PROTEGERTE
Por: Hitomi-Dono
Disclaimer: Los personajes no son míos, éste fanfic está hecho sin fines de lucro Y SÓLO COMO SIEMPRE CON EL FIN DE ENTRETENER.
Hasta ahora no contiene Lemmon pero en caso de alguno, se avidará al principio del capítulo. NO YAOI, ni mención mínima de éste así que si eres Fujoushi te recomiendo que salgas de acá. LevixHanjixErwin y ErenxMikasa.
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Hacía frío, era una noche muy fría. La luna brillaba con intensidad entre la oscuridad. Levi no paraba de mirarla; desde hace un par de minutos se había perdido en su redondez y brillo. Y tenía miedo, porque si la dejaba de observar se daría cuenta de que ellos no estaban a su lado.
Lo odiaba pero no había más. Él era el tipo de persona que se alimentaba de recuerdos, de aquellas sensaciones ya vividas. Pero en ésta ocasión el cielo se había puesto a recordar con él. Era igual de hermoso que aquella noche que Farlan, Isabel y él habían pasado su primera vez fuera de la ciudad subterránea.
Apretó los puños.
— ¿Levi? –pronunciaron su nombre con suavidad y el hombre volteó. Era Hanji.
— ¿Qué haces acá? –preguntó él bruscamente.
— ¿Qué pregunta es esa? Hace un frío endemoniado, dios… Ven, te vas a congelar –le regañó la científica que estaba con una cobija encima.
— Tú deberías ir a dormir, te ves horrible –contestó el hombre desviando la mirada de nuevo, hacia el cielo.
La mujer sonrió y sin contestar, miró hacia donde Rivaille dirigía la mirada. Al parecer miraba la enorme luna.
Ella se la pasaba despierta hasta altas horas de la madrugada, normalmente todos dormían mientras ella trabajaba en sus experimentos pero en esta ocasión, el enano también se estaba desvelando. La mayor Zoe iba a la cocina del castillo por un vaso de agua cuando vio una sombra en el balcón. Y era él.
— No sabía que eras nostálgico –comentó ella entre el silencio.
— ¿Qué te hace pensar eso? —.
— Tus ojos, tu mirada… —.
El hombre miró a la castaña antipático, como siempre.
— Deberías preocuparte por ti misma, siempre estás despierta a estas horas, cada vez se te marcan más las ojeras en tu rostro y… — el hombre tomó un mechón de cabello perteneciente a la científica. – Deberías tomar un baño… tu pelo está asquerosamente grasoso –dijo él poniendo cara de asco. Hanji rio.
— Podrías calentar un poco de agua para mí –dijo en broma.
— Lo haré si tomas un baño y te metes a la cama –contestó introduciéndose al castillo. La mujer lo siguió.
— Eres un amor de persona, sólo falta una sonrisa en aquél rostro para que yo me anime a contraer matrimonio contigo —.
— Bien, deberás buscar a otro hombre para contraer matrimonio –contestó con la misma voz inexpresiva que siempre.
La mujer sonrió y se fue a su habitación en busca de ropa y una toalla. Realmente necesitaba una ducha.
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— Eh, Mikasa –la llamó Armin. Era las nueve de la mañana y había amanecido muy soleado. La pelinegra volteó a ver a su amigo de ojos azules.
El rubio la incitó a que se acercara a él y en la oreja le dijo.
— ¿No crees que Eren a estado raro últimamente? –la chica asintió.
El castaño no había dejado de entrenar desde la pelea con Annie[A1] , quien seguía cristalizada.
— El pobre quiere hacerse más fuerte, sueña y re—sueña con volverse más fuerte que Mikasa pero eso es imposible –dijo Jean que los había escuchado.
Jean miró a Mikasa que no comprendía sus palabras.
— Quiere… ser más fuerte que Mikasa… —dijo Armin para sí mismo.
