Fic para el foro Desafío Shinobi ¡Hi-yah!, de la campaña Ciclo Hórrido
Disclaimer:
"Uzumaki". Higuchinsky, Japón (2000)
"Naruto". Masashi Kishimoto, Japón (1999-2014)
Adaptación:
"Espiral". Kusubana Yoru, México (2013)
Género:
Suspenso, Terror.
Reparto:
Kushina Uzumaki, Minato Namikaze.
Sinopsis:
Kushina siempre había considerado Uzushio como un lugar tranquilo y aburrido, lleno de hombres viejos con las narices metidas en pergaminos, pero algo extraño se oculta bajo esa aparente tranquilidad. Lentamente el símbolo de la aldea se vuelve el centro de una obsesión, y empieza a percatarse de que una extraña fuerza se está apoderando de la aldea…
Espiral
Las campanillas violetas del arreglo floral se mecieron con la suave brisa matutina. Un par de pequeñas mariposas blancas se vieron atraídas y revolotearon cerca, pero terminaron alejándose a la llegada de una abeja que rezumbaba rompiendo el silencio que predominaba en el cementerio.
Kushina, con las piernas recogidas recargó su mentón en las rodillas, miraba enternecida al hombre que acompañaba, y por primera vez en su vida no se sintió con dificultades para mantenerse en silencio.
Minato mantenía la vista fija en las tumbas bordeadas de hierva recién recortada y sobre las cuales estaban las flores que había comprado especialmente para la visita. No parecía realmente afligido, sin embargo, podía notarse un aire de añoranza propio de quien ha perdido algo irremplazable y vive con el vacío dejado.
—A mi madre le habrías gustado. — dijo tras un rato de silencio.
La joven pelirroja no pudo evitar el sonrojarse.
—A mi padre quizás no tanto, pero él odiaba la vida en general.
—No digas tonterías. — susurró ella.
—Es lo que recuerdo de él ¿Qué me dices de ti?
Kushina no había imaginado nunca que le haría esa pregunta pese a que sería algo perfectamente natural. Pero responder a ello le resultaba engorroso, sobre todo porque desde que había llegado a Konoha, sabía apenas nada de su familia. Se revolvió el largo cabello rojo haciendo un mohín, pensando en qué podía decirle que fuera trascendente después de tantos años de no saber nada al respecto.
—Pues… mi papá es una persona normal, ttebane.
Minato soltó una carcajada ante esa declaración.
— ¿No es ninja? — preguntó.
—Sí… bueno, pero es un ninja normal, no es Kage ni nada de eso.
—Tenía el entendido de el clan Uzumaki era de los más importantes de la aldea, que el líder del clan, era también líder de la aldea.
Kushina volvió a torcer la boca.
—Pero solo porque es muy viejo, que un ninja llegue a viejo es raro ¿Sabes?
Minato asintió concediéndole la razón sin discutirle ya que eso era un hecho verdadero.
—Además de que desarrollamos muchas técnicas ninjutsu y pergaminos de sellado que se usan de cotidiano, pero no te creas que somos el gran shinobi de acción, el clan Uzumaki desarrolla la teoría y otros ninjas lo llevan a la práctica…
Se puso de pie sacudiendo la hierva que se había adherido a su falda.
— ¿Todos los que pertenecen a un clan, hablan en plural? — pregunto de forma casual ante algo que siempre le había causado curiosidad pero no había expresado abiertamente con alguien que perteneciera a un clan.
—Clan es plural por naturaleza, ttebane.
—Pero tú eres muy mala con el ninjutsu, no encajas en ese plural…
— ¡Soy tan buena como cualquiera pero no me interesa el ninjutsu!— chilló cruzando los brazos debajo de su busto.
—Se hace tarde. — dijo Minato sonriendo.
Hicieron una última reverencia ante las tumbas y caminaron de regreso al centro de la aldea para reportarse.
