente, sus inquietos pies le habían llevado a la enfermería, y observó consternado como se apiñaban todavía en ella numerosos heridos. Los alumnos y algunos adultos, ocupaban todas las camas disponibles, y algunos de los heridos mas leves habían sido enviados a sus dormitorios, bajo el cuidado de sus prefectos.

Sin embargo, un grupo llamó su atención. Los Malfoy, acurrucados en un rincón sobre unas mantas, en torno a la figura yaciente de su hijo Draco, que descansaba, cubierto con la desgarrada capa de su padre y con la cabeza apoyada en el regazo de su madre. Lucius llevaba el brazo derecho en un tosco cabestrillo, sus ropas estaban hechas jirones y estaba más pálido que de costumbre. Narcisa tenía varios arañones en la cara, y su ropa también presentaba las huellas de la lucha, pero aparte de las profundas ojeras, no parecía estar seriamente lastimada y acariciaba con aire ausente el cabello de su hijo, parcialmente chamuscado por su odisea en la sala de los menesteres.

Eran los únicos Slytherins presentes en la sala, los únicos simpatizantes o ex-simpatizantes de Voldemort que habían permanecido en el castillo después de la batalla, y Harry recordó que ninguno de los tres disponía de varita, ya que Draco había perdido la de su madre en la Sala del Requerimiento y él aun conservaba la suya. Y la de Lucius se había roto en la persecución que había costado la vida de Moody.

El moreno se mordió nerviosamente el labio, y vaciló. Lucius había sido muy desagradable con él durante toda su vida, pero Narcisa realmente había sido de gran ayuda en la última batalla. Y Draco… bueno, Draco era Draco. Aunque fuera por razones que Harry no alcanzaba a entender de momento, el muchacho no les había delatado al primer golpe de vista en Malfoy Manor y el Griffindor sospechaba que a esas alturas, tanto él como su familia eran auténticos rehenes en su propia casa. Y después, había intentado denodadamente que sus compañeros no le matasen, aunque entregarle hubiera sido el medio más rápido y fácil de rehabilitar a su familia ante Voldemort.

Con paso titubeante, el moreno se aproximó a ellos y un sobresaltado y sorprendido Lucius le observó desde el suelo con detenimiento, el rostro frío y tenso. Lentamente, la derrota y el pesar pintaron una sonrisa amarga en su rostro y sus ojos azul grisáceos relucieron con intensidad.

¿Puedo hacer algo por Uds, Sr Malfoy?

Pregunto en voz baja y agachándose junto a ellos, cediendo voluntariamente la ventaja que le daba estar de pie. Dos pares de ojos ansiosos le estudiaron, y Narcisa asintió levemente, con una pequeña sonrisa melancólica en su rostro cansado.

Gracias Harry. Ya se que hay heridos mas graves, pero el brazo de Lucius se dislocó, y aun le duele bastante. ¿Podrías hacer algo?

Los ojos celestes se animaron con una leve chispa de esperanza y el moreno vaciló visiblemente. El no era medimago, pero seguramente, eso si estaba a su alcance. Es raro que nadie se hubiese ocupado de darle una poción para el dolor. Pensó el Griffindor, encaminándose al armario donde se guardaban las pociones. Madame Pomfrey le vio y cuando el muchacho le pidió la poción, la bruja denegó con la cabeza, apesadumbrada.

Lo siento Harry, pero solo si se trata de algo grave puedo dártela. Apenas quedan pociones y no hay nadie que pueda preparar más en estos momentos. Cuando envíen una remesa de San Mungo a mediodía, veré lo que puedo hacer.

Retrocediendo sobre sus pasos y levemente avergonzado, el moreno se acercó de nuevo a los Malfoy.

Lo siento mucho, pero al parecer hasta que no lleguen nuevas pociones...

El chico se arrodillo junto a ellos y susurró en voz baja:

De veras que lo siento. Quisiera ayudar, realmente...

No importa Potter, puedo soportarlo.

El tono del mago fue cansino y derrotado, y sus ojos se giraron hacia su hijo, acariciando una de sus manos con suavidad, como si ya todo le diera igual. Con aire súbitamente decidido, el joven rebusco nerviosamente en sus bolsillos y sacó su propia varita.

Si me permite, puedo intentarlo...

Sus ojos de esmeralda relucieron con decisión y Lucius, tras una ligera vacilación, asintió en silencio. Agitando su varita, Harry apuntó al hombro lastimado y dejó fluir la magia en un Episkey sorprendentemente potente. Con un estremecimiento, las facciones del adulto se relajaron visiblemente, y una tenue sonrisa animó su expresión por primera vez, haciendo brillar sus ojos con una calidez insospechada.

Gracias Potter.

Harry, solo Harry, señor.

