El primer capítulo del primer fic que voy a colgar por estos lugares. "Melissa's Live" Donde se verá la saga Crepúsculo en la perspectiva de Melissa, mi protagonista e invención mía. Ya la tengo empezada -más concretamente voy por el capítulo 20, que podéis leer en mi blog (mirar mi perfil)- por lo que la subiré aquí poco a poco. Puede que dos capítulos a la semana o más. Depende de la demanda, hasta que la tenga al mismo ritmo que en el blog. Luego habrá que esperar hasta que salga un nuevo capi en los dos sitios. -Puede que en el blog salga antes, o sea, dos minutos antes XD-

Esta idea nació en una clase -aburrida, cansina y demás adjetivos similares- de cultura clásica -pero la historia no tiene nada que ver, ojo- y ha ido evolucionando hasta lo que es hoy. -Demasiadas anotaciones mentales ¬¬- En resumen, que espero que os guste. Dudas, halagos, tomatazos, criticas constructivas y demás, via comentario o por el blog. Estoy disponible las 24 horas del día - más quisiera yo ¬¬- pero espero contestar lo más pronto posible a vuestras dudas -si son en el blog, antes las contestaré, lo miro antes XD-

Recuerden: Los personajes no me pertenecen, son de Stephenie Meyer, la escritora original de la saga. Solo Melissa (y algún que otro que irá apareciendo durante el fic, por ejemplo, Lily) son de mi invención.

Sin más distracciones, os dejo con el capi. Y dentro de unos minutos, el capi dos. O por lo menos, eso quiero ^^


Melissa's Live Capítulo 1

-Abre los ojos niñita. No te hagas la bella durmiente.

-¿Y a ti que más te da? Lo que yo haga o no, te resbala.-contesté con los ojos aún cerrados. La verdad es que la primera imagen que quiero encontrarme no es precisamente la de Victoria, una vampiresa con un carácter y un apetito realmente… peligrosos. No encuentro otra palabra mejor.

-Será mejor que se te bajen los humos, Melissa. Quien juega con fuego se puede quemar- Esa soy yo. También soy un vampiro, pero al contrario que Victoria, soy más pacífica.

-Mira por donde. Eso mismo es lo que necesito para librarme de ti, pero en grandes cantidades...-Me coloqué las manos detrás de la cabeza, junto al árbol donde estaba apoyada.- …Yo lo llamaría supervivencia.

Oí los pasos de Victoria alejarse, al mismo tiempo que le rechinaban los dientes. No pude contener una sonrisa.

-¿Sabes qué?...-Victoria se giró mientras lo decía, dirigiéndose mí- Te voy ha dar un regalo, espero que te guste.

Demasiado tarde. Es tan alta su velocidad que no me dio tiempo a incorporarme. El puño de Victoria acabó en mi estómago, produciendo un sonido de dos piedras al chocar. Era tanta su fuerza que choque con el árbol detrás de mí, derrumbándolo desde la raíz.

-¿Te ha gustado? A mi si. Más bien me ha encantado.-una sonrisa diabólica se encontraba en ese rostro perfecto, con los labios color sangre y los dientes blancos y resplandecientes.

Victoria se giró y corrió al bosque, en dirección quien sabe cual.

-Esta te las cobro, Victoria-dije mientras me ponía en pie, aún con las manos en el estómago. Lo hizo con ganas.

Miré a mi alrededor. Seguíamos en las afueras de Forks. Los bosques eran hermosos, debo reconocerlo, pero saber que Victoria esta en ellos, se me quitan las ganas de estar aquí.

-Será mejor que los encontremos. No vayan a hacer una de las suyas.-la voz procedía del árbol derrumbado. Era Laurent, otro vampiro. Fue él quien me convirtió. Pero a quien quería convertir era a mi hermana mayor.

-Que hagan lo que quieran, como si no los vuelvo a ver nunca más

-Pero no podemos hacer mucho sin ellos. Venga, averigua donde están- Laurent ya se había colocado a mi lado. Pero tenía razón, sin James no somos nada, y Victoria entra dentro del pack.

Empecé a oler los alrededores. No soy un vampiro normal, tengo un don. Al convertirnos en vampiros nuestros sentidos mejoran. Se vuelven más sensibles, igual que nuestras habilidades cuando éramos humanos. En mi caso soy más sensible que los demás en los olores, aunque estén a miles de kilómetros, ya que los puedo oler en el viento. También tengo otro don, que es una rareza dentro de nuestra especie. Puedo anular mi olor.

Como pensé, Victoria estaba con James, otro vampiro con mal genio y además, es rastreador. Los rastreadores te pueden encontrar estés donde estés gracias a su olfato. Cualquiera dirá que yo también podría ser un rastreador, pero mi don lo utilizo más bien como GPS de personas.

James, en especial, es uno de los mejores rastreadores que Laurent ha visto en sus siglos de vampiro, por eso nos unimos a él.