— No tiene sentido, no hay razón para serlo… —
— Si la hay… —. Interrumpió Jean a la pelinegra. — … Se quiere librar de ti, no soporta que siempre lo protejas. –La chica frunció el ceño, estaba por irse.
— ¡Espera! ¡Mikasa! –la llamó Jean con el rostro colorado. La chica lo miró esperando a que prosiguiera pero el verla a la cara le dejó mudo.
— N…No ¡Nada, olvídalo! –Contestó nervioso y la chica al final prosiguió su camino a lado de Arlett.
El castaño se maldijo al no tener el valor de expresarle sus sentimientos a la mejor recluta de todos. Pero a la vez no lo hizo porque aún no era el momento. Quería que Ackerman se diera cuenta de que Eren no era lo suficientemente bueno para ella pero eso era difícil por no decir imposible.
Por su parte, Jaeger estaba entrenando con Levi.
— Concéntrate –le dijo el pelinegro sin alzar la voz. Sudaba y sudaba, llevaba ya varios minutos tratando de acertar un golpe en el cuerpo de Rivaille sin conseguirlo.
— ¿Y así quieres matar titanes? ¿O Acaso eres tan sólo un hablador? –el castaño recuperó sus fuerzas y fue a por Levi. Éste sin esfuerzo esquivo otro golpe y teniendo la oportunidad, le dio una fuerte patada en el estómago haciendo caer a Eren al suelo completamente exhausto.
— No te volveré a entrenar de nuevo –le avisó el hombre adulto al muchacho.
— Por favor… no, aun no me rindo… —contestó el chico aun en el suelo.
— Sólo mírate, si no fuese porque te auto regeneras, ya te habría matado, no estoy seguro de cuantos dientes te he tumbados en las dos horas desperdiciadas que te he dedicado. Nada de entrenamientos especiales de nuevo, seguirás entrenando con los demás ineptos –sentenció con frialdad antes de irse.
— Por favor no, quiero ser el más fuerte… —continuó rogando Jaeger quien ya se ponía de pie.
— Pues le puedes pedir a Mikasa que te entrene, yo no lo haré más… —.
— ¡NUNCA! –gritó indignado el muchacho de ojos verdes. Levi alzó una ceja.
— Ahora lo entiendo, esto es por Mikasa, quieres ser más fuerte que ella ¿no? –el chico no contestó.
— Patético –dijo y se retiró.
Eren lloró de la furia. Le había costado mucho convencer a su superior para que lo entrenase todas las mañanas, todavía no llevaban ni una semana y el hombre ya se había rendido en cuanto a él.
Todo era culpa de Mikasa. ¡¿Por qué demonios era tan jodidamente fuerte?! Los demás no eran tan importantes, había logrado golpear a Annie, y no la había lastimado al verla llorar. Su ego masculino se alzaba al recordarlo pero de inmediato regresaba a su lugar cuando recordaba que la pelinegra también se había entrometido en su pelea.
— ¡Eren! –el muchacho volteó, era Hanji.
— Superior… —dijo al tiempo que recuperaba la compostura.
— ¡No había podido hablar contigo después de aquella fantástica pelea! –exclamó la mujer con entusiasmo.
— Quiero preguntarte algunas cosas sobre ti, claro en forma de titán –empezó a decir, el chico alzó una ceja nervioso, los ojos de la mujer brillaban mucho, cosa que según Levi, era signo de peligro.
— P… por supuesto… —contestó el chico.
— Quisiera saber para empezar cual era tu relación con Annie… —el muchacho se sonrosó.
— Éramos amigos… o eso creía yo, ella… —el chico no supo qué más decir.
— Está bien… Su pelea era muy agresiva ¿Ustedes fueron pareja? ¿Annie y tú han fornicado? –el muchacho se alejó de la científica.
— ¡No! ¡Claro que no! –contestó completamente colorido.
— Bueno… según me comentaron, tenías problemas para convertirte en Titán cuando debías de pelear con Leonharth, mi pregunta es… ¿Los titanes se pueden enamorar entre sí? ¿Pueden tener sentimientos? Si bien recuerdo, me comentaron que una vez trataste de atacar a tu hermana Mikasa y le dejaste una marca en la mejilla... —.