Sonrió a su vez el muchacho, tendiéndole la mano en un gesto inesperado. Lucius se la estrecho y su esposa le acaricio brevemente el cabello, murmurando una y otra vez su agradecimiento. Harry reparó en la inmovilidad de la figura en su regazo, y se percató de la extrema palidez de la piel, del color demacrado de sus labios y frunció el ceño.

-¿Qué le ocurre a... Draco? ¿Está herido también?

El nombre sonaba extraño en sus labios, pero fluyó de ellos con cierta facilidad. Narcisa se mordió los labios, aprensiva, y miró a su esposo. Un mudo intercambio ocurrió entre ellos y finalmente Lucius asintió levemente. Con vacilación y un gesto tímido, la hermosa bruja comenzó a hablar en voz baja.

Draco esta... desmayado.

Ante su gesto de preocupación, la bruja le tomó de la mano y añadió rápidamente:

-No, eso esta bien, lo hicimos su padre y yo, con esto.- señaló un medallón en torno a su cuello- Es lo mejor para él.

La incomprensión llenó los ojos de Harry, y su ceño se frunció de nuevo. Lucius le impidió hablar, interrumpiéndole cuando apenas comenzaba a abrir la boca, intrigado.

Draco necesita una poción, una muy especial, desde hace mucho tiempo.

Suspirando y sacudiendo la cabeza, el mago miró intensamente a Harry y susurró:

Solo Severus sabía que la tomaba. Y si no la toma pronto, sufrirá mucho.

¿Y no tienen más?

Preguntó el moreno, ahora seriamente preocupado. Narcisa denegó y murmuró con tristeza:

Tal vez en las habitaciones de Severus quede algo, pero no se puede llegar hasta las mazmorras. Lucius lo intentó y acabó, bueno, ya ves, lastimándose.

Meditando, el moreno tomo una decisión repentina. No iba a dejar que nadie sufriera si estaba en su mano evitarlo. Si Draco necesitaba una poción y quedaba algo en los cuarteles de Snape.- Que bien... otra vez liado. - Agitó la cabeza y se levantó con decisión.

No sé si podré hacerlo, pero sí que al menos puedo intentarlo. Sr. Malfoy, si me acompaña, me sería de gran ayuda.

Musito educadamente en un tono de voz firme y amable. Salieron en silencio de la enfermería y recorrieron el camino hacia las mazmorras. En un punto del camino, las escaleras estaban rotas y tuvieron que dejarse caer de un rellano al otro. Finalmente, tras trepar por montañas de escombros y dar varios rodeos, llegaron ante la puerta del despacho de Severus.

Esta colgaba de sus goznes, desencajada, como si una explosión la hubiera reventado. Dentro, los restos de una mesa de despacho y de varios muebles más se mezclaban con enormes cantidades de pergaminos, ensayos y trabajos de los alumnos, semichamuscados en algunos casos, libros despanzurrados, y redomas y frascos rotos. El olor era desagradable, a pergamino quemado y a restos de pociones, acre e irritante.

Pero cuando sortearon el desastre y entraron en las habitaciones privadas, tras una puerta que aun estaba intacta, encontraron que todo estaba en orden. Sin mucha idea de lo que buscaban , Harry murmuró :Acció poción de Draco , y para su sorpresa, varios frascos de una poción de color intensamente rojo, como si fuera de rubí liquido, volaron hacia sus manos.

Cuando Lucius confirmó que efectivamente se trataba de aquella poción, se apresuraron a deshacer el camino, lenta y penosamente, hasta la enfermería, no sin que antes Harry recogiese todas las pociones curativas que pudo identificar en las estanterías. Una encantada enfermera le dio dos sonoros besos en las mejillas y le envió seguidamente a un elfo para que le trajera el desayuno. El moreno, sentándose en el suelo junto a Narcisa, murmuró que té y cualquier cosa que hubiese estaría bien y asintiendo , el elfo regreso con una pesada bandeja con una enorme tetera de té negro y fuerte, tazas, tostadas y huevos revueltos con tiras de bacón.

El joven empezó a comer con apetito, y Lucius sirvió té para todos, mientras Narcisa vertía cuidadosamente en los labios de su hijo apenas unas gotas de la poción misteriosa. Cuando estuvo segura de que había tragado, le quitó el gran medallón del cuello y en segundos, el muchacho pareció comenzar a despertar. Gemía, los ojos aun cerrados, y su madre le acercó el frasco a los labios. Apenas la poción rozó su boca, Draco dejó de quejarse y tras un pequeño sorbo, sus ojos se abrieron finalmente.

