Hola, ¿Como están? De nuevo aquí dejandoles otra historia, esta vez algo de Juego de Tronos. Espero que la disfruten tanto como yo lo hice al escribirla.
Marion
No tienes padre ni madre, eres por lo tanto una huérfana. Tu padre abandonó a tu madre y esta murió dándote a luz, eres una desgracia. Tuviste suerte de que estos campesinos te encontraran, de que te acogieran en su casa y te alimentaran, tuviste suerte, mucha suerte, como se encarga de repetir diariamente ese campesino que se hace llamar tu salvador. Y trabajas como ningún otro niño en esa casa, porque los otros son sus hijos, tú solo eres la limosnera que tuvo suerte. Y el campesino siempre se queja de que tiene que comprarte tu medicina, pero tú sabes que es él mismo quien la elabora.
Marion, te llamas Marion, pero nadie te dice por tu nombre, todo mundo te inventa sobrenombres; tonta, torpe, huérfana, limosnera, fantasma, etc. Torpe y tonta porque nunca lograbas hacer nada que se relacionara con tu género, no sabias coser o cantar, lavar o cocinar, no se te daban para nada éste tipo de actividades, tú preferías cazar con los varones y despellejar a tus presas, cortar la carne en pedacitos y dejar que las otras mujeres cocinaran. Tú eras la "tomboy" de tu villa y en cierta medida no te importaba. Te llamaban fantasma por el color de tu piel, eras una hija de la luna, albina según los maestres y siempre estabas callada, un fantasma callado y blanco.
A medida que ibas creciendo te diste cuenta de que una de las cosas que más deseabas era ser caballero, un caballero blanco de la guardia real, te lo imaginabas a menudo, sin embargo sabias que eso jamás pasaría, que por más que quisieras o intentaras, ese honor era solo para hombres y por un tiempo te resignaste, olvidaste tu sueño y decidiste seguir a donde tu campesino salvador te llevara, los seguiste hasta Desembarco del Rey, te llevaron a vivir junto con ellos al lecho de pulgas cuando tan sólo tenías 7 años.
Tenías 12 años cuando paso algo asombroso, cosas del destino quizás o simplemente suerte, pero suerte de verdad. Cuando te adentraste en el bosque real, jamás pensaste encontrarte con la guardia real y mucho menos pensaste que ese día le salvarías la vida a nada más y nada menos que Jaime Lannister. Un grupo de bandidos tomo a Ser Jaime y compañía por sorpresa, los seis caballeros se separaron, ese día no los acompañaba su lord comandante, los bandidos los superaban en número de 10 a uno, pero los caballeros tenían mejores habilidades, cuando Ser Jaime se vio solo, rodeado de 7 bandidos, cansado y herido, tal vez pensó que sería su fin; pero encontraste una manera de distraer a los bandidos, les arrojaste rocas e intentaste golpear a un par con un palo, no hiciste gran cosa, pero le diste a Ser Jaime tiempo suficiente para abatirlos a todos. El caballero de la capa blanca te miró con sorpresa y creíste que te reprendería, al contrario de eso, se comporto de lo mas jovial posible, te pidió que no contaras que casi fue vencido por bandidos y a cambio te concedería un favor. Tu petición era clara, querías ser caballero a toda costa, Ser Jaime se rió con ganas de tu petición y te pidió que la reconsideraras, pero insististe y él dijo que mantendría su palabra, si querías ser un caballero, eso serias.
Le decían "Matarreyes", le decían traidor, le decían el rompe-juramentos, pero ese rompe-juramentos traidor, cumplió su palabra. Te envió a Roca Casterly para entrenarte en el mismísimo castillo de los Lannister, con el mismo maestro de armas que había instruido a Ser Jaime, trabajaste primero como paje y luego como escudero, aunque ningún caballero te quería como escudero, era una vergüenza que su escudero fuera mujer, hasta que en una visita de Ser Jaime, él mismo te eligió como escudero y ser escudero de un guardia real era lo máximo a lo que se podía llegar y entrenaste tanto para el torneo en el que participaría Ser Jaime, de verdad que practicaste. Cuando Ser Jaime ganó el torneo, te hiciste de un nombre, como su escudero. Y pronto hubo muchos caballeros que te escogieron para ser su escudero y día a día te volvías mejor con la espada, y participaste en tantos torneos como escudero que sentías que pronto te nombrarían caballero, es más, hasta serias nombrada caballero por el mismísimo Jaime Lannister, el nuevo Lord Comandante de la guardia real.
Y de repente ya no había más torneos, ya no había tiempo de jugar a la guerra porque la guerra real acechaba en las tierras de los ríos. El ejercito Lannister partió de Roca Casterly un día, pero no te llevaron a ti, a ti no, tu señor, el Lord Senescal de Roca Casterly te dijo que eras muy joven para participar en la guerra, que gran mentira, pensaste. Tenias 16 años, el que se hacía llamar rey en el norte tenía tan solo 15 años y muchos niños menores de 13 años también iban a la guerra, todos iban a la guerra, pero tú no, tú eras una mujer escudero, tú no podías ir a la guerra a defender el nombre de tu señor, tú no.
