Resumen de todas las historias: La casualidad de caer, profundamente, enamorado.
Advertencias: Historias aleatorias, no relacionadas entre sí.
Disclaimer: Haruichi Furudate.
Al principio lo creyó casualidad.
Enoshita consideró como un acontecimiento banal más los dedos encontrados al tomar la misma lata de jugo; fue casual, y poco le importó pues enseguida fingió una sonrisa y se disculpó porque al parecer el chico había ingresado su moneda primero y la maldita máquina (sus palabras) lo tenía esperando desde entonces. Él esperó su turno, sin hablar, porque el chico estuvo allí parado hasta que abrió la lata y tomó un par de sorbos (incómodo, incómodo) hasta finalmente se marcharse.
Una casualidad vergonzosa por qué no.
Su lata no cayó. Y tuvo que poner otra moneda.
La semana se extendió como si acaso fuese posible y los días pasaron con lentitud aterradora pero con los curiosos asomos de tropezar con la misma persona, encontrarse en lugares inesperados al doblar por las esquinas, con la misma persona, y pequeños inconvenientes más con... Ennotshita lo dejó pasar.
Pero justamente el viernes, cuando sus amigos marcharon con sus propias preocupaciones, -exámenes, tareas- allí en un rincón del patio estudiantil junto al sol tardío mas deslumbrante, unas zapatillas detuvieron frente a él. Y despacio, al ascender la vista, descubrió que ya lo había visto.
Tantas veces.
Le preguntó cómo se llamaba y si necesitaba ayuda. Él chico rapado se denominó como Ryuu luego de bromear sobre el jugo que él para nada olvidaba, las pisadas sin querer y los repentinos golpes de frente en los pasillos y escaleras.
Ennoshita rió tranquilo, sincero, con las cosquillas de una nueva comodidad pues al parecer serían amigos. Siguió creyéndolo curioso, pues al parecer también el destino lo quería así.
Dos días más tarde en pleno inicio de semana sentía los rayos de un caliente sol en su nuca, despreocupado, sentado junto a un chico que nada de consideración tenía sobre el espacio personal.
A él tampoco le molestó.
Olía un poco a sudor y poco le importó porque al imitar un remate (o eso creyó oír) sus bíceps lo golpearon tan metafóricamente que su vista tardó un poquito en volver a esa sonrisa de dientes puntiagudos (tan avergonzado después), mientras asentía a saber qué pero seguro le había preguntado si entendió lo que dijo.
Tan mentiroso.
No sucedió mucho luego de aquello y por consiguiente los días sin su nuevo amigo eran inexistentes. Pues, en algún momento que se perdió entre recuerdos -o fue todo tan simultáneo que simplemente sucedió- no había día que pasara sin encontrarse, al menos leves minutos, con Ryuunosuke Tanaka.
La confianza iba en aumento.
Ennoshita no se arrepintió.
Sin embargo ahora nada de eso pasa por su cabeza cuando está envuelto en sus propias lágrimas y moqueando como niñito. Él simplemente se encierra en un cubículo del baño escolar mientras destroza el examen casi con los dientes. Es idiota y de todas formas sus padres se enterarán, pero es la única vía de escape de la furia de decepción que siente hacia sí mismo.
Sus ojos están hinchados y rojos y definitivamente odia ser visto en este estado pero los súbitos golpeteos en su puerta son insistentes, de que no lo dejará en paz hasta torturarle un poquito. Él se apresura a limpiarse el rostro con las mangas del abrigo, inhalar profundo varias veces y finalmente soltar todo el aire como si canalizase todos los males de adentro.
Abre la puerta de un tirón. El chico parece vacilar pero enseguida amaga acercarse. Ennoshita interrumpe de un tajo, diciendo:
— ¿Qué quieres? — dramático —. Hoy no puedes decir que es casualidad vernos porque estoy aquí encerrado y te vi verme cuando corría. Y claramente no dije que me sigas.
— Creí que lo dijiste con tu mirada lastimada que rogaba ser consolada.
Él, de tener ganas, rodaría los ojos. No está para juegos.
— ¿Estás bromeando? — Inhala por la nariz, siendo aún dificultoso respirar. No es momento para humillaciones... más todavía.
Pero Tanaka no responde como es debido, sino que se adentra a su cubículo y de repente (Chikara suprime un jadeo) dos fuertes brazos están rodeándolo. Es un abrazo. El corazón se dispara.
Sin embargo, tímidamente comienza a corresponder. Persiste flojito, hasta que sus pulmones explotan, dejan salir todo el aire y lo abraza con las ansias necesarias, tan fuerte y gratificante que se olvida del dolor; el emocional, reemplazado por algo nuevo, algo más lindo.
Y sonríe. Tan bobo.
De hecho, es tan bobo que se deja llevar por ese deseo oculto mas ahora siquiera invisible, busca su cara y lo besa en los labios. Es espontáneo, instintivo y rapidísimo. De modo que al regresar huye arrepentido. O eso intenta.
Porque cuando apenas trata de zafarse buscando empujar los hombros ajenos, Ryuunsuke lo estrecha y lo besa de vuelta. Hay una sonrisita en el proceso.
Quizá dos.
El miedo se muere. Aunque están en un cubículo del baño, es todo tan raro para ser el primer beso y su examen es un desastre, a Chikara no le importa.
Ryuu lo está besando.
Y eso le gusta mucho.