Aun parecía estar aturdido y su expresión era completamente diferente a la habitual, por unos minutos pareció dulce, casi angelical, pero su madre le forzó a beber del vial, apremiándolo en un casi inaudible susurro, mientras una expresión de terror puro afloraba poco a poco a sus ojos, haciéndole palidecer aun más. Sin embargo, a medida que más de aquella misteriosa poción bajaba por su garganta, más y más desaparecía la humanidad de sus ojos, hasta que se volvieron fríos y duros cual cristales de hielo.

Apartando displicente la mano de su madre y con todo el sarcasmo de siempre en su voz, el joven rubio retrucó, haciendo uno de sus mohines de disgusto.

Basta madre! ¡Déjame en paz!

Dedico una mirada cargada de resentimiento a Harry, que sostenía en la mano un improvisado y goteante bocadillo de pan tostado, huevos y bacón.

Como siempre, un dechado de modales Potter.

Sin otra palabra, se levantó enojado y desapareció en dirección al baño. El pelinegro se quedo con la boca abierta, asombrado de la transformación que acababa de ver ante sus ojos. - ¿Qué demonios ha pasado? ¿Qué rayos es esa poción? - Su mente empezó a girar como un torbellino, especulando con ideas a cual mas disparatadas, cuando Lucius le puso una mano en el brazo y le miró casi con dolor en los ojos.

Si pudieras… darnos un poco de privacidad, hay algo que me gustaría que supieras, Harry.

El Griffindor olió problemas, problemas en mayúsculas, pero movió la mano y con su varita realizó un mufliatto, asegurándose de que nadie oiría su conversación. Los ojos azules de Lucius encontraron las esferas de jade del Griffindor y armándose de un valor insospechado, el maduro y orgulloso mago confesó su secreto.

Harry, yo no soy… totalmente humano.

El bocadillo a medio comer tembló ligeramente en la mano del Griffindor que volvió a abrir la boca mientras sus ojos se dilataban de sorpresa.

Ni lo es Narcisa, ni por supuesto, Draco.

Una muda pregunta, alzando la ceja tuvo su pronta respuesta en boca de Narcisa que susurró casi temerosa de su reacción:

Somos parte Veelas, Harry. Al menos Draco lo es casi plenamente.

Suspiró profundamente y añadió mirándole con ojos suplicantes:

Era un secreto de familia, Harry. Escúchame con atención por favor, y no nos juzgues hasta que termine.

Frunciendo el ceño, y mirando ligeramente a su esposa antes de proseguir, el patriarca de los Malfoy intervino en voz baja de nuevo, apretando la mano de su esposa entre las suyas.

Cuando Cissy y yo nos casamos descubrimos al cabo de poco tiempo que no había manera de lograr un embarazo. La causa finalmente, también fue la solución. Ambos tenemos sangre Veela, muy poca para que ninguno manifieste los poderes activos de una Veela, pero suficiente para que interfiriera con nuestros deseos de ser padres.

Nuestro matrimonio había sido… de conveniencia, y no había amor verdadero entre nosotros. Y por eso el cuerpo de Cissy rechazaba llevar los hijos de alguien a quien no amaba.

Suspirando ligeramente, con aire abatido murmuró:

Poco a poco, tratamos de forjar algo entre nosotros, y sin duda, nuestro mutuo deseo de ser padres nos llevó a activar el poco o mucho poder que nuestra herencia nos daba. Se creó entre nosotros un vínculo mágico, el lazo de afecto que une a una veela y su compañero o compañera y al cabo de los años, finalmente llegó nuestra mayor recompensa: Draco.

El maduro mago miró cariñosamente a los ojos de su esposa y sonrió tristemente antes de proseguir.

Desde muy niño, Draco era encantador, dulce, cariñoso y jovial, y pronto fue evidente que había heredado los poderes de una Veela completa. Lo único que parece no poder hacer es trasformarse en la forma de ave humanoide cuando se enfurece.

Su ceño se frunció una vez más con preocupación, contemplando de reojo a la multitud a su alrededor.

Pero con mis…amistades, un hijo así era evidentemente un peligro. Severus nos hablo de esta poción y comenzamos a dársela justo antes de ingresar en Hogwarts. Si bien controla y subyuga totalmente sus poderes y le convierte en un mago más, tiene como ya habrás podido observar, terribles efectos secundarios. Su carácter se… pervierte, y lo que era dulzura se convierte en sarcasmo, el cariño en crueldad, la alegría en resentimiento y amargura.

Harry estaba totalmente fuera de sí. – Como podían unos padres hacerle algo así a su propio hijo! - Su mirada se llenó de horror, y poco a poco, de desprecio e incomprensión.

Narcisa le tocó el brazo y el moreno se estremeció, asqueado ante el contacto, aunque la parálisis que le invadía evitó que rechazara el gesto.

No nos odies, ya lo hacemos nosotros cada día que pasa.

Las lágrimas rodaron por las mejillas laceradas de la rubia bruja que murmuró.