Te resignaste, nunca pasarías de ser un excelente escudero, pero nada más. Y practicaste duro, practicaste para que nadie jamás dijera que no eras un buen escudero, practicaste para demostrarle a los siete reinos que un escudero podía ser mejor que un caballero, porque a éste no lo querían hacer caballero. Defendiste el Lannisport cuando el puerto fue atacado por bandidos y defendiste al senescal cuando éste iba de camino a desembarco del rey, Ser Kevan Lannister. Volviste a desembarco del rey, tu señor necesitaba arreglar asuntos pendientes.
Cuando llegaste a la ciudad tu primer impulso fue visitar Lecho de pulgas, pero primero te enteraste de que Ser Jaime fue hecho prisionero en las tierras de los ríos por ese traidor Stark, la noticia te hizo enojar tanto, cuando llegaste al Lecho de Pulgas te pusiste a insultar a los Stark, a Stannis Baratheon y todo aquel que se opusiera al rey Joffrey y la reina regente. Y te sentiste orgullosa con tu media armadura, representado los colores de los Lannister, dorado y rojo. Muchos hombres se sintieron ofendidos con tu presencia en la taberna, pero se callaron porque sabían que venias con los hombres de los Lannister, ese día en ese lugar, fuiste un hombre que se quejaba de los traidores y en la noche volviste con tu señor a sus aposentos en la fortaleza roja, y fuiste de nuevo el escudero pequeño que eras, la niña torpe y tonta, un fantasma.
En el segundo día en Desembarco del Rey tu señor te pidió que te vistieras de "mujer", acompañarías a su esposa a una reunión de la corte real, su esposa necesitaba compañía de algunas damas, supusiste que quería impactar en la corte, entre más servidumbre mejor y para eso necesitaba más una dama, tú serias su otra dama de compañía. Te enfundaron en un vestido y te enseñaron los modales necesarios para parecer medianamente educada, y te sentiste extraña mirando tu reflejo, esa no eras tú. Lo tuyo eran las espadas, lo tuyo era luchar; pero ellos querían que hoy fueras una dama y eso serias porque se lo debías a tu señor, porque tú eras un fiel servidor a los Lannister.
Después de todo la corte no era tan mala, solo tenias que quedarte estática, sonreír y asentir cuando te lo pidieran, te imaginaste que eras un caballero haciendo guardia, parada como una estatua. Además de que podías ver a tu reina regente, y sobre todo, después de eso tendrías la oportunidad de ver a tu rey, porque serian invitadas a ver el torneo que se llevaría a cabo en momentos en honor al día del nombre de tu rey, y eso te emocionaba, hacia un buen rato que no veías un torneo.
En el torneo ya no estabas tan estática, te movías con más libertad, mirando a todos lados, esperando la llegada del rey y observando cuidadosamente como se preparaban los caballeros que competirían ese día. Y aunque procurabas quedarte en tu asiento, de vez en vez te levantabas para ver mejor todo lo que sucedía.
Cuando al fin llego el rey te sentiste un poco desilusionada, esperabas a alguien más imponente, no a un chiquillo enclenque con cara de asco por todo. Una parte de ti esperaba que el rey se pareciera a Ser Jaime o incluso a Lord Renly. Después de la decepción vinieron los combates y estos fueron tan entretenidos que se te olvido todo lo demás. Viste caer a un caballero tras otro y criticaste sus movimientos erróneos en tu cabeza, te dieron ganas de gritar como todos los hombres o los niños, emocionarte de verdad, pero las damas de la corte tenían prohibido gritar, emocionarse o disfrutar de verdad.
El momento más extático del día no se dio en las justas, sino fue en el momento en el que el rey se sintió personalmente ofendido por un caballero ebrio y mal vestido llamado Dontos Hollard, mandó a que se le ahogara en vino. Pensaste que eso era lo justo, el rey tenía razón, ese pobre imbécil le hacia un mal nombre a todos los caballeros del mundo, creíste que la muerte era su mejor opción por la vergüenza que provocaba, pero alguien no pensaba lo mismo que tú, esa persona se opuso al castigo de Ser Dontos. No conocías a esa chica, pero te imaginabas quien era, por su color de pelo y sus ojos, ella era una Stark, Sansa. Ni siquiera sabias lo que estaban discutiendo el rey y ella, te enfocaste en mirarla sólo a ella, el resto del mundo se difumino para ti. Cuando volviste a la realidad sólo te enteraste de que aquel idiota se había salvado.
El resto de las justas continuaron sin emoción para ti, ya no te interesaba el torneo, solo querías contemplar el mayor tiempo posible la perfección que Sansa Stark guardaba en sí. Dejaste de lado que fuera la hija y hermana de traidores, te olvidaste de tu orgullo por servir fielmente a los Lannister, te olvidaste de que eras mujer, y que una mujer no puede yacer con otra. Se te olvido todo eso y te imaginaste con tu armadura de caballero dorada (como la de Ser Jaime) salvando a Sansa de cuanto la aquejaba, sonreíste como tonta, ese día tomaste una decisión.