Los dos estaban cerca de un claro, donde había unos vampiros. ¿Que harán ahí? Seguí oliendo. Eran siete vampiros, y un octavo, que no lograba identificar.

-Están cerca de un claro donde hay ocho vampiros-no le quise contar que el octavo no sabía lo que era.

-Este James, siempre con sus juegos.-Laurent avanzó hasta colocarse delante- Vamos, antes de que se metan en un lío.

-Lo que tú digas. Pero se las voy ha cobrar a Victoria.-me choqué la mano con el puño. Lo hice con tanta fuerza que si hubiera sido humana, me hubiera partido la muñeca.- Te lo digo para que no me interrumpas.-especifiqué.

-Tranquila, yo no te voy a detener. Ahora, no se si James dejará que le toques un pelo a su compañera.-me miró y luego volvió a mirar al frente. Parecía que estaba esperando a que hablara.

-¿Por qué vamos con ellos?-le miré a la cara. Su rostro tenía unas marcas de mordeduras, pero era inexpresiva. Sus ojos eran más rojos que la propia sangre. Los míos también son rojos, pero no tanto como los suyos.

-Me uní… bueno, nos unimos a él porque los vampiros como nosotros, los nómadas, sobrevivimos mejor en compañía.-me miró a los ojos. Quise apartar la vista, pero no podía.-No te preocupes. Cuando pase tu año de neófita, te dejaré marchar.

-Eso no te lo crees ni tu-susurré.

-¿Qué has dicho?

-Nada, nada. ¿Nos vamos ya?-dí un paso hacía delante y me giré para ver a Laurent. Me asombré al verle con la mirada en el suelo-¿Pasa algo?-no me digas que la he vuelto a liar.

Me agache para verle la cara. Tenía los ojos cerrados. Cualquiera diría que estaba durmiendo de pie, pero nosotros no dormimos, no está dentro de nuestro metabolismo.

-EOOOOOOOOO!-le pasé la mano por delante de la cara, pero ni se inmutaba.-Laurent, reacciona. ¡LAURENT!

De pronto, me agarró de los hombros, levantándome del suelo y me colocó en el árbol que minutos atrás había derrumbado.

-Laurent, ¿qué haces?-intente desprenderme de sus brazos, pero aunque sea una neófita, y por lógica más fuerte, no me pude soltar.- ¡Laurent!- grité, pero el siguió agarrándome con más fuerza.

Se arrodilló hasta que nuestros rostros estuvieron a la misma altura. Cara a cara me di cuenta que su rostro cambió. Los ojos los tenía más rojos que antes y se veían sus blancos dientes de detrás de una sonrisa burlona.

-Ya que me quitaron a la hermana mayor…-la sonrisa se ancho. No podía moverme. Era vampiro, si, pero tenía miedo.-… me conformaré con la pequeña.

Su cara se aproximó a la mía. ¡Me quería besar!

Su boca estaba a pocos centímetros de la mía cuando mi cuerpo reaccionó antes que mi mente. De mi garganta salió un gruñido al mismo tiempo que enseñaba mis dientes afilados. Ese gruñido me espabiló.

Recuperado el control de mi cuerpo, le dí una tremenda patada en el estomago, al mismo tiempo que me apoyaba en el árbol para rematarlo con la otra en la barbilla.

Funcionó. Tal como pensé, Laurent salió disparado, pero con tanta fuerza que en el camino de su aterrizaje se llevó unos cuantos árboles con él. Su último obstáculo fue un muro de piedra, perfecta para ser escalada.

Empecé a correr en su dirección. Estaba de rodillas, con la mirada gacha y las manos en el estómago. Le iba a dar el golpe de gracia cuando por mis fosas nasales pasó un olor verdaderamente delicioso, junto con una brisa de montaña.

No sabía de donde ni de quien era ese olor, pero se me hizo la boca agua. Incluso podría decir que tenía un toque a fresas, pero no a las silvestres.

La garganta me ardía y una gran cantidad de ponzoña empezó acumularse en mi boca.

Mis instintos me obligaron a frenar en seco. Instintivamente olfateé, para saber con total claridad de donde procedía ese delicioso olor. Percibía múltiples olores, como a sal, a chuletas de cerdo de un restaurante a unos pocos kilómetros… pero no encontraba al cuerpo de ese exquisito aroma.

Ya por vencida, lo encontré, pero nunca me hubiera planteado que era el octavo de los que se encontraban en el prado. Con tantos vampiros alrededor suyo, lo normal es que ya hayan acabado con su vida, pero no era así. Me resultaba fascinante el hecho de que la humana siguiera viva… pero ese sentimiento duró poco, porque fue sustituido por la sed, la desesperación, la ansiedad…

Pero no, no quiero ser como ellos. No quiero ser una asesina. No me gusta la carne humana, no quiero matar a algo que era yo… No quiero ser como Laurent…