— No lo sé… —.
— … Y si no mal recuerdo, la primera vez que te convertiste en Titán, atacaste a otro titán que pensaba devorar a Mikasa ¿La defendiste o simplemente atacaste a Titán porque sí? Además cuando tapaste el enorme agujero en la muralla con esa enorme roca, fuiste consciente ¿no?...
— ¡NO LO SÉ! –respondió el muchacho exasperado.
— Dime… —empezó a hablar la científica con mayor tranquilidad. – En el caso de Annie, te obligaste a ti mismo a atacarla, y aunque el principio dudabas, la pelea se volvía más y más frenética, al punto que creíamos que perdías el control de ti mismo ¿Eres así de impulsivo, Eren? –preguntó la científica.
— Supongo que sí… yo, me sentía muy bien, me sentía fuerte y también sentía que podía acabar con todos, pero mi humanidad regresó cuando vi las mejillas de Annie empapadas en lágrimas… —.
Hanji anotó casi todo en su libreta.
— Dime… si tuvieras que destruir a alguien más cercano… — el chico frunció el ceño –…Hablo de asesinar a un amigo cercano como Armin Arlett o asesinar a Mikasa… aquí entre nos ¿Te atreverías? –el chico pensó todo delicadamente.
— Con sinceridad… —el chico carraspeó. – Si tuviera que matar a Armin o a Mikasa, yo simplemente no podría pero… en un caso muy extremo, podría enfrentarme a Mikasa. Armin es alguien débil y siempre lo he defendido de los demás pero… —el chico recordó a su amiga pelinegra. –Realmente si tuviera que enfrentarme a Mikasa, vencerla sería todo un honor… aunque matarla… —el muchacho se quedó callado.
— Tienes unos pensamientos muy fieros y siniestros… Me das a entender que quieres mostrar poder sobre tu… ¿Hermana? ¿Esto tiene que ver con un trauma de la infancia…?—.
— Yo nunca he visto a Mikasa como a una hermana… yo, cuando la conocí me volví su amigo y lo hemos sido desde siempre… pero no la veo como a una hermana, no lo sé.
— ¿Ves a Mikasa de manera sexual? –el muchacho se puso colorido.
— N… ¡No! –contestó enojado.
— No te enojes, sólo que me diste eso a entender… Suenas como un violador, Eren, tienes problemas para controlar tus emociones, eres explosivo y llegas a extremos peligrosos. Tu titán presenta una actitud parecida al momento de pelear, en el bosque, te abalanzaste a Annie pensando que con golpes podrías acabarla, ella fue más inteligente y al final te venció —.
El castaño se estaba por ir.
— No quiero responder cosas tan personales —.Dijo el chico que se estaba por retirar.
— ¡Lo hago en nombre de la ciencia! ¡Necesito saber todo esto para investigar a partir de tu información y la de Annie a los demás titanes anormales, entre ellos hablamos del Colosal y Acorazado! Cuando te sientas mejor, ve a buscarme… —dijo la mujer derrotada.
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Mikasa estaba en busca de Eren que se encontraba en el castillo con Hanji, Erwin y los demás integrantes del cuerpo de Exploración. Todos los integrantes de la legión del Reconocimiento se encontraban ahí mismo desde hace unos días. Seguían descansando después del atentado en el muro Sina.
Al entrar al lugar, se encontró a algunos soldados que lavaban su ropa, orden de Levi.
— ¿Saben dónde está Eren? –preguntó la pelinegra.
— Tal vez se encuentra en el sótano, el capitán Rivaille lo había puesto a fregar el piso –contestó uno de ellos.
— Por cierto, el capitán Rivaille nos pidió que te dijéramos a ti y a los demás novatos que a partir de mañana entrenan todos en el patio a las seis de la mañana. Pronto acabará este descanso y necesitamos volver en acción con las expediciones –le dijo un hombre.