Era la única solución que se nos ocurrió para…

Con frialdad rayana en el desprecio el Griffindor exclamó en voz baja, con el enojo brotándole de los poros, los puños contraídos y el cuerpo tenso.

¿Tanto se… avergonzaban de él, para hacerle esto?

No Harry, por supuesto que no!

Exclamó vehemente la bruja, ahora llorando copiosamente, su cuerpo estremecido por los sollozos.

Adoramos a Draco y estamos orgullosos de él. Pero preferíamos verlo así antes que….

La voz de Narcisa se quebró y la bruja se cubrió el rostro con las manos. La glacial voz de Lucius murmuró mientras el remordimiento cubría cada vez más su rostro.

Lo que Cissy quiere decir es que entre los mortífagos, una veela solo tiene un destino posible, y estoy seguro de que Draco hubiera elegido la muerte antes que convertirse en el... juguete de alguno de ellos o del Lord. Yo ya estaba perdido, no se puede renunciar a esto

Su mano tocó la fantasmal sombra que la marca tenebrosa había dejado en su piel.

Pero no quería que mi hijo sufriera por mis errores de juventud.

El rostro de Lucius estaba pálido, pero serio, y el Griffindor lentamente comprendió el dilema al que se habían enfrentado aquellos padres. Su tensión se relajó un tanto, aceptando si, pero aun así, no podía entender completamente como se podía hacer algo tan retorcido. Con un triste pensamiento, su mente le recordó que seguramente cualquier mortífago hubiera sido mucho mas retorcido con Draco de llegar a ponerle las manos encima. Asintió, y preguntó en un susurro:

Eh… el cambio no parece ser permanente, no?

Narcisa asintió y respondió con suavidad:

- Lo peor es que en su interior, a veces, se siente tal y como realmente es, cuando los efectos disminuyen o se enfrenta a una situación conflictiva para la veela que es. La poción es como un imperius, que bloquea la parte emocional de su persona, además de encerrar sus poderes y su transformación. Y cuando una dosis se retrasa, bueno, ya viste el horror en sus ojos. El dolor emocional es… terrible. No puedo ni imaginar como se va sentir cuando finalmente deje de tomarla…por todo lo que ha hecho.

Harry se estremeció involuntariamente. Sabía que los Malfoy habían prestado ya declaración bajo los efectos del Veritaserum, y suponía que toda esa información había influido en los Aurores, ya que no les habían llevado a prisión. Pese a todo, si la reacción de Draco momentos atrás era indicio de lo que cabía esperar, entonces el orgulloso Slytherin tenía ante sí una senda mucho mas dura de lo que nadie hubiera podido resistir.

Mientras estaba perdido en sus propios pensamientos, la voz de Lucius le llegó de nuevo, rota y derrotada.

Además, esta el tema de su pareja. Draco va a necesitarla más que a nada en el mundo para sobrevivir a todo esto con algo de cordura. Si ella le rechaza, por su pasado, no sobrevivirá mucho tiempo.

En ese momento, el altanero joven regresó del baño, los ojos chispeantes de furia.

- Tú! ¡Madito seas Potter!

Escupió con rabia

¡Mira cómo has dejado mi pelo!

- Draco, cariño, no creo que eso tenga importancia alguna ahora…

Intervino conciliadora su madre, aun sentada en el suelo junto al Griffindor.

- ¡Draco!

Cortó tajante Lucius, con una mirada de advertencia. Girando sobre si mismo, el joven se alejó mascullando entre dientes antes de alejarse, dedicando una última mirada venenosa a Harry.

Te odio Potter.

Harry se encogió ante la intensidad de aquellos ojos, sobre todo por el contraste tan enorme que hacían con el resto de sus facciones, lívidas y mortecinas. Le vio alejarse y murmuró preocupado:

¿Cuanto tiempo hasta que…?

Tres semanas, a lo sumo cuatro, en cinco estará completamente libre de ella, y al cabo de más o menos dos meses comenzaría un proceso irreversible. Aun le queda en el otro frasco lo suficiente para otra dosis, si es que decide tomarla.

Con decisión, el moreno exclamó:

No! ¿Para que prolongarlo? Tiene que volver a ser él mismo lo antes posible, luchar y retomar su vida.

Negando con la cabeza, Lucius murmuró:

No todos son tan valientes como tú. Y a mi hijo le aterra el dolor y el sufrimiento.

Pero las veelas aman a sus parejas, no? ¿Mas que a nada?

Ante las miradas esperanzadas de los dos adultos, el joven mago añadió:

Pues ese es el mejor motivo para luchar.

Y con un gesto, se levantó del suelo, y despidiéndose, buscó un rincón oscuro, lejos del ruido y de la gente, donde poder dormir en paz.