Del mismo título de la novela de Agatha Cristie, pero no es una adaptación! Espero que la disfruten muchísimo!

Disclaimer: Los personajes de Shaman King NO son míos, y la historia es mía: no quisiera que hubieran malentendidos, sobre todo porque estoy haciendo la adaptación a Shaman King de otra historia mía que ya tengo toda estructurada!

Espero sus reviews!

Introducción

"No podía haber sido en peores condiciones"- pensó detenidamente mientras levantaba la taza humeante de chocolate y la acercaba a su boca, aspirando el olor reconfortante que tenía, lo que era para ella, su mayor consuelo en ese momento.

Afuera, el frío clima de diciembre no acogía a nadie en Montmartre sin importar su procedencia o su edad, simplemente era igual para todos. Suspiró pesadamente luego de tomar un sorbo de bebida, para luego contemplar el lugar que la había acogido del horrible frío parisiense, que llegó de repente. El café "L' Auberge du Village" era acogedor, no había duda, su olor a vainilla y la música que se escuchaba en el fondo del salón proveniente de un piano (tocado por un joven de cabellos negros y de tez blanca) hacían el lugar increíble. "Toca hermoso" pensó al dar otro sorbo de su chocolate.

-¿Desea algo señorita?- pregunto el joven que la había atendido al llegar.

- No…- comenzó a decir, pero se detuvo formulando una pregunta- ¿quien es ese jovenque toca el piano? – preguntó en francés rogando por haber pronunciado todas las palabras correctamente.

- Viene una vez por semana, pero no trabaja aquí - dijo lo mas despacio y claro que pudo en francés, pues sabía que su clienta no hablaba con mucha fluidez ese idioma, de hecho sólo hablaba lo suficiente para no morir de hambre en la ciudad.- Hace unos meses vino por primera vez a este lugar, y al ver el piano me preguntó si estaba permitido tocarlo, no esperó a que le respondiera y se sentó a tocar. Desde ése día viene frecuentemente, se toma un café o algo y toca un rato.

- ¿El dueño no le dice nada?- preguntó extrañada la joven siguiendo la conversación lo mejor que pudo en francés.

- Toca tan hermoso que atrae a muchas personas- comenzó a decir el camarero en un inglés impecable y muy fluido.- se sientan y piden cosas, ayuda al negocio y atrae gente nueva, el gerente no se opone- concluyó con una sonrisa para retirarse.

Continuó tomando de su chocolate mientras escuchaba al muchacho tocar. Disfrutó del resto de su bebida lentamente analizando el sabor que lo caracterizaba y que a ella le gustaba tanto. Miró por última vez al pianista mientras tomaba su propio instrumento, un violín y se iba lentamente a caminar por las calles de París.

Mientras tanto, un joven le miraba al retirarse con sus hermosos ojos dorados a través del cabello negro que se apresuraba en su rostro. Al poco rato dejó de tocar el piano, espió y se levantó para salir del lugar mientras un pensamiento pasaba por su cabeza: "Ha sido un placer"

Capítulo I.

Ren Tao

I

Paseó por las calles de la ciudad que admiraba, como tantas veces lo había hecho la magia de París, su aroma, su gente y hasta el "fresco" que hacía en esos momentos. Pasando tantos inviernos en París como él lo había hecho por diversos motivos (casi todos por trabajo) se le hacía fácil soportar y hasta disfrutar el frío que había en esa ciudad.

París le había hechizado desde la primera vez que la visitó.

Sin saberlo, o estar completamente consciente de ello, buscó con la mirada a la muchacha que vio en el café. Paró en una esquina, cerró los ojos por un momento y visualizó la entrada de la extraña joven en el café.

Abriéndose la puerta del local, entró por ella una figura cubierta en su totalidad por ropas para invierno o eso fue lo que vio en el reflejo del piano negro. Inmediatamente el joven que asistía a la clientela ("No recuerdo su nombre" pensó el muchacho) se dirigió en francés a la figura. Sin embargo ésta le contestó en un francés un tanto brusco "Je ne parle pas française"- dijo en un susurro, mirando a la persona que estaba enfrente de ella y rogando con sus ojos que le entendiera.