— Entendido –contestó Ackerman.
La chica se introdujo al castillo y se encontró con la superior Hanji.
— ¡Mikasa! Por fin llegaste ¿Y los demás? Pensé que vendrían contigo, el enano puso a todos a limpiar el lugar –dijo con agobio la mujer de lentes.
— Busco a Eren –dijo ella de manera cortante.
— Oh, debe estar en el sótano ¿Lo irás a ver? –la muchacha asintió. –Bien, te recomiendo que no te cruces con Rivaille que está de mal humor… condenado enano, seguramente te pondrá a limpiar los cristales… —.
— Entiendo, gracias, lo iré a buscar –dijo Mikasa poniéndose en marcha.
— ¡Por cierto! ¡Mikasa! –le habló Zoe por última vez. – Ten cuidado, el niño está algo raro –le comentó para seguir su camino.
La muchacha frunció el ceño pero no hizo más, por suerte, no se encontró con Levi, pero si con varios soldados con escobas y trapos para retirar polvo. Una vez bajó las escaleras, se encontró a Eren fregando el piso.
— ¡Eren! –exclamó la chica.
— ¿Mikasa? –el chico alzó la vista sin dejar de hacer su labor. –Por favor no entres a la habitación, si el piso se ensucia, tendré que limpiarlo por quinta vez —.
— ¿él te puso a hacer esto? Maldito enano, déjame ayudarte –dijo la chica que se acercaba—.
— No lo hagas, es por un favor… —le dijo Jaeger.
— ¿Favor? —.
— Sí, sólo vete, estoy ocupado –la chica frunció el ceño.
— Te he venido a buscar, quería saber cómo te encontrabas –le dijo ella. El chico la volvió a mirar, miró directamente a su cuello, estaba usando de nuevo su bufanda roja. Rio.
— ¿Pasa algo? –preguntó ella.
— Simplemente… —el chico se paró y se acercó a ella. – Mi bufanda… —dijo recordando aquella vez que conoció a la chica.
— Sí… —dijo ella con seriedad.
— Te salvé la vida… —dijo él con cierto orgullo.
— Gracias –contestó Mikasa.
El chico recogió los trapos y el agua de la cubeta sucia para irla a tirar.
— En un momento regreso… —dijo el castaño mientras subía las escaleras.
La chica miró alrededor, el cuarto que el sargento le había dado era horrible, completamente oscura, solamente alumbrada por unas pocas velas. La cama era dura y estaba tras unas rejas que seguramente Levi cerraba todas las noches para que no saliera de ellas.
Algún día le daría su merecido por golpear a Eren.
— He vuelto –dijo el muchacho. –Oye… Mikasa… —dijo él, después de un rato se había decidido.
— Quiero pedirte que pelees conmigo… —la chica se sorprendió.
— ¿Eso para qué? –preguntó la pelinegra.
— Si yo gano… te sales del cuerpo de exploración y cambias tu estilo de vida de soldado a civil… y si tú ganas, yo me salgo de las tropas… —la chica se quedó muda por un rato pero pronto reaccionó.
— Eso es imposible –contestó con seriedad la muchacha mientras desviaba la mirada y tapaba su boca con la bufanda.
— ¿¡Por qué!? –preguntó él molesto.
— Porque no te dejarán ir, recuerda que tienes una misión en el cuerpo de exploración… —el chico se enfureció. Ella daba por hecho que ganaría.
— ¿No tienes fe en mí? –preguntó enojado.
— Soy más fuerte que tú –dijo la chica de manera directa.
— ¡Eres una egocéntrica! –le gritó el muchacho.
— Soy realista… —el chico contuvo sus ganas de iniciar una pelea. – Soy más fuerte que tú, y que todos… y aun así puedo morir en cualquier momento, pero tú tienes más posibilidades de morir y yo estoy aquí para que eso no suceda —.
La muchacha le había dado la espalda a Eren.
