Notas: Bueno, antes de comenzar me gustaría presentarme con ustedes, soy nueva en esta pagina pero antigüa (?) Entre los fans de CCS así como fan del TxE. Es muy importante para mi que me den sus opiniones respecto al escrito ya que es de los primeros que relizo y me gustaría poder hacer trabajos de calidad que mantenga a la gente entretenida (x Para más información sobre mi espero actualizar mi perfil lo más pronto posible y también garantizo responder cualquier PM.
Así mismo, aprovecho para recordarles que esta es una historia dividida en tres partes (: que publicaré reciba o no los reviews esperados pues aunque sea una sola persona la que encuentre interesante esta historia me parece injusto dejarlos con la duda! Y bueno, no los distraigo más, ¡espero los disfruten mucho!
Disclimainer: Ningún personaje de CSS me pertence (muy a mi pesar)
Chap: 1
El Mejor de los Momentos
Se removió angustiada en su cama una vez más, esta vez decidió posicionarse boca arriba de manera que pudiera contemplar el techo ver si por arte de magia alguna respuesta a su problema aparecía en el.
"¿Qué me está pasando?" Refunfuñó con un puchero la chica, cubriendo sus lindos ojos amatistas con la suave sábana del hotel "Deja de pensarlo"
Graduación. Esa era la razón por la que la jovencita se encontraba en un una cama que no era la suya, hace varias semanas había terminado su último semestre de bachillerato a los 17 años. Fue un momento nostálgico pero también lleno de orgullo y nuevas promesas que deparaba el futuro. Ella por su parte, estaba ansiosa por ingresar a la escuela de diseño, carrera que no sorprendió a nadie viniendo de ella.
Tomoyo Daidouji junto con sus amigos había organizado un viaje a la playa, se lo merecían ¿cierto? Después de tres años, seis semestres, 36 meses de su vida dedicados a la escuela habían logrado terminarla. Algunos de ellos con menciones honoríficas, ejemplo, Li Syaoran, un joven de intercambio proveniente de Hong Kong, bastante atractivo, reservado, serio, tímido, dedicado y novio de su despistada mejor amiga Sakura Kinomoto, que a pesar se sus contados defectos, había logrado conquistar ese corazón que parecía de hielo con sus encantos, sacando lo mejor de ese chico de melena castaña con sus ojos verdes esmeralda.
No pudo evitar sonreír al pensar en sus queridos amigos, en una habitación no muy lejana (ella había insistido en que deberían compartirla) sonrojándose y pidiendo mil y una disculpa por una u otra razón que realmente no amerita tantos escándalos.
"Pero… Yo también quisiera…" ¡NO!
Con ellos iban varios compañeros que conocían desde la tierna infancia, desde Rikka hasta Naoko. Era el primer de estadía en el hotel y había sido simplemente maravilloso, el Sol, la arena, el mar, la comodísima alberca, los camastros… ¡En fin! Todo lo que ellos podían pedir. Entonces ¿Cuál era el problema de Tomoyo? Se preguntaran.
"¡Ush!" Apretó sus ojos fuertemente mientras un ligero sonrojo aparecía en sus mejillas "¿Porqué no dejo de pensarlo?…Eriol"
Sus mejillas se tornaron todavía más oscuras. Jamás se atrevería a llamarlo así, el era Hiraguizawa-kun y así se iba a quedar por los siglos de los siglos. Lástima que ese nombre le diera un sabor tan dulce a su boca al pronunciarlo.
Tomoyo se levantó de golpe de la cama sintiendo un ligero mareo.
"Basta… Bajare a la recepción, preguntare donde puedo tomar un vaso de ALGO caliente y dormire." Hmmm… Algo caliente…¡…!
La morocha comenzó a caminar intentando ignorar los pensamientos que enviaba a su mente su lo corazón, ¡Pero es que era irresistible! Esa piel tan blanca, esos ojos oscuros llenos de misterio, su sonrisa curvando sus deliciosos labios.
"¡Hentai!" Se reprimió mentalmente saliendo de su habitación cerrando la puerta con más fuerza de la que deseaba. Se detuvo un momento, cerró los ojos y respiro profundo. Comenzó a caminar "Es verdad, en el pasillo hay una máquina dispensadora de bebidas"
Giró sobre sus talones y comenzó a caminar con sus pies descalzos sobre la mullida alfombra roja del hotel, sin fijarse realmente en lo que había en su camino. Después de algunos pasos se posó frente a la máquina y presionando los botones adecuados, la máquina dejó caer pesadamente una lata de jugo de uva, pero no cualquier jugo de uva, era un delicioso jugo de uva verde.