Habían sido unos días inusualmente tranquilos. Sabían perfectamente que se trataba de una paz simulada, las últimas batallas habían dejado una cantidad impresionante de bajas, y con toda seguridad, ese periodo de tregua no era más que el tiempo de espera para poder arrancar de las academias a los aprendices que no habían cumplido lo mínimo como para ingresarlos en esos momentos.
Iban en silencio, Kushina pateaba una piedra para obligarla a seguir su ritmo sin prestar atención a nada en particular y solo por el deseo de que hubiese un pretexto para no sentir la incomodidad que había dejado en ella la pregunta sobre su familia.
—Me gustaría conocer tu aldea.
— ¿Uzushio? — preguntó extrañada recibiendo una afirmativa; — ¿Para qué quieres ir a ese lugar aburrido?
—Solo quisiera conocerte mejor.
—Pues yo estoy aquí.
—Si no quieres, no. Solo decía.
Kushina negó enérgicamente con la cabeza.
—No es eso, es que de verdad es el lugar más aburrido del mundo. Pero si quieres ir, podemos ir, ttebane.
— ¿Lo dices en serio?
—…Sí…— respondió, pero ya había perdido por completo la seguridad en su oferta al ver la expresión divertida del ninja que solo podía augurar una cosa: le había tendido un trampa, y de alguna forma, había caído. Le miró con sospecha, pensando en que quizás debía arrepentirse, pero al final decidió dejarlo, de cualquier forma no era como si hubiera algo que ocultarle, si bien parte de su orgullo reclamaría venganza en cuanto entendiera el motivo por el que Minato se divertía a costa suya.
—Entonces vamos ahora. — dijo resueltamente el hombre adelantándose para que no viera su sonrisa.
— ¿Ahora?
—Sí, ahora.
— ¡Espera un momento! ¿Y el viejo? ¡No podemos irnos así como así, somos ninjas, ttebane!
Él se llevó las manos a la nuca adelantando el paso.
—Siempre te quejas de que no tomo riesgos y ahora te quejas por ello.
Kushina detuvo su paso completamente sintiendo que su corazón latía con fuerza intentando terminar de comprender lo que estaba sugiriendo el siempre correcto Minato, contemplando la posibilidad de que ni siquiera fuera él en realidad.
— ¿Es… en serio?
—Claro ¿Por qué no?
Un súbito escalofrío recorrió su espalda y presa de un súbito arrebato de adrenalina, lo tomó de la mano y empezó a correr arrastrándolo consigo.
— ¡No dejaré que te arrepientas, ttebane! — exclamó sin detenerse.
— ¡Por todos los cielos, hay que traer equipaje o algo!
— ¡No está lejos! ¡Llegaremos mañana por la tarde, ttebane!
Minato no podía dejar de sonreír, y sin poner resistencia dejó que lo llevara, sosteniendo su mano entre la suya, emprendiendo una extraña huida ante la vista de más de un aldeano que no podía sino levantar una ceja al ver ondear la larga cabellera roja moviéndose a toda prisa.
Konoha pronto desapareció de su vista, si bien realmente no habían mirado atrás así que no lo notaron, y se adentraron en el bosque, separándose del camino. Kushina había empezado a hablar, le explicó que si seguían el camino tardarían unos tres días en llegar, y que era un atajo que había usado cuando era más pequeña y se empeñaba en escapar de regreso a su aldea, después de que la hubiesen enviado a Konoha.
Minato había guardado silencio, él no era tímido ni introvertido, pero prefería escuchar a Kushina que parecía no cansarse de hablar, aunque fuera para decir las cosas más obvias o las más extrañas.
Habían ya pasado algunos años desde que habían tratado de llevarse a Kushina lejos de Konoha, y desde ese día ella había entendido de alguna manera que él no pretendía molestarla como harían sus otros compañeros de clase, su renuencia a entablar una conversación sin insultarlo había desaparecido, e incluso aceptó tranquilamente la idea de que fue asignado como su compañero de equipo una vez que pudieron graduarse.
