"La voleur fantôme"
La Luna Llena iluminaba el lugar, mientras un frío desgarrador calaba por el cuerpo de todos los parisinos que se encontraban allí. Cualquiera que no viviera en la bella ciudad de París diría que era una estupidez estar congelándose en aquel lugar, pero eso no era lo que pensaban los allí presentes.
Dentro de unos minutos se cometería un robo y no uno que se pudiera ignorar fácilmente por ellos. Ese sería realizado por los mejores ladrones fantasmas de toda Francia, quizás incluso de todo el mundo: Ladybug y Chat Noir.
Esos dos hurtadores de joyas, porque sí eran ladrones de guante blanco, eran conocidos en toda la ciudad gracias a la grácil forma que tenían de arrebatar aquellos preciados tesoros a la policía sin ser pillados en ningún momento. Aunque esto no era lo único que caracterizaba a este famoso par, sino también la peculiar manía de devolver todo lo robado días después. Nadie sabía por qué lo hacían; pero a excepción de la policía, en concreto el inspector Roger; no le prestaban atención a ese detalle.
Un suave tintineo de cascabeles se escuchó en el recinto. Rápidamente todos voltearon hacia la procedencia de aquel singular sonido, encontrándose a un par de figuras. Una de ella se adelantó a su compañero. En ese instante todos pudieron reconocer a la ladrona de la que todo el mundo hablaba, Ladybug. El ruido de los gritos de alegría y emoción se hicieron presentes en todo el recinto, haciendo que los guardias aumentaran la precaución.
La célebre saqueadora esbozó una amplia sonrisa e hizo una gran reverencia—. Bonjour París!—exclamó felizmente.
—¿Nos echabais de menos? —completó su compañero felino por ella, guiñando un ojo coqueto. El nombre de Chat Noir fue pronunciado y gritado por todas las jóvenes del lugar.
Ladybug chasqueó la lengua, un poco celosa por la atención que ponían las féminas a su compañero —¡Entonces estén atentos al gran espectáculo que acaba de empezar! —vociferó la chica con una amplia sonrisa .
Nada más terminar de decir eso, abrió el pequeño bolso que portaba en su cintura y sacó un par de pequeñas esferas de él. Las lanzó contra el suelo, provocando que una gran cantidad de humo se formara. Cuando el vapor se dispersó ya no había rastro de aquel dúo.
La chica de pelos azabaches observó con una sonrisa como toda la atención recaía sobre el lugar donde anteriormente estaban. Era hora de empezar con sus fechorías.
Con la delicadeza digna de un gato, Ladybug aterrizó frente a un guardia que vigilaba una de las entradas traseras. El agente abrió la boca sorprendido y apresurado cogió el walkie talkie que llevaba. Iba a llamar para que fueran repuestos, cuando sintió un fuerte dolor en su cuello. El hombre cayó al suelo desmayado, dejando ver a Chat Noir detrás suya.
—Buen trabajo, minino—le felicitó Ladybug, aplaudiendo.
Chat Noir sonrió orgulloso y se acercó peligrosamente a su compinche, solo unos centímetros separaban sus rostros —. Gracias, My Lady. ¿No crees que me merezco un premio por ello?
La pelinegra rodó los ojos y con su dedo índice lo separó de ella—. De eso ya hablaremos más tarde, gatito. Por ahora centra te, ahí dentro hay un precioso rubí esperando ser robado— el chico rubio asintió a lo dicho por Ladybug y se dirigió a la puerta que los alejaba de aquella piedra preciosa.
—My Lady, me permite— Ladybug captó la indirecta dada por el chico gato y se desenganchó la horquilla que llevaba para recogerse el cabello. Se lo tendió a Chat Noir y este lo cogió gustoso.
—Ten cuidado que ya me has roto más de la mitad que tengo. Como lo rompas al igual que los otros te vas a enterar de lo que vale un peine, Chat— le reclamó molesta y es que era cierto, ese descuidado gato le había roto ya alrededor de 10 horquillas en un mes, solo por no gastar cuidado con ellas.
—Sí, sí —dijo, restándole importancia a lo dicho por su compañera.
Chat se apegó al pomo y con la destreza de un cirujano comenzó a forzar la cerradura de esté. La puerta se abrió ante ellos. El rubio sonrió, inflando su pecho de orgullo. Un acto del que Ladybug pasó olímpicamente, dejándoselo claro al chico con un pequeño empujón en los hombros.