"Tan único como tú" murmuró, frunciendo levemente el entrecejo y rindiéndose ante sus pensamientos fielmente dedicados a él. Después de recoger el producto, se levanto y vio su reflejo en el vidrio de la máquina. No ha cambiado mucho.
Su cabello sigue siendo largo y ligeramente rizado en las puntas, su piel, a pesar de estar en la playa era exquisitamente blanca (tomaba bastantes precauciones con ella), sin embargo, su cuerpo ahora no era el delgaducho de los tiempos de educación básica. Ahora se podía apreciar una delicada cintura así como unas piernas suavemente torneadas.
"Pero el no se fijara en mi" Pensó sonriendo melancólicamente a su reflejo, pudo ver en sus ojos amatistas una chispa de tristeza. Y también el 301 en dorado de la puerta detrás de ella.
"301..Si necesitas algo Daidouji-san ahí puedes encontrarme"
Sus ojos se abrieron ligeramente y su cuerpo giro a una velocidad demonial al darse cuenta frente a que habitación estaba. Sus mejillas comenzaron a arder de nuevo por el pensamiento que estaba cruzando su mente.
"…Eriol-kun" Suena como a un té de manzanilla con leche y mucha azúcar.
Sin percatarse verdaderamente de lo que hacía dio un paso en dirección a la puerta.
"Ni siquiera va a estar abierta" Pensó mientras daba otro paso vacilante "Por lo tanto ¿Qué tan malo puede ser que intente abrirla? Tal vez así pueda dormir más tranquila"
Tomó la perilla con manos vacilantes y sintió la fría textura del metal en la punta de sus yemas. Conteniendo la respiración y cerrando los ojos comenzó a girarla sintiendo el recorrido del artefacto. Sintió una ligera obstrucción y retiró la mano de golpe, soltando un pequeño grito de sorpresa al escuchar el sonido que la perilla emitió cuando la liberó. Pero más mortificante era la luz que salio por la pequeña rendija inferior de su puerta.
Asustada, sin idea de cómo salir de tan embarazosa situación, se dio media vuelta y comenzó a teclear números en la máquina dispensadora. Casi sintió que se le caía el corazón a los pies mientras la sangre se disparaba a su cabeza al ver que la puerta se abría.
La luz no permitía ver bien las facciones de aquel recién entrado en escena, pero son su silueta era más que suficiente para que la nívea supiera de quien se trataba.
"Daidouji-san.." ¡Tan dulce como un pastel de chocolate! Era su nombre salido de sus labios.
"Er..¡Hiraguizawa-kun!" Tomoyo se giró con una sonrisa brillante, sus ojos entrecerrados y su cara y voz lo más calmados que podían mostrarse con us corazón latiendo tan rápido "Que coincidencia encontrarnos por aquí"
Eriol la observó con sus ojos oscuros confundidos y su cabeza ligeramente ladeada, dándole un aire ligeramente infantil que hacía que Tomoyo sintiera mariposas en el estómago.
"Debí haber imaginado… Nadie trató de abrir mi puerta"
La confusión desapareció dejando pasar su misteriosa sonrisa una vez más.
"¿Qué te trae por aquí, jovencita?" Le preguntó juguetonamente a la morocha.
"Pues…" La verdad a medias no es una mentira "¡Vine por una bebida Hirgauizawa-kun! No puedo dormir"
"Ah… Males de dormir en lugares desconocidos" Dijo el con una risa ligera, logrando sacar una sonrisa de la morocha "¿Ya estás mejor?"
"¡Hai!" Dijo más enérgicamente de lo que deseaba "Uhm…" Una idea apareció en su mente pero…
"¿Sucede algo, Daidouji?" Amatista se encontró con azul profundo, titubeantes orbes ancladas a esos ojos preocupados. Ideas dignas de un hentai.
"Uhm… Pues"
"Sabes que te ayudaré en lo que necesites"
Tomoyo bajó la mirada por unos segundos a sus pies descalzos, sus dedos se contraían y viceversa reflejando el nerviosismo. Esto no era digno de una señorita, de una persona como ella. Levantó la mirada y de nuevo encontró ese mar de emociones y sintió la urgencia de nadar en ellas.
"Siempre hay una primera vez"
"No puedo entrar a mi habitación" mintió Tomoyo, dando un salto a un acantilado del que sabía no iba a poder regresar "Olvidé las llaves de mi habitación y la cerré con seguro por accidente… Ahora no tengo… Donde dormir…"
Un incómodo silencio se irguió entre los dos, la pequeña amatista era incapaz de mirarlo a los ojos ahora, sintiendo el arrepentimiento por la estúpida mentira correr directo a sus mejillas. Pero visto desde otra perspectiva, ese sonrojo era por la vergüenza de haber sido tan distraída (cosa nada común en ella) y el tener que revelárselo a el, tal vez miedo a la burla.