El furor tardó en desaparecer, de hecho, continuaron avanzando, aunque más despacio, hasta entrada la noche, cuando la luna blanca y enorme era ya el punto medio en el cielo azul oscuro salpicado de estrellas. Llegaron hasta un río cerca de un claro donde pensaban pasar una improvisada noche de campamento, hasta ese momento, con las mejillas encendidas, Kushina cayó en cuenta de lo que acababa de hacer.
—Hiashi se va a poner como loco, ttebane. — susurró.
Minato quería soltar una carcajada de imaginar lo que ella pensaba que haría su compañero de equipo cuando se topara con la noticia de que se habían fugado de la aldea dejándolo a él botado.
—Durmamos un poco, ya estamos a mitad de camino ¿no?
Kushina sonrió como solo ella sabía hacerlo, marcando los hoyuelos de sus mejillas.
—Tengo hambre, ttebane.
Minato se encogió de hombros.
—Te dije que regresáramos por algo de equipaje.
La joven pelirroja emitió un leve gruñido.
—Supongo que estaré bien hasta mañana.
—No lo creo, toma. — dijo entregándole una barrita de cereal con miel.
— ¿Tienes otra?
— ¿Tienes mucha hambre?
—No es que…
—Tengo otra para mi ¿Es lo que te preocupa?
Ella desvió la mirada abriendo distraídamente la envoltura metálica.
—No me preocupa que te quedes sin comer. — refunfuñó.
Minato encendió una fogata, ya que no tenían bolsas para dormir ni capas de viaje en las cuáles envolverse, no quería afrontar el fresco de la noche otoñal. Escogió dejar los árboles a su espalda mientras la kunoichi prefería el lado del rio. Ambos se acostaron quedando frente a frente, con el fuego entre ambos iluminando en tonos naranjas sus rostros.
Kushina ya tenía los ojos cerrados, pero no estaba realmente dormida ni remotamente cercana a estarlo, de alguna manera estaba seguro de que solamente estaba evadiéndolo, arrepintiéndose de llevarlo a Uzushio y le gustaría saber el porqué. Pensó quizás que recaería en su familia el motivo. ¿Un padre tradicional con fuerte instinto misógino? No era tan raro en clanes ninja, que las hijas no fueran tan bien deseadas como los varones.
Fuera cual fuera el motivo, realmente quería saberlo, porque no había mentido, quería conocerla. Eran amigos desde hacía mucho, pero en más de un sentido seguía siendo una desconocida; reservada para sus asuntos personales y con la necesidad de apartar a todos cuando entraba a discusión algo sobre su pasado. Él ya había podido acercarse y reconocer que era la chica más increíble que había conocido, pero deseaba más que estar en su compañía durante las misiones y algunas salidas casuales, deseaba…
—El viaje de mañana es más pesado, hay que cruzar una cadena montañosa. — dijo ella sin abrir los ojos.
—Sí, entiendo.
—Aún podemos regresar…
—Está bien, de verdad.
—Estoy pensando que hay algo que no entiendo de tu propuesta y vas a disfrutar cuando descubra que me tomaste el pelo.
Minato rió suavemente.
—Duérmete, mañana hablamos.
El fuego se mantuvo vivo hasta poco antes del amanecer cuando solo quedaban algunos carbones crepitando, cediendo poco a poco a falta de leña, hasta convertirse apenas en un par de chispas rojas. El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Kushina ya estaba despierta, con los ojos muy abiertos mirando el cielo azul pálido, y su cabello rojo disperso sobre la hierba.
— ¿Tienes mucho tiempo despierta? — preguntó sin moverse.
—No…
Pero sospechó que mentía, sabía que siempre despertaba con la garganta reseca, por eso siempre se llevaba a la cama un vaso de agua, y si le podía responder con claridad es porque ya había despertado dese hacía rato.
— ¿Nos vamos ya?
—Sí.
