Conjunto de viñetas. No tengo un número fijo. Hago esto porque siempre hay historias que escribes que no pertenecen a nada en general. Y creo que esta es la mejor forma de escribir sobre todo lo que te gusta.
Todos sabemos que si estamos escribiendo aquí es gracias a J.K. Rowling y que ningún personaje me pertenece.
Victoria.
Respira. La presión que hay sobre su pecho es fuerte y desgarradora, pero él respira. Busca. El agua está oscura, borrosa, en movimiento, pero él busca. Y nada. Respira el poco oxigeno que puede encontrar, busca con desesperación lo que ha perdido y sobre todo nada. Sin rumbo, esquivando algas, peces, basuras que los alumnos han tirado a lo largo de los siglos. Hace tiempo que el frío había optado por acomodarse en el interior de sus músculos, a pesar de que no ha parado en media hora porque sigue nadando. Y no quiere, más bien no puede, parar. Treinta minutos. Sólo. Sólo treinta minutos para seguir nadando, respirando, buscando. ¿A qué? Ó ¿A quién? Diez minutos. Y la presión sigue aumentando, el oxígeno reduciendo y él nada al mismo ritmo. Y junto a los cinco minutos restantes se añade el miedo que le faltaba por unirse a él. Y mira, observa, se detiene y cierra los ojos. Cuatros postes flotando en el agua le provocan cierta curiosidad. Se acerca lentamente y se extraña de su error de confundir a cuatro personas con cuatro simples palos. Y de esas cuatro daría la vida por… cuatro. Ya sea por amistad, por amor, por compasión. Lo sabe y espera. Y sólo quedan dos. Opta por la amistad y la rescata con rabia. Pero no puede evitar echar un último vistazo a la pequeña indefensa de la derecha y se acerca a ella.
El peso de los dos cuerpos es fuerte. El oxígeno ya no llega a sus branquias, pues estas hace minutos que desaparecieron de su cuello. Nadar es costoso y tiene que seguir buscando el hueco exacto para salir. No está seguro si la mancha borrosa y blanca que ve es la luz de la superficie o es que su cerebro ya empieza a fallar. Pero ante las dos opciones, lo mejor es escoger que es su salvación. Cansado de pensar que en un futuro no podrá usar los brazos, envía hacia arriba los dos cuerpos inmóviles y hace lo que tenía que haber hecho en un momento. Saca su varita y cuando se da cuenta está rodeado de gritos, de brazos, de mantas y de aplausos. Puede que haya perdido, pero Harry sabe que, para él, ha ganado.