Te quedarías en Desembarco del Rey, te quedarías a como diera lugar, buscarías alguna manera para quedarte. De hecho se te ocurrió una de inmediato, conocías perfecto al capitán de los soldados Lannister que vigilaban la capital, le suplicarías que te tomara como soldado, sabías que probablemente no aceptaría, sabías que tenías que rogar y no importaba, siempre y cuando te quedaras. Pero aquel capitán te recordaba bien, no tuviste que suplicar, él se mostro dispuesto a ayudarte, con una condición: tendrías que estar todo el tiempo con el yelmo puesto y tendrías que recortar tu cabello, frente a todos serias un hombre más de la guardia Lannister. Y aceptaste más que gustosa.
Pasaron semanas mientras vigilabas la fortaleza roja, estática como una estatua y a veces también vigilabas las calles, todos te respetaban, en conjunto los soldados Lannister eran más que respetados y eso te hacía sentir orgullosa, eso era lo que te gustaba hacer y eso lo hacías muy bien. Practicaste todos los días con los demás soldados y venciste a cada tonto que se atreviera a retarte, llego un punto en el que a ellos ya no les importaba su orgullo de hombre, hasta les parecía divertido que una mujer les ganara. Durante esa época fuiste feliz. Tenías todo lo que querías por el momento, un trabajo que amabas y la posibilidad de ver a Sansa Stark de vez en vez.
Recuerdas perfecto un día en tu existencia, un día que nunca olvidaras. El día que la princesa Myrcella partió hacia Dorne. Recuerdas a la multitud enardecida, tú, intentando proteger a tu rey, lanzando golpes a diestra y siniestra contra la gente que no se apartaba de tu camino. Recuerdas que llegaste a la fortaleza roja protegiendo a la reina con los brazos, recuerdas como te sentiste feliz al poder haber ayudado a tu rey y reina, y como esa felicidad se hizo pedazos en segundos, Sansa no estaba con los demás. Te sentiste mareada y no recuerdas haber sentido tanto miedo en tu vida. Corriste fuera de la fortaleza, asesinaste a un par de pobres diablos que se interpusieron en tu camino, la buscaste con la mirada, escuchaste un grito y viste al perro del rey correr hacia un callejón, lo seguiste. Sansa estaba ahí, entre el perro y tú asesinaron a los cinco hombres que intentaron hacerle daño a Sansa, no tuviste compasión en absoluto con esos campesinos. Ella parecía en shock total, el perro la tomo entre sus brazos y se la llevo de ahí, tú no te moviste, sentías un gran alivio, ella estaba a salvo.
Recuerdas también la batalla del aguas negras, donde guiada por Tyrion Lannister defendieron la puerta del lodazal. Recuerdas como el perro se acobardo y salió corriendo del campo de batalla, recuerdas que ningún golpe grave te alcanzo y te sentiste dios. Pero ellos los superaban en número por mucho, te sentías cansada y creíste que sería tu fin, pensaste en Sansa por última vez y esperaste a que te llegara el golpe de gracia, pero nunca llego tal. Los Tyrell, Ser Loras Tyrell al frente de su ejército los salvó, estaban salvados, con los Tryell venia también el grueso del ejército Lannister, te desmayaste.
Pero por encima de todo, recuerdas cuando te hicieron escoltar a la Lady Sansa al septo de Baelor, y no tenías ni idea del porque, solo te sentiste feliz de estar cerca de ella. Te colocas a un costado y tienes un mini-ataque de pánico, ya sabes para que están ahí. Quieres impedirlo, sabes que no puedes, suspiras y quieres que todo sea una pesadilla, no lo es, el trato está cerrado, el maldito enano se ha casado con la mujer que amas.
Recuerdas la boda del rey con Margaery Tyrell, y la muerte de tu rey, la impotencia ante este hecho. Y encuentran culpable al enano por el asesinato de tu rey, te alegras y ni te das cuenta de que eso implica que Sansa vendría siendo su cómplice. El enano es atrapado y llevado a las catacumbas, te sientes aliviada de que tu amada pueda escapar, aunque al mismo tiempo temes por su seguridad. Y te pasas noches imaginando a donde fue y como se encuentra, intentas pensar en lo mejor, pero tu mente te traiciona y siempre terminas imaginando que está en peligro y que necesita tu ayuda.
Recuerdas todo esto mientras Ser Jaime frente a ti con su mano de oro espera tu respuesta. Te ha pedido que acompañes a Brienne de Tarth en busca de Sansa, como su escudero. Te molesta que te digan que serás solo escudero y que tendrás que servir a una mujer, ¿Por qué ella si podía ser caballero? ¿Por qué tú no? Te tragaste tu orgullo y tu enojo, tenías que ir en esa misión, ella te necesitaba, ella, Lady Sansa, tu Sansa.
Espero que esta historia sea de su agrado y claro que deseo ver sus comentarios. (/odestafaberry)