Minato se aseguró de dejar bien apagada la fogata cubriéndola con tierra suficiente como para evitar que el fuego se reavivara.
Su estómago se quejó, pero el hambre aún no lo haría desfallecer, además Kushina le había prometido que estarían al atardecer si no bajaban el ritmo, y que llegarían a comer el mejor ramen del mundo, lo que le resultaba inquietante ya que ella siempre había asegurado que ese título lo tenía el Ichiraku Ramen.
A medida que avanzaban, el follaje se volvía más espeso. La presencia de vegetación salvaje, y el nulo rastro de presencia humana le habían recordado porqué era tan difícil entablar relaciones con Uzushio. La única ventaja que tenía Konoha sobre el resto de las aldeas ninja interesadas en los secretos de sellado, era la cercanía.
Tal como le había anunciado la chica, pronto fueron visibles las montañas cubiertas de pinos y encinos y muchos otros tipos de vegetación casi imposible de mencionar a precisión.
— ¿Uzushio está al otro lado de las montañas? — preguntó Minato tratando sin éxito, de ver más allá de los árboles.
—No. Al otro lado de las montañas hay una planicie que se extiende por varios kilómetros. Luego hay otra cadena de montañas que hacen un valle al centro. Ahí esta Uzushio, ttebane.
—Habrá que darnos prisa. No me encanta la idea de cruzar una planicie.
—Hacen a cualquiera blanco fácil.
—Por eso mismo.
La tarde llegó sin ningún percance, y exceptuando el hambre que sentían, finalmente apareció frente a ellos más que una montaña, lo que parecía ser un gran muro de piedra tallada y recubierta de musgo. Como si se tratara de las colosales ruinas de un castillo impenetrable, salvo por un pequeño hueco en la base que hacía de túnel evitando el tener que escalar.
Kushina caminó hacia él con total seguridad, así que él no tuvo más remedio que seguirla. Después de todo, sería muy extraño que no supiera lo que hacía.
El túnel se prolongaba lo suficiente como para no ver a primera vista la luz de entrada del otro extremo. El olor a tierra húmeda era realmente fuerte, pero no desagradable del todo. Finalmente, consiguieron ver la salida y con un resplandeciente rayo de sol directo a sus caras, finalmente llegaron a Uzushio.
—Espero no te desilusiones demasiado, ttebane. — dijo Kushina llevándose las manos a la nuca y soltando un bostezo.
Minato miró la pequeña aldea: La montañas ciertamente rodeaban el pequeño valle y un rio lo atravesaba completamente formando causes, empezando al norte, bajando de una montaña y perdiéndose en las entrañas de la tierra en algún punto del oeste.
Las construcciones eran de piedra y estaban talladas con motivos de espirales. Había un silencio solemne y extrañamente inquietante, las calles estaban vacías y a lo lejos solo se podía escuchar el ladrar de un perro.
—No te alarmes, nada está mal, ttebane. Te dije que era un sitio muy aburrido. Hay que reportarnos con el viejo antes de que nos den por intrusos.
En su camino, solo se encontraron con un par de niños que jugaban de una extraña manera, como si pretendieran a toda costa, no hacer ruido. Y en las puertas de algunos edificios, hombres viejos fumaban en largas pipas haciendo ondas con el humo de sus tabacos. Pero a nadie parecía realmente inquietarle la presencia de los ninjas.
La torre que fungía como oficina del líder ninja de la aldea, estaba justamente al centro y casi pasaba desapercibida entre el resto de las construcciones si no fuer por el enorme letrero de madera que ponía en claro el lugar del que se trataba.
Un solo ninja estaba en lo que parecía ser la recepción, con aire distraído, casi ausente apenas parecía poner atención a lo que le decían.
—Enseguida informo de su presencia, un momento por favor.
Les dejó solos por un largo periodo de tiempo, y a su regreso, aún como dormido, les indicó el camino hasta unas enormes escaleras de caracol que se elevaban por varios pisos hacia arriba. El subió detrás de ellos, pero al hacerlo, miraba por el hueco hacia la claraboya por donde entraba la luz rojiza del atardecer.