—Ya sabes lo que tienes que hacer, ¿no?—cuestionó la mujer pelinegra, consiguiendo una afirmación de parte de su compañero.
—Tranquila Bichito, me sé el plan de memoria— Ladybug asintió e iba a entrar al edificio cuando alguien le agarró la mano, reteniéndola—. Ten cuidado —susurró.
Ladybug sonrió en respuesta—. Oui —se soltó de Chat y se escabulló por su lado izquierdo.
En cuanto entró y hubo pasado por varios pasillos, se detuvo y abrió de nuevo su preciado bolso. Movió su mano dentro de él hasta encontrar lo que estaba buscando: su fiel yo-yo. Lo deslizó suavemente y este se partió en dos partes iguales unidas. Una pequeña pantalla se logró ver en ambas piezas, segundos más tarde un mapa se pudo ver en este.
—Siempre me lees los pensamientos, Tikki.-murmuró la chica. Ladybug amplió la pantalla lo más que pudo y comenzó a guiarse a través del montón de pasillos que poseía aquel gran museo.
Estuvo un buen rato deambulando por aquellos corredores, hasta que se paró en un lugar en concreto.
—Corazón de Afrodita, te encontré~ —canturreó en voz baja—. Este lugar está demasiado vacío y oscuro, esto es muy extraño —susurró.
Dio un par de pasos al frente y se paró abruptamente al sentir algo en su pie izquierdo. Velozmente saltó e hizo una pirueta en el aire, evitando que una cuerda la atrapará y la sostuviera en el aire.
Suspiró de alivio al ver de lo que se había librado e iba a avanzar nuevamente hacia la joya cuando sintió varios cortes en su piel.
—Este es tu fin, Ladybug —dijo una voz desconocida en la oscuridad.
Todas las luces de la habitación se prendieron al unísono, dejando ver a un hombre pelirrojo acompañado de unos cuantos oficiales.
—Inspector Roger...—masculló Ladybug entre dientes.
—Así es —contestó el hombre—. Ladybug, quedas arrestada en nombre de la ley. No opongas resistencia, sino quieres aumentar tu sentencia.
—Está bien, tú ganas— espetó la chica enmascarada—. Me atrapaste y debo admitir que fue una trampa muy ingeniosa, inspector. Pero deberías saber que las mariquitas somos símbolos de buena suerte, no de la mala —le guiñó un ojo altanera y burlona—. ¡Ahora Chat!
—A sus órdenes, My Lady— la voz del nombrado se escuchó en la habitación antes que las luces fueran apagadas de golpe.
El sonido de unos cristales rotos se oyó por toda la estancia en ese momento, seguido del ruido de los gritos y aplausos de júbilo del público.
—¡Encended las luces!—gritó Roger furioso.
—Sí —contestaron el par de policías que lo acompañaban.
Las lámparas se encendieron y la luz brilló en el oscuro lugar, una habitación en la que se encontraban ya solo ellos tres.
—Jefe ...—comenzó a decir uno de los oficiales, poniendo su mano sobre su hombro.
—Volvieron a escapar—murmuró—. ¡Maldita sea!—rugió con todas sus fuerzas.
—Hiciste un gran trabajo, bichito— la alabó el chico rubio, apoyándose en una pared.
—Lo mismo digo, gatito —dijo Ladybug con una sonrisa. La chica observó el rubí que llevaba en la mano y lo levantó. La luz de la luna iluminó la pequeña gema que reposaba en la mano de la joven, mostrándola más hermosa de lo que ya era.
Chat Noir al darse cuenta de lo que estaba haciendo, puso toda su atención sobre ella —¿Es esa, My Lady?—preguntó.
Ladybug se negó con un pequeño movimiento de cabeza —. No es esta, habrá que seguir buscando minino.
El rubio bufó molesto —. ¿A quién le toca devolverlo ?— dijo intentando cambiar de tema.
—A ti por llegar tarde— una risa traviesa se escapó de sus labios —. Así aprenderás a no hacerme esperar, gato tonto— la joven le lanzó la valiosa joya y este la cogió al vuelo—. Adiós, gato tonto— antes de que él pudiera decir nada, ella ya había saltado y se estaba balanceando de un lugar a otro con su yo-yo.
—Maldición— farfulló.
Si quieren que este one-shot se convierta en una historia, no duden en decirlo en los comentarios ^^
Esperó que les gustase y recuerden que cualquier comentario es bienvenido, aunque si son tomatazos o críticas por favor no sean muy duros T.T
Sayonara~
