El Duque de Hierro

Los personajes le pertenecen a Kyoko Mizuki e Yummiko Igarashi. El relato es debió al descontento por el final de Candy Candy. Escrita para esparcimiento.

- Las cosas no pueden estar tan mal como dices amor.

- Lamentablemente si lo están, le debemos demasiado dinero y este año no hemos podido recobrar nada de la siembra debido a plaga que nos invadió. La verdad no sé que vamos hacer en unos días el viene a buscar su dinero y no tengo ni una quinta paga de lo que le debemos.

El conde White padre de tres hermosas jóvenes se encontraba pasando por la peor de las temporadas económicas que habían pasado en toda su vida y el sin sabor de saber que le debía nada más y nada menos al llamado Duque de Hierro, un hombre sin sentimientos a quién muchos le temían por su carácter y por fu falta de piedad a sus deudores. Sus amigos lo amaban pero sus enemigos no sólo le odiaban; sino que también le temían; nunca hubo perdido una batalla sin importar cual fuera el motivo.

- William es necesario que preparemos los compromisos de nuestras hijas no quiero que cuando suceda lo que esperamos ellas queden desamparadas y sin esperanzas de conseguir buenos matrimonios.

Eliza ya esta comprometida con el Conde Maxwell; un gran hombre quien se hará muy feliz a nuestra hija y aunque no se conozcan aún se muy bien que serán felices pues el es un caballero y hará todo lo posible para hacerla feliz. Annie ya he enviado la petición al Conde Conrwell; Archibal Cornwell para proceder con su compromiso, su padre y yo ya lo hemos acordado desde antes de su nacimientos. Sé que ellas estarán en buenas manos. La que me preocupa es la Candy; ella es tan diferente, tan especial que nunca he pensado casarla con nadie, no me atrevo ni pensarla casada.

Pero tienes que hacerlo; no podemos dejarla que pase junto a nosotros lo que nos espera; sabes la desgracia moral que llegará a nuestra familia en el momento que él llegue aquí y no podamos pagarle todo lo que le debemos. William no debemos pensar en nosotros ahora, sino en ellas…

- Disculpe señor acaba de llegar esta carta…

- Gracias Dorothy…

- Una carta… ¿De quién es William?

- Del duque Granchester, confirma su presencia en una semana…

- Que el cielo tenga piedad de nosotros William…

Hoy mismo reuniré a las niñas, enviaré a Eliza y a Annie a conocer sus respectivos prometidos y de esa forja fijar la bodas lo antes posible, en cuanto a Candy, he pensado enviarle carta a Sir Anthony Andlye, quizás si hablo con su padre podríamos arreglar algo muy rápido. Sir Albert Andley me debe unos favores y creo que si le pido casar mi hija con su hijo sería una buena forma de pagarme.

No pierdas el tiempo; por favor…

El temor a la visita del duque era visible en los conde White, el miedo a lo inesperado por parte de este temido hombre hacía sacar el miedo más grande a la madre de estas familia. Sin embargo las jóvenes disfrutaban del mas bello de los días en el jardín de su hogar mientras hablaban y soñaban sobre su futuro.

- Señoritas su padre pide por su presencia…

- Gracias Dorothy, vamos…

Al entrar al despacho vieron a su padre sentado en su gran escritorio y al lado de este su madre la cual poseía cara de preocupación y de miedo. Las jóvenes entraron y sentándose frente al escritorio no decían palabra alguna; solo esperaban por que sus padres les explicara lo que estaba sucediendo.

-¿Dónde está Candy?

- Padre ya la conoces debe de estar en una de sus caminatas diarias…

- No se como es que esa niña nunca escucha.

- Tranquilo William ya llegará, enviaré a Dorothy por ella…

No muy lejos de su hogar junto a unos niños de una pequeña granja se encontraba Candy jugando y divirtiéndose con ellos. Sin darse cuenta de que un elegante hombre en un caballo negro la contemplaba, para él era la visión más bella que había visto en su vida. Se deleitaba al ver su larga cabellera de risos dorados bailar al son del aire, el brillo de su piel y la sonrisa; era increíble parecía una diosa; se preguntaba así mismo como era posible existiese tanta belleza en un solo ser.

- Mi Lord esa es la hija del Conde White, es la más pequeña – El guardia del Duque veía la fascinación de este al mirar a la joven. Nunca en todo el tiempo que llevaba al servicio de este hubo visto que el se detuviese a mirar a ninguna mujer.

- Con que la hija del conde… - Por más que quería le era imposible separarse de ese hermosa vista que era ofrecida por la más bella de las doncellas.

- Mi Lord tenemos toda la información sobre la familia White, incluyendo sus hijas.