—Estas escaleras son hermosas… ¿No? — preguntó moviendo la cabeza como si quisiera seguir el recorrido ascendente.
Minato levantó una ceja sin estar muy seguro que responder, pues eran unas escaleras de lo más ordinarias sin rastro alguno de arte decorativa.
La oficina no era más impresionante. Incluso daba una sensación de claustrofobia, y el muy anciano ninja al otro lado del escritorio, apenas levantó las pobladas cejas blancas para confirmar con sus propios ojos de quién se trataba.
—Kushina. — dijo con una voz rasposa, casi severa.
—Hey, viejo, no me mires así, no me he escapado… bueno… solo estoy de paso, regreso a Konoha en unos días ¡Ttebane!
—Sí, sí, eso dijo Hokage-sama…
La kunoichi no pudo ocultar su asombro.
— ¿El viejo te dijo que venía?
—Y también El rayo amarillo de Konoha… pasa, muchacho, siéntate.
Minato se acercó con una sonrisa que era excelente para una expresión cordial pero para la chica significaba que estaba en lo cierto, que Minato Namikaze le había tomado el pelo.
—Muchas gracias, honorable maestro, aquí está el pago por la última entrega. — dijo sacando de su chaleco un pequeño pergamino que extendió sobre el escritorio para invocar una buena cantidad de billetes perfectamente ordenados.
—Me parece excelente, aunque no acabo de entender cómo es que mandaron a una leyenda a hacer un humilde pago.
—De eso nada, cualquier trato con usted, es digno de los mejores ninjas.
—Pues bienvenido a nuestra aldea. Arreglaré lo del alojamiento, no puedo permitir que te marches tan rápido sin recibirte como mereces.
—Respecto a eso, Kushina me había dicho que podía quedarme…
— ¡En mi casa, ttebane! — exclamó interrumpiendo, sin poder ocultar el rubor de sus mejillas y el mohín de su boca.
—Supongo que…
— ¡Que primero iremos a comer, hablamos luego, ttebane! — y volviendo a tomar la mano del ninja salió de la oficina.
—Kushina, dile a Yuto que sigo esperando los reportes que le pedí…
—Si. — respondió con desgana arrastrando consigo a Minato.
— ¿Tú no sabes lo que es una figura de autoridad, verdad? — preguntó él en cuanto salieron.
—No tengo intenciones de reverenciar al tipo que me vendió como cabeza de ganado. — respondió aún con el ceño fruncido.
En ese momento Minato pudo percibir con claridad el viejo rencor que guardaba la pelirroja, pero solo como la punta de todo lo que realmente sentía respecto a su aldea natal, y a las personas de ahí.
—No es necesario que me quede contigo, solo lo dije para no causar molestias, si no quieres, puedo conseguir otro lugar.
—No digas tonterías, de cualquier forma viniste a conocer a mi familia, bueno, ya conoces al abuelo, vamos por mi papá… ¡Hey! ¡Yuto! ¡Dice el viejo que muevas el culo a su oficina con lo que te pidió, ttebane! — gritó en cuanto vio al muchacho asomado por la baranda de las escaleras.
Pero algo no iba bien. Estaba demasiado inclinado, demasiado…
— ¡Yuto! — gritó Kushina.
Minato saltó al frente con la mano extendida sintiendo que su cuerpo no respondía con la velocidad que necesitaba para poder llegar a tiempo, miró a ambos lados y vio la reacción de varios sellos puestos ahí por seguridad para frenar la eficiencia de cualquier técnica ninja.
Un golpe seco se escuchó y Kushina llegó al barandal asomándose con el grito aún en la boca, y viendo solamente como Minato llegaba un segundo después de que la cabeza del muchacho hubiese reventado esparciendo una mancha roja sobre el suelo.
Comentarios y aclaraciones:
¡Gracias por leer!