— No quiero que te mueras, eres lo único que me queda, no me pienso alejar de ti –Jaeger completamente molesto se lanzó a Mikasa, la tomó de los hombros con brusquedad, ya que estaba de espaldas. Él apretaba con fuerza los brazos de la muchacha con el fin de lastimarla, y así, la empujó hasta la pared del calabozo.
Nunca habían tenido un verdadero enfrentamiento, ya que nunca le había de vuelto los golpes que Mikasa le propiciaba, pero ella tampoco lo hacía con el fin de tener un enfrentamiento.
Pero fue por lo mismo que no se dio cuenta cuando fue que la chica se dio la vuelta y le dio un fuerte golpe en la cara, el muchacho cayó al suelo de inmediato, pero aún no se rendía.
Cuando Eren se iba a parar para golpear a Mikasa, la chica sin darle tiempo, lo volvió a tirar al suelo de un golpe, lo había pateado con crueldad y con una llave forzada lo hizo gritar de dolor.
— Ríndete, Eren –le dijo ella apretando con fuerza sus extremidades.
— ¡NUNCA! –gritó el muchacho con lágrimas en los ojos.
— Soy más fuerte que tú, no me puedes derrotar –dijo ella aún sobre él.
— No ¡NUNCA SERÁS MEJOR QUE YO! –gritó él. La chica puso su rodilla en la cara de Eren, aplastándolo contra el suelo.
— Eres débil –dijo Mikasa antes de soltarlo. La chica se paró frente a él, que lo miraba con furia.
Estaba en el suelo aun con lágrimas, trató de pararse pero la pelinegra había lastimado con fuerza sus brazos. Al ver que el muchacho no podía ponerse de pie, la pelinegra se ofreció a levantarlo.
— ¡VETE! ¡NO QUIERO QUE ME AYUDES! ¡DÉJAME EN PAZ! –Gritó el muchacho furioso.
La chica no le hizo caso y aun así, lo llevó a la cama. Lo había cargado con facilidad. Él seguía llorando.
— Disculpa… —dijo la chica, él no contestó.
— Algún día… te venceré… y no podrás conmigo, Mikasa, no podrás conmigo –la muchacha lo miró con tristeza.
— ¿Te quieres deshacer de mí? ¿Te molesta que esté cerca de ti? –preguntó ella con tristeza.
— LO ODIO, no te necesito –le dijo él, sin si quiera pensar en lo que sentiría la chica.
Mikasa quería llorar, pero no lo hizo.
— ¿Has terminado? –la muchacha se asomó a la entrada, era Levi.
— ¿Tú que haces aquí? –preguntó Rivaille al ver a la chica.
— Vine a ver a Eren, pero ya me voy –dijo abandonando la habitación. El pelinegro la vio irse y luego fue hacia la entrada del calabozo; ahí, estaba Eren llorando.
— ¿Qué pasó? –preguntó Levi sin cambiar su fría expresión.
— Nada —. Respondió cortante.
El sargento había oído parte de la pelea entre ambos, era obvio que Mikasa le ganaría sin problemas. Eren era muy estúpido.
— Mañana entrenarán todos a partir de las 6, pero tú entrenarás conmigo a las tres y media de la madrugada –le dijo el mayor a Jaeger.
— ¡¿Tres y media?! –preguntó el chico sorprendido.
— Si quieres tener un entrenamiento especial, tendrás que levantarte a esa hora, si no, puedes quedarte a llorar como el inútil que eres porque tu hermana, novia o lo que sea de ti, te pateó el trasero —.
— ¡GRACIAS! –exclamó el chico con alegría.
— Y vuelve a fregar el piso, está lleno de tus patéticas lágrimas –terminó de decir Rivaille.
El chico frunció el ceño, debía de entrenar con fuerza si quería vencer a Mikasa.
CONTINUARÁ...
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N/A: Éste es mi primer capítulo, espero que les guste. Espero sus reviews con entusiasmo :) que son siempre la principal motivación para continuar.