- Gracias… Por favor en cuanto lleguemos házmela llegar

Saliendo del hechizo decidió continuar su partida a la posada más cercana y de esta forma poder saber más sobre los conde White, pero muy en especial sobre su hija.

- Candy corre tu padre está enfadado, hace rato pidió verlas y tu no llegas

- Lo siento Dorothy es que estaba ocupada

- Candy cuando no… Mejor vamos

Al llegar a su casa aún se encontraban reunidos en el estudio. Todos miraron a Candy con molestia pues estaban esperando por ella para comenzar la conversación.

- Candy hija es urgente esta reunión y tu haciendo de las tuyas

- Disculpa madre

- Niñas es hora de ir al grano; hemos realizados ya los tratados para sus compromisos, en unos días irán a conocer sus respectivos prometidos.

- Padre, ¿De verdad, nos casaremos?

- Si Annie; ya todo está listo

-¿Y quienes son nuestros prometidos padre?

- Padre pero yo no me quiero casar, no está en mi, quiero seguir siendo libre

- Calla Candy ya es hora que te conviertas en una mujer, mira a tus hermanas han tomado la noticia de forma madura.

- Disculpa madre

- Annie tu prometido el Conde Cornwell ya ha fijado la fecha para que se conozca. Parte a su lado el último día de esta semana. Al igual que tu Eliza, Tu promedito Sir Maxwell ya esta en tu espera y al igual que Annie partirás el ultimo día de esta semana. – Las jóvenes se veían felices y alegres de saber que pronto conocerían a sus futuros esposos.

-¿Padre y Candy? – Preguntó Annie, la cual siempre se preocupaba por Candy

- Estoy en negociación con Lord Andley; apenas hoy envié la misiva para la negociación

- Padre no soy un objeto al cual debas negociar al mejor postor

- Silencio Candy; no permitiré que le hables así a tu padre…

- Disculpen padres, no volverá a pasar.

Las tres jóvenes se dirigieron a sus aposentos, las dos mayores estaban felices al saber que pronto conocerían a sus prometidos y que serían dueñas de sus propias casas. Pero al mismo tiempo miraban de reojo a Candy quien no se veía feliz como ellas.

- Candy hermanita no te preocupes ya verás que tu también te casaras como nosotras y - tendrás un esposo y un hogar.

- Y quizás pronto hijo, ¿no crees Eliza que sería bella Candy con hijos?

- Prefiero no hablar de ello…

Al día siguiente muy temprano Dorothy anunciaba la llegada de un visitante inesperado.

- Señor le busca el Duque de Granchester

- El duque; ¡oh no! Se adelantó a la fecha… Hazlo pasar al estudio

- William que vamos hacer; temo a lo que este hombre exigirá el día de hoy

La tensión era muy fuerte en la Casa de los White; mientras bajaba la escalera el patriarca de la familia temblaba antes aquella reunión que sería el final de todo lo que hasta hora representaba ser un White y el comienzo de una nueva vida.

Mientras el Duque un joven hombre de menos de 24 años de edad esperaba ansiosamente con su porte de noble en aquel elegante estudio lleno de piezas de gran valor y de un sobrio colorido de pronto la puerta se abrió de golpe dándole entrada a los ojos esmeraldas más bellos que el jamás hubo visto en su vida, ambos se quedaron mirando por segundos que parecieron una eternidad hasta que el se acercó un poco a ella y de forma muy cordial tomo su mano y la besó.

- Duque de Terrence Granchester a sus pies mi Lady

- Candice… Candice White, mi Lord, un placer

-¿Candy que haces aquí? – Se escucho la voz del padre que veía finamente aquel cuadro sin placer alguno a los que sus ojos veían…

- Disculpe padre venía a… a pedir su permiso para ir al pueblo con Dorothy.

- Ve, pero no vengas muy tarde.

- Gracias padre… Un placer mi Lord

- El placer fue mío Candice…

El Duque no alejó la vista mientras ella salía del estudio; contemplaba aquella imagen, la diosa que anteriormente hubo llamado su atención ahora tenía nombre y apellido. Más sin embarro en el Conde miraba a este con todo el temor y la angustia que un padre puede tener al imaginar los pensamiento que el Duque hubo tenido sobre su hija. Y de manera cortante para que este volviera la vista a él comenzó la platica con recelo por todo lo que le venía con esta visita.

- Veo que su viaje se adelantó…

- Así es Conde White, pudimos adelantar nuestra agenda y logramos llegar unos días antes; ¿espero que esto no sea ningún inconveniente para usted y menos para el saldo de trato económico que tenemos pautado?

- La verdad; me ha tomado por sorpresa, tanto su comunicado de que nos visitaría, como esta visita. Se que el trato anteriormente hecho estipula que el plazo para el