Me dolían los pies, había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaba corriendo, ni siquiera sabía si había sido en círculos porque no le encontraba fin alguno a este lugar, a este "mundo".
La tubería oxidada que llevaba en la mano estaba por demás rota, no recordaba como la encontré, ni siquiera…recuerdo como vine a parar aquí… las voces de mi cabeza me decían que lo merecía, que lo merecía mucho, pero porque?
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Era una noche templada, como todas. Trabajaba en una pequeña cafetería cerca del lugar donde vivía, lugar que no creía que fuera un hogar para mí.
-Mas asesinatos…todos brutales.- se escucho la voz ronca del sujeto para el que trabajaba, quien tenía el periódico de ese día, su nombre era Ernesto. Era un tipo mal educado y grosero con casi todos sus trabajadores y clientes, era soltero y creo saber porque, una pareja no le aria nada mal, talvez así se le quitaría el pésimo humor que tenia diariamente.
-Termine, me voy- le dije con la voz un tanto aburrida, la rutina diaria me estaba matando; levantarme temprano, dejar a una pequeña niña a la escuela, venir a este infeliz lugar, trabajar todo el día para tener un salario mínimo y volver a casa.
-Si, Caroline regresa mañana más temprano, me debes dinero, es la única manera despagármelo, trabajando más.
-Si claro, adiós.
Salí del lugar y empecé a caminar por las oscuras calles de South Ashfield, la cuidad donde viví los últimos 9 años, en un orfanato donde me dejaron mis tíos después de que mis padres murieron. De alguna manera era carga para ellos y no quisieron hacerse responsables de mí.
-Viejo bueno para nada…-refunfuñe recordando a mi jefe.
Me encamine hacia el cementerio, atravesarlo era un atajo para llegar más rápido a "casa", Aunque cualquier otra chica no le pasaría por la cabeza caminar por un cementerio de noche. Yo perdí el miedo al pasar el tiempo.
Al entrar al cementerio, comencé a observar las lapidas, ¿esas personas realmente estarían descansando en paz?
Tal vez estaría mejor muerta…- susurre para mis adentros. Detuve mis pensamientos y seguí caminando hacia el orfanato. Mi vida ahí no era tan buena, igual era una sirvienta para la directora pero ver las sonrisas de los pequeños niños cuando les contaba historias, me levantaba el poco animo que tenia.