No observó más, no era su asunto que aquella persona pudiera hablar bien o no el idioma de la ciudad. Concentrándose nuevamente en su labor, siguió tocando hermosas melodías con el piano.

Al rato sintió una presencia mirándole y en el reflejo del instrumento vio a una muchacha ("Casi una niña" se dijo Ren con una sonrisa irónica") que hablaba con el mesonero y éste le sonreía, dirigió rápidamente su tención las teclas blancas y negras que tocaba, pero no pudo evitar volver a ver la imagen de la joven en el piano otra vez, cuando aquélla tomaba su bebida tranquilamente.

La última vez que se atrevió a mirarle, ésta se preparaba para irse, levantando del piso un estuche con forma de un instrumento, un violín quizá, y ella con él. "No es tan niña después de todo" pensó entonces Ren cuando detalló la forma de su cara y su cuerpo, pero descartó ese pensamiento de su mente, ¿cómo podría pensar cosas así de una "niña"?

Abrió sus ojos para ver de nuevo la calle, la gente pasaba sin fijarse los unos en los otros, y cada quien en sus problemas. París era en realidad hermoso.

Sonó su celular, y viendo de quien provenía la llamada atendió con fastidio.

- Ren Tao- atendió monótonamente, abriéndose paso por las calles.

- Ren, es Horo-Horo. Te necesito aquí, los representantes de nuestros clientes están por llegar en 30 minutos y tu no das muestras de vida. ¿Tengo que recordarte que el jefe eres tú?

- No seas idiota, por supuesto que lo sé. Llegaré en 20 minutos y quiero que todos los documentos estén en perfecto orden.- Dijo algo molesto.

- No soy tu asistente, eso es trabajo que no me corresponde y que no pienso hacer. No voy a cuidarte siempre, Tao.- se escuchó del otro lado, antes de que Ren pudiera decir cualquier cosa habían cortado la llamada.

"Espero que eso no se vuelva costumbre" masculló Ren por lo bajo.

Tomó la dirección hacia la plaza, cerca de allí había dejado su auto, hubiera sido mucho más fácil y cómodo comprar una motocicleta, pero Ren Tao no era cualquier persona, como describía su porte frío y elegante.

II

- Llegas tarde- le reprochó Horo-Horo mientras le arrojaba a Ren una carpeta y éste la cogía al vuelo. Iban al salón privado que habían reservado para la reunión.

- Señor su traje. – decía su asistente caminando apresuradamente al lado de los dos jóvenes, y entregando a Ren su chaqueta de traje.

Ren se la colocó al instante y echó un vistazo a los papeles de la carpeta, frunció el ceño.

- No están en orden.- dijo seriamente – ¿Qué tengo que hacer para encontrar una persona lo suficientemente eficiente que cumpla las exigencias básicas? Sólo es ordenar unos cuantos papeles, ¡por el amor de Dios! – exclamó mientras miraba fríamente a su asustada asistente.

- P-perdone señor… y-yo n-no quería… - pero fue interrumpida.

- Y no volverá a querer. Pondré yo mismo estos papeles en orden. – dijo mientras se volteaba y caminaba al salón de reuniones, pero se detuvo y se volvió a la aterrada mujer que estaba plantada a pocos metros de él-. Por cierto, está despedida.

En el salón de reuniones se encontraban varios empresarios, e su mayoría de gran tamaño y forma rechoncha. Todos con demostraciones obvias de su triunfo en el mundo empresarial, podía ser trajes, lentes, relojes, o incluso anillos.

Ren los conocía a todos por igual, sabía sus ambiciones, sus maneras de realizar sus objetivos y lo que estaban dispuestos a hacer para conseguirlos a cualquier costo.

Terminando de ordenar sus papeles entró en el salón seguido de Horo-Horo, quien cerró la puerta tras de sí. Comenzaba una larga reunión.

- Buenos días caballeros – dijo cordial pero frío Ren-. Espero que su estancia sea placentera y que hagamos que nuestras compañías puedan hacer esta unión profesional beneficiosa para todos nosotros- dijo sin alterar su tono de voz frío. Miró por la ventana hacia la calle por un breve momento y luego siguió con su trabajo.