Eriol sonrió tratando de transmitirle seguridad.
"Puedes quedarte en mi habitación si así lo deseas"
"¡Ah!…Ano…" Eriol posó una mano en su hombro, deteniendo las palabras que pretendían salir de su boca.
"No te preocupes…" Comenzó a guiarla hacia el cuarto, empujándola suavemente mientras la tomaba de los hombros, ella solo atinó a seguir caminando "No te pienso dejar en el pasillo sola"
La amatista sintió cierto remordimiento, muy, pero muy dentro de ella. Por ahora solo podía sonreír y sentir a través de su pijama la presión de esas fuertes manos masculinas que la guiaban a su cielo personal.
"A-Arigatou…" dijo en un murmullo. Eriol simplemente sonrío. Soltó los hombros de la chica (para desmayo de ella) y se giró a cerrar la puerta, asegurándola. Tomoyo sintió un escalofría al escuchar el "click" del seguro. Otras mil ideas comenzaron a surgir en su mente, pero por esta noche había sido suficiente.
Eriol se paró a su lado, ella trató de controlarse a pesar de la alegría que le incitaba a correr kilómetros por tenerlo a su lado. La lucecita de la mesa de noche iluminaba suavemente la habitación.
"Bueno Daidouji-san, puedes quedarte la cama, yo puedo dormir en el suelo o tal vez en…"
La recién mencionada tomó por sorpresa a Eriol tomándolo por la mano, el joven de cabello oscuro la miró con sorpresa reflejada en sus ojos enmarcados por unas cejas ligeramente levantadas.
"Ano…" Tomoyo respiró profundo internamente, no estaba segura de nada de lo que estaba haciendo, pero quería aprovechar ese valor en el que se había sumergido "Por que no..compartimos la cama, Hirgauizawa-san, es lo suficientemente… Amplia"
De nuevo ese silencio que podía matarla. Segundos, minutos, horas, meses ¡Dios que estaba haciendo!.
"No quisiera incomodarte Daidouji…"
"¡No te preocupes!" dijo abruptamente, cortando las palabras de Eriol "Yo… confío en ti"
"…Gracias"
De verdad, hay de cosas incómodas, a cosas que matan por dentro mientras suceden. Y en esta ocasión, mientras ambos se acomodaban en la cama ella no podía evitar pensar en lo inusual de la situación y preguntarse si esa sonrisa en los labios de el era auténtica o era una mascara para esconder su nerviosismo. ¡Si tan solo hubiera una luz que le permitiera ver mejor su rostro! Algo que la acercara a esos ojos oscuros para encontrar la realidad…
"¿Daidouji-san?" Despertó de sus cavilaciones "¿Estás bien? De verdad si esto te molesta puedo…"
"¡Oh no! Esto es perfecto… Es decir no, no me molesta para nada"
El níveo de nuevo calló, limitándose a sonreír. Esta era toda una nueva faceta que no conocía de su compañera, es decir ¿Cuántas veces puedes ver a Tomoyo Daidouji distraída, titubeante e insegura?
Sin encontrar ninguna otra razón para molestarla Eriol le deseo un suave "buenas noches" mientras se quitaba los lentes, dio la vuelta en su lado de la cama, dándole la espalda y cerró los ojos dispuesto a dormir.
No lo logró, después de quince minutos había notado que su compañera no había cambiado de posición desde las últimas palabras que había intercambiado. Seguía sentada escrutando pensamientos ajenos al ojiazul, el cual no se atrevía a preguntarle cual era el problema.
Unos minutos más así, a pesar de tener los ojos cerrados la sentía, casi podía ver su silueta en la oscuridad, estaba empezando a preguntarse si ella no estaría incómoda cuando algo sucedió.
Sin previo aviso sintió como la dulce jovencita se acercaba a el, Eriol no se movió, expectante. La morocha recargo suavemente una mano en su brazo ejerciendo una suave, casi imperceptible presión mientras el trataba de mantener su serenidad.
"Buenas noches, Eriol-kun" dijo ella, casi en su oído, permitiendo que el suave y dulce aliento de uvas verdes le rozara la piel con un cosquilleo agradable, aunque no tan agradable como el delicado beso que plantó en su mejilla "Arigatou… Por esta maravillosa oportunidad"
Por fin, sacando todo aquello que le impedía dormir, Tomoyo se recostó y lentamente cayó en los brazos de morfeo, una sonrisa adornando su rostro. El caso de Eriol era un poco diferente